jueves, 31 de marzo de 2016

ELEFANTES MEDIEVALES



Dibujando  un animal que no se ha visto en siglos 

Javier Salas




Un elefante de guerra en un 'Speculum humanae salvationis' del siglo XIV. / BRITISH LIBRARY


Por culpa de Plinio el Viejo durante siglos se creyó que los elefantes se asustan al ver un ratón. Y eso que este naturalista —que también nos convenció de que las avestruces esconden la cabeza para huir del peligro— vivió en una época en la que los elefantes eran bastante populares, gracias a numerosas gestas bélicas, e incluso sus imágenes aparecían en monedas de uso corriente en el orbe romano. La caída de Roma supuso que los gigantescos animales dejaran de pasear por Europa Occidental y, sin embargo, siguieron representándose durante la Edad Media, en bestiarios, biblias y otros textos. Pero los ilustradores medievales no tenían ni idea de la apariencia real de aquellos bichos temibles que ganaron batallas por todo el mundo, más allá de textos poco fiables como los de Plinio o tradiciones orales que se deformaban con el tiempo.
Así, comenzó a reinventarse la imagen del elefante, cambiando su morfología y proporciones, en ilustraciones en las que apenas se respetaban unas pocas características fijas: la trompa, los colmillos y las grandes orejas. No es difícil imaginar los problemas para dibujar a un mamífero colosal, capaz de cargar soldados en la grupa, contando apenas con esas tres únicas referencias. ¿Serían peludos? ¿Con patas ligeras o robustas? ¿Cómo crecerían esos colmillos? ¿Tendrían pezuñas? ¿Quizá garras? ¿Y cola? Para un europeo medieval con acceso a los escasos animales de su entorno, representar un elefante fue una oportunidad para dar rienda suelta a su imaginación zoológica.

Aspecto de un elefante en un libro de hierbas lombardo de 1440.

Un repaso a las imágenes de todos esos siglos deja ver variaciones que más bien parecen osos hormigueros, duendes de cuento, cruces de jabalí y lobo, perros azules y musculosos leopardos. Debido a la falta de conocimiento y la inexistencia de espíritu científico para la comprensión de la naturaleza, durante la Edad Media no hubo límites, dando lugar a un rico espectro visual en la representación del elefante. Esto provocó además un fenómeno de hibridación: los animales exóticos se componían como Frankenstein, combinando propiedades de animales domésticos y conocidos. "El elefante medieval clásico tenía un hocico en forma de trompeta, orejas de perro, patas y cuerpo de caballo, vaca o cabra y colmillos que sobresalen por encima de su mandíbula inferior, como los de un jabalí", describe Uli Westphal*, artista visual que investiga sobre cómo percibimos y representamos la naturaleza.
Westphal lleva varios años dedicado a recopilar la información visual que se generó sobre estos animales tras la caída del Imperio Romano y hasta la Edad Moderna. Su trabajo le valió una invitación a exponerlo en un congreso científico de morfología animal y a publicar su estudio en una revista científica, Journal of Comparative Zoology. Westphal explica que el reto de los ilustradores medievales es similar al que vivieron los primeros dibujantes de dinosaurios, aunque incluso hoy "muchas de estas ilustraciones son muy complejas y coloridas a pesar de que a menudo se basan en solo unos pocos fragmentos fosilizados de esqueletos". Pero con una diferencia: el completo desinterés por la verdad científica que tenían hace siglos. Además, hasta la llegada de la imprenta, las ilustraciones se copiaban a mano, provocando pequeños cambios de un elefante al siguiente, una evolución artística del animal en sus características físicas.
Uno de los escasos asideros con que contaban era lo que Aristóteles había narrado sobre estas bestias —a las que seguramente conoció en vida— a partir del enfrentamiento entre Alejandro Magno y Darío, el primer encontronazo de Europa con los elefantes indios. El filósofo griego fue muy detallista en la descripción de la fisiología del animal, incluidos sus intestinos, pero también puso la primera piedra para la mitificación del elefante, al asegurar que vivía cientos de años, que era muy casto y fiel y que concebía un único hijo a lo largo de su vida. Plinio, que copió mucho de lo escrito por Aristóteles, añadió fantasía al asegurar que soportaba torres con 60 soldados en sus espaldas, que era religioso —le rezaba a la Luna— y que tenía un archienemigo: el dragón. No en vano, en muchas de las representaciones medievales, el elefante aparece enfrentado al reptil alado.
Este remix de características, en unos siglos en los que la religión era el eje conductor de todo, se vertió en los bestiarios, esos compendios ilustrados del mundo animal que tenían un fin moralista. Allí, se dibujaba a los elefantes como metáforas de la historia de Adán y Eva: pareja fiel y centenaria, en el enfrentamiento con el reptil, etcétera. Esto ilustra cómo los datos zoológicos eran irrelevantes a la hora de entender la naturaleza en la Edad Media.


Escena bíblica en un manuscrito de Rosellón de 1430.






