El secreto de Hitler era el odio
Laurence Rees analiza en su nuevo libro el “oscuro carisma” del líder nazi
Hitler cultivaba su carisma y cuidaba su imagen al detalle. En la foto, durante un mitin a finales de los años treinta.
Creemos saberlo prácticamente todo de Adolf
Hitler, pero quedan secretos irreductibles de su personalidad y su liderazgo.
Para el célebre historiador y documentalista británico Laurence Rees (Ayr,
Escocia, 1957), ninguno tal como logró arrastrar tras de sí, en
la terrible espiral de la guerra y el genocidio, a millones de alemanes. A
tratar de dilucidar eso y a explicar las claves de la fatal atracción del líder
nazi, el autor de Auschwitz, El holocausto asiático, Una guerra de
exterminio y A
puerta cerrada, ha
dedicado su nuevo libro, El oscuro carisma de Hitler. Rees destaca
en los rasgos de Hitler "su ilimitada capacidad de odio". Y advierte:
"El poder del odio está infravalorado. Es más fácil unir a la gente
alrededor del odio que en torno a cualquier creencia positiva".
Como
persona, señala Rees, Hitler era bastante lamentable. Un tipo psíquicamente
“muy dañado”, incapaz de amistades y afectos verdaderos, bañado en odio y
prejuicios. “Solitario y con una visión de la vida como lucha y de los seres
humanos como animales". Pero tenía carisma. "Solemos creer que el
carisma es un valor positivo, pero lo pueden poseer personas
despreciables", reflexiona. Rees "Lo más importante que hay que
entender del carisma de Hitler es que dependía de la gente. El carisma no
existe sin conexión. No se puede ser carismático en una isla desierta. Buena
parte lo pone el otro". Vaya, como el amor. "Sí, la idea es que
cuando sentimos una conexión especial con alguien creemos que depende de ese
alguien pero en realidad depende en parte de nosotros. El carisma de Hitler
procedía tanto de la gente que lo seguía como de él. Por eso ahora no lo
percibimos en fotografías o películas. No nos habla a nosotros. No somos de su
tiempo. Lo que ha cambiado no es él, sino la percepción que tenemos de él".Rees explica cómo entre los propios alemanes fue cambiando la influencia
del carisma de Hitler. "Personas que lo veían como un personaje ridículo o
perturbado en 1928 pasaron a considerarlo un salvador en 1933". Siempre
hubo, sin embargo, gente inmune a su carisma. Philipp Von Boeselager, que se
conjuró para matarlo, lo encontraba indigno y decía que era repugnante verlo
comer: un patán. "Bueno, pero hay que recordar que para muchos alemanes
los políticos educados eran los que les habían llevado al Tratado de Versalles
y al desastre: tiempos no convencionales requerían líderes no
convencionales".Había que estar predispuesto para seguir a Hitler, dice
Rees, aunque él, el líder, aportaba su intransigencia, su absoluta seguridad de
su papel como figura providencial, su habilidad para conectar con las
esperanzas y los deseos de millones de alemanes, su descontrolada emotividad y,
sobre todo, su contagioso odio. “Una de las cosas más difíciles del mundo es
asumir las culpas y responsabilidades propias, todos estamos predispuestos a
proyectar nuestras frustraciones sobre el otro, en forma de odio”.¿Dependía el carisma de
Hitler del éxito? "Sí, ese aspecto fue vital. Si alguien dice que va a hacer algo extraordinario y lo hace, la
siguiente vez es más fácil tenerle fe. Hitler jugaba fuerte, al todo o nada, y
cada triunfo fortalecía su carisma. Muchos militares, por ejemplo, que lo
miraban con suspicacia, se rindieron a su genio, a su intuición, el famoso Fingerspitzengefühl, tras la larga serie de victorias que
parecían inexplicables. Aunque hoy retrospectivamente no lo veamos así y
Montgomery dijera que la regla número uno de la guerra era no invadir Rusia,
para la mayoría parecía mucho más increíble vencer a Francia que a la URSS ". Entonces, ¿cómo
sobrevivió su carisma a las derrotas a partir de Stalingrado? "Al revés
que Mussolini, Hitler desmanteló las estructuras del estado, así que era más
difícil apearlo del poder, además, a los alemanes se les había inculcado el
miedo al Ejército Rojo y su venganza, que se iba a producir con la derrota
aunque se deshicieran de Hitler, y por supuesto, Hitler incrementó el terror de
su aparato represivo en proporción directa a la pérdida de su liderazgo
carismático".
Hitler
cultivaba su carisma. "Absolutamente, de muchas maneras pequeñas incluso.
Usaba gafas pero nunca se dejaba ver y retratar con ellas. Cargaba una lupa.
Hasta fabricaron una máquina de escribir especial con caracteres muy grandes
para escribirle los textos que tenía que leer, la Führeschreibmaschine. También estudiaba mucho su imagen en
el espejo y practicaba su famosa mirada penetrante”.Rees
señala las diferencias entre Hitler y Stalin en términos de carisma.
"Stalin practicaba el carisma negativo, toda la imagen de Hitler le
parecía una sandez. Con Stalin no había reglas para evitar ser asesinado. Nadie
estaba seguro. En la Alemania
nazi estaba claro quienes iban a ser perseguidos por el régimen, en la URSS estalinista no. Stalin
unía con el miedo como Hitler con el odio".
Rees
es un hombre afable, acostumbrado a tratar con la gente. Ríe y bromea a menudo
pero debajo de esa capa alegre y aparentemente desenfadada se percibe la
profundidad de un hombre que lleva años, toda su carrera, enfrentándose a lo
peor del ser humano. Para sus libros y famosos documentales de la BBC ha entrevistado a
innumerables personas que vivieron la II Guerra Mundial, soldados y civiles, víctimas y
verdugos. Cuando le pregunto cuál de todos esos testigos de la barbarie le ha
impresionado más, pensando que me dirá que algún miembro de Einsatzgruppen o
Kenichiro Oonuki, el piloto kamikaze fracasado, se ensimisma un buen rato antes
de contestar: "Toivi Blatt, un judío polaco deportado en 1940 al campo de
exterminio de Sobibor, donde toda su familia fue asesinada. Blatt participó en
la revuelta de prisioneros de 1943 y logró escapar con un balazo en la mandíbula.
Hablábamos sobre lo que son capaces de hacer los seres humanos, y le pregunté
qué había aprendido de su experiencia. Me contestó: ‘Solo una cosa, nadie se
conoce de verdad a sí mismo'”.
Abril 21 de 2013
Muy interesante Miss Musa, lo tendré en cuenta, trataré de comprar el libro.Lo de ayer, eso del planeta,muy bueno. R.
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