Un museo con 86.000 millones de obras de arte
Manuel Ansede
Si pudiéramos abrir nuestro cráneo con una sierra
mecánica y extraer nuestro cerebro, tendríamos sobre la mesa un órgano de kilo
y medio y consistencia parecida al tofu. Si tomáramos con una pinza un solo
milímetro cúbico de nuestra corteza cerebral y lo observáramos al microscopio,
podríamos contar 27.000 neuronas y 1.000 millones de conexiones. Todo eso en un
solo milímetro cúbico de esa corteza exterior, en la que supuestamente se sitúa
nuestro pensamiento y nuestra imaginación.
Pero, además del cableado cerebral, también veríamos arte, según subraya en su laboratorio el neurocientífico Javier de Felipe, del Instituto Cajal (CSIC), en Madrid. “No solamente el cerebro humano es bello, sino que el cerebro de todas las especies contiene una belleza intrínseca que es alucinante, es como ir a un museo”, explica De Felipe, que este mes ha presentado en sociedad su libro El jardín de la Neurología. Sobre lo bello, el arte y el cerebro (editado por el BOE y el CSIC).
Pero, además del cableado cerebral, también veríamos arte, según subraya en su laboratorio el neurocientífico Javier de Felipe, del Instituto Cajal (CSIC), en Madrid. “No solamente el cerebro humano es bello, sino que el cerebro de todas las especies contiene una belleza intrínseca que es alucinante, es como ir a un museo”, explica De Felipe, que este mes ha presentado en sociedad su libro El jardín de la Neurología. Sobre lo bello, el arte y el cerebro (editado por el BOE y el CSIC).
El volumen, mayúsculo, repasa la vanguardia de la neurociencia actual. Un cerebro humano contiene 86.000 millones de neuronas, con billones de conexiones entre ellas. Es una máquina perfecta que se convierte en humilde a la hora de entenderse a sí misma. El cerebro humano todavía no comprende cómo funciona un cerebro humano, pero empieza a reconocer su propia belleza.
“El arte y la ciencia van de la mano. El
cerebro en sí mismo es tan bello que muchas veces, de forma metafórica, se
podría decir que el pintor pinta su interior”, proclama De Felipe, uno de los
directores del Proyecto Cerebro Humano, apoyado por la Comisión Europea
con 1.000 millones de euros en 10 años para estudiar el órgano del pensamiento.
El neurocientífico español compara extasiado el cielo del cuadro La noche
estrellada, la obra maestra de Vincent Van Gogh, con las placas que se observan
en el cerebro de los pacientes con alzhéimer.
La noche estrellada, de Vincent Van Gogh
El jardín de la Neurología combina imágenes al
microscopio de cerebros humanos con obras de arte, descubriendo escalofriantes
semejanzas con obras de maestros como Cézanne, Miró, Monet y Klimt. El libro,
de 540 páginas y gran formato, recupera también los dibujos pioneros de Santiago
Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906 por haber sido el primero en
ver el cerebro como todos lo vemos ahora: como un tejido compuesto por unidades
interconectadas, las neuronas. En una época de rudimentarias cámaras
fotográficas, el investigador español tuvo que esmerarse con sus pinceles para
explicar a sus colegas la revolución que percibía a través del microscopio.
Música hecha con neuronas
“Qué duda cabe, a la ciencia no van más que los
artistas… Yo comprendí que para adquirir nombre con los pinceles es preciso
convertir la mano en un instrumento de precisión. A mis aficiones artísticas de
niño —a las que mi padre se opuso intensamente— debo lo que soy ahora. Hasta la
fecha habré hecho más de 12.000 dibujos. Para un profano son dibujos extraños,
cuyos detalles se miden por milésimas de milímetro, pero que descubren mundos
misteriosos de la arquitectura del cerebro”, contó Ramón y Cajal* en una
entrevista en el año 1900.
El equipo de De Felipe intenta convertir esos detalles
invisibles de las neuronas en reglas matemáticas. Con microscopios de
precisión, las células del cerebro aparecen como tortuosos rosales, con
alargadas ramas plagadas de espinas distribuidas de forma aparentemente
caótica. Los neurocientíficos han transformado estas espinas en notas
musicales, en función de su localización, y han descubierto que la música de cada neurona es diferente. Las de las personas
con alzhéimer suenan de manera lenta, con menos notas. “Hemos descubierto
nuevos aspectos de la organización de las neuronas que de forma visual no se
pueden descubrir”, celebra De Felipe.
“El cerebro humano tiene 200.000 años y, sin embargo,
el arte aparece mucho más tarde; la música; muchísimo más tarde; la escritura,
hace nada más que unos 5.000 años. Por lo tanto, nuestros antepasados
prehistóricos no pudieron disfrutar nunca de la música, ni de la poesía, ni de
la escritura, puesto que no se habían inventado. Pero su cerebro era
exactamente el mismo”, se sorprende De Felipe. “Y esa es una de las grandes
preguntas de la neurociencia actual: todavía no sabemos por qué somos humanos”
*Ramón y Cajal es uno de los iconos de la Ciencia de todos los tiempos. En 1921 el director del instituto de Neurología de la Real Academia Holandesa de Ciencias y catedrático de Neuroanatomía comparada, Cornelius Ubbo Ariëns Kappers, lo definió como el “más grande neurólogo que ha existido y que probablemente existirá”.
Santiago Ramón y Cajal dedicaba la mayor parte de su tiempo libre a la lectura, la fotografía y el dibujo.
De pequeño le encantaba dibujar. Dibujaba en papeles, cuadernos, fachadas y tapias y representaba escenas realistas, paisajes, edificios. Obtenía los colores raspando la pintura de las paredes o poniendo a remojo papeles pintados.
Dibujo de neuronas, por Ramón y Cajal
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