Cómo anunciar el fin del mundo
Javier Salas.
Fotograma de la película 'Deep impact' en la que un cometa amenaza con destruir la Tierra. /PARAMOUNT
"Buenas tardes. Hace unos
minutos, los embajadores de Estados Unidos en cada país en el mundo hablaron
con los líderes de esos países para informarles de lo que les voy a decir. Es
un poco complicado y me tomará tiempo explicarlo, así que espero que tengan
paciencia y escuchen lo que tengo que decir", advertía el presidente de EE
UU, Tom Beck, antes de anunciar al mundo que un cometa "más grande que el
Everest" se dirigía al encuentro de la Tierra, un choque que podría matar
a millones de personas en el mejor de los casos. El presidente Beck,
interpretado por Morgan Freeman en la película Deep Impact (Mimi
Leder, 1998), convertía la sala de prensa de la Casa Blanca en el punto de
origen de la información más decisiva de la historia de la humanidad. En el imaginario
colectivo occidental, acostumbrados como estamos a que los extraterrestres
siempre elijan ese país para aterrizar, no sorprende demasiado que el anuncio
lo realice el líder electo de los estadounidenses. Sin embargo, ¿es el
escenario ideal? ¿Cómo debería comunicarse una potencial catástrofe de este
tipo a la población de todo el mundo?
6
de octubre de 2008. Astrónomos de todo el mundo observan un objeto espacial que
va a impactar contra la Tierra. Por primera vez en la historia, se detecta un
meteorito antes de que rasgue la atmósfera. Expertos y aficionados lo cazaban
hasta 20 horas antes de que llegara al planeta. Sin embargo, en el Centro de
Planetas Menores (MPC, por sus siglas en inglés), institución que recopila las
observaciones de asteroides y cometas, no recibieron permiso para informar
oficialmente sobre ese objeto que se dirigía como un proyectil hacia Sudán
hasta varias horas después de haberlo identificado. Sencillamente, no sabían
cómo hacerlo. No existía un protocolo preparado para, en su caso, anunciar al
mundo que se tomaran las medidas necesarias para mitigar daños.
Afortunadamente, el asteroide TC3 solo tenía el tamaño de un coche. "Se
tardó horas y parecía que estábamos tratando de ocultar algo. Simplemente, no
había un sistema para comunicarlo de manera rápida porque no se pensaba que
esto fuera a ocurrir", explica el español José Luis Galache, astrónomo del
MPC. Ahora, Galache forma parte del equipo fundacional que, por mandato de
Naciones Unidas, va a diseñar cómo detectar, controlar e informar estos sustos. La primera
reunión de este grupo de expertos y especialistas en diversas
disciplinas, generó una convicción entre los asistentes: hay que decidir cómo
comunicar estos eventos a todo el mundo, con mensajes asequibles para cualquier
habitante del planeta, no solo para los que han visto cintas como Armageddon.
Celebrada en enero en la sede del MPC
(en el Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, en Massachusetts), la cita
contaba con representantes de todas las instituciones que hoy por hoy se
dedican a la detección de asteroides, cometas y otras amenazas para la Tierra:
NASA, ESA, JAXA nipona, CNRS francés, Academia de Ciencias rusa, el Centro
Aeroespacial de Alemania y varias instituciones académicas. Naciones Unidas
había ordenado crear un organismo (IAWN,
siglas en inglés de Red Internacional de Alerta de Asteroides) que coordinara y
centralizara esos trabajos tan atomizados para que la humanidad contara con un
único referente al que consultar, del que fiarse en caso de preocupación, quien
informara con rigor cuando llegue el momento. Tras la segunda reunión de este
grupo, celebrada en septiembre, acaban de presentar un informe en el que
señalan las prioridades para la comunicación acertada del peligro de que una
roca espacial golpee al planeta Tierra.
El hombre que coordina este mandato de la ONU, el mexicano Sergio Camacho, explica
que IAWN avisaría directamente a los líderes de los países amenazados en caso
de detectarse un meteorito que afectara a una región concreta. "Sería ese
gobierno —o gobiernos— quien informaría a su población. Idealmente, la noticia
se daría en el idioma de la población en riesgo, tomando en consideración
aspectos culturales y religiosos", explica. Pero Camacho no se engaña.
Estas circunstancias son completamente impredecibles: el 14 de febrero del año
pasado, mientras astrónomos de todo el mundo preparaban sus equipos para avistar
al asteroide DA14, que rozaría la Tierra, un meteorito arañaba la
atmósfera sobre la ciudad rusa de Cheliábinsk.
"Los
medios se enterarían independientemente de que algo pasa por lo que IAWN debe
de estar lista a proporcionar información veraz. Por los muchos escenarios de
riesgo de impacto por un asteroide que se podrían presentar, es difícil
asegurar que la noticia se dé en condiciones idóneas", asume Camacho, por
lo que su misión será la de establecer cauces transparentes y estables con los
periodistas para tenerlos convenientemente informados: "Serán ellos
quienes divulguen la noticia". Siguiendo con el ejemplo cinematográfico,
en Deep Impact el presidente Beck se ve obligado a adelantar su
anuncio por las indagaciones de una reportera. Y al realizar su declaración,
alguien grita en la redacción de una cadena de noticias: "¡¿Dónde está el
periodista científico?!".
Por tanto, en caso de detectarse una
amenaza en algún observatorio, esta información iría directamente a IAWN y, sin
solución de continuidad, a los gobiernos interesados. A partir de ahí, ya sería
cada país el que decidiría cómo gestionar la crisis a su manera. En caso de
tratarse de un evento que pusiera en riesgo a buena parte del planeta, habría
tiempo para decidir cómo hacerle frente al fin del mundo.
"Cuanto más daño puede hacer el asteroide o cometa, más grande es. Y
cuanto más grande es, más visible resulta porque refleja mucha más luz. Por
tanto, se detectaría con antelación", razona Galache. Otro grupo se
encarga en paralelo de analizar desde ya todas las posibles respuestas ante una
amenaza global, en función de los distintos escenarios: velocidad, tamaño,
ángulo de entrada, material, etc.
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