martes, 31 de diciembre de 2013

FIN DE AÑO: HOY





Estás




    A veces te encuentro acá:


Gráfico de los países más populares entre los lectores del blog


      otras aquí 




    O  acá




    tan lejos...




Además: 


Los números, las estadísticas importan. Importan a matemáticos,  economistas, astrónomos ,  poetas ... a mí, porque te están representando. Estás acá  en cada una de estas páginas de títulos y datos...¿ Leyendo ? ¿ Curioseando ? Acá van las de un día...eso creo que nos acercó a través de los miles de kilómetros

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Gracias, y muy Feliz Año Nuevo.

Miss Musa.








El hoy fugaz es tenue y es eterno;
Otro Cielo no esperes, ni otro Infierno

 El instante. Jorge Luis Borges









lunes, 30 de diciembre de 2013

POEMA







    Final de año

    Jorge Luis Borges















      Ni el pormenor simbólico
      De reemplazar un tres por un dos
      Ni esa metáfora baldía
      Que convoca un lapso que muere y otro que surge
      Ni el cumplimiento de un proceso astronómico
      Aturden y socavan
      La altiplanicie de esta noche
      Y nos obligan a esperar
      Las doce irreparables campanadas.
      La causa verdadera
      Es la sospecha general y borrosa
      Del enigma del tiempo;
      Es el asombro ante el milagro
      De que a despecho de infinitos azares,
      De que a despecho de que somos
      Las gotas del río de Heráclito,
      Perdure algo en nosotros:
      Inmóvil.

















jueves, 26 de diciembre de 2013

MAPA DEL INFIERNO





Salvando las distancias




            El Infierno visto por Sandro Botticelli (ca. 14801495).


Dante concibió el Infierno como un gigantesco embudo incrustado en el centro de la Tierra, y él mismo, guiado por Virgilio, habría descendido por su interior, según se relata en los versos de la Divina Comedia. Tras atravesar el río de los Muertos los viajeros se sumergieron en nueve círculos sucesivos y, a medida que descendían, comprobaron una progresiva intensificación de los tormentos de acuerdo con el aumento de la gravedad de los delitos allí representados. 
Así como la descripción que Dante nos da del Paraíso es extraordinariamente musical, apelando al poder de los coros de luz y a una suerte de geometría incorpórea, y así como su Purgatorio parece apoyarse en el claroscuro de la escultura, un jardín de estatuas sumido en la niebla, el Infierno es inevitablemente pictórico.
 Escuchamos el sonido del cielo y vislumbramos las borrosas siluetas de los que penan en la melancolía del mundo intermedio a la espera de la salvación, pero somos empujados a ver, incluso con excesiva nitidez, lo que ocurre en los círculos infernales. La poesía del Infierno es pintura.Los pintores lo comprendieron inmediatamente tras la muerte de Dante, y puede decirse que la decisiva incorporación de la Divina Comedia al horizonte de la imaginación occidental viene provocada por la recepción literaria, pero también por la ilustración pictórica. En los inicios mismos del Renacimiento, destacados artistas, como Bartolomeo di Fruosino y Domenico di Michelino, trataron de traducir en imágenes el poema de Dante. Tras el Renacimiento, el número de pintores fascinados por la Divina Comedia es imposible de determinar: de Poussin a Géricault y Delacroix; de Gustave Doré a Dalí. 
 Existen también los dibujos realizados por Sandro Botticelli para el poema de Dante. El conjunto de estos dibujos -aun con las graves lagunas originadas por las piezas perdidas- es el más ambicioso de los abordajes del poema dantiano jamás realizado.  Quizá porque se trata de un auténtico comentario visual en el que la compenetración de imágenes y versos parece absoluta: si uno se deja absorber por los dibujos de Botticelli llega un momento en que puede aceptar tranquilamente que fue Dante el que, después, trasladó a la escritura lo que vio reflejado en esos dibujos maravillosos.

Cada uno puede elaborar su mapa del infierno. Pero no hay que ir a los otros mundos como hizo Dante. Christopher Marlowe, ya en el siglo XVI, indicó la dirección: 'El infierno está donde estemos nosotros'.




