miércoles, 30 de agosto de 2017

TIEMPOS MODERNOS


Un donante de semen con más de 100 hijos...

Isabel Ferrer








Un solo donante de semen holandés que ha recorrido impunemente 11 centros de fertilidad del país es el padre confirmado de al menos 102 niños. Otro decidió repartir sus donaciones entre dos clínicas y también atesora una abultada prole. Entre los dos, que presumiblemente operaron a su vez fuera del circuito sanitario legal sumando una cifra desorbitada de descendientes, han reabierto el debate sobre la necesidad de crear un registro nacional de donantes que evite estos fraudes.

Según la ley holandesa, los donantes anónimos de semen solo pueden ofrecer sus servicios 25 veces en una misma clínica con un pago por donación de 25 euros. El objetivo es evitar los problemas de consanguinidad que acarrearía el posible encuentro en la vida adulta de los hijos resultantes. La norma es clara, pero presenta una laguna legal: no hay un registro donantes, por lo que los especialistas han pedido al Gobierno que establezca por fin el fichero oficial.
El súper donante, que prefiere mantener el anonimato, ha declarado al rotativo Algemeen Dagblad que lo hizo durante una década, y que las distintas clínicas no solían preguntarle si había visitado antes otra. Si lo hacían, él decía que no, y añade que deberían estarle agradecidos. “Si tu muestra pasa las pruebas de idoneidad están encantados. Y mi semen era aceptado de inmediato. Además, con las donaciones también se enreda. Sé que uno de los bancos de esperma utilizó el mío en 35 ocasiones, en lugar de las 25 permitidas”, ha añadido.
También asegura que “no quería tener el mayor número posible de hijos; era para hacer feliz a la gente”. Del segundo donante se sabe que acudió a cuatro lugares y su pareja de hijos está con parejas a las que conoció a través de Internet. De todos modos, como los dos han operado en las redes sociales, es probable que su prole sea incluso más amplia.

La Asociación Nacional de Ginecólogos, que ha pedido que dejen de usarse las muestras de ambos, fue alertada por un grupo de madres solteras que se quedaron embarazadas fuera de los canales oficiales. Ellas no explicaron cómo habían descubierto el fraude, pero “dijeron que los dos hombres habían tenido decenas de hijos”, según los médicos. La Inspección del ministerio de Sanidad ha abierto una investigación, y la pregunta que todo el mundo se hace es por qué no se abre de una vez un registro nacional para que las clínica crucen sus datos y puedan evitarse paternidades múltiples.
Hace cuatro años, el Consejo de Sanidad sugirió la apertura de dicho servicio, pero la situación sigue encallada. Si bien la actual ministra en funciones de Sanidad, Edith Schippers es partidaria de crearlo, Holanda aún no ha conseguido formar un Gobierno desde las pasadas elecciones de marzo.

El médico que inseminó en secreto a decenas de mujeres

Las donaciones de semen dejaron de ser anónimas en 2004, y la política ha pedido a los que lo hicieron antes que desvelen su identidad. “Para los hijos es terrible no saber quién es su padre”, asegura. El nuevo escándalo se suma a las actividades de Jan Karbaat, un médico de Róterdam ya fallecido, que inseminó en secreto con su semen a decenas de mujeres en su propia clínica.

El caso ha llegado a los tribunales, y un grupo de 25 supuestos hijos consiguió que los jueces les permitieran recoger muestras de ADN de su presunto padre. Las cotejarán con las suyas. Otros 18 jóvenes saben ya que son hermanos, y todas sus madres eran pacientes de Karbaat. Padre legal de 22 hijos, él pudo tener hasta un centenar más de forma ilegal.








martes, 29 de agosto de 2017

OTROS MUNDOS


Un creador de mundos

Javier Sampedro 












Preguntenme por mi novelista favorito. Julio Cortázar, responderé. Preguntadme por mi cuentista y os diré que Jorge Luis Borges, por mi narrador interior y diré Thomas Pynchon, por mi autor policiaco y mencionaré a Conan Doyle, a Agatha Christie, a Donna Leon. Pero si me preguntáis por el escritor más influyente en mi vida, tendré que citar forzosamente a Isaac Asimov. Fue él quien me apartó de mi vocación adolescente, la física, y me condujo a estudiar biología molecular y condicionar así el resto de mi vida. No me entiendas mal, las ideas sobre el ADN y el código genético que leí en Asimov llevaban 20 o 30 años en la literatura científica. Pero jamás me hubiera enterado de ellas de no ser por Asimov. El científico y escritor Carlo Frabetti ha recuperado  las ideas del escritor de ciencia ficción para profundizar en el debate que mantiene con los lectores sobre los tipos, o los grados, de civilización galáctica que cabe esperar en nuestros cosmos inmenso, oscuro y paradójico.

La cuestión de fondo, siguiendo el enfoque seminal del físico ruso Nicolái Kardashov, son las fuentes de energía. En la escala de Kardashov, una civilización de tipo I es la que utiliza toda la energía que le llega desde su estrella. Nosotros, por tanto, no alcanzamos siquiera ese nivel I, puesto que somos unos verdaderos inútiles aprovechando la energía de nuestro Sol, y desaprovechamos casi toda la que llega a nuestro planeta.
Además de eso, por supuesto, dejamos escapar al espacio profundo la inmensa mayoría de la energía solar, la que nunca alcanza la Tierra. Físicos como Freeman Dyson han propuesto una red de satélites artificiales –la esfera de Dyson— para capturar la mayor parte de la energía que irradia del Sol. Cuando seamos capaces de construir una esfera de Dyson, podremos aspirar a formar una civilización de grado II en la escala de Kardashov. Una civilización de tipo III no aprovecharía ya toda la energía de su estrella, sino la de su entera galaxia. Y aquí es donde entra Asimov.
En su trilogía de la Fundación, el novelista describe una civilización galáctica, justamente. Es enteramente humana, es decir, procedente de la Tierra, y lo es por una razón interesante. Asimov estaba completamente seguro de que, en caso de un conflicto entre la Tierra y una civilización extraterrestre, los humanos solo podríamos salir perdiendo, dado nuestro nivel tecnológico ínfimo a la escala cósmica. Así que decidió poblar de humanos la Vía Láctea. No porque le encantaran los humanos, sino porque no veía otra opción. O conquistamos la galaxia, o nos extinguimos como especie. Elija el lector.
En nuestros días, por supuesto, Asimov y Kardashov se nos quedan cortos. Ahora podemos concebir también una civilización de tipo IV, que controle el universo entero, y hasta una de tipo V que abarque los universos múltiples (el multiverso) que contemplan los físicos teóricos.

El problema, quizá, sigue siendo el mismo que formuló Enrico Fermi en los años cuarenta: ¿Dónde está todo el mundo?








lunes, 28 de agosto de 2017

POEMA


When you say nothing at all 

Ronan Keating














It's amazing how you can speak
Right to my heart
Without saying a word, you can light up the dark
Try as I may, I can never explain
What I hear when you don't say a thing
The smile on your face lets me know
That you need me
There's a truth in your eyes
Saying you'll never leave me
The touch of your hand says
You'll catch me whenever I fall
Because you say the best when you say nothing at all
All day long I can hear people
Talking out loud
But when you hold me near
You can drown out the crowd
Try as they may, they could never define
What's been said between your heart and mine
The smile on your face lets me know
That you need me
There's a truth in your eyes
Saying you'll never leave me
The touch of your hand says
You'll catch me whenever I fall
Because you say the best when you say nothing at all
The smile on your face lets me know
That you need me
Because there's a truth in your eyes
Saying you'll never leave me
And the touch of your hand says
You'll catch me whenever I fall
Because you say the best when you say nothing at all
You say the best when you say nothing at all
You say the best when you say nothing at all
The smile on your face
That look in your eyes
The touch of your hand
Let me know that you need me
You say the best when you say nothing at all
You say the best when you say nothing at all
The smile on your face
That look in your eyes
The touch of your hand
Let me know that you need me
Ronan Keating - When you say nothing at all







