miércoles, 30 de noviembre de 2016

SANTA CLAUS





Los padres y Papá Noel

Manuel Ansede









Santa Claus es la mayor mentira colectiva del planeta. Cientos de millones de padres engañan a sus hijos para que crean que hay un viejo obeso que los espía las 24 horas del día y se cuela en sus casas en Navidad para premiarlos con regalos o castigarlos en función de su conducta. La revista médica The Lancet Psychiatry cree que ha llegado el momento de lanzar un debate: ¿Deben los padres mentir a los niños sobre Santa Claus?

“La moralidad de hacer que los niños crean en estos mitos debe cuestionarse”, plantean en sus páginas la experta en salud mental Kathy McKay y el psicólogo Christopher Boyle. Los autores sostienen que la idea de que exista una agencia de espionaje mundial en el Polo Norte, de la que ninguna criatura puede escapar, es 'aterradora´, si se analiza con ojos de adulto. Y que descubrir la mentira puede minar la confianza entre los niños y sus padres.
“Si los adultos han estado mintiendo sobre Santa Claus, aunque haya sido de manera bienintencionada, ¿qué más es mentira? Si Santa Claus no es real, ¿las hadas son reales? ¿Es real la magia? ¿Existe Dios?”, prosiguen los autores, metiéndose en un cerebro infantil.

El artículo publicado en The Lancet Psychiatry equipara a un niño que cree en Papá Noel con un adulto que adora a un dios de cualquiera de las 4.200 religiones diferentes e incompatibles entre sí que existen en el planeta. “Si los adultos ridiculizan a los niños por haber creído en Santa Claus, ¿en qué lugar deja esto a los adultos creyentes en movimientos espirituales basados en dioses y otras magias terrestres”, argumentan. “¿Es correcto o saludable permitir que los niños tengan fe en seres sobrenaturales?”.

El debate es un clásico cuando se acerca la Navidad. En su libro Los mitos que robaron la Navidad, el filósofo estadounidense David Kyle Johnson intenta “desmentir el mito de que la mentira de Santa Claus es inofensiva". En el volumen, Johnson, profesor en la escuela universitaria King’s College de Pensilvania, expone que es una mentira injustificada, que degrada la confianza en los padres, que estimula la credulidad, que no espolea la imaginación y que los regalos de Papá Noel funcionan como un soborno para que los hijos se porten bien.
A juicio de Johnson, la solución no es exterminar a Santa Claus, sino dejar claro que es una tradición, un juego. "Si tu hijo va corriendo por casa con una toalla atada al cuello proclamando que puede volar porque es Superman, piensas que es genial, porque sabes que está jugando a que lo es. Sin embargo, si se sube al tejado y lo proclama, deberías corregirle rápidamente. No quieres que crea literalmente que puede volar", ilustró el filósofo en su blog.

En su ensayo El espejismo de Dios, el biólogo evolutivo británico Richard Dawkins compara la fe en cualquier dios con la fe en Santa Claus, pero matiza que descubrir la farsa navideña ayuda a los niños a entender que no todas las historias que cuentan los adultos son ciertas. Papá Noel ayudaría, al fin y al cabo, a promover un sano escepticismo en los niños.

La psiquiatra finlandesa Tuula Tamminen, presidenta de honor de la Asociación Mundial para la Salud Mental Infantil, publicó hace más de una década una reflexión sobre el personaje que supuestamente vive en su país, en la región de Laponia. “Uno de los pilares más importantes del desarrollo mental es el hecho de que todos los padres, en todo el mundo, juegan con sus hijos”, explica Tamminen a Materia. “En los primeros meses de vida de un niño, sus padres pueden simular que una cuchara es un avión cuando le dan de comer. Pero muy pronto el niño se da cuenta de que la cuchara es una cuchara y además puede ser algo más”, razona. “Y muy pronto el niño también entiende lo que sus padres tienen en la cabeza. Este es un paso enorme en la madurez cerebral”.
Tamminen cree que Papá Noel, como los cuentos de hadas, apoyan ese desarrollo mental durante la infancia. Además, la psiquiatra aplaude el “proceso de maduración” que supone descubrir la verdad sobre Santa Claus. “Cuando este proceso va bien, el niño practica cómo superar el sentimiento de decepción y se enorgullece al saber que tiene edad suficiente para saber más que los niños más pequeños”, señala.

