(ANTI) EPITAFIO
Ana Tapia
Pobre siglo veinte
que ha visto morir tantas culturas
que ya nadie recuerda.
Yo nací en el siglo veinte. Eso me gusta.
Es como haber estado en los postres
de una última fiesta.
La fiesta del olvido de los hombres
y las lenguas
la finalización de una batalla
sin principio.
El siglo de la voz de las mujeres.
La muerte de bastantes tradiciones.
Pobre siglo veinte
vapuleado por nuestra tristeza.
Yo nací en él. Nací en él.
Y le he sobrevivido.
Imagen: Sergio Albiac
Me gusta pensar que el mundo de la creación no tiene nada que ver con el mundo de la industria editorial. Que la inspiración huye de las oficinas. Y sin embargo, el escritor mismo contiene dentro de sí estos dos mundos, como parte necesaria de su carrera, y ambos los tiene que afrontar haciendo uso de ciertas cualidades comunes. Todas acaban en "on", y juntas forman un peligroso ripio: tesón, ilusión, tolerancia a la frustración.... Es un ripio necesario, sin duda. Puede que las musas no se paseen por las oficinas o por los despachos de los editores, pero nosotros sí, nosotros, como criaturas que rebosan ideas, que al final acabaremos vendiendo como lo haría cualquier comercial. Nadie puede (ni debe) permanecer ajeno a este desdoblamiento. No es hora de refugiarse en la ingenuidad, sino de seguir creyendo, desde la sabiduría, de continuar la minúscula guerra zen que nos hemos montado en un campo de batalla invisible, que sólo nosotros acertamos a ver. Ana Tapia
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