“Nunca ha habido una época en la que el futuro sea tan incierto como ahora”
Jacinto Antón
Richard J.
Evans, autor del monumental La lucha por el poder, Europa 1815-1914(Crítica) habla del siglo XIX pero no se puede tener delante a uno de los más
prestigiosos historiadores del mundo (famoso profesor de la Universidad de
Cambridge, incluso ha aparecido como personaje en el filme de Hollywood Negación, con Rachel Weisz) y
no preguntarle por las inquietudes de nuestro tan convulso tiempo.
“El famoso dicho chino ‘Ojalá vivas tiempos interesantes’ suena hoy casi a maldición”, señala Evans (Woodford, Reino Unido, 1947). “Desde luego para el historiador tiempos aburridos no son. Nunca ha habido una época en la que el futuro haya sido tan incierto como ahora. ¿Trump? Es como una estrella de reality que hace un espectáculo retórico. Aunque está empezando a descubrir que no puedes gobernar el mundo con un tuit. Afortunadamente, la Constitución estadounidense pone unos límites a su acción. Y en última instancia, la economía manda”.
“El famoso dicho chino ‘Ojalá vivas tiempos interesantes’ suena hoy casi a maldición”, señala Evans (Woodford, Reino Unido, 1947). “Desde luego para el historiador tiempos aburridos no son. Nunca ha habido una época en la que el futuro haya sido tan incierto como ahora. ¿Trump? Es como una estrella de reality que hace un espectáculo retórico. Aunque está empezando a descubrir que no puedes gobernar el mundo con un tuit. Afortunadamente, la Constitución estadounidense pone unos límites a su acción. Y en última instancia, la economía manda”.
El historiador no
duda tampoco en dar una opinión sobre el proceso soberanista catalán, en un día
tan señalado: “La globalización ha ido muy deprisa desde la caída del comunismo
y ha llevado a los ciudadanos a una sensación de lejanía del proceso de toma de
decisiones, y a un sentimiento de indefensión. Eso ha conducido a
insatisfacción y revueltas generalizadas y a un auge del regionalismo en
zonas como Escocia y Cataluña, pero también, en mayor escala en
Reino Unido, con el Brexit”.
El volumen que trae bajo el brazo Evans, de un millar de páginas, es un apasionante recorrido por la historia mundial desde el final de las guerras napoleónicas hasta los albores de la Primera Guerra Mundial. En ese fascinante viaje aparecen junto a los grandes hechos y personajes y datos como que el 80% del transporte marino lo realizaban barcos ingleses o que Europa añadió entre 1878 y 1914 ¡23 millones de kilómetros cuadrados! al territorio que controlaba, Hansel y Gretel, los inicios del esquí, las batallas de Adua y Omdurmán, la caza del zorro, Sven Hedin, el primer europeo que vio a un gorila vivo (Paul du Chaillu, que inspiró a Edgar Rice Burroughs Tarzán de los monos), o el gran Belzoni, el ex gigante de circo depredador de las antigüedades faraónicas. Y es que Evans pone la lupa sobre esos cien años para tratar de abordar de una manera gozosamente enciclopédica el periodo entero desde lo grande a lo pequeño.
El volumen que trae bajo el brazo Evans, de un millar de páginas, es un apasionante recorrido por la historia mundial desde el final de las guerras napoleónicas hasta los albores de la Primera Guerra Mundial. En ese fascinante viaje aparecen junto a los grandes hechos y personajes y datos como que el 80% del transporte marino lo realizaban barcos ingleses o que Europa añadió entre 1878 y 1914 ¡23 millones de kilómetros cuadrados! al territorio que controlaba, Hansel y Gretel, los inicios del esquí, las batallas de Adua y Omdurmán, la caza del zorro, Sven Hedin, el primer europeo que vio a un gorila vivo (Paul du Chaillu, que inspiró a Edgar Rice Burroughs Tarzán de los monos), o el gran Belzoni, el ex gigante de circo depredador de las antigüedades faraónicas. Y es que Evans pone la lupa sobre esos cien años para tratar de abordar de una manera gozosamente enciclopédica el periodo entero desde lo grande a lo pequeño.