Es increíble cómo puedes hablar
directamente a mi corazón,
sin decir una palabra, puedes iluminar la oscuridad.
Por mucho que lo intente, no puedo explicar
lo que escucho cuando no dices nada.
La sonrisa en tu cara me hace saber
que me necesitas.
Hay una verdad en tus ojos,
diciendo que nunca me dejarás.
La caricia de tu mano dice
que me atraparás al vuelo cuando quiera que me caiga.
Porque dices lo mejor cuando no dices nada en absoluto.
Durante todo el día puedo oír a la gente,
hablando bien alto,
pero cuando me abrazas,
puedes callar (ahogar el sonido) a la multitud.
Por mucho que lo intenten, no podrán nunca definir
lo que se ha dicho entre tu corazón y el mío.
La sonrisa en tu cara me hace saber
que me necesitas.
Hay una verdad en tus ojos,
diciendo que nunca me dejarás.
La caricia de tu mano dice
que me atraparás al vuelo cuando quiera que me caiga.
Porque dices lo mejor cuando no dices nada en absoluto.
La sonrisa en tu cara me hace saber
que me necesitas.
Porque hay una verdad en tus ojos,
diciendo que nunca me dejarás,
y la caricia de tu mano dice
que me atraparás al vuelo cuando quiera que me caiga.
Porque dices lo mejor cuando no dices nada en absoluto.
Porque dices lo mejor cuando no dices nada en absoluto.
Porque dices lo mejor cuando no dices nada en absoluto.
La sonrisa en tu cara,
esa mirada en tus ojos,
la caricia de tu mano,
me hacen saber que me necesitas.
Porque dices lo mejor cuando no dices nada en absoluto.
Porque dices lo mejor cuando no dices nada en absoluto.
La sonrisa en tu cara,
esa mirada en tus ojos,
la caricia de tu mano,
me hacen saber que me necesitas.










viernes, 25 de agosto de 2017

JACK DANIELS



El esclavo negro que destiló el primer Jack Daniels


Sandro Pozzi











Lynchburg es una pequeña localidad de Tennessee. Ahí, a unos 120 kilómetros de Nashville, está la sede de Jack Daniels. Es uno de los lugares donde se forjó la historia de Estados Unidos. Lo visitan cada año unas 300.000 personas. Los amantes del whisky pueden ver en una fotografía al fundador posando con sus empleados. Justo a su izquierda aparece uno de los hijos de Nearest Green, el verdadero maestro en el fino arte de la destilería.

La fecha exacta en la que nació Jack Daniels fue siempre un misterio. El origen de la que está considerada como la destilería más antigua de América se remonta a algún momento en la década de los años 1830, aunque la marca no fue registrada hasta 1866. Jack contrató a Green, un antiguo esclavo, al año de terminar la Guerra Civil. Fue el que le enseñó cuando aún era muy joven el proceso para destilar el licor.


En en el centro de la imagen con sombrero blanco y bigote aparece J. Newton "Jack" Daniel. A su derecha,
 uno de los hijos de Nearest Green, a finales del siglo XIX. 