Otra imagen del Infierno, Buenos Aires




La crisis energética detonada por la seguidilla de altísimas temperaturas que afecta a la ciudad y sus alrededores desde hace trece días obligó a muchas familias a pasar una Navidad entre indignación y oscuridad. Los más afectados siguen siendo Flores, Caballito, Floresta, Liniers, Palermo, La Paternal, Villa Crespo, Boedo, Recoleta, Villa Urquiza y Barracas, mientras que también se registraban inconvenientes en las localidades bonaerenses de Adrogué, Temperley, Avellaneda y Morón, entre otras.
En algunos barrios los cortes llevan más de una semana. Esta mañana, en Villa Crespo vecinos cortaban el tránsito a la altura de la avenida Corrientes y Serrano en reclamo por la falta de suministro eléctrico. "Nos vamos a quedar hasta que lo arreglen", aseguran.

La autopista Dellepiane a la altura de Lugano se encuentra cortada por vecinos de la zona. La gente denuncia que está hace más seis días sin luz ni agua y nadie les da una solución.Por otro lado, la autopista Richieri, a la altura del Mercado Central, también se encuentra cortada.

Diario La Nación. 26/ 12/ 2013










martes, 24 de diciembre de 2013

NAVIDAD




Los niños lo dicen pintando:























Imitandolos un poco,  para todos los que abren esta página...







                    



Miss Musa.















lunes, 23 de diciembre de 2013

POEMA





Diálogo

Silvina Ocampo














Te hablaba del jarrón azul de loza,
de un libro que me habían regalado,
de las Islas Niponas, de un ahorcado,
te hablaba, qué sé yo, de cualquier cosa.

Me hablabas de los pampas grass con plumas,
de un pueblo donde no quedaba gente,
de las vías cruzadas por un puente,
de la crueldad de los que matan pumas.

Te hablaba de una larga cabalgata,
de los baños de mar, de las alturas,
de alguna flor, de algunas escrituras,
de un ojo en un exvoto de hojalata.

Me hablabas de una fábrica de espejos,
de las calles más íntimas de Almagro,
de muertes, de la muerte de Meleagro.
No sé por qué nos íbamos tan lejos.

Temíamos caer violentamente
en el silencio como en un abismo
y nos mirábamos con laconismo
como armados guerreros frente a frente.

Y mientras proseguían los catálogos
de largas, toscas enumeraciones,
hablábamos con muchas perfecciones
no sé en qué aviesos, simultáneos diálogos.















viernes, 20 de diciembre de 2013

NOSTALGIA







Elogio de la nostalgia



Mátame, espléndido y sombrío amor, si ves perderse en mi alma la esperanza.

S.O








Poco después de mudarse a la Universidad de Southampton, Constantine Sedikides almorzó con un colega del Departamento de Psicología y le describió los inusuales síntomas que estaba experimentando. Varias veces por semana lo asaltaba súbitamente la nostalgia de su hogar anterior, en la Universidad de Carolina del Norte: recuerdos de antiguos amigos, el olor dulce que tiene el otoño en Chapel Hill. Su colega, psicólogo clínico, hizo un diagnóstico inmediato: debía estar deprimido. ¿Por qué, sino, vivir en el pasado?
La nostalgia ha sido considerada un desorden desde que el término fue acuñado por un médico suizo del siglo XVII que atribuyó las enfermedades mentales y físicas de los soldados a su deseo de regresar al hogar: del griego nostos , hogar, y algos, el dolor que lo acompaña.
Pero Sedikides no quería regresar a ningún hogar -ni a Chapel Hill ni a su Grecia natal- y le insistió a su compañero de almuerzo que no estaba sufriendo. "Le dije que yo seguía con mi vida para adelante, pero que a veces no podía evitar pensar en el pasado, y que eso me daba satisfacción -dice Sedikides-. La nostalgia me hace sentir que mi vida tiene raíces y una continuidad. Me hace sentir bien conmigo mismo y me fortalece para avanzar.” Su colega no terminaba de creerlo, pero finalmente el argumento de Sedikides prevaleció. Ese almuerzo de 1999 lo inspiró para convertirse en pionero de un campo que actualmente abarca a decenas de investigadores que en todo el mundo utilizan las herramientas desarrolladas en el laboratorio de psicología social de Sedikides, entre ellas, un cuestionario llamado Escala de Nostalgia de Southampton. Tras una década de estudios, la nostalgia dejó de ser lo que era para ser algo mucho mejor. La nostalgia ha demostrado su eficacia para contrarrestar la soledad, el aburrimiento y la ansiedad. Hace que la gente sea más generosa con los desconocidos y más tolerante con los otros. Cuando comparten recuerdos nostálgicos, las parejas se sienten más cerca y se ven más felices. Los días de frío, o en los lugares fríos, la gente literalmente usa la nostalgia para sentirse abrigada.