¿Cómo navegar un
libro así? El historiador proporciona unas instrucciones de uso: “Hay unos
capítulos, cuatro, de política, otros dos de economía y sociedad, y otros
tantos de cultura y creencias. El enfoque común a todos es el cambio. Se
produjeron cambios muy rápidos y dramáticos en todos los aspectos de la vida en
ese tiempo. Intento unirlo todo también bajo una idea que es la lucha por el
poder, algo que distingue el XIX del XVIII, en el que las clases dominantes
buscaban la gloria. Este de 1815 a 1914 es un mundo menos dominado por las
élites en el que todo el mundo lucha por el control de sus propias vidas,
incluso los campesinos. Todos buscan el poder de controlar el propio destino”.
Otra idea que
proporciona unidad a la mirada de Evans es
que esos cien años son el siglo en que “Europa domina el mundo como nunca antes
y nunca después”. El estudioso abre su historia por todo lo alto,
piro- técnicamente, con la tremenda erupción del volcán indonesio Tambora en
abril de 1815: las cosas empezaban mal. “La nube de polvo que creó provocó
maravillosos crepúsculos que emocionaron a Lord Byron pero también la pérdida
de las cosechas y hambrunas generalizadas que se sumaron a la depresión
postnapoleónica, cuyas guerras habían costado cinco millones de muertos,
equivalentes proporcionalmente (en comparación con el número de habitantes) a
los de la Primera Guerra Mundial. Murió uno de cada cinco franceses y
los ejércitos de Napoleón perdieron más de un millón y medio de hombres”.
Sin embargo, la época que comenzaba en 1815 iba a estar caracterizada
por avances en la emancipación de la mujer, el inicio de la conciencia
ecológica, y paz. “Así es, es una centuria de paz, más o menos. Hubo guerras
pero cortas y específicas. No se convirtieron en conflictos globales, y
acabaron en tratados. El sistema de regulación por congresos, empezando por el
de Viena, y conferencias funcionó. Esa regulación es algo que debemos recordar
del XIX. Cuando se desmoronó llegó el desastre, la Primera Guerra Mundial”.
¿Por qué fue a peor
el siglo? Evans explica que un imperialismo más duro y las
nuevas ideas de darwinismo social y el racismo sustituyeron a las ideas de que
todos los hombres y sociedades, independientemente de su color y su desarrollo,
podían prosperar por la conversión y el progreso. Eso se acabó, como dio prueba
el exterminio de los herederos de la actual Namibia por las tropas alemanas, en
el que participó gente que luego se incorporaría al III Reich y cuando se
prefiguraron las Leyes de Núremberg con la idea de deshonra racial. “Una vez que
empiezas a creer que los otros no son humanos se abre el camino al genocidio.
Eso ocurre al final de mi siglo, y preludia las grandes masacres que llegarían
después”.
Evans muestra
también las guerras balcánicas como un avance de lo que vendría: matanzas de
civiles, uso de la aviación, incluso uniformes caqui y alambradas. Vista la
relativa bondad de su siglo, ¿deberíamos saltarnos el XX y pasar del XIX al
XXI? “¡No, no!, el XX no ha sido un siglo oscuro, su segunda mitad fue mucho
más pacífica que la primera y se mejoraron extraordinariamente los estándares
de vida”.
Gran historiador del III Reich, Evans cree que nuestra perspectiva del
fenómeno va cambiando con nuevos materiales como los diarios de Goebbels y
Rosenberg o la documentación de Himmler. De Hitler sostiene que su
antisemitismo fue fruto de una “fantasía paranoide” como reacción a la pérdida
de la guerra. Lo que nos lleva a Negación, película que considera muy buena
aunque opina que John Sessions debería haber perdido peso antes de encarnarle a
él. “No es la primera vez que alguien hace de mí en la pantalla”, explica en un
pequeño arrebato de vanidad que hace juego con su imposible corbata. “Una vez
me interpretó un señor mayor con barba blanca que debía ser el concepto del
director de un historiador de Cambridge. Y otra, mucho mejor, Michael Kitchen
en un docudrama (Holocaust on Trial, 2000). Me lo encontré luego en una
cafetería y le dije ‘hiciste de mí’, ‘espero que le gustara’, contestó. Le
apunté que hacía de mí mejor que yo mismo, pero que, claro, yo no tenía la posibilidad
de repetir escenas”.
*Richard J. Evans publica el monumental libro 'La lucha por el poder, Europa 1815-1914'
De El País. España
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