Pero aunque los actuales dueños de la marca le reconocieron hace poco más de un año como el verdadero maestro, su figura sigue en la sombra. La autora Fawn Weaver* busca ahora que se haga de una vez para siempre justicia con Uncle Green. Le llamó la atención tras visitar el museo que no haya referencia alguna a la primera persona que en realidad está detrás de la creación de unos de los alcoholes más reconocidos del mundo.
Weaver cree que es importante que la gente sepa que el nacimiento de Jack Daniels fue en parte posible gracias a la contribución de un esclavo. “Cuando Jack estaba vivo, cuando sus sobrinos y sobrinas estaban vivos, nadie cuestionaba que Nearest y sus chicos eran los que hacían el whisky”, comenta. Lo que no sabe la autora es cuándo la compañía decidió borrar esa parte de la historia.
Jack Daniels fue adquirida por Brown-Forman Corporation hace seis décadas. El legado del esclavo se perdió unos años después, cuando los responsables de la imagen de la marca decidieron dar un giro en las campañas de publicidad. Fawn Weaver, que está escribiendo ahora un libro, espera que su trabajo sobre Nearest Green ayude a cambiar la percepción del público hacia el maestro destilero.

The New York Times ya escribió el año pasado un artículo con la historia de Green, que se hizo viral. Weaver acaba de crear, por su parte, una fundación que lleva el nombre del antiguo esclavo de Tennessee dedicada a realzar su figura en la industria. Considera que este es un ejemplo más que demuestra cómo los blancos y los negros trabajaron juntos durante y después de la Guerra Civil.

El realce de la figura de Green no puede ser más oportuno, en plena polémica por la reacción del presidente Donald Trump a los actos racistas en Charlottesville (Virginia) y con el whisky de Tennessee viviendo uno de sus mejores momentos. Jack Daniels no es solo uno de los productos más icónicos de la región, también es uno de los que más se exportan en el mundo.




*Durante sus vacaciones del año pasado, la estadounidense Fawn Weaver leyó por primera vez sobre Nearest Green, un afroamericano esclavo que le enseñó a Jack Daniel la receta de la emblemática bebida estadounidense. Movida por la curiosidad, se fue a la ciudad de Lynchburg, en el estado de Tennessee, donde en el año 1875 Daniel fundó su propia destilería, pero no encontró allí ni un rastro de Green. "Fui a tres excursiones en la destilería, y nada, ni una mención a él", relató a 'The New York Times'. Entonces la emprendedora mujer decidió investigar el legado de Nearest Green y hacer que la actual empresa productora de Jack Daniel's, Brown-Forman, incluyera referencias al personaje en la historia de la creación del famoso whisky. De hecho, un año antes los directivos de Brown-Forman admitieron que Green le enseñó los secretos de la destilación a Daniel mientras ambos trabajaban para un predicador, tendero y destilador llamado Dan Call. Sin embargo, aquella declaración no fue noticia en los medios y pareció caer en el olvido, de no ser por la investigación de Weaver.

 Weaver alquiló una casa en Lynchburg y empezó a buscar a los descendientes de Green, decenas de los cuales todavía viven en la ciudad. Tras revisar múltiples archivos, demostró que Green no sólo había enseñado al barón del whisky a destilar, sino que también trabajó para él después de la Guerra de Secesión. El mismo Daniel calificó abiertamente a Green como su mentor, mientras que Weaver opina que el esclavo fue el primer maestro destilador negro en EE.UU.

Según sus propios cómputos, la incansable estadounidense recopiló cerca de 10.000 documentos y objetos relacionados con Daniel y Green. Además, a través de esa investigación localizó la granja donde los dos hombres comenzaron a destilar. Sin dudarlo, procedió a comprarla, junto con una parcela en el centro de la ciudad de Lynchburg, y ahora planea abrir un parque conmemorativo en honor del mentor de Daniel.
Sus descubrimientos han impresionado tanto a los directivos de la empresa productora de Jack Daniel's, que actualmente una veintena de guías de la destilería en Lynchburg promueven excursiones con la figura del esclavo Green como una de las piezas claves en esta historia. Mientras tanto, la misma Weaver está escribiendo un libro sobre el 'primer maestro destilador de EE.UU.' y, junto con la empresa, planea lanzar una 'edición especial' y masiva del whisky con el nombre de Uncle Nearest 1856 (Tío Nearest 1856, en español), basada en la auténtica receta del destilador.








jueves, 24 de agosto de 2017

TRUMP



Donald Trump:presidente irrelevante...o peligroso ?