No importaba tanto cómo eran los animales sino lo que simbolizaban, su significado", afirma Westphal. Los elefantes no desaparecieron por completo de Europa: había algunos encuentros con elefantes reales que llegaban como exóticos agasajos para reyes y papas, en su mayoría procedentes de Asia. Estos episodios provocaban la aparición circunstancial de algunas imágenes realistas basadas en especímenes vivos. Sin embargo, "solo tenían un efecto temporal corto en su representación y rápidamente se reescribe con las ideas tradicionales de cuál debe ser la apariencia de un elefante", resume el artista alemán.
Westphal ha confeccionado un diagrama evolutivo de este animal(cuenta con 170 variaciones distintas), el elefante imaginado por los ilustradores medievales y renacentistas, al que ha denominado Elephas anthropogenus. Se trata de un animal que evoluciona y se adapta al entorno ideológico (como en los bestiarios) y artístico (en el Renacimiento se hizo más rechoncho y de formas redondeadas) con el paso del tiempo.
Lo ocurrido con el elefante a lo largo de la historia es un episodio muy peculiar, pero no excepcional. "Muchos animales previamente desconocidos han pasado por un proceso similar", explica Westphal, "se tuvo que reconstruir a los animales a partir de la información que se recibía de viajeros, exploradores o conquistadores". El león marino, por ejemplo, fue descrito como un perro con pies de ganso y piel de anguila. De ahí, los dibujos mostraron criaturas fantásticas. Otro ejemplo son las aves del paraíso: "Los primeros especímenes disecados que se trajeron a Europa en el siglo XVI no tenían patas. Esto condujo a creer que estas aves permanecen en el aire toda su vida", señala el artista.







*Las obras de artista berlinés Uli Westphal están estrechamente relacionados con la Biología y sus sistemas de clasificación, pero establecen énfasis en diferentes materias. Por ejemplo, en lugar de mostrar la genealogía de los elefantes, se visualiza el desarrollo de sus representaciones. Las obras se paran en un diálogo entre la cultura y la ciencia. Se plantea preguntas sobre cómo se percibe la naturaleza, representado y entendido en estos contextos diferentes. Sus trabajos se derivan de las colecciones, simulaciones, animaciones y clasificación de los sistemas. 
El trabajo Elephas Anthropogenus investiga las representaciones que los occidentales europeos han hecho del elefante durante el curso de la historia. Ya que no había ningún conocimiento real durante la Edad Media, de la forma de este animal, los ilustradores tenían que depender de las transmisiones orales y escritas, para reconstruir morfológicamente el elefante - reinventar así una criatura real existente. Esto llevó a las ilustraciones que  muestran las características básicas de un elefante, pero se desvían completamente de la apariencia y la forma del cuerpo real de este animal. Sobre la base de una colección de tales representaciones, la obra traza la evolución de Elephas Anthropogenus, el elefante hecha por el hombre. El resultado es un diagrama de árbol genealógico, en el que las imágenes se disponen de acuerdo con los aspectos taxonómicos.
En este caso Westphal utiliza el lenguaje visual de las ciencias naturales para dar forma y estructura al  desarrollo de una imagen cultural de la naturaleza.







miércoles, 30 de marzo de 2016

RESILIENCIA




"Nadie sabe definir la felicidad": Boris Cyrulnik

Joseba Elola








Boris Cyrulnik decidió que quería ser psiquiatra a los 11 años. Vio en esa ciencia del alma, como él mismo la define, la posibilidad de llegar a entender la locura del nazismo. Cuando tenía seis años, cuatro oficiales alemanes armados rodearon su cama y se lo llevaron detenido. Tardó en comprender que aquello ocurría porque era judío. Recuperar a personas que han sufrido un trauma infantil acabó convirtiéndose, años más tarde, en la misión de su vida. Y, de hecho, se le considera uno de los padres de la resiliencia, ese término, ahora tan en boga, que indica la capacidad de volver a la vida tras pasar por un trauma.  Psiquiatra, neuropsiquiatra, psicoanalista, investigador y etólogo francés (de origen ruso), puso de manifiesto en 2001 con "Los patitos feos" que una infancia infeliz no tiene porqué determinar una vida: los traumas se pueden trabajar, se pueden superar.












Nacido en 1937 en Burdeos, rescatado de la orfandad –sus padres murieron en la guerra– por una tía, presenta ahora "Las almas heridas" (Gedisa, 2015), obra en la que destila el saber de los años dedicados a restañar heridas. En una sala del Instituto Francés de Barcelona, concede esta entrevista horas antes de pronunciar una conferencia.

Pregunta. Usted definió la resiliencia como “el arte de navegar en los torrentes”en su libro de 2001, Los patitos feos. En 2012, en París, en el primer congreso sobre resiliencia, se definió como “la vuelta a la vida tras un trauma psicológico”. ¿Con qué definición se queda?

Respuesta. Sí, la definición ha evolucionado. La metáfora es: nos vemos empujados a un torrente por una desgracia de la vida; algunos se dejan arrastrar y golpear, otros llegan a debatirse y, con un poco de suerte, se ponen de nuevo a flote. Cuando empezamos con nuestros trabajos sobre la resiliencia en Toulon llegamos a una que es: “Retomar un nuevo desarrollo tras una agonía psíquica o traumática”.



P. En Las almas heridas dice usted que hay 4.641 documentos y 1.023 tesis doctorales sobre resiliencia solo en Francia. ¿Se puede hablar de una moda, o de una inflamación del término, como se le ha escuchado decir?

R. Sí, ha habido un efecto de moda en la resiliencia que ha generado una inflamación de la palabra. Ocurrió con el psicoanálisis, con la genética; pasa cada vez que un concepto entra muy rápido en la cultura: todo el mundo adopta esa palabra y diluye su significado. La inflamación del psicoanálisis produjo que se dijera que Freud era un obseso sexual y que el psicoanálisis era inmoral; en el caso de la resiliencia: la inflamación semántica ha hecho que se diga que resiliencia significa que uno puede curarse de todo. Y yo nunca utilizo el término curarse. Además, uno no puede curarse de todo. Pero si no se hace nada, uno no se cura de nada. Si se hace algo, a veces se mejora un poco, aunque no siempre.

P. Sostiene usted que la resiliencia ayuda a vencer prejuicios. ¿Contra qué prejuicios lucha?

R. Contra el determinismo  biológico o sociológicos únicos: “Ha sido maltratado, será un maltratador”. Si se le abandona, puede que repita ese comportamiento en un 30% de los casos. Si se abandona a esos niños, hay una maldición. Si se les apoya, no.

