El arte Urbano en Buenos Aires
El muralismo mexicano dejó una fuerte huella en Argentina pero, debido al clima político opresivo del momento en el que sus artistas llegaron al país, no lograron dejar en suelo porteño sus característicos murales de grandes dimensiones.Frente a la imposibilidad de dejar en suelo argentino sus conocidos murales en el espacio público, el artista David Alfaro Siqueiros se sirvió del stencil para plasmar sus opiniones sobre la política del momento. Con dicha intervención, potenció la expresión en el espacio público con un método eficiente, expresando sus ideas sobre la dictadura que asolaba el país en el momento.
Artistas locales, como Anotonio Berni, se sintieron
fuertemente atraídos por el movimiento mexicano y respondieron desarrollando,
tal es el caso de Berni, murales móviles que llevaba consigo en manifestaciones
públicas.A lo largo de los años, los argentinos se han enfrentado a vaivenes
democráticos, dictaduras militares y crisis financieras que han nutrido el
deseo de expresión de su ciudadanía. Uno de los resultantes de las diversas
represiones de derechos contribuyó a la apreciación del derecho de libertad. Aún
en medio de regímenes militares se sucedieron protestas, demostraciones de
militancia e intervenciones en el espacio público. De esta forma, Argentina
comenzó a desarrollar un lenguaje visual propio de protesta y resistencia, y la
calle se volvió el canal lógico para este tipo de demostraciones.
Las calles argentinas estuvieron cubiertas de posters,
stencils, graffiti y escritos de todo tipo desde que los argentinos tienen
memoria. Las pintadas políticas y el arte activista han sido clave en las
calles argentinas, a lo largo del siglo pasado. Los únicos momentos en los
cuales las paredes permanecieron blancas y vacías ocurrieron durante la
supresión del derecho de expresión. Comprender esta larga tradición de
expresión y uso del espacio público, es clave para observar el comportamiento
de las paredes de Buenos Aires.
La técnica del stencil tiene casi 100 años de vida como herramienta de
militancia y expresión. Su uso dio un salto hacia las calles tras la crisis
económica del 2001 re-significando el poder que esta herramienta tiene para los
argentinos.
Tras la crisis económica, las calles estaban cubiertas por
propaganda y negatividad. Fue en ese momento que colectivos de arte como DOMA
& FASE intentaron inyectar optimismo al espacio público, creando obras
callejeras que rompieron la monotonía instaurada por los escritos políticos.
Eligieron lugares sucios y abandonados de la ciudad para pintar sus personajes
coloridos a gran escala y así sus simples y vibrantes imágenes creaban un
contraste único con los alrededores de una ciudad post crisis. Fue sin dudas un
concepto audaz que ayudó a redefinir la relación con el espacio público. Sin
embargo, esta idea pudo haber sido pasada por alto por cualquiera que ignore el
contexto en el cual estos artistas trabajaban y, de esta forma, no poder ver
más allá de los personajes en las paredes.
Uno de los aspectos más impactantes de la escena de arte
local es la escala y complejidad de sus piezas urbanas: edificios cubiertos por
trazos abstractos que en colores vibrantes contrastan al lado de edificios
residenciales. Algunas obras son pintadas con permiso y otras no. Los
visitantes de Buenos Aires luchan por comprender cómo obras semejantes pueden
ser pintadas sin demasiada planificación y sin meterse en problemas con las
autoridades locales. Estas preguntas son válidas, pero para comprender la
tolerancia generalizada respecto a estas obras, es necesario indagar en la
historia particular de la ciudad.
De Graffitimundo
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