Giovanni Sartori: "El islam es incompatible con Occidente"
Ángel Gómez Fuente
"Estamos
en manos de políticos ignorantes, que no conocen la Historia ni tienen
cultura. Solo se preocupan por conservar su sillón. Pasan el día
escuchando la opinión del contrario y pensando en qué respuesta darle.
Así no se construye nada. No hay líderes ni hombres de Estado y así nos va:
la Unión Europea es un edificio mal construido y se está derrumbando.
La situación se hace más desastrosa porque algunos han creído que se
podían integrar los inmigrantes musulmanes, y eso es imposible".
En esta larga entrevista, Giovanni Sartori, de noventa y dos años, uno de los mayores expertos en ciencia política, entre los más leídos y estudiados del mundo -con obras de referencia imprescindibles como "Partidos políticos" o "Teoría de la democracia"-, analiza con lucidez los asuntos de más candente actualidad: inmigración, Europa, islam, multiculturalismo, xenofobia, guerra de religión, superpoblación, etcétera.
Ideas proféticas
Profesor en Florencia, su ciudad natal, y en Stanford, Harvard, Yale y
Columbia, con nueve "laureas honoris causa" y numerosos
reconocimientos, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de
Ciencias Sociales (2005), ha escrito con estilo vivaz y muy directo
ensayos que han abierto grandes debates: "Qué es la democracia" (1997); "La sociedad multiétnica: pluralismo, multiculturalismo y extranjeros" (2001); "Homo videns: la sociedad teledirigida" (1998). Publicó su
último libro en junio pasado: "La carrera hacia ninguna parte. Diez lecciones sobre nuestra sociedad en peligro".
Por
sus diagnósticos y severas críticas sus obras fueron recibidas al
principio con recelo; pero muchas de sus ideas y pronósticos se han
revelado proféticos. Por eso, no le sorprende que, en un exceso de
tolerancia que supuso "renegar de nuestra cultura", media docena de
estatuas desnudas fueran cubiertas en los Museos Capitolinos de Roma para no molestar al presidente de Irán, Hasan Rohani. "Fue una payasada, reflejo de un mundo imbécil que hace solamente lo
que encuentra útil y conveniente al momento. Uno tiene derecho a que se
respeten sus principios y tradiciones".
Falta de respeto
Puede
considerarse una anécdota, pero es un episodio significativo, como
otros que se han sucedido en el último mes y que reflejan que están
cambiando mucho las cosas en Europa, sobre todo en relación con la
inmigración, que desborda las fronteras del continente y pone en
evidencia la dificultad de integrar a los inmigrantes musulmanes, por su
falta de respeto a valores muy arraigados en la cultura europea, como
son la tolerancia y la igualdad entre el hombre y la mujer.
En Fin de Año se produjeron en Colonia, y en otras dos ciudades alemanas, agresiones sexuales de casi un millar de jóvenes árabes,
en su mayoría marroquíes y argelinos, a mujeres que encontraron en su
camino. La noche que inauguraba 2016, en el país que ha abierto
generosamente las puertas a casi un millón de prófugos de Oriente Medio y
de otras zonas en guerra, quedaba manchada por lo que se ha considerado
un gravísimo episodio de enfrentamiento de dos civilizaciones.
Se ponía de manifiesto que la relación del islam con las mujeres es un
asunto devastador y que existe un abismo cultural insalvable entre la
Europa rica y liberal y algunos de países árabes. Los datos lo
confirman: según una encuesta realizada por el centro de investigación Pew en 2013, más del 90 por ciento de marroquíes y tunecinos piensan que la esposa debería obedecer siempre al marido. Para comprender mejor lo que representa la mujer en el mundo de Alá y por qué es agredida sexualmente, el escritor argelino Kamel Daoud da esta explicación: "La mujer es negada, velada, encerrada, poseída. El cuerpo de la mujer pertenece a todos, pero no a ella, y no es visto como lugar de libertad".
¿Es posible entonces que un inmigrante, educado en una cultura o una religión distinta de la nuestra, como el islam, se pueda integrar, negando los principios que forman parte de su educación, de su sensibilidad? Para el profesor Sartori la integración ético-política es imposible: "El islam es incompatible con nuestra cultura. Sus regímenes son teocracias que se fundan en la voluntad de Alá, mientras que en Occidente se fundan en la democracia, en la soberanía popular"
Sentido común
¿Qué significa integrarse? Angela Merkel lo
ha dicho claramente: "Queremos que los inmigrantes absorban los
fundamentos culturales de nuestra convivencia"; es decir, el sistema de
valores, de reglas y de comportamientos que rigen entre nosotros. Tal
proyecto está en contradicción con la idea del multiculturalismo que se
ha intentado imponer en Occidente, siguiendo la línea de lo
políticamente correcto. Ese multiculturalismo se basa en que en una sociedad puedan convivir sin problemas culturas diversas. Según Giovanni Sartori, eso es imposible: "El multiculturalismo no existe.
En nuestra sociedad tenemos unas normas generales, unos principios. El
inmigrante puede hacer en su casa lo que quiera, pero debe aceptar las
reglas de el Estado que le acepta".