P. Lo mismo debe de ocurrir con los refugiados que llegan a Europa. Muchos vienen de vivir situaciones muy traumáticas. La respuesta de las sociedades que les acogen determinará la superación de su trauma.

R. Se les puede masacrar, como en Calais, y convertirlos en delincuentes. O se puede salvar a muchos de ellos. Cuando la emigración es voluntaria hay pocos traumas psíquicos. Pero la mayor parte del tiempo, la emigración no es deseada. La gente es expulsada de sus países; huye porque si no, muere.

P. Cita usted en su libro al psiquiatra Henry Ey, que decía que el hombre no es más que la naturaleza a la que se enfrenta. ¿Cómo ve usted al hombre en este comienzo del siglo?

R. La vergüenza del siglo XX fueron las guerras mundiales y los genocidios; genocidio armenio, genocidio judío, genocidio ruandés, y otros. Son consecuencia de las tecnologías, las guerras mundiales han sido terribles por culpa de la tecnología. El problema del siglo XXI va a ser la sumisión a las máquinas.

P. ¿Por qué?

R. Internet es un instrumento de comunicación asombroso. Pero también se ven cubos de basura en Internet. Hay un progreso fantástico del conocimiento, pero también un desarrollo de la delación y la difamación.

P. Hablaba usted en Los patitos feos de que las victorias en el campo de los Derechos Humanos y de la tecnología nos hacen creer en la posibilidad de una erradicación del sufrimiento. Pero el sufrimiento es parte de la vida, ¿no?

R. Los médicos, los psiquiatras, los psicólogos, somos curadores; elegimos esas profesiones para curar; somos artesanos, no somos siempre científicos. La victoria de la tecnología nos ha hecho creer que íbamos a luchar contra las injusticias sociales, pero cada vez hay más.

P. ¿Cuáles son las heridas más difíciles de sanar?

R. Hay que huir de la idea de Descartes de que una causa produce un efecto. ¡Muerte a Descartes! Hay que decir: antes de la herida; durante la herida; tras la herida. Antes de la herida: ¿qué nos permite adquirir factores que puedan protegerle a uno de una eventual herida? No hay biografía sin heridas. Todo el mundo, en mayor o menor medida, atraviesa la vida recibiendo golpes. Si uno, de pequeño, cuenta con un apego seguro, que cultiva la confianza en uno mismo, cuando llega una desgracia, la encaja porque su memoria le dice que es posible salir adelante. Se sufre menos si el golpe es lejano que si lo da alguien cercano. Cuando fui un niño mi familia fue destruida por el nazismo; y yo casi quedo destruido; el golpe venía de lejos y yo me sentí protegido por los justos, los franceses no judíos que me acogieron.

P. Si las desgracias, en la existencia, son inevitables, ¿proyectamos entonces una idea falsa de la felicidad en la sociedad occidental hoy en día?

R. Nadie sabe definir la felicidad. Durante mucho tiempo el paso por la tierra era el valle de lágrimas entre dos paraísos: el paraíso perdido, por culpa del conocimiento; y el paraíso posible, que podemos ganar tras nuestra muerte, obedeciendo a las leyes divinas. Entre los dos paraísos se sufría. El siglo XIX y la revolución francesa cambiaron esta noción de la felicidad. Si creemos que la felicidad es metafísica, creeremos que solo puede llegar después de nuestra vida, o de nuestra muerte. Es lo que ocurre con los yihadistas. El yihadismo enseña lo que los cristianos enseñaron durante mucho tiempo: morid primero, seréis felices después.

P. ¿Cómo ve el futuro de esta sociedad que nos vende esa idea de felicidad que no es tan fácil de conseguir?

R. Una de las soluciones que nos han propuesto han sido las pastillas. Es una solución falsa, la droga: tome medicamentos para ser feliz. Ahora sabemos que la felicidad es un tricotar continuo; es el placer de vivir cotidiano; es un trabajo de todos los días, no es metafísico. La artesanía de la felicidad cotidiana se hace día a día.















martes, 29 de marzo de 2016

AUGUSTO IMPERATOR







Ara Pacis, el triunfo de Augusto






 Procesión en el Ara Pacis
El relieve de uno de los laterales del altar muestra una procesión de sacerdotes (flamines)
con su característico tocado en punta, y miembros de la familia imperial.







En  el año 13 a.C., el Senado romano decidió erigir un altar en señal de agradecimiento por las exitosas campañas del emperador Augusto en Hispania y la Galia, que tuvieron como resultado la sumisión definitiva de ambos territorios a Roma. Se decidió ubicarlo en el Campo de Marte, una amplia zona externa a la muralla, que daba entrada a Roma desde las tierras del norte a través de la vía Flaminia y donde las legiones practicaban los ritos de purificación al regresar de la batalla. Su nombre proviene de un antiguo templo allí consagrado al dios de la guerra, y esta circunstancia no deja de tener carácter simbólico, pues la guerra y la paz constituyen las dos caras del propio Augusto: llegó al poder al término de una cruenta guerra civil, pero supo aportar a Roma la estabilidad política y social que le permitiría convertirse en la dueña del Mediterráneo. En aquel mismo año se levantó un altar provisional en el lado occidental de la vía Flaminia (en lo que hoy es la vía del Corso), y en el año 9 a.C. se terminó de construir el magnífico altar de mármol que conocemos. Desde el siglo II d.C., el monumento fue cayendo en el olvido, cubierto por los lodos que acarreaba el Tíber en sus crecidas, y las transformaciones urbanísticas de la zona determinaron su pérdida definitiva. En el siglo XX fue rescatado de los cimientos de un palacio renacentista y trasladado desde el Campo de Marte hasta la ribera del Tíber para colocarlo frente al mausoleo de Augusto, en el lugar donde hoy se encuentra.

