¿Cuál es la
verdadera razón de que no podamos dejar Facebook?
Philip Seargeant
Facebook anunciaba
recientemente que ha superado los 2.000 millones de usuarios mensuales.
Esto convierte la suya en una “población” mayor que las de China, México y
Japón juntas. Su popularidad y, con ella, la influencia que tiene en la
sociedad, está fuera de duda. Pero para muchos, la experiencia de utilizarlo
fluctúa de hecho entre lo adictivo y lo irritante. Nuestra nueva
investigación muestra que esto se debe a algo muy sencillo, relacionado con los
demás y con lo que sentimos hacia ellos.
Para el presidente
de Facebook, Mark Zuckerburg, y sus colaboradores el espíritu del sitio está
claro. Aspira a “permitir que los usuarios establezcan comunidades y
acerquen el mundo”. Al ofrecer a los individuos la oportunidad de conectar con
amigos y compartir contenido significativo, su objetivo es el de fortalecer las
relaciones y los lazos comunitarios.
El hecho de que
esta sea una imagen muy idealizada de la sociedad no ha impedido que el sitio
prospere. Sin embargo, el examen de lo que los usuarios hacen realmente en esta
red, cómo se relacionan unos con otros y lo que piensan del comportamiento de
amigos y conocidos, muestra que la verdad es mucho más compleja.
Observadores
silenciosos
Estudiamos y entrevistamos selectivamente a una red de más de 100
usuarios de Facebook. Nuestras conclusiones muestran que seguimos accediendo a
la red social y nos mantenemos conectados a otras personas a través de ella a
pesar de que a menudo esas personas nos molesten o nos escandalicen. Pero en
lugar de enfrentarnos a ellas o romper la amistad, seguimos utilizando Facebook
para vigilarlas silenciosamente, y puede que hasta para disfrutar juzgándolas.
En otras palabras,
Facebook refleja la dinámica oculta en todas las relaciones humanas reales. Al
igual que en la vida corriente, las personas intentan abrirse y relacionarse y,
al mismo tiempo, solventar las fricciones cotidianas de la amistad.
Una de las cosas
más destacables que descubrimos en nuestra investigación fue el
elevado número de personas que afirmaban que a menudo se sentían escandalizadas
por lo que sus amigos colgaban. El tipo de cosas consideradas ofensivas variaba
desde las opiniones políticas extremistas o expresadas de manera radical
(racismo, homofobia, opiniones políticas partidistas) hasta compartir en exceso
las rutinas diarias o los actos de autopropaganda involuntaria.
Por ejemplo, una de
las participantes confesaba “pasarlo especialmente mal con los comentarios que
defienden las armas”:
"De verdad que desearía que las armas fuesen mucho menos
accesibles y estuviesen menos mitificadas en la cultura estadounidense. En todo
caso, no me parece que Facebook sea el lugar preferido para escuchar puntos de
vista opuestos, de modo que en general no hago caso a los comentarios de esa
naturaleza".
En el otro extremo
del espectro estaba esta otra entrevistada:
"Le escribí a
una amiga que mi niña de dos años ya contaba hasta 40 y se sabía el alfabeto en
tres idiomas. Esto hizo que un contacto de Facebook escribiese de manera pasiva
agresiva en su muro sobre los padres extremadamente competentes que se pasan
todo el tiempo presumiendo de sus hijos. Me dieron ganas de quitarla de la
lista de amigos después de ese incidente".
¿Por qué soportamos
esto?
La razón de que
estas reacciones fuesen tan frecuentes estaba en diversos factores específicos
del tipo de tecnología de las comunicaciones que Facebook representa. En primer
lugar, la diversidad específica que existe entre las redes digitales
de las personas. Es decir, la diversidad creada por personas de diferentes
partes de la vida de cada uno agrupadas en un mismo espacio.
En Facebook uno
escribe un mensaje sin saber exactamente quién va a leerlo, pero a sabiendas de
que seguramente entre la audiencia habrá personas de diversas partes de la vida
de uno que tienen valores y creencias diferentes. En las conversaciones cara a
cara es probable que cada uno hable con el suegro, los compañeros de trabajo o
los amigos del colegio en contextos separados, usando diferentes estilos de
comunicación. En cambio, en Facebook, todos verán el mismo lado de cada uno,
además de poder ver las opiniones de las personas con las que se relaciona.
Esto significa que se entablan conversaciones personales de un modo
mucho más público que antes, y que los valores posiblemente diferentes de estos
amigos diversos pueden entrar muy fácilmente en conflicto. Pero la naturaleza
de los lazos que pueden establecerse en Facebook hace que a menudo los usuarios
sean incapaces de desligarse de aquellos a los que consideran molestos u
ofensivos de este modo.
Por ejemplo, si un
compañero de trabajo o un familiar nos molesta, es probable que por razones de
deber o responsabilidad familiar no queramos quitarlos de la lista de
amigos. En vez de eso, los usuarios suelen hacer cambios discretos en los
ajustes de la red para evitar que las opiniones que consideran ofensivas
aparezcan en su canal, sin provocar muestras externas de conflicto con otras
personas.
Como explicaba un
entrevistado:
"Recuerdo que
retiré de la lista de amigos a una persona (amiga de un amigo) porque no hacía
más que colgar sus opiniones políticas, que son completamente opuestas a las
mías. Me frustraba, porque no la conocía lo suficiente como para 'picar' y
responder a sus comentarios, y porque además no quería manifestarlo en un foro
público".
Sin embargo,
ninguno de los participantes en el estudio declaró haber reducido el uso de
Facebook debido a la frecuente indignación que experimentaban al usarlo. Por el
contrario, podemos conjeturar, es esta oportunidad de criticar ligeramente el
comportamiento de nuestros conocidos lo que nos atrae del sitio.
Similar a la
experiencia de “ver para odiar” programas de televisión que no nos gustan
porque disfrutamos burlándonos de ellos, esta puede considerarse una ligera
forma de “leer para odiar”. Entrar en Facebook puede darnos la oportunidad de
indignarnos (o quizá solo picarnos un poco) ante las opiniones desinformadas y
el comportamiento idiosincrásico de otros. Y eso proporciona una sorprendente
cantidad de placer.
El País. Tecnología.
El País. Tecnología.
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