McKay, de la Universidad de Nueva Inglaterra (Australia), y Boyle, de la Universidad de Exeter (Reino Unido), concluyen su artículo en The Lancet Psychiatry con otra perspectiva: el posible beneficio que sacan los adultos con la farsa navideña. “Podría ser que la dureza de la vida real requiera crear algo mejor, algo en lo que creer, algo en lo que tener esperanza o que sirva para regresar a una infancia perdida hace mucho tiempo”.





Fuente: Materia. El País. 

























lunes, 28 de noviembre de 2016

UNA LITERATURA DESPOLITIZADA




Una literatura despolitizada



Javier Rodríguez Marcos 







Mario Vargas Llosa (  Fernando Vicente )





Ni todo el ruido del mundo parece distraer del trabajo a Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936). Este año ha cumplido 80 años —el 28 de marzo—, publicado novela nueva —Cinco esquinas (Alfaguara)— e ingresado en la colección más prestigiosa del mundo —La Pléiade francesa—. Días antes de viajar a Guadalajara (México) para abrir hoy el programa de América Latina como invitada de honor de la FIL, donde además recibe un homenaje múltiple, el Nobel de 2010 trabajaba en Madrid en su próxima obra, un libro sobre el liberalismo que sigue un modelo —mezcla de narración, biografía y ensayo— que le apasiona: Hacia la estación de Finlandia, de Edmund Wilson.

En su casa madrileña, durante una pausa en el trabajo, repasó las últimas décadas de literatura latinoamericana usando como guion seis pares de palabras entre cuyos resquicios se colaron la serie de televisión que sigue en estos momentos —Narcos, “muy entretenida; como un folletín decimonónico”— y, por supuesto, la victoria de Donald Trump: “Se comporta como un caudillo. Puede ser nocivo para EEUU, nefasto para América Latina y catastrófico para México”. Cuando se le pregunta quién merecería acompañarlo en la Pléiade recuerda que Octavio Paz y Borges ya estaban allí y añade sin dudar: “García Márquez, Onetti, Carlos Fuentes... Y poetas, que no está César Vallejo”.

Del dictador al narco

“La figura del dictador, que era central en la literatura latinoamericana desde los tiempos del indigenismo y el regionalismo, ha ido desapareciendo porque, afortunadamente, también han ido desapareciendo los dictadores (quedan Cuba y Venezuela). Hay Gobiernos corruptos y Gobiernos mediocres, pero están en el poder porque reflejan una mayoría electoral. Si pensamos en los tiempos de El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias, es un cambio extraordinario. Es posible que el poder corrupto y violento haya pasado del dictador al narco, pero aunque el narcotráfico sea una presencia generalizada hoy en América Latina, no ha producido todavía ninguna obra literaria fundamental. Aparecerá, sin duda”.

Del compromiso a la autoficción

“Otra consecuencia de la evolución hacia la democracia es que la literatura latinoamericana se ha ido despolitizando. Hay entre los escritores jóvenes cierto rechazo al compromiso literario, antes muy reivindicado en nuestro continente por la represión y la falta de libertad que sufríamos. La literatura se ha replegado hacia lo literario. Es uno de los signos de este tiempo. ¿Excepciones? Las hay. Por ejemplo, El olvido que seremos, de Héctor Abad, una magnífica obra de ficción —no sé si decir novela— con gran calidad literaria y una preocupación política central. Puede que otra consecuencia de la despolitización sea una mezcla de fantasía y autobiografía en la que el autor se convierte en personaje: la autoficción. Eso se está dando en toda la literatura contemporánea, no solo en la de lengua española”.