Augusto, de mortal a dios

El Senado decidió llamar al altar Ara Pacis Augustae, es decir, el Altar de la Paz de Augusto. Ya en el año 27 a.C., los senadores habían concedido el título de Augusto al emperador, cuyo nombre de nacimiento era Cayo Octavio Turino. El nombre de "Augusto" proviene del verbo latino augeo (crecer) y tiene el sentido religioso de lo que es venerable; diosas tan relevantes como  Juno –esposa de Júpiter, el soberano de los dioses– recibían ese apelativo. La Paz se volvía "Augusta" y el propio emperador aparecía como un nuevo dios enviado para pacificar a los pueblos. Esa pacificación marcaba una nueva era de prosperidad para Roma, que coincidía con el gobierno del soberano. Comenzaba una nueva etapa de la historia, y ésta es la clave del monumento. 
Junto al Ara Pacis, el Senado decretó el mismo año 13 a.C. la construcción de un horologium, un reloj solar que utilizaba como gnomon un obelisco de granito rojo procedente de Heliópolis (Egipto). El Ara Pacis y el Horologium Augusti se construyeron e inauguraron al mismo tiempo y se dispusieron de tal manera que el día del cumpleaños del emperador, el 23 de septiembre, la sombra del obelisco apuntaba al ingreso del altar. 

Un mensaje para la posteridad


El Ara Pacis representaba en mármol lo que se conoce como templum minus, un templo menor o provisional. Tales templos estaban delimitados mediante una empalizada de madera, aquí representada en el interior de los muros (de 11 por 10 metros) que acotan el terreno sagrado, y que acogen dentro el altar propiamente dicho. El monumento, que cuenta con puertas en los muros este y oeste, se levanta sobre un pedestal y se accede a él por una escalinata. 
El Ara Pacis ilustra espléndidamente el dicho que el historiador Suetonio puso en boca de Augusto antes de morir: "Encontré Roma como una ciudad de ladrillo y la dejé de mármol", una alusión a su vasta labor de embellecimiento y renovación de la capital. En tal sentido, el altar es una de las edificaciones más representativas de la llamada Edad de Oro augustea, tanto desde el punto de vista histórico como artístico. Pero no sólo el mármol aspira aquí a perdurar en el tiempo; también lo hace el mensaje que transmiten los relieves exteriores, que en tiempos del emperador estaban pintados de vivos colores.
La decoración de los muros norte y sur del Ara Pacis evoca el día de la consagración del templo, cuando tan sólo era una construcción provisional. En ellos se representó una procesión formada por sacerdotes (flamines) y por la propia familia imperial, inspirada en la procesión de las Panateneas del Partenón de Atenas. 

En la entrada: Eneas y los gemelos


Ofrenda
El héroe troyano Eneas realiza un sacrificio a los penates. En el ángulo superior izquierdo aparece el templo de estos dioses.


Dos relieves situados en los muros este y oeste del monumento, que representan a Eneas y a la madre Tierra (o a la diosa Venus), se relacionan con los orígenes de Roma y las expectativas de renovación que acompañaban el reinado de Augusto, que había puesto fin a cincuenta años de guerras civiles y parecía anunciar una época de prosperidad y estabilidad. La decoración de estos muros guarda una clara relación con la literatura de la época, sobre todo con las obras del historiador Tito Livio y con la Eneida del poeta Virgilio. Sus textos vinculan a los gemelos Rómulo y Remo, fundadores de Roma, con el héroe troyano Eneas, hijo del pastor Anquises y de la diosa Afrodita. Eneas, que escapa de la destrucción de Troya y se instala en Italia, está en el origen del linaje de Rómulo y Remo, y, por tanto, de Roma. 
Los relieves que flanquean la puerta oeste o delantera del Ara Pacis muestran precisamente dos momentos fundacionales de Roma. A la derecha aparece un hombre que posiblemente sea Eneas, de edad avanzada, mientras realiza un sacrificio a los dioses Penates, las primitivas divinidades domésticas de los romanos. Llama la atención cómo en un segundo plano y a lo lejos aparece representado un templo con los Penates, dejando claro el carácter religioso de la escena. Eneas encarna la pietas erga deos, "la piedad debida a los dioses", uno de los fundamentos de la religión romana. El héroe troyano aparece vestido como un héroe o un dios, con el manto enrollado en la cintura y dejando el hombro derecho desnudo, mientras los dos jóvenes que le ayudan a celebrar el sacrificio, los camilli, van  vestidos con una túnica corta.
Este hecho lleva a pensar en un diálogo entre un tiempo pasado, representado por Eneas, y el futuro, personificado en los jóvenes romanos. Este juego del "futuro en el pasado" era algo muy grato para la cultura romana, y aparece en el libro VI de la Eneida, donde se relata el descenso de Eneas a los infiernos. Allí, su padre Anquises, ya fallecido, le muestra las almas de las futuras glorias de Roma, y en cierto momento el anciano le señala a Augusto, el futuro emperador: "Éste es, éste el que vienes oyendo  tantas veces que te está prometido, / Augusto César, de divino origen, que fundará de nuevo la edad de oro / en los campos del Lacio [...] y extenderá su imperio hasta los garamantes y los indios, / a la tierra que yace más allá de los astros, allende los caminos / que en su curso del año el sol recorre". Así anuncia Virgilio en su libro el espléndido porvenir que aguarda a Roma de la mano de Augusto, que fue justamente quien le encargó el poema. 
De hecho, el protagonismo de Eneas en el Ara Pacis tiene como fin la apropiación de la leyenda troyana por parte de la familia imperial, la dinastía Julia, que incluía entre sus antepasados al héroe troyano. Augusto aparece como un nuevo Eneas; no en vano, si se contempla el altar desde la esquina delantera derecha, vemos a un lado a Eneas y, al otro, en el relieve lateral, al mismo Augusto, ambos con la cabeza velada, símbolo del pontífice máximo, la mayor autoridad religiosa de Roma.
Recientemente, sin embargo, se ha propuesto que el personaje que realiza el sacrificio no es Eneas, sino Numa Pompilio, segundo rey legendario de Roma, que celebró en el Campo de Marte un sacrificio a la concordia de romanos y sabinos y que sacrificó una cerda para la ocasión. 
Al otro lado de la puerta oeste aparece otro mito de la fundación de Roma: Rómulo y Remo son amamantados por la loba bajo la higuera ruminal, que aparece en el centro de la composición. El dios Marte, padre de los gemelos, observa la escena, precisamente cuando el pastor Fáustulo acaba de encontrar a la loba que, habiendo acudido a la orilla del Tíber a calmar su sed, halla a los dos bebés abandonados y les ofrece sus mamas. Luego Fáustulo y su esposa criarán a los pequeños. 
Si la fachada oeste del edificio se refiere a un tiempo legendario, el de la fundación de Roma, la fachada este, donde se encuentra la puerta trasera, estaba dedicada a la nueva edad dorada que había empezado con Augusto. 

