miércoles, 16 de diciembre de 2015

HUMANOS...


La sospechosa coincidencia entre la llegada humana y las extinciones

Daniel Mediavilla 





Hay una lectura sobre el mito de la expulsión del paraíso que lo considera una metáfora sobre el origen de la civilización. Los humanos, que vivían en armonía con la naturaleza y disfrutando sin mayores pretensiones de lo que les ofrecía, se pasaron de listos inventando la agricultura y acabaron trabajando de sol a sol para vivir mucho peor que antes. En aquel mundo paradisíaco, donde según algunos investigadores aún no habían prendido el machismo, la codicia o la monogamia, los hombres tampoco eran una amenaza para los animales con los que compartían la creación. Algunos hallazgos paleontológicos, sin embargo, cuestionan la imagen cándida de aquellos buenos salvajes.
Después de su aparición en África, hace algo más de 100.000 años, los Homo sapiens se lanzaron a la colonización del planeta con un éxito sin precedentes. Junto a su tecnología o a los vestigios de su cultura, los humanos dejaron tras de sí un rastro distintivo de la especie. Hace unos 11.000 años, la llegada de los sapiens a Norteamérica coincide con la desaparición de los mamuts, lo mismo que había sucedido 20.000 años antes con los canguros gigantes cuando nuestros antepasados comenzaron a poblar Australia. En las islas Baleares, la cabra Myotragus balearicus, había sobrevivido a todo tipo de vicisitudes durante millones de años hasta que hace 5.000 llegaron los humanos, y la pauta se repite en otra isla del Mediterráneo, Chipre, donde había hipopótamos y elefantes enