Anecdotario secreto de Salvador Dalí
Angeles García
Descubrir a estas alturas algo nuevo o poco conocido sobre Salvador Dalí, puede sonar a ciencia ficción. Son decenas y decenas los libros publicados sobre el artista en todo el mundo y él fue el primero en hablar profusamente de sí mismo en sus abundantes escritos. Solo su gente más próxima puede tener todavía algo nuevo que contar.
El pintor Antonio Pitxot (Figueras, 1934), alumno, amigo y confidente del artista, inseparable durante las dos últimas décadas de vida de Dalí, puede que sea el único que aún puede aportar novedades sobre el artista. Las anécdotas que guarda en sus recuerdos son muchas y gran parte de ellas las había comentado hace años con el historiador y crítico Fernando Huici March en los numerosos encuentros que ambos han mantenido desde 1983. Azuzados por Luis Marquina, sobrino de Pitxot, ambos decidieron ponerse las pilas y dejar constancia de esas vivencias en un libro-entrevista titulado Sobre Dalí que publica Planeta estos días.
Estas son algunas de las anécdotas menos conocidas incluidas en el libro.
El padre de
Dalí
El viejo Dalí era muy apasionado. Era
un hombre vehemente, corpulento e intolerante. Presencié un día una bronca
terrible que echó a una pareja de la que después, yo me hice muy amigo. Él se
había comprado una Montesa y llevaba a su novia en la moto. Venían de la playa.
Iban en traje de baño porque venían de bañarse. Salió Dalí padre de su casa.
Los paró y les echó una reprimenda como si fuera Savonarola: qué desvergüenza,
qué falta de pudor…Tremendo.
Los cisnes
Dalí tenía cisnes en Port Lligat que
nadaban por la pequeña bahía. Me dijo que lo había hecho inspirado por los que
habitaban en nuestra casa de El Sortell. Pero como no podía dejar las cosas en
su estado normal, a los suyos les ponía una caperuza sobre la cabeza con una
vela. De noche hacía que les prendiesen la vela y los soltasen por la bahía, y
los cisnes nadaban con la vela encendida hasta que se hartaban, metían la
cabeza en el agua y se acababa el espectáculo. Tenía tal amor por sus
cisnes que los hacía disecar cuando moría.
La maldad de
Gala
Ana María (hermana de Dalí) contaba
escenas chocantes sobre lo mala que era Gala ya desde su primera aparición en
Cadaqués con Paul Éluard, su marido, quien había tenido tuberculosis y de
pronto se ahogaba. Cuando ocurría, Gala tenía unas inyecciones con las que se
recuperaba. Durante una excursión en el cabo de Creus el poeta tuvo una crisis.
Ana María corría y aullaba buscando a Gala. En un recoveco entre las rocas encontró a su hermano tendido en el suelo y a Gala haciéndole 'trabajos especiales'. Después de esto, Éluard se marchó a Barcelona y Gala y Dalí viajaron a Málaga y Torremolinos, donde Gala hizo el primer top less de la historia de España. Era 1929.
Ana María corría y aullaba buscando a Gala. En un recoveco entre las rocas encontró a su hermano tendido en el suelo y a Gala haciéndole 'trabajos especiales'. Después de esto, Éluard se marchó a Barcelona y Gala y Dalí viajaron a Málaga y Torremolinos, donde Gala hizo el primer top less de la historia de España. Era 1929.
Los dos hermanos eran muy aprensivos.
No solo hipocondríacos. Veían peligros en todas partes. Con terrores
increíbles. Ibas con Dalí por la calle, y si venía un perro, pasaba al otro
lado, y te ponía a ti de escudo. Era auténtico porque te decía “si muerde, que
te muerda a ti”.