Felicidad y fertilidad


En este relieve, el mejor conservado, vemos a Italia, o la Madre Tierra (Tellus), rodeada de signos de fertilidad: los frutos de la tierra y dos niños, quizá Rómulo y Remo, o tal vez los propios herederos de Augusto: sus nietos Gayo y Lucio. Los niños aparecen en brazos de la diosa y uno de ellos parece querer mamar. 
«Mamar» en latín se dice felare, y de esta misma palabra deriva el término felicitas («felicidad»), que no es otra cosa que lo que «crece» y, por tanto, es próspero. Otro término, el que se refiere al campo «abonado» (laetus), da lugar a un nuevo término para expresar la felicidad: laetitia, pues tanto el animal que mama como el campo abonado crecen y se vuelven prósperos. En la cultura romana, la felicidad está unida a la idea concreta del crecimiento animal y vegetal. Al mismo tiempo, si partimos de la idea de que los poetas latinos de la época debieron de inspirarse en las imágenes que los rodeaban, los atributos que envuelven a Tellus –los animales y los frutos– están indicando el nacimiento de una nueva edad dorada para la tierra. Este relieve, pues, está destinado a reforzar la idea de felicidad entendida como fertilidad y prosperidad. 
El Ara Pacis es, en definitiva, un poema en mármol, un monumento comparable al mayor poema jamás escrito en latín: la Eneida de Virgilio. Un canto inmortal a la gloria de Octavio Augusto, el primer emperador, y al espléndido futuro que de su mano se abría ante Roma.









El monumento al emperador. El altar dedicado a la paz de Augusto, erigido del 13 al 9 a.C., se alza hoy junto al Tíber, en Roma, protegido por la estructura del moderno museo que lo alberga y que fue inaugurado en el año 2006.











lunes, 28 de marzo de 2016

GIOVANNI SARTORI



Giovanni Sartori: "El islam es incompatible con Occidente"


Ángel Gómez Fuente







"Estamos en manos de políticos ignorantes, que no conocen la Historia ni tienen cultura. Solo se preocupan por conservar su sillón. Pasan el día escuchando la opinión del contrario y pensando en qué respuesta darle. Así no se construye nada. No hay líderes ni hombres de Estado y así nos va: la Unión Europea es un edificio mal construido y se está derrumbando. La situación se hace más desastrosa porque algunos han creído que se podían integrar los inmigrantes musulmanes, y eso es imposible".
En esta larga entrevista, Giovanni Sartori, de noventa y dos años, uno de los mayores expertos en ciencia política, entre los más leídos y estudiados del mundo -con obras de referencia imprescindibles como "Partidos políticos" o "Teoría de la democracia"-, analiza con lucidez los asuntos de más candente actualidad: inmigración, Europa, islam, multiculturalismo, xenofobia, guerra de religión, superpoblación, etcétera.

Ideas proféticas

Profesor en Florencia, su ciudad natal, y en Stanford, Harvard, Yale y Columbia, con nueve "laureas honoris causa" y numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (2005), ha escrito con estilo vivaz y muy directo ensayos que han abierto grandes debates: "Qué es la democracia" (1997); "La sociedad multiétnica: pluralismo, multiculturalismo y extranjeros" (2001); "Homo videns: la sociedad teledirigida" (1998). Publicó su último libro en junio pasado: "La carrera hacia ninguna parte. Diez lecciones sobre nuestra sociedad en peligro".
Por sus diagnósticos y severas críticas sus obras fueron recibidas al principio con recelo; pero muchas de sus ideas y pronósticos se han revelado proféticos. Por eso, no le sorprende que, en un exceso de tolerancia que supuso "renegar de nuestra cultura", media docena de estatuas desnudas fueran cubiertas en los Museos Capitolinos de Roma para no molestar al presidente de Irán, Hasan Rohani.  "Fue una payasada, reflejo de un mundo imbécil que hace solamente lo que encuentra útil y conveniente al momento. Uno tiene derecho a que se respeten sus principios y tradiciones".