De la gran novela a las series de TV

“No sé si es atrevido decir que a los novelistas de hoy les falta ambición, pero es cierto que los autores más jóvenes ya no creen en la novela total. La ven con escepticismo y consideran que la literatura es más genuina si se repliega en algo más privado. El modelo balzaquiano no está de moda, hoy prima lo kafkiano, lo personal. Existe la sensación de que la novela modelo siglo XIX hoy es el dominio de la televisión. Hay una cierta abdicación frente a la potencia populista de la televisión, que llevaba décadas buscando un género narrativo propio y por fin lo ha encontrado: los seriales, que cumplen ahora la función de la novela decimonónica: llegar al gran público, entretener. La literatura se repliega hacia un mundo menos ambicioso, más intenso que extenso. Con la excepción de los autores de best seller, los escritores no quieren competir con la televisión, reconocen su derrota de entrada. Eso no quiere decir que la gran novela, la novela grande, esté derrotada. De pronto vuelve. Pensemos en Bolaño. Sus dos últimas novelas son muy ambiciosas y han encontrado su público”.

De Borges a Bolaño

“Roberto Bolaño es uno de los autores que ha marcado estos 30 años. Los detectives salvajes me gustó mucho. 2666, algo menos; me pareció más desarticulada. Bolaño es una síntesis muy interesante entre modernidad y tradición: tiene ese afán tradicional de construir personajes y de contar historias y, a la vez, una gran inventiva formal. También me impresionó La literatura nazi en América. Aunque quizá no lograda del todo, la idea era muy original: insuflar contenido político a una historia de libros inventados, algo muy borgiano. Borges, por cierto, sigue vigente. Tal vez más que cuando murió, hace 30 años. Hoy nadie discute su magisterio ni el protagonismo que tiene en la literatura contemporánea, no solo latinoamericana. Es la gran figura de los últimos 50 o 60 años en la lengua española, sin ninguna duda. Me parece tan indiscutible como Cervantes, Joyce o Faulkner. Todos hemos aprendido de él. Y eso, es cierto, sin escribir novelas. De hecho, sentía cierto desprecio por la novela. Todos los perfeccionistas han visto siempre la novela con reticencias porque es un género imperfecto. La perfección no es novelesca. La novela es el retrato de un mundo en el que la imperfección es la norma. Por eso refleja tan bien una sociedad en permanente movimiento”.

Del campo a la ciudad

“La literatura latinoamericana se ha vuelto más urbana porque también América Latina se ha vuelto así. La literatura indigenista nace en una época en que el campo prevalecía sobre la ciudad. Ya no. Hoy la ciudad atrae como un imán a los campesinos en busca de oportunidades. Ciudad de México y São Paulo están entre las urbes más grandes del mundo. Diez, 15, 20 millones de habitantes son un problema, pero, aunque se viva mal en una ciudad, se vive mejor que en el campo. Eso también tiene su reflejo en los géneros literarios porque la novela es un género eminentemente urbano, nace y crece con la ciudad. Del Perú, el país que mejor conozco, obviamente, se decía que era un país de poetas, pero la nueva generación es sobre todo de narradores. Y de narradoras, ese es otro de los grandes cambios: la incorporación de la mujer. El machismo es todavía una realidad muy fuerte, pero si no comparas con el ideal sino con el pasado, la transformación es enorme. La mujer, si no se ha liberado del todo, sí ha ganado espacio combatiendo el prejuicio y la discriminación. Y eso se refleja en la literatura”.

De una desigualdad a otra

“En ciertos países ha habido un crecimiento que ha permitido que se beneficiara la sociedad en su conjunto, pero en América Latina las desigualdades son vertiginosas, y no como resultado de la simple competencia, sino del privilegio o de la corrupción. Es interesante el caso de Brasil: parecía que había despegado, pero todo se ha parado por la corrupción. No es que haya habido golpes militares, como antes. Es la putrefacción del sistema la que ha permitido que muchos políticos se hagan millonarios y multimillonarios. También el narcotráfico juega un papel fundamental. Las fortunas que ha creado son de las más importantes de América Latina. Y nacen del crimen y de la corrupción. Por una parte las dictaduras han ido cayendo y las formas democráticas van echando raíces, pero al mismo tiempo existe esa presencia del crimen de nuestra época, el narcotráfico, que juega un papel político, social y cultural. Pero no veo que la literatura refleje ese estado de cosas. No conozco ni grandes ensayos ni grandes ficciones que muestren esta cara. Quizás por el desinterés de los escritores jóvenes en llevar lo social a la literatura”.








Fuente: El País. España.











POEMA




Comunión.
Rosa Díaz *
















Te daría a beber 
las gotas de perfume de mi garganta 
o si me permite arsénico.

Pero ante esta imposibilidad,
hurgo en el dorso de mi mano y pinto
mis uñas con tus glóbulos rojos.

Y no es que sea dañina, no. Mi crueldad
es plural y de género femenino. 
Navego en el mar de las ovulaciones.
Soy ciclotímica y las endorfinas
hacen el resto. Aunque
si fuera el ángel exterminador,
no faltaría quien me hiciera 
una mala crónica.

Y total, todo porque enamorarse
tiene poco que ver con la bondad 
y mucho con la antropofagia
y los pecados capitales. 










*(de Perfecto amor, Accésit Rafael Morales 1996
Colección Melibea, Talavera de la Reina, 1996)














sábado, 26 de noviembre de 2016

BLACK FRIDAY




Black Friday: el big data tras las compras
 Zuberoa Marcos 

















Tal vez no lo sepas. Pero es muy posible que compraras tus zapatillas preferidas, cambiaras de marca de café o te enamorases de una camiseta por culpa de Martin Lindstrom. Lo más probable es que su nombre te resulte desconocido, a no ser que estés interesado en el mundo del marketing o la comunicación. Y, sin embargo, este danés de pensamientos rápidos y afirmaciones contundentes, apareció en la lista elaborada por la revista Time como una de las 100 personalidades más influyentes del mundo. 
La modelo Tyra Banks dice de él que es “un gurú, un genio”; Tom Raths, prestigioso columnista del New York Times asegura que “si compras algo, tienes que leer sus libros. Así de simple”; y Kjeld Kirk Kristiansen, el propietario de Lego, piensa que su libro Branchild “cambia el pensamiento convencional. Ofrece una perspectiva nueva y alimenta ideas acerca del comportamiento de los niños”. Pero, ¿qué ha hecho Martin Lindstrom para ganarse semejantes piropos de personalidades tan diversas? Básicamente pensar. Atreverse además a pensar distinto. Y después difundir sus ideas a través de libros, conferencias y colaboraciones en medios de comunicación.
Lindstrom se define a sí mismo en su web personal como un “agente de cambio y futurista de las marcas”. Y si estas compañías son de las dimensiones de Walt Disney, Coca-Cola, McDonald’s o Nestlé, entre muchas otras, es fácil entender lo que explicábamos en la primera frase. Porque a no ser que se viva encerrado en una cueva sin contacto con el mundo exterior, es difícil no encontrarse con un producto o servicio sobre el que –a grandes rasgos- no hayan tenido algún tipo de influencia las ideas de Lindstrom. Lo que ha hecho su discurso relevante sobre otros especialistas en comunicación de marcas es la introducción de nuevos conceptos que juegan con lo emocional y lo tecnológico. Sus técnicas, asegura, incluyen marketing sensorial, neuromarketing y evangelización de marca (un término lo suficientemente ambiguo como para permitirse jugar con nociones vaporosas, que incluyen desde lo religioso a la fidelidad a una empresa). Es también el creador de conceptos como Small Data, basado en la importancia de los pequeños detalles e historias -en contraposición al big data- y cómo de esos detalles pueden surgir grandes revoluciones.
La pasión de Lindstrom por las marcas no es nueva. Cuando era un niño, su afición a las construcciones de Lego le llevaron a dormir en una cama hecha con las famosas piezas y a ingeniar todo un mundo en el jardín de sus padres que atraía visitantes desde varios kilómetros a la redonda. Hoy, cada nuevo libro que publica asciende a las primeras posiciones de los best-sellers del New York Times o el Wall Street Journal; y su nombre es una constante referencia para cualquier compañía que pretenda innovar en el mercado. 

Apasionado también de las nuevas tecnologías y cómo estas pueden influir en las decisiones de los consumidores, así como en el seguimiento minucioso de sus preferencias a la hora de elegir un producto, tiene un consejo determinante para decirnos qué hay que hacer a la hora de lanzarse a consumir ofertas on-line en días como el Black Friday: pensárselo dos veces antes de introducir la tarjeta de crédito y aceptar la compra.










jueves, 24 de noviembre de 2016

FREDDIE MERCURY




Freddie Mercury: sus últimos días


Carlos Pérez de Ziriza









En febrero de 1987, Prince editaba un single mayestático -que diseccionaba algunos de los males de los años 80 con sintética clarividencia- en cuya primera línea de texto se hacía referencia, sin nombrarlo, al SIDA. Solo dos meses más tarde, aquella “gran enfermedad con un nombre pequeño” que el genio de Minneapolis empleaba para descorchar el rotundo relato de Sign O' The Times se colaba ya en el organismo de Freddie Mercury, pese a que él se empeñara en negarlo ante una prensa ávida de sensacionalismo barato. Al menos si hay que creer a Jim Hutton, quien fuera pareja del líder de Queen durante sus últimos seis años de vida, Freddie Mercury fue la primera celebridad del mundo del rock en engrosar la lista de víctimas ilustres de la enfermedad, pero nada le hizo desistir de su deseo de aparentar normalidad y seguir trabajando hasta el último aliento. Hasta el punto de que tuvo que ser el 23 de noviembre de 1991, a tan solo 24 horas de su muerte, cuando por fin emitió un comunicado público para anunciar que había contraído la fatal enfermedad.
El secretismo de Freddie Mercury se contradecía con el aspecto que mostraba en sus ya intermitentes apariciones públicas, pero se amoldaba al carácter de un músico que, en abierto contraste con su explosividad escénica, tenía aversión por las entrevistas y cualquier clase de exposición pública de su intimidad. Las pistas eran más que evidentes: la banda ya no había girado para promocionar The Miracle(Capitol, 1989) y la aparición del cuarteto para recoger el premio Brit por su contribución a la música británica, el 18 de febrero de 1990, mostraba al vocalista con un aspecto físico muy desmejorado, extremadamente delgado y pálido.
Quizá sea ese deseo por el que el trabajo de la banda siguiera su curso con normalidad el que explique por qué Queen no tramaron, en ningún momento, un álbum-testamento a la manera del último Bowie. Aunque cualquiera que prestase algo de atención al single These are The Days Of Our Lives, grabado en mayo de 1991, adelanto de Innuendo (y a su sombrío videoclip, rodado en blanco y negro), podría darse cuenta de que su letra suponía todo un epitafio vital, aunque fuera a través de un texto que el batería Roger Taylor escribió originalmente pensando en su prole, y que no tardó en mutar en último adiós a su frontman. En cualquier caso, la última canción en la que intervino Mercury fue Mother Love, luego incluida en el póstumo Made In Heaven (Hollywood, 1995), tal y como reconoció un Brian May que no tuvo reparo alguno en reclutar años mas tarde a Paul Rodgers (Free) o a Adam Lambert (concursante de American Idol) para reactivar la marca Queen en pleno siglo XXI. Sí, el show debía continuar, pero cabe preguntarse si a cualquier precio.

Desde el 24 de noviembre de 1991, la casa de Freddie Mercury en Kensington (Londres) se convirtió en lugar de peregrinaje para fans y devotos. Y la música de Queen, tan cuestionada en su momento por gran parte de la crítica (los adustos 90, con la aflicción grunge, el eufórico pero sobrio tradicionalismo brit pop o la amenazante tensión pre-milenio del trip hop, no mezclaban nada bien con sus fuegos de artificio), comenzó a ser vista con otros ojos y a relativizarse desde la distancia. No en vano, el transformismo escénico de Lady Gaga -su propio nombre artístico lo revela- o la ampulosidad de Muse son, para bien o para mal, hijos de los vigorosos y apabullantes modos escénicos de un artista cuyo personaje se impuso a todos y cada uno de los estilos con los que flirteó, ya fuera el rock progresivo, el hard rock, la música disco o el bel canto.






