sábado, 22 de noviembre de 2014

DINOSAURIOS.....



Adiós dinosaurio...

 Sergio Sinay






¿Queda algún dinosaurio vivo? Los informados dirán que no. Quienes nacieron y se criaron en la era de las nuevas tecnologías de conexión, de celulares, de teléfonos inteligentes, de tablets, Internet, redes sociales, WhatsApp y demás dirán que sí, y que son cientos de miles. Pero no tienen ni la forma ni el tamaño clásicos, sino que lucen como simples seres humanos. Según propia confesión, estos dinosaurios en su adolescencia no tenían celulares y en el colegio y la Universidad no tenían computadora. Ni hablar de MP3, MP4, Play Station y otras cuestiones que hoy parecen esenciales para vivir. Los nacidos y criados tecnológicos no entienden cómo hacían estos especímenes para comunicarse entre ellos, para estudiar o para jugar. Y les sorprende que hayan sobrevivido a semejantes carencias.
Como estos dinosaurios no quieren ser vistos como tales, prefieren callar y mimetizarse antes que asumir su arcaica condición. Ante sus hijos (cuando son padres), ante sus alumnos (cuando son docentes) o ante los más jóvenes (cuando han alcanzado la mediana edad) prefieren callar. Y ven a los no dinosaurios como los seres más inteligentes habidos hasta hoy. Se rinden ante ellos y dicen cosas como éstas: "Estos pibes son mucho más inteligentes de lo que fuimos nosotros"; "Son rapidísimos"; "Son increíbles, te configuran un celular o una computadora a los 5 años". Y de ahí saltan a cederles el liderazgo de todas las relaciones (en la casa, en la escuela, en las conversaciones, declarándose vetustos).
Se olvidan de recordarles que habilidad e inteligencia no son sinónimos (como no lo son cultura e información). No les cuentan que los grandes y fundamentales adelantos de todo el siglo XX, que estructuran el mundo real de hoy (porque hay un mundo real además del virtual), son anteriores a las últimas dos décadas. Así es con el auto, el avión, los cohetes interespaciales, la televisión, el cine, los antibióticos, la penicilina, los radares, los edificios clásicos en altura y diseño, el ascensor, la quimioterapia, los quirófanos, el teléfono, el submarino y hasta la misma computadora (la lista es inagotable de manera que paro aquí). Todo eso nació y se quedó, enraizó en la historia humana. Las nuevas tecnologías aún no han producido clásicos como éstos, sólo mejoraron algo de lo habido, a menos que se considere clásico lo que es obsoleto y muere dos años después de nacer.
El pudor de los dinosaurios deja a las nuevas generaciones sin memoria, sin conciencia de que deben mucho a las anteriores. Es riesgoso que hijos y alumnos crean que el mundo empezó con ellos y con las tecnologías que manejan, porque si fuera así, no deberían nada a nadie. Si no recibieron legados no verán por qué hay que legar. Y si no hay que legar, ¿para qué cuidar? Se usa y se tira. Esto no sólo ocurre con los artefactos, sino con las personas y los vínculos. El mundo se hace líquido y virtual, las tecnologías no son medios (herramientas), sino fines.
Si fueran inmanejables para dinosaurios, no serían rentables. Diseñadas para mercados cada vez más amplios, su manejo es cada vez más simple (ya hay celulares para bebes que no leen). Los dinosaurios deberían salir de sus cuevas, acercarse a ellas, comprobar que no hay genialidad en su manejo, aprender a usarlas y poner las cosas en orden. Es decir, recobrar el liderazgo en los vínculos, orientarlos, poner las tecnologías en su lugar funcional, restaurar la secuencia de las generaciones, ayudar a conservar el mundo y mejorarlo para que haya herencia. Los papás dinosaurios harían bien en recordar que haber usado walkmans o contestadores telefónicos no los hizo más inteligentes que sus padres. Entonces dejarán de ser dinosaurios y volverán a funciones humanas.





Fuente: La Nación Revista.









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