Falta de respeto

Puede considerarse una anécdota, pero es un episodio significativo, como otros que se han sucedido en el último mes y que reflejan que están cambiando mucho las cosas en Europa, sobre todo en relación con la inmigración, que desborda las fronteras del continente y pone en evidencia la dificultad de integrar a los inmigrantes musulmanes, por su falta de respeto a valores muy arraigados en la cultura europea, como son la tolerancia y la igualdad entre el hombre y la mujer.
En Fin de Año se produjeron en Colonia, y en otras dos ciudades alemanas, agresiones sexuales de casi un millar de jóvenes árabes, en su mayoría marroquíes y argelinos, a mujeres que encontraron en su camino. La noche que inauguraba 2016, en el país que ha abierto generosamente las puertas a casi un millón de prófugos de Oriente Medio y de otras zonas en guerra, quedaba manchada por lo que se ha considerado un gravísimo episodio de enfrentamiento de dos civilizaciones. Se ponía de manifiesto que la relación del islam con las mujeres es un asunto devastador y que existe un abismo cultural insalvable entre la Europa rica y liberal y algunos de países árabes. Los datos lo confirman: según una encuesta realizada por el centro de investigación Pew en 2013, más del 90 por ciento de marroquíes y tunecinos piensan que la esposa debería obedecer siempre al marido.   Para comprender mejor lo que representa la mujer en el mundo de Alá y por qué es agredida sexualmente, el escritor argelino Kamel Daoud da esta explicación: "La mujer es negada, velada, encerrada, poseída. El cuerpo de la mujer pertenece a todos, pero no a ella, y no es visto como lugar de libertad".
¿Es posible entonces que un inmigrante, educado en una cultura o una religión distinta de la nuestra, como el islam, se pueda integrar, negando los principios que forman parte de su educación, de su sensibilidad? Para el profesor Sartori la integración ético-política es imposible: "El islam es incompatible con nuestra cultura. Sus regímenes son teocracias que se fundan en la voluntad de Alá, mientras que en Occidente se fundan en la democracia, en la soberanía popular"

Sentido común

¿Qué significa integrarse? Angela Merkel lo ha dicho claramente: "Queremos que los inmigrantes absorban los fundamentos culturales de nuestra convivencia"; es decir, el sistema de valores, de reglas y de comportamientos que rigen entre nosotros. Tal proyecto está en contradicción con la idea del multiculturalismo que se ha intentado imponer en Occidente, siguiendo la línea de lo políticamente correcto. Ese multiculturalismo se basa en que en una sociedad puedan convivir sin problemas culturas diversas. Según Giovanni Sartori, eso es imposible: "El multiculturalismo no existe. En nuestra sociedad tenemos unas normas generales, unos principios. El inmigrante puede hacer en su casa lo que quiera, pero debe aceptar las reglas de el Estado que le acepta".
A este respecto, cabe destacar al imán de Colonia Sami Abu-Yusuf, quien en una entrevista declaró que la responsabilidad de las violencias sexuales de Nochevieja no se debían atribuir a los jóvenes, sino a las mujeres que iban por la calle medio desnudas y perfumadas. El imán lleva decenios en Alemania, pero no ha dado un solo paso hacia la cultura que le ha acogido, mostrándose como un invasor arrogante. ¿Se puede dialogar con un troglodita que ve un demonio en la feminidad? El profesor Sartori lo tiene muy claro: "A quienes no están dispuestos a aceptar nuestras normas, se les debe colocar en la frontera para que se marchen a su casa".
Giovanni Sartori esta considerado como un liberal progresista. Cuando le digo que desde la izquierda le pueden reprochar sus ideas, o verlo como xenófobo o conservador, responde con firmeza: "La izquierda ha perdido su ideología. Utilizan la palabra multiculturalismo como una nueva ideología, porque la vieja ha muerto. Pero no tienen ni idea. No saben lo que es el islam. Son unos ignorantes. A mí no me importa la derecha o la izquierda, sino el sentido común".




Refugiados africanos son conducidos a tierra tras ser rescatados por la Armada italiana el 8 de junio de 2014
Refugiados africanos son conducidos a tierra tras ser rescatados por la Armada italiana  el 8 de junio de 2014- Massimo Sestini

La integración de musulmanes en sociedades no islámicas no se ha logrado porque, asegura, "el islam no tiene capacidad de evolución". Cita, por ejemplo, a la India, "donde hay 14 millones de musulmanes, muy pobres y maltratados; después de mil años, resisten sin integrase, enemigos eternos de los hindúes". Y ya más cerca, el profesor Sartori recuerda lo que ocurre en los países europeos: "Los musulmanes de tercera generación no solo no se han integrado, sino que son los más rebeldes. Odian a Occidente porque no tienen trabajo y muchos se sienten atraídos por el islam fanático".