David Alandete 




                                                                Jonathan Schmock:  Into The Darkness






En la era del ruido y la furia de las redes sociales, ha nacido la primera presidencia intrascendente de la historia. Una nueva teoría se ha instalado en Washington, ante el espanto generalizado que provocó el presidente de Estados Unidos al definir como “gente excelente” a los grupos racistas que mataron a tres personas en Charlottesville. Estados Unidos debe admitir que lo que dice y hace el que antes era el líder del mundo libre ya no importa, porque no tiene más efecto que el de escandalizar.

Considérense las revolucionarias promesas de Donald Trump en la campaña electoral del año pasado: construir un muro con México, que México pague el muro, eliminar la agencia medioambiental, anular la reforma sanitaria, prohibir que los musulmanes entren en el país, llevar a Hillary Clinton a los tribunales, permitir a la CIA que torture de nuevo o invalidar el acuerdo nuclear con Irán, por ejemplo. Afortunadamente para muchos, en siete meses Trump no ha cumplido nada, salvo desbloquear el nombramiento de un juez del Tribunal Supremo.
Por primera vez, cuando un presidente de EE UU promete algo, no sucede nada. ¿Su ocurrencia de expulsar a los transexuales del Ejército? Ignorada por el Pentágono ¿La amenaza de emplear la fuerza militar en Venezuela? El Congreso hizo como si no hubiera oído nada ¿La advertencia de que iba a erradicar al régimen norcoreano? Sin efecto alguno. ¿Las repetidas órdenes al fiscal jefe para que investigue a Clinton por sus cuentas de correo privadas cuando era ministra? Desoídas una vez tras otra.
Su partido, el Congreso, la diplomacia, los generales, los funcionarios y hasta su propio Gobierno actúan como si el presidente no hubiera hablado. Todo sigue su marcha en Washington mientras Trump desperdicia un tiempo que para un presidente se supone precioso en acalorados debates con la prensa y en las redes sociales.
También en ese sentido Trump es un presidente que sólo puede explicarse en esta época. Las frases que cualquier político cabal no se atrevería decir en un discurso a la nación o al Congreso las vierte sin problemas en Twitter. Parece que dialoga, que se asesora, que escucha a los ciudadanos a través de las redes sociales, pero lo único que hace es soltar pequeños pedazos del gran monólogo a veces provocador, a veces cómico, en el que está convirtiendo la presidencia norteamericana.

Cualquiera diría que arrinconándose en esa irrelevancia, Trump solo se hace daño a sí mismo. Pero es más grave. Sus provocaciones pueden quedar en nada, pero los estadounidenses, todos, pagan ya un alto precio por tener un presidente que va perdiendo, poco a poco y sin pausa, toda su autoridad moral.













miércoles, 23 de agosto de 2017

BOWIE


Secretos desvelados de la vida salvaje de David Bowie

Irene Crespo














David Jones no quiso ser artista o simplemente un músico, David Jones siempre quiso ser una estrella. Era la única forma de no volver a ver esa miseria que vio de pequeño. Y la acabó siendo, una estrella llamada David Bowie. “Vi gente desfavorecida a mi alrededor y niños que iban al colegio con zapatos rotos, niños pobres. Me impactó de tal forma que pensé que nunca iba a pasar hambre o estar en el lado equivocado de la sociedad”, le dijo una vez el cantante a Dylan Jones, exdirector de la edición británica de la revista GQ y autor de la próxima biografía David Bowie: A Life, uno de los cuatro libros que se publicarán sobre el cantante este otoño.
