A este respecto, cabe destacar al imán de Colonia Sami Abu-Yusuf,
quien en una entrevista declaró que la responsabilidad de las
violencias sexuales de Nochevieja no se debían atribuir a los jóvenes,
sino a las mujeres que iban por la calle medio desnudas y perfumadas. El imán lleva decenios en Alemania,
pero no ha dado un solo paso hacia la cultura que le ha acogido,
mostrándose como un invasor arrogante. ¿Se puede dialogar con un
troglodita que ve un demonio en la feminidad? El profesor Sartori lo
tiene muy claro: "A quienes no están dispuestos a aceptar nuestras
normas, se les debe colocar en la frontera para que se marchen a su
casa".
Giovanni Sartori esta considerado como un liberal progresista.
Cuando le digo que desde la izquierda le pueden reprochar sus ideas, o
verlo como xenófobo o conservador, responde con firmeza: "La izquierda ha perdido su ideología.
Utilizan la palabra multiculturalismo como una nueva ideología, porque
la vieja ha muerto. Pero no tienen ni idea. No saben lo que es el islam.
Son unos ignorantes. A mí no me importa la derecha o la izquierda, sino
el sentido común".
La
integración de musulmanes en sociedades no islámicas no se ha logrado
porque, asegura, "el islam no tiene capacidad de evolución". Cita, por
ejemplo, a la India, "donde hay 14 millones de musulmanes, muy pobres y maltratados;
después de mil años, resisten sin integrase, enemigos eternos de los
hindúes". Y ya más cerca, el profesor Sartori recuerda lo que ocurre en
los países europeos: "Los musulmanes de tercera generación no solo no se
han integrado, sino que son los más rebeldes. Odian a Occidente porque no tienen trabajo y muchos se sienten atraídos por el islam fanático".
En peligro
La inmigración actual se está produciendo sin un flujo ordenado, porque, aparte de la que tiene motivaciones económicas, es fruto de guerras. Ante la suspensión de los acuerdos de Schengen
en algunos países hasta ahora muy favorables a la inmigración, como
Dinamarca o Suecia, Sartori indica: "No se puede practicar una política
de puertas abiertas, como ingenuamente cree alguna izquierda. Está bien hablar de solidaridad,
porque los inmigrantes pueden ser un elemento positivo para nuestra
economía, pero los flujos migratorios hay que regularlos. Quien entra en
Europa debe tener documentos, una identidad segura".
En
definitiva, sostiene Sartori que "Occidente y sus valores están en
peligro porque no se está dando una respuesta adecuada al
fundamentalismo islámico". Hace ya quince años que, en el "Corriere
della Sera", Sartori afirmó que estábamos asistiendo a "una guerra
inédita con cuatro características: terrorista, global, tecnológica y
religiosa". Hoy lo reafirma con más fuerza, viendo el terrorismo del Daesh: "En una guerra hay que emplear todas las armas que uno tiene a su
disposición. Nosotros, Occidente, somos los agredidos, con un terrorismo
de una ferocidad que nuestra memoria histórica no recuerda. Además,
cuando un hombre-bomba, kamikaze por la fe, se hace explotar en medio de civiles, el enfrentamiento ha llegado al máximo".
"Aparte
del componente militar, que es importante, pero secundario, es una
guerra que se gana o se pierde en casa -añade-. Se vence si sabemos
reaccionar ante la pérdida intelectual y moral en que hemos caído. Y se
pierde si dudamos o nos olvidamos de nuestros valores que dan fundamento
a nuestra civilización ético-política". ¿Y cómo acabará? Su respuesta
no es muy reconfortante: "Veremos. Este es un mundo que se está suicidando".
Sartori
está escribiendo la segunda parte de "La carrera hacia ninguna parte»,
ensayo para el que pensó otro título, "La carrera hacia la ruina". "Caminamos sin ideas sobre cómo progresar con tantos como somos,
demasiados…", dice. Precisamente, "la superpoblación es
el cáncer de fondo de nuestra sociedad" . Es una de sus grandes
preocupaciones, a la que dedicó "La tierra explota, superpoblación y
desarrollo" (2003).
Especialmente crítico con la Unión Europea,
asegura: "Es un monstruo. La Europa de los 28 es una entidad muerta, no
existe. No es capaz ni de parar la inmigración. En mi nuevo libro aporto
soluciones: Europa necesita un presidente experto en economía".
El tranquilismo
"Yo
soy realista y tengo un lema muy claro -explica-: el pesimismo es
peligroso si nos lleva o induce a la rendición; el mal lo hace el
optimismo o el “tranquilismo” que conducen a no hacer nada".
No
se siente solo el profesor Sartori desde el punto de vista intelectual.
Coincide con su duro diagnóstico europeo el sociólogo francés Alain Touraine,
que acaba de recibir en Italia el Premio Nonino como "maestro de
nuestro tiempo": "Los países europeos son hoy incapaces de integrarse
completamente en la economía mundial y globalizada. Acabo de volver de
California y me ha impactado, hablando con los americanos, que para
ellos el mundo de mañana se refiere solo a EE.UU. y China. Han
abandonado Europa. No nos toman en serio. Para ellos somos solamente un destino para sus vacaciones".
Desde
el punto de vista sentimental, Sartori siempre tiene cerca, también
durante esta conversación, a su mujer, Isabella Gherardi, pintora y
fotógrafa, de la que le separan "solo" treinta y nueve primaveras. ¿La receta de la convivencia? "Buen humor y no preocuparse por el paso del tiempo". Así concluye la
entrevista el viejo y sabio profesor, que ha sembrado cultura política
en la derecha y la izquierda, y que todavía tiene mucho que enseñar: "Al
menos espero acabar este libro. Después, basta. No soy infinito".
Angel Gomez Fuente
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