En peligro

La inmigración actual se está produciendo sin un flujo ordenado, porque, aparte de la que tiene motivaciones económicas, es fruto de guerras. Ante la suspensión de los acuerdos de Schengen en algunos países hasta ahora muy favorables a la inmigración, como Dinamarca o Suecia, Sartori indica: "No se puede practicar una política de puertas abiertas, como ingenuamente cree alguna izquierda. Está bien hablar de solidaridad, porque los inmigrantes pueden ser un elemento positivo para nuestra economía, pero los flujos migratorios hay que regularlos. Quien entra en Europa debe tener documentos, una identidad segura".
En definitiva, sostiene Sartori que "Occidente y sus valores están en peligro porque no se está dando una respuesta adecuada al fundamentalismo islámico". Hace ya quince años que, en el "Corriere della Sera", Sartori afirmó que estábamos asistiendo a "una guerra inédita con cuatro características: terrorista, global, tecnológica y religiosa". Hoy lo reafirma con más fuerza, viendo el terrorismo del Daesh: "En una guerra hay que emplear todas las armas que uno tiene a su disposición. Nosotros, Occidente, somos los agredidos, con un terrorismo de una ferocidad que nuestra memoria histórica no recuerda. Además, cuando un hombre-bomba, kamikaze por la fe, se hace explotar en medio de civiles, el enfrentamiento ha llegado al máximo".
"Aparte del componente militar, que es importante, pero secundario, es una guerra que se gana o se pierde en casa -añade-. Se vence si sabemos reaccionar ante la pérdida intelectual y moral en que hemos caído. Y se pierde si dudamos o nos olvidamos de nuestros valores que dan fundamento a nuestra civilización ético-política". ¿Y cómo acabará? Su respuesta no es muy reconfortante: "Veremos. Este es un mundo que se está suicidando".
Sartori está escribiendo la segunda parte de "La carrera hacia ninguna parte», ensayo para el que pensó otro título, "La carrera hacia la ruina". "Caminamos sin ideas sobre cómo progresar con tantos como somos, demasiados…", dice. Precisamente, "la superpoblación es el cáncer de fondo de nuestra sociedad" . Es una de sus grandes preocupaciones, a la que dedicó "La tierra explota, superpoblación y desarrollo" (2003).
Especialmente crítico con la Unión Europea, asegura: "Es un monstruo. La Europa de los 28 es una entidad muerta, no existe. No es capaz ni de parar la inmigración. En mi nuevo libro aporto soluciones: Europa necesita un presidente experto en economía".

El tranquilismo

"Yo soy realista y tengo un lema muy claro -explica-: el pesimismo es peligroso si nos lleva o induce a la rendición; el mal lo hace el optimismo o el “tranquilismo” que conducen a no hacer nada".
No se siente solo el profesor Sartori desde el punto de vista intelectual. Coincide con su duro diagnóstico europeo el sociólogo francés Alain Touraine, que acaba de recibir en Italia el Premio Nonino como "maestro de nuestro tiempo": "Los países europeos son hoy incapaces de integrarse completamente en la economía mundial y globalizada. Acabo de volver de California y me ha impactado, hablando con los americanos, que para ellos el mundo de mañana se refiere solo a EE.UU. y China. Han abandonado Europa. No nos toman en serio. Para ellos somos solamente un destino para sus vacaciones".
Desde el punto de vista sentimental, Sartori siempre tiene cerca, también durante esta conversación, a su mujer, Isabella Gherardi, pintora y fotógrafa, de la que le separan "solo" treinta y nueve primaveras. ¿La receta de la convivencia? "Buen humor y no preocuparse por el paso del tiempo". Así concluye la entrevista el viejo y sabio profesor, que ha sembrado cultura política en la derecha y la izquierda, y que todavía tiene mucho que enseñar: "Al menos espero acabar este libro. Después, basta. No soy infinito".


Angel Gomez Fuente






POEMA



El movimiento de Brown
María Eloy-García 






tengo a veces la impresión de que pasas
dejándome
como el movimiento errático del polen en el agua
como las fluctuaciones bursátiles del mercado de futuros
oscilando
entre todas las formas de comprender a Einstein
tú eres el tomo que entendí
primero
espacio y tiempo relativos
después
el universo infinito






domingo, 27 de marzo de 2016

BRUSELAS







¿Por qué Bruselas?







El aeropuerto internacional de Zaventem y una estación de metro a apenas unos metros del Parlamento Europeo
 fueron los objetivos del ataque.


Estos son los días más difíciles que Bélgica ha vivido desde la Segunda Guerra Mundial. "Es un día negro para Bélgica", dijo el primer ministro Charles Michel el martes, tras conocer al ataque múltiple perpetrado en la capital del país y decretar tres días de luto.
Los ataques, cuya autoría se adjudicó el grupo radical Estado Islámico, causaron más de una treintena de muertos en el aeropuerto internacional de Zaventem y en una estación de metro a escasos metros del Parlamento Europeo, donde trabajan funcionarios de los 28 países miembros. La capital belga, el objetivo de los atacantes es uno de los enclaves más delicados en Europa.


Parte de algo mayor


Bruselas es la sede de la mayoría de los principales organismos de la Unión Europea (UE), la OTAN y otras agencias internacionales, así como del propio gobierno belga.  En todo el país, en las calles, entre los políticos y responsables de seguridad, los ataques del martes no son vistos como un incidente aislado, sino como parte de algo mayor – un ataque contra Europa – en el corazón mismo de Europa, explica la editora para la región de la BBC, Katya Adler. Las detonaciones tuvieron lugar cuatro días después de que Salah Abbdeslam, uno de los sospechosos de los ataques de noviembre en París en los que murieron 130 personas, fuera arrestado, precisamente, en Bruselas.   El mensaje velado de los atacantes es "nadie está a salvo, sin importar quienes sean, sin importar dónde estén", apunta Adler.

Objetivo de alto perfil



La brigada antiexplosivos revisa un elemento sospechoso en Bruselas


Pero Bruselas no sólo es un objetivo de alto perfil para los radicales, Bélgica ha estado lidiando con grupos islamistas durante años y cientos de ciudadanos belgas se sumaron recientemente a las filas de Estado Islámico en Siria e Irak.  Las autoridades han detectado que al menos 350 jóvenes han sido reclutados por la organización, una cifra que, para un país de 11 millones de habitantes, proporcionalmente es mucho mayor que en cualquier otro país de Europa.   Varias ciudades han sido sede de células islamistas, pero la más activa ha sido Bruselas y, en concreto, el suburbio de Molenbeek, un área con una numerosa población de origen marroquí, donde fue capturado la semana pasada el principal sospechoso de los ataques de París, Salah Abdeslam.
Las autoridades creen que Salah Abdeslamal fue quien alquiló los apartamentos para los responsables de los ataques de París, trasladó a los cómplices por Europa y transportó los materiales para fabricar las bombas.   En Molenbeek, una municipalidad con una población de 90.000, hay vecindarios con 80% de musulmanes, algunos tan segregados que ni siquiera se sienten parte de Bélgica, algo que ha contribuido al auge de una radicalización islámica.