Bohemian Rhapsody - Queen





Bohemian Rhapsody

Escrita por el propio Mercury, salió a la venta el 31 de octubre de 1975 como el primer sencillo de su álbum A Night at the Opera. Fue su primer número uno en Reino Unido, donde se mantuvo 18 meses en las listas, y ha sido elegida en varias ocasiones como una de las mejores canciones de todos los tiempos. Su videoclip, cuya introducción a capela ha sido parodiada y homenajeada, es considerado el primero en utilizar efectos especiales.





martes, 22 de noviembre de 2016

PICASSO





Las infinitas caras de Picasso







Diana Wildmaier Picasso, nieta de Pablo Picasso, posa junto al retrato de su abuela, ''Maya con traje de marinero'',
 en la National Portrait Gallery de Londres.








Tres cuartos de siglo separan al autorretrato de un Pablo Picasso adolescente-un óleo cuya tradición academicista apenas contiene el ímpetu y energía de la brocha- de ese monumental cráneo que desdibuja los rasgos grotescos del pintor, en una alegoría de la muerte ejecutada a los 90 años. 

























Las infinitas interpretaciones de sí mismo, de amigos, colegas, esposas y amantes, expresión obsesiva del artista por la figura humana, son objeto de una exposición en la National Portrait Gallery londinense que recorre todas sus etapas creativas de la mano del Picasso retratista.
El artista nunca aceptó un retrato por encargo para verse libre en la exploración de sus límites, romper las reglas establecidas y moverse entre el dibujo de sus modelos al natural, la pintura expresiva realizada desde la memoria o las distorsiones y exageraciones propias de la caricatura.





















Guillaume Apollinaire, Santiago Rusiñol, Jean Cocteau o Igor Stravinsky son algunos de los nombres de una larga nómina de artistas, intelectuales y alegados entre la que sobresalen las muchas mujeres de la vida de Pablo Picasso. La sucesión de retratos, tanto clásicos como experimentales y rupturistas, de sus esposas Olga y Jacqueline, de Dora Maar, Marie-Thérèse Walter, Françoise Gilot y otras amantes nos relata "la evolución de un artista que come de todas partes (en cuanto a influencias), pero también la historia de su familia, de sus mujeres, hijos y amigos...", subraya el nuevo director del Museo Picasso de Barcelona, Emmanuel Guigon, sobre la singularidad de esta primera exposición dedicada exclusivamente al Picasso retratista en las dos últimas décadas.

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Especialmente deliciosa es la serie que tiene como sujeto a su secretario y biógrafo Jaume Sabartés, presentándonoslo cual bebé en el regazo de una modelo o dibujado con gesto lascivo sobre la fotografía de la curvilínea nadadora y estrella de Hollywood Esther Williams. Sabartés mostró en su día mucho mejor ánimo que Maar, a la hora de identificarse como protagonista de muchos de los cuadros de su pareja ("Todos son Picasso, ninguno es Dora Maar", dice Guigon). Frente a la tesis de que las obras del artista eran indiferentes a sus sujetos, Guigon subraya que "en cada época y estilo se reconoce muy bien la personalidad de sus modelos", si bien matiza, concediendo parte de razón a la fotografa, pintora y musa doliente del artista: "Es un retrato, pero antes de todo es un Picasso".



































lunes, 21 de noviembre de 2016

POEMA




Autorretrato

Alejandra Lerma














Existió un tiempo en el que sabía quién era
Conocí las palmas de mis manos y el revés del corazón
Pude enumerar las estrellas que caían en mi vientre
Sentí los temores y las raíces hondas que me iban creciendo
Pero algo ocurrió
la ceguera me cubrió de blanco
Y dentro de mí ya no hubo más luz
Se hizo la noche
Sin luna ni agua
Me fui quedando sola
Abandoné mi cuerpo y permití que otros transitaran sobre mí
Dejé que escribieran nombres dentro del mío, hasta que me fui olvidando de
mis propias palabras
No recordaba la ruta hacia mi centro, todo lo que tenía eran caminos ajenos
Y así, golpeada por mi propia insensatez
Decidí levantarme
Desandar los dolores
Perdonarme el pecado que no había cometido
Para volver desnuda
Al espejo de mi alma
Sin más inquilinos que mi propia sombra.

















viernes, 18 de noviembre de 2016

EL OTRO



Vida de uno


Leila Guerriero








Un alumno camina por el barrio ‘Comuna 13’, en Medellín (Colombia). 