“David Bowie era su propia creación, su propia obra de arte. Era un chico del Brixton (distrito al sur de Londres) de la posguerra con su mirada puesta en el mundo”, relata Jones, quien ya había escrito un libro anterior sobre Bowie y su transformación en Ziggy Stardust. “Toda su carrera profesional era un mito, una leyenda e invención”, dice y con la sucesión de anécdotas e historias explicadas en esta nueva biografía añade material a la leyenda, pero también verdades puesto que son todos testimonios y recuerdos recogidos de más de 180 personas que lo conocieron, “amigos, rivales, amantes y colaboradores”.





















“Descubrí cosas sobre él en los años setenta que me sorprendieron”, cuenta Dylan Jones. Cuando parecía que sabíamos todo sobre Bowie. “Sus extravagancias sexuales y narcóticas dejan a los Rolling Stones como amateurs”. Y, además, empezó muy pronto.

La cantante Dana Gillespie, por ejemplo, recuerda cómo siendo su novia en los sesenta cuando ella tenía 13 o 14 años, y Bowie dos más que ella, él ya le engañaba tanto con hombres y mujeres. Fue el momento en el que el cantante intentaba encontrar su identidad y cambiaba de imagen cada 18 meses. Paseaba por Carnaby Street, recogiendo las bolsas de basura llenas de ropa que tiraban las tiendas. Influenciado por la lectura de Starman Jones, El retrato de Dorian Gray y todas las películas, libros y música que le había enseñado su medio hermano Terry, David Bowie saciaba su incansable curiosidad y su necesidad constante de mejorar, pero también los usó primero como una forma de huir de aquella miseria de Bromley y, más tarde y el resto de su vida, de escapar de la locura que sobrevolaba su familia materna y a la que sucumbió su hermano Terry.


 “Como casi todos nosotros, se preocupó por volverse loco, pero claramente nunca le pasó, a pesar de sus esfuerzos”, dice su amigo, el escritor Hanif Kureishi, en la crítica sobre esta nueva biografía, que describe como la más completa publicada hasta ahora.





Está toda su vida, desde Bromley a su final en Nueva York junto a la mujer que cambió su vida, Iman. Están las anécdotas para melómanos, como el viaje que compartió con John Lennon a Hong Kong en el que buscaron un restaurante donde comer sesos de mono, pero Lennon acabó bebiendo sangre de serpiente y metiéndole a Bowie en la boca un huevo de 1.000 días cocinado en orina de caballo; o como cuando Paul McCartney lo invitó a su casa, pero claramente celoso de su éxito no salió a recibirle y mandó a su mujer, Linda.

Pero también habla de su reconocida bisexualidad, y de cómo uso el sexo como un arma o medio para conseguir todo lo que quería, todo aquello que necesitó para convertirse en una estrella. Como a Lindsay Kemp, el mimo que dice haberle enseñado todo sobre cómo moverse en el escenario y con la que mantuvo un affaire, y recuerda levantarse una mañana y encontrarse a Bowie teniendo relaciones en la habitación de al lado con su mejor amiga.

Más seductor que sexy

“David era magnético. Más seductor que sexy”, dice Tony Zanetta, que llevó sus negocios en los setenta. Decía que se había acostado con más de 1.000 mujeres y algunas de las groupies que conocieron ese carisma seductor cuentan sus historias. Como Lori Mattix que perdió su virginidad con Bowie cuando tenía 15 años. O Josette Caruso que descubre al menos un límite sexual que puso: acostarse con un cadáver. “¿Por qué pensarían que me puede interesar algo así?”, recuerda que le dijo sorprendido.
Su fama le precedía, las orgías que organizaba en los setenta con su mujer Angie, sus años en Los Ángeles en los que consumía siete gramos de cocaína al día y por lo que llegó a pesar 43 kilos. Solo evitó las drogas psicodélicas por el miedo a desatar la esquizofrenia. Toda su vida intentando huir de la locura, pero rozándola con los dedos. Solo conocer a Iman en 1990 le evitó acabar en ella.