Cordón militar en el barrio de Schaerbeek durante la redada en el barrio de los suicidas.

La analista de temas de inteligencia Claude Moniquet señaló a la BBC tras los atentados de París la preocupación de las autoridades por la influencia de los predicadores radicales en jóvenes de determinadas áreas -más humildes o con altas tasas de desempleo- en Francia y Bélgica.  "Ambos países comparten situaciones comunes; comunidades frágiles provenientes del norte de África, con problemas de identidad, cultura y conflictos sociales", explicó Moniquet. "En la clandestinidad surgen figuras carismáticas que se convierten en líderes de las partes más extremistas de la comunidad", concluyó.


En París, operativos de control en la estación de Saint Lazare.


¿Ataques planeados o venganza?


Cuando Abdeslam fue capturado vivo junto con un cómplice en Molenbeek, muchos belgas esperaban una respuesta de los yihadistas. Pero no estaba preparados para un ataque como el de este martes. "Realmente esperaba que algo pasara, pero no que pudiera ser de esta magnitud", señaló el experto belga en yihadismo Pieter Van Ostaeyen.  Los arrestos de la semana pasada fueron un duro golpe a Estado Islámico y los yihadistas, belgas por lo que cabría preguntarse si los ataques en Bruselas fueron en represalia por las detenciones.  "Lo que parece es que los ataques habían sido previamente planeados y que debido al arresto aceleraron la operación porque los terroristas sabían que estaban siendo perseguidos", señaló el profesor Dave Sinardet de la Universidad Libre de Bruselas.  De hecho, Bruselas ha intentado anteriormente protegerse de múltiples ataques después de los atentados en París.  Durante varios días la ciudad estuvo bajo estrictas medidas de protección, casi como este martes, con el servicio público de transporte suspendido temporalmente y pidiendo a los ciudadanos precaución.


¿Fallaron las fuerzas de seguridad?


La policía habla con vecinos del barrio en la zona acordonada donde se está llevando a cabo la investigación policial.


Desde noviembre el nivel de amenaza terrorista ha estado en el segundo nivel más alto y ya se había involucrado a los militares en las tareas de vigilancia callejera en varias ciudades del país.  Sin embargo los ataques han dejado en evidencia a una fuerza policial que ha estado lidiando casi sin descanso con la creciente amenaza islamista, que además padece problemas institucionales.   Bruselas es una capital europea relativamente pequeña, pero todavía tiene seis zonas policiales y el sistema de cámaras de vigilancia no está tan desarrollado como los de Londres o París.  "Está claro que hay ineficiencias en los niveles de los servicios de seguridad", señala el profesor Sinardet.
El país está fuertemente dividido entre la región valona, de habla francesa, y la flamenca, de habla holandesa, además de una pequeña comunidad germanófona, y para aliviar tensiones, se ha dado más independencia a los gobiernos locales, lo que ha creado varios niveles de burocracia.   "Durante años no hemos puesto suficiente energía en asuntos como seguridad y amenazas terroristas", agrega Sinardet.  No obstante, considera que esta clase de ataques son muy difíciles de anticipar, como vimos en Madrid, Londres o París.


¿Habrá más ataques?



En la zona donde se desarrolla el operativo están trabajando equipos de la Policía Local con perros
 de detección de explosivos y el servicio de desactivación de artefactos.

Mientras la policía busca a los sospechosos de participar en la trama para cometer los ataques, ésta es la pregunta más incómoda que se hacen ahora los belgas.    Uno de los sospechosos en el aeropuerto (que aparece con sombrero en la fotografía difundida por las autoridades) logró huir y está en búsqueda y captura.   Además la policía está tras la pista de otros dos sospechosos vinculados a los ataques de París: Najim Laachraoui, cuyas huellas fueron encontradas en un piso en Bruselas donde se fabricaron las bombas para los ataques, y el belga Mohamed Abrini.  Después de los ataques de París, el experto estadounidense en la lucha antiterrorista Clint Watts escribió "la teoría del iceberg de los complot terroristas".   El experto señala que por cada atacante, hay habitualmente varios ayudando a trazar el plan pero lo que se ve es sólo la punta del iceberg.   Watts considera que los ataques de Bruselas son los efectos colaterales de los ataques de París. Lo que no está claro es si aquellos que han huído planean más derramamiento de sangre.


Consecuencias para la UE

Los atentados tuvieron una reacción inmediata en Europa. La mayoría de las capitales elevaron sus niveles de alerta y reforzaron la seguridad en sus principales aeropuertos.  Cabe recordar que además de París, Madrid y Londres ya han sido víctimas de ataques perpetrados por islamistas extremistas.    Pero el terrorismo es sólo uno de los muchos peligros que amenazan a la Unión Europea, señala la editora para Europa de BBC Katya Adler.   Los ataques de París avivaron la controversia dentro de la UE, sobre todo porque la política de libre circulación permitió a los responsables moverse entre Francia y Bélgica sin ser interceptados en la frontera.   La crisis migratoria –en segundo plano por los acontecimientos- ha enfrentado a los países miembros, asustado a sus ciudadanos y cuestionado la habilidad y la credibilidad de la Unión Europea.  A la eurocrisis, señala Adler, se suman la amenaza de la salida de Grecia de la moneda común y la posibilidad real de que Reino Unido, uno de los miembros más destacados, pueda dejar el club.
Y también el miedo a otros problemas que podrían seguir.



Homenajes a las víctimas en la Place de la Bourse, ayer, en Bruselas