Dice la ONU: “La desigualdad de los ingresos aumentó un 11% en los países en desarrollo entre 1990 y 2010”. Yidis vive en Medellín, Colombia. Tiene 17 años. Cuando lo conocí, el 15 de septiembre, llevaba las uñas de una mano pintadas de negro y mientras recorríamos su colegio en Belencito, una zona de la humilde comuna 13, me dijo que leía ciencia ficción (descarga PDF, no puede comprar libros), que tocaba la guitarra, que escuchaba heavy metal, que practicaba capoeira. Su padre los abandonó a él y a su hermano mellizo cuando tenían un año. Su madre, vendedora ambulante, diabética, murió por una infección en una pierna cuando él tenía seis. Aunque casi no tiene recuerdos de ella, sí recuerda a la mujer que lo tomó a su cuidado: a veces no le pegaba. Si no quería comer, echaba más sal a la comida y lo obligaba a tragarla. Cuando tenía 11, su mellizo ya era un adicto cabal a las drogas. Una hermana mayor vivía en la calle y era madre de un hijo que terminó en manos del Estado. Ahora, Yidis vive con su medio hermana y dos sobrinos en El Morro, un sitio más precario que la comuna 13. Desde allí baja cada mañana para entrar a las 6.45 al colegio. No en bicicleta, porque no tiene, ni en nada que haya que pagar, porque no puede. Baja corriendo. Un poco para entrenar y otro porque, si bajara caminando, tendría que despertar más temprano de lo que ya despierta. Y, en un país donde cuatro de sus ciudadanos más ricos tienen 1.000 millones de dólares, Yidis quiere estudiar Filosofía. Y eso es imposible. Por muchos motivos pero, para empezar, porque el chico que va corriendo al colegio jamás podrá pagar el bus para llegar a la universidad. La ONU dice desigualdad de ingresos. Y aquí estoy yo, escribiendo sobre Yidis, y ahí están ustedes, leyendo sobre él. Y eso es todo lo que hacemos: no hacemos nada.









De El Paìs. España









miércoles, 16 de noviembre de 2016

EL FACE





Facebook: La Babel de los sincericidios.

Horacio Kamiñetzky





 Fotografía: François Solignac




Gracias a Zuckerberg, el genio, o Zuckerberg, el ladri, -si nos atenemos a la película biográfica "Red Social"- que lo escrachó un tanto y lo radiografió como un lenguaraz maníaco al que dan ganas de silenciar a los tres minutos de proyección-, gracias a este busca genialmente intuitivo, es que hoy puedo comunicarme con todo tipo de personas a las que de otro modo no hubiera conocido ni en un millón de años.

Por casualidad o por elección hubiera querido conocer a gente inteligente, capaz, con humor, lindas mujeres, amigos piolas. Y los conocí, incorpóreos y corpóreos algunos también. También conocí, sin proponérmelo gente simpática obsesionada con fotografiar a sus hijos y/o nietos sentados, parados, acostados, de cabeza, riendo, gritando y llorando en posteos bañados de baba y almíbar; personajes cruzados por las letras y la política, seres geniales que ya no están lamentablemente y que se llevaron su sello de distinción con ellos. Distinción por su originalidad, no por venir de una cuna dorada. Conocí a los que filman a un oso amamantando una tortuga o muestran un pobre perro casi en rigormortis...Hay cada uno/a...
Personas raras y personas mansas, viejos vecinos reencontrados, algunos posibles proyectos románticos no concretados por distancias kilométricas. Y algún touch & go ...por qué no. Somos humanos.

Es un cosmos increíble el Facebook. Están casi todas las posibilidades a la mano, si queremos tomarlas...Intercambiar con franceses, africanos, argentinos judíos y judíos argentinos, que no es lo mismo...
 Yo me di unos cuatro años de tolerancia para luego pasar a otra cosa. Todo no puede pasar en un teclado y una pantalla. Antes la gente vivía, hoy navega.

Y yo que escribo esto cómo seré para los demás? plomazo, gracioso, peleador, loco? Un poco de todo probablemente...Habría mucho para hablar, hablar con quién? Esto enloquece. Al Face le falta una función, “Me pudrí!.” En serio...me pudrí, no escribo más.