La clave es recuperar de la nostalgia la excitación que vivíamos de niños, traer de vuelta la sorpresa, cambiar nuestra percepción del tiempo, hacerla más lenta y adecuada a los tiempos emotivos, que nada tienen que ver con la rapidez de los transportes, las comunicaciones o las metas profesionales.
La nostalgia es un viaje hacia el pasado que hace más habitable el presente, porque nos reconecta con el aquí y ahora desde otro lugar: la esperanza y la conciencia de que si pudimos ser felices antes, si logramos salir de los problemas y superar los obstáculos, podemos volver a hacerlo.

La nostalgia por cierto tiene su costado doloroso -es una emoción agridulce-, pero el efecto neto es el de hacer que la vida parezca tener más sentido y que la muerte sea menos aterradora. Cuando la gente habla con añoranza del pasado, suele mostrarse más optimista y esperanzada en el futuro.









jueves, 19 de diciembre de 2013

PAPEL, PAPEL VI






Personajes: El señor Sirio 

y nuestras circunstancias.


   Alejandro Schleh









                           Foto del autor, el primero de la izquierda, junto a sus socios  de la fábrica Copos.                                                                                         Al fondo, en la calle,  La Chata





Nadie de nuestro entorno había pasado nunca por experiencias por el estilo y nadie había soñado tener una fábrica de papel higiénico ni afincarla en un conventillo. Nadie vivir en él, como era mi caso.  A veces había que dar explicaciones. Además de algo llamativas nuestras vidas, y de provocar cierta curiosidad, había quienes envidiaban nuestra libertad y perspectivas de progreso. Entre nuestros conocidos había quienes estudiaban para ser empleados alguna vez, estudiaban para trabajar para otro. Nosotros, los socios de la papelera Copos, trabajábamos para dar trabajo. Lo generábamos y esa no era capacidad de cualquiera. Estábamos llamados a fundar una gran empresa que podría cotizar en bolsa un día. Conocíamos algo de balances y números, precios del papel, de cómo se compraba por kilo y se vendía por metro, la incidencia de la mano de obra en los costos, ingresos brutos, impuesto a las ganancias, aportes patronales. Todo eso sabíamos.


Hay personajes que nunca olvidaremos los ex socios de Copos. El Sr. Sirio, el fabricante del peor papel higiénico que conocí, un papel de aspereza inusitada que tampoco olvidaremos. 
Sirio era un hombrecito menudo de cabeza redonda y pelo enrulado y castaño donde lo tenía: una calvicie importante le avanzaba desde la frente hasta la nuca, en cuya parte inferior, raramente, poseía algo de pelo que formaba un rulo tipo pequeño bucle apaisado en el nacimiento del cuello. Cascarrabias y puteador, había formado parte de la policía en algún momento de su vida, al menos eso decía con orgullo, y de manera intimidatoria y quizá a modo de advertencia, por si alguna vez se nos pasaba por la cabeza alguna mala acción que pudiese perjudicarlo, cada tanto nos recordaba que aquellos que obraban de mala fe y se metían con él, podían terminar en el fondo de una zanja.
Sirio tenía su fabriquita ubicada en la localidad de San Martín y estaba rodeada de talleres y emprendimientos textiles de diferente envergadura que producían un ruidoso y permanente traquetear con sus urdimbres. 
Estaba provista de una sola máquina que se descomponía cada dos por tres, no pudiendo cumplir entonces, puntualmente con los pedidos. Poleas numerosas montadas sobre ruidosos rulemanes hacían girar correas que a su vez hacían mover pesados rodillos de hierro puro. Esta máquina de unos seis metros de altura, y de unos seis de largo por tres y medio de ancho, que perdía agua por mangueras y por no sé qué partes más, hacía llegar ríos correntosos hasta el cordón de la vereda, de modo que cuando estacionábamos el auto en la calle, antes de entrar, ya sabíamos si estaban o no produciendo ese absurdo papel abrasivo que con muy pocos metros nos regalaba rollos de gran diámetro. Parecía la escultura dinámica de homenaje a la revolución industrial ese armatoste del pleistoceno al que poco le faltaba para ser movido a vapor.
 Pero no teníamos salida diferente. Caímos a comprar en papelera San Martín, así se llamaba su emprendimiento mal que le pese al difunto Libertador de medio continente, en momentos en que resultaba difícil conseguir un papel normal, apropiado para el uso al cual estaba destinado; como pasaba recurrentemente en nuestro país, escaseaba una vez el azúcar, otra la harina, el aceite, y así. El fenómeno de la escasez había alcanzado nuestro rubro. Nos vimos obligados a sacar a la venta un papel de calidad inferior con un nombre fantasma cualquiera. El imprentero de Valentín Alsina, que fabricaba las etiquetas para nuestra marca, fabricaba a su antojo otras, las bautizaba con nombres variados para vender a quien fuese. El objeto de comprar ese papel ordinario era seguir trabajando como podíamos para de esa manera estar en condiciones de liquidar el sueldo de los pocos obreros que teníamos, que una vez abandonado el conventillo e instalados en el galpón de Caseros a media cuadra de Plaza Pineral, serían unos cuatro permanentes y   algún otro itinerante. 

              .....................................................................................................................


El galpón tenía un frente de unos ocho a nueve metros de ancho, una pequeña puerta de chapa, y una cortina de enrollar que liberaba una abertura por donde cargábamos o descargábamos el camión, que daban a la calle Sarmiento. En el contrafrente, otra pequeña puerta de chapa y otra cortina de enrollar daban a un playón de unos quince metros de largo, con piso de alisado de cemento, en cuyo fondo se alzaba la ex pequeña vivienda de los Villafañe elevada un escalón sobre el nivel del terreno y que completaba la propiedad. Pasó a ser nuestro dormitorio y oficina. Hubo que pintar todo eso con una blanqueada para desalojar los nauseabundos olores a carne y grasa rancia reconcentrados.
A ese pequeño, humilde departamentito con baño externo distante ocho metros y adosado al galpón ubicado a cincuenta de Plaza Pineral, en el modesto barrio residencial poblado de emprendedores y fabriquitas y talleres de todo tipo, Caseros, provincia de Buenos Aires, fueron a parar la cama de plaza y media y el fastuoso ropero con marquetería que habían pertenecido a Cornelio de Saavedra y  sus descendientes. Muebles rescatados de la mansión colonial de la familia antes que pasara a ser el museo en el parque que lleva su nombre al borde de la Avenida General Paz. Y el sillón, donde el Príncipe de Gales apoyo el trasero en su primer visita a la Argentina, cuando era sólo duque de Windsor y los Cucullu Saavedra fueron sus anfitriones en el teatro Opera que muchos años después vendieron a Clemente Lococo. Cosas de la familia de Julito.

Dicen que la Argentina es grande, pero el asunto es que está inserta en un mundo chico –qué chico es el mundo- y pasa que los príncipes apoyan a veces sus traseros en los mismos lugares en que lo hace la gente del montón. Gente del montón que fabrica papel higiénico, que no es poca cosa. Debimos haber firmado aquel sillón histórico y haberle clavado una  plaquita conmemorativa de bronce:
“En este sillón se sentaron los descendientes de Don Hernando Arias de Saavedra, “alias” Hernandarias, Don Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Junta de gobierno Patrio -el que dijo que “hacia falta tanta agua para apagar tanto fuego”, el Duque de Windsor devenido Príncipe de Gales, La Choni, La Mita,...Roberto, el del labio leporino que cantaba las canciones de Sandro…y así. Nosotros...”





De " Una historia de papel higiénico". ( Historias Verdaderas y Otros Cuentos) Título provisorio.











miércoles, 18 de diciembre de 2013

AQUÍ Y AHORA



Mindfulness o vivir el momento presente

  







Mindfulness o la práctica de la atención plena tiene su origen en la filosofía budista, pero carece de un componente religioso. Cuando nuestra mente está estresada o cuando nos perdemos en el pasado o en el futuro, nuestro cerebro queda entumecido y activamos la zona del prefrontal derecho, donde se albergan emociones que nos dañan. Sin embargo, cuando meditamos, comienzan a abrirse nuevos canales en nuestro prefrontal izquierdo, vivimos emociones más positivas y lo que es muy importante: contemplamos el problema pero también la solución. Así lo están demostrando universidades estadounidenses de prestigio como el MIT o Harvard, que llevan más de 30 años investigando y recomendando su práctica para tener una vida más plena. Por ello, como sostiene Thich Nhat Hanh, residir en el momento presente constituye el único camino verdadero para encontrar la paz en uno mismo y en el mundo.
La meditación cuesta mucho en Occidente. A pesar de sus beneficios, no se nos enseña y la cantidad de estímulos internos y externos nos dificulta enormemente nuestra capacidad para estar en el aquí y en el ahora. Se comprueba muy bien en nuestro día a día: en las reuniones con amigos o familia o cuando vamos paseando por la calle. Prestamos atención al móvil, a nuestros problemas muchos imaginarios o a mil y una cosas, pero descuidamos lo que nos está ocurriendo en el momento presente. De hecho, nuestra mente suele estar en cualquier lugar menos en el aquí y ahora, enfrascada en cualquier disputa. Pues bien, el objetivo del mindfulness es reconciliarnos con nosotros mismos y crear paz en cada aspecto de nuestra vida cotidiana. No es necesario hacer una profunda relajación, tumbados en el suelo o sentados. Se puede meditar caminando, sincronizando cada paso con la respiración o en un atasco de tráfico. Es una herramienta que se aprende y se practica para generar energía de plena conciencia. Ayuda a registrar lo que está ocurriendo aquí y ahora, y a estar en nuestro cuerpo en cada momento (sin juicio, sin carga emocional). Y el motivo ya lo hemos dicho: gran parte de las dolencias que padecemos tienen un origen emocional o de descontrol de nuestra mente, que crea mundos imaginarios casi siempre destructivos. Si estamos completamente establecidos en el presente, como nos invita  Thich Nhat Hanh, “no tenemos que correr tras caprichos como el poder, la fama u otros placeres. La paz es posible. La felicidad es posible. Y la práctica es lo suficientemente simple como para que cualquiera pueda ejercitarla”.
¿Cómo llevarlo a cabo? Algunas universidades ofrecen claves, pero todo comienza con prestar atención a nuestra respiración, observar qué está ocurriendo en mi mente sin elaborar juicios ni engancharme a los pensamientos. En la vida cotidiana, podemos incorporar prácticas encaminadas a desarrollar la atención consciente. Por ejemplo, cuando suena el móvil, esperar tres sonidos para centrarme y coger la llamada. No actuar con el automático. Simplemente, ser consciente. Al igual que con la comida. Antes de llevarnos un bocado a la boca, dedicar tiempo para ser consciente de ello y poder disfrutarlos. Cuando se hace así, los alimentos tienen un mayor sabor.
Como buena técnica, requiere de un hábito. Entrenar la mente para contemplar lo que nos rodea y no quedarse atrapada en futuribles, no deja de requerir tiempo, esfuerzo y un maestro, que nos asesore. 

Fórmula: 
La felicidad está en el momento presente si entrenamos nuestra mente para ser conscientes del aquí y el ahora.

Recetas:
  1. La mejor alternativa para aprender mindfulness, así como aprender a meditar, es contar con un buen maestro. En este momento, existen muchas escuelas de meditación en Occidente, por lo que conviene asegurarse de que la que eliges es eficaz.
  2. Comienza a tomar conciencia de la respiración. Dedica tiempo diariamente a poner atención a cómo respiras, cómo entra el aire, cómo desciendes… Lo más importante es la frecuencia, por lo que si solo puedes cinco minutos al día, es mejor que una hora cada dos semanas.
  3. Dedica al día un ejercicio de conciencia plena. Por ejemplo, a la hora de comer, presta atención a cada al alimento o si estás con una persona, pon toda la atención a él o a ella, sin irte en otro tipo de pensamientos.








Sobre Thich Nhat Hanh
Thich Nhat Hanh pertenece a la 42ª generación del linaje zen del maestro chino Lin-Chi, quien en el siglo IX fundó la escuela zen (Chan) en China.
Erudito y poeta, infatigable defensor de la paz, es actualmente una de las personalidades más reconocidas del budismo y de mayor arraigo en el mundo occidental. Este monje vietnamita fue llamado "el apóstol de la paz y la no violencia" por Martin Luther King Jr., quien lo propuso como candidato al Nobel de la Paz. La prensa ha considerado a Thich Nhat Hanh junto al Dalai Lama, Gandhi y Nehru como héroes asiáticos esenciales en la transmisión de la tradición espiritual oriental adaptada a un mundo moderno y a un Occidente fuertemente secularizado. Se trata de "uno de los faros del budismo zen".


Thich Nhat Hanh enseña que a través de la plena consciencia podemos aprender a vivir felices en el momento presente, en lugar de perdernos en el pasado o en las incertidumbres del futuro. Residir en el momento presente, de acuerdo con el maestro, constituye el único camino verdadero para encontrar la paz en uno mismo y en el mundo. A través de un buen número de obras que llevan su firma (manuales de iniciación a la meditación, comentarios a los sutras, poesía y relatos para niños), Thich Nhat Hanh difunde sus enseñanzas en Europa, los Estados Unidos y el Sudeste Asiático. 

Del blog Laboratorio de la Felicidad. Diario El País. España








martes, 17 de diciembre de 2013

EL BUENOS AIRES DE MAFALDA



Medio siglo, el mismo flequillo

Mercedes Cebrian 



En Buenos Aires se puede visitar una plaza que lleva su nombre, la casa de San Telmo donde vivió su autor, Quino, o un ultramarinos en Palermo que recuerda al de su amigo Manolito.
Y un museo que celebra su cumpleaños









La presencia de Mafalda en Buenos Aires se deja ver incluso bajo tierra: una tira cómica de 15 metros, versión alicatada, se puede leer en la confluencia de las estaciones de metro (aquí llamado subte) de Perú, de la Línea A, y de Catedral, de la Línea D. Arriba, en tierra firme, los visitantes le rinden homenaje en la plaza que lleva su nombre, situada en el barrio de Colegiales. Cada una de las siete secciones del parque que conforma la plaza está bautizada con carteles dedicados a Mafalda y sus compañeros de fatigas: Felipe, Susanita, Miguelito, Libertad, Manolito y Guille.
San Telmo, barrio ineludible para cualquier visitante, también cuenta con su ruta mafaldista. Comencemos asomándonos a la casa donde vivieron Quino y ella misma, según reza en la placa que aparece en la puerta del bloque de apartamentos cien por cien clase media de la calle de Chile, 371. Sobre la misma calle, en la esquina con Defensa, encontramos a Mafalda recreada a tamaño real y sentada en un banco. La foto junto a ella resulta obligatoria, así como el beso en su redondísima nariz, que se erosiona poco a poco debido a la devoción popular.
Las preguntas improcedentes que Mafalda les hacía a sus padres la llevaban a menudo en busca del ansiolítico Nervocalm: “Para mi papá, que al final no me contestó qué diablos es el erotismo”. Para comprar los calmantes, quizá acudía a la farmacia más antigua y bella de Buenos Aires, que se encuentra a cinco porteñas cuadras de su escultura. Se trata de la Farmacia de la Estrella (Defensa, 201; www.farmaciadelaestrella.com), abierta en 1834 y hoy patrimonio cultural de la ciudad, con sus estantes de nogal y sus frescos del techo –de título tan sugerente como El triunfo de la farmacopea– a cargo del italiano Carlos Barberis.
Y mientras tanto, a Manolito, hijo de españoles que regentan un almacén de ultramarinos, se le podría encontrar hoy trabajando en El Preferido de Palermo (Jorge Luis Borges, 2108; abierto de lunes a sábado, de12.00 a 0.30). Es un colmado de toda la vida con latas de conservas apiladas como adorno principal. La novedad es que ahora sirven comida reconfortante, como ricos platos de pasta con carne estofada. Probablemente, también se sirva sopa, pero eso Mafalda no querría ni oírlo. A su madre, cuando se la servía, la llamaba Raquel: “En momentos como estos, Mamá es tan solo un seudónimo”. Es una pena, porque se pierde el locro, uno de los guisos de cuchara más sabrosos de la poco conocida y exquisita cocina regional del país.Nosotros sí nos atrevemos a probarlo en Ña Serapia (avenida de Las Heras, 3357), la embajada de la cocina norteña argentina en el barrio de Palermo.

























Mafalda, la niña eternamente rebelde, celebra sus 50 años
En 2012 se corrió la voz de que Mafalda acababa de cumplir los 50. Quino, su papá, tuvo que intervenir: “El 50º cumpleaños de Mafalda se celebra en 2014, pues fue en 1964 cuando se publicó la primera tira de sus aventuras”. En Buenos Aires ya están ideando un montón de eventos en su honor. El epicentro de los homenajes será el MuHu, el flamante Museo del Humor de Puerto Madero.