Sin
ideología
Dalí decía “yo pago lo que haga falta
para que no me den la lata”. Quería que le protegiera de las maldades del
mundo. De ahí viene su respeto y fascinación por la autoridad, por todo lo que
era autoritario. no tenía ideología, no era una persona que tuviera opinión de
cómo había que gestionar un país. Era exclusivamente daliniano. No tenía la más
pequeña convicción de nada. Si había obstáculos para ejecutar sus ideas, era
capaz de saltar por encima de ellos, como hicimos más de una vez en el museo.
Exageraciones
Además de formarme como pintor quería
que me adentrase en los secretos de su propio mundo. Me decía, “Sobre todo no
olvides que las exageraciones siempre son pocas en arte. Hasta cuando hables en
público o hagas algún comentario, las exageraciones son siempre
imprescindibles. Otra cosa de la que me advertía era de aprovechar los
accidentes. “El accidente es sagrado. no lo olvides nunca. Una cosa accidental
no la dejes escapar. Obsérvala, analízala, utilízala y aprende de ella”.
Arrabal
Dalí y Arrabal se
conocían de París. Un día apareció por el museo y no le quiso ver. “Enséñale tú
el museo y le dices textualmente que no lo quiero recibir por lo mal que se
portó la Valleé des Cèvres”. Era una especie de prostíbulo de las afueras de
París donde se hacían bacanales y donde, según Dalí solo veías culos que se
agachaban y levantaban y donde fornicaba todo el mundo, cada uno a su ritmo.
Parece que Arrabal involucró en las historias que había contado a
personalidades relevantes de la sociedad parisina, alguna indiscreción que
podía haber tenido repercusiones. En todo caso, cuando murió Dalí, Arrabal me
puso un telegrama en el que decía: “Sé que eres seguramente la única persona
que lo siente”.
Sabía todo sobre Velázquez, Vermeer
o Rafael.
En la Academia de Bellas Artes de San Fernando lo expulsaron precisamente por
culpa de Rafael. “Cogí la bola con el tema que me tocaba y leí: Rafael, pintor
del Renacimiento”, y me entró un nerviosismo, como una especie de salto al corazón
y les dije: “Miren, yo sé mucho más de Rafael que todos ustedes juntos, por lo
tanto, me niego a contestar”. El tribunal le respondió. “Bueno, pues entonces,
vuelva usted otro año, porque este ya está suspendido y, además expulsado”.
Siempre decía: “Imagínate, preguntarme a mí por Rafael….”
Magritte
Dalí lo quería mucho. Contaba que te
recibía en su casa y decía: “Hoy es día de familia”. Y ese día se paseaba por
casa sin pantalones ni calzoncillos. Y si alguien llamaba a la casa les
advertía. “Lo siento, pero estoy en familia". Si insistían en entrar,
abría del todo, diciéndoles que ya les había advertido, y se encontraban con
todo el espectáculo. Creo que lo hacía sin ninguna clase de sensacionalismo,
solo porque a él le gustaba pasear con el culo al aire por su casa.
Duchamp
Duchamp era
un habitual de Port Lligat. Me lo había presentado más de treinta veces, pero
no se había fijado en mí. Estaba a sus cosas y jugaba al ajedrez con Lluís
Marsans. Dalí se preguntó por lo que hacía y por la pintura. Duchamp, con cara
de palo, le respondió. “Yo, ya sabes, la pintura…está ya muy lejos. Estoy ahora
en otro universo”. Mientras hablaba, se toqueteaba un granito que le había
salido en la cara. Pero Dalí insistía en preguntarle sobre lo que hacía. “Nada.
Juego al ajedrez, muy ocupado con el ajedrez”. Entonces Dalí, solo por
incordiar le preguntó. “Y cuando juegas al ajedrez, ¿ganas o pierdes”. Duchamp,
colérico, pegó un tirón y se arrancó el grano
Leí en alguna parte que cuando le preguntaron a Dalí las razones de su éxito, respondió: "Ofrecer buena miel a la mosca apropiada en el momento y el lugar oportunos"…¿ Será cierto? R.S.
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