La muerte de Jesús: un hecho sobre el que no sabemos casi nada
Guillermo Altares
La muerte de Jesús en la cruz, que se conmemora en Semana Santa, es uno de los acontecimientos más importantes de la historia. Sin embargo apenas sabemos nada sobre él. Casi ningún investigador niega que el fundador del cristianismo fuese un personaje histórico, crucificado por Roma en Jerusalén. El resto se mueve en un enorme espacio en el que confluyen la fe, la historia y el misterio. Cada nuevo hallazgo arqueológico relacionado con ese momento es analizado a fondo. El descubrimiento en una tumba de aquella época del cadáver de un reo crucificado, que recibió sepultura en vez de dejar que se pudriese a la vista de todos como solía ser habitual, hace plausible el entierro de Jesús. Una inscripción hallada en Caesarea Maritima confirma la existencia de Poncio Pilatos como gobernador romano en época de Tiberio. Pero el relato bíblico sigue muy alejado de cualquier confirmación histórica. Como escribió el periodista Juan Arias, uno de los grandes conocedores de la figura de Cristo, autor del libro Jesús. Ese gran desconocido, "aún no sabemos quiénes, ni por qué mataron a Jesús".
Una de las pocas certezas que
comparten los historiadores es que la muerte de Jesús tuvo lugar durante la
Pascua judía (Pésaj), en la que se conmemora la liberación de la esclavitud en
Egipto y que es una de las fiestas más importantes del calendario hebreo. Como
la Semana Santa cristiana, Pésaj depende de las fases lunares y el
equinoccio de primavera. "Existe una conexión muy sólida entre la Pascua
judía y la pasión", asegura Carl Savage, profesor de arqueología bíblica
en la Universidad de Drew (Estados Unidos) y que ha trabajado en diferentes
yacimientos como Bethsaida, en Galilea. "Es muy plausible que ocurriese
durante ese periodo, aunque incluso los propios Evangelios aportan calendarios
ligeramente diferentes sobre los acontecimientos de la última semana de vida de
Jesús", prosigue.
¿Cuándo murió?
Preguntado sobre las certezas
históricas que rodean la muerte de Jesús, Douglas Boin, investigador de la
Universidad de Saint Louis (Estados Unidos), que acaba de publicar un estudio
sobre los cristianos bajo el imperio romano, "Coming Out Christian in the
Roman World: How the Followers of Jesus Made a Place in Caesar's Empire",
responde: "No muchas. Jesús fue ejecutado en la provincia romana de Judea
por el prefecto de la provincia, Poncio Pilatos. Eso es todo. Incluso la fecha,
probablemente en torno al 28 después de Cristo, es una suposición
informada". Muchos investigadores barajan la fecha del 14 de Nisán, esto
es, el viernes 3 de abril. Pero ni siquiera los Evangelios se ponen de acuerdo:
Marcos, Lucas y Mateo hablan de un día y Juan de otro. En su libro sobre Jesús,
el papa Benedicto XVI apoya la tesis de Juan, lo que adelantaría un día la
condena y la muerte.
Entrada de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.
Son las
fuentes no cristianas, sobre todo Tácito, las que permiten establecer un
calendario más o menos preciso. El historiador romano habla de la muerte en la
cruz de una persona a la que su gente llamaba Mesías bajo el reinado de Tiberio
por el gobernador Poncio Pilatos. "Estas fechas son especialmente útiles
para los historiadores", explica Savage. "El emperador Tiberio
gobernó Roma entre el 14 y 37 después de Cristo, sabemos que Jesús nació entre
el 7 y 4 antes de nuestra era al final del reinado de Herodes. Sabiendo que
vivió unos 30 años, podemos fechar su muerte entre el 26 y el 28". Flavio
Josefo también habla de la condena de Cristo a la cruz por Pilatos, pero la
autenticidad del pasaje, conocido como testimonium Flavianum, ha sido puesta en
duda por numerosos eruditos. Como explica la historiadora Mireille Hadas-Lebel
en su biografía Flavio Josefo, algunos estudiosos creen que todo el pasaje
es falso, mientras que otros opinan que "algún piadoso lector cristiano de
principios del siglo IV" agregó algunas frases.
"Aquellos que hemos sido
educados en la tradición católica imaginamos el recorrido a través de
Jerusalén, el enfrentamiento con los líderes judíos, las palabras pronunciadas
en la cruz", prosigue Boin. "Muchos de estos detalles provienen del
relato de los autores de los Evangelios, que se guían por agendas teológicas.
Como historiador los considero importantes, pero deben ser analizados con
cautela". El huerto de Getsemaní, la traición de Judas, la última cena, la
negación de Pedro, Poncio Pilatos dando a elegir entre Barrabás y Jesús o
lavándose las manos: ninguno de estos episodios están confirmados y, en el caso
de los dos últimos, son una clara manipulación a juicio de la mayoría de los
investigadores.
"La respuesta corta es que
no sabemos nada más allá de lo que cuentan los Evangelios y algunas otras
referencias", explica Carl Savage. "Sin embargo, sí sabemos algunas
cosas que hacen plausibles por lo menos algunas partes del relato bíblico. Por
ejemplo, fue encontrado un hueso de talón con un clavo en una tumba del área de
Jerusalén. Eso nos permite confirmar que la crucifixión era practicada como
forma de ejecución en Judea en la época de Jesús. También que la forma de
enterramiento descrita en los Evangelios coincide con evidencias históricas.
Por lo tanto, estas evidencias nos permiten pensar en la muerte de Jesús como
un evento real y no como una construcción teológica".
¿Por qué? ¿Quién?
Sin embargo, la clave no está en
cómo fue ejecutado, sino en el por qué y por quién. Los Evangelios acusan a los
judíos, una afirmación que ha propiciado 2.000 años de antisemitismo, una de
las más violentas, trágicas y perdurables lacras de la historia de la
humanidad. Como recuerda Juan Arias, "fue el papa Juan XXIII quien en 1959
mandó quitar de la oración de Viernes Santo la expresión 'pérfidos judíos' y la
de 'obcecación de aquel pueblo' que se negaba a reconocer la divinidad de
Jesús".
Reza Aslan argumenta en El
Zelote, una biografía de Jesús que se convirtió en 2014 en una éxito
internacional, que los Evangelistas exculparon a los romanos porque "Roma
se había convertido en el principal público del evangelismo cristiano".
Paul Winter (1904-1969) escribe por su parte en su clásico "Sobre el
proceso a Jesús" que "el tribunal judío tenía autoridad para dictar y
aplicar penas capitales, pero que, a pesar de ello, a Jesús no le condenó a
muerte el Sanedrín".
Para Douglas Boin, "los
testimonios bíblicos que acusan a los judíos son una distracción que trata de
lanzar a los historiadores por el camino equivocado". De nuevo existe un
consenso entre los investigadores: si Jesús fue condenado a la cruz, tuvo que
ser por los delitos que provocaban un método de ejecución tan extremo:
sedición, desafío al poder de Roma, insurrección contra el Estado. Y un
gobernante romano como Poncio Pilatos no dudaría un instante en aplicar ese
castigo. El hecho de que, según alguno de los Evangelios, fuese ejecutado junto
ladrones, "podemos hablar también de rebeldes" precisa Savage, no
hace más que confirmar esta tesis. Simon Sebag Montefiore escribe en su
monumental historia de la ciudad de las tres religiones, Jerusalén. Una
biografía: "Los Evangelios, escritos o enmendados después de la
destrucción del Templo en 70, acusan a los judíos y absuelven a los romanos,
deseosos de mostrar su lealtad al imperio. Sin embargo, los cargos contra Jesús
y el castigo en sí cuentan su propia historia: fue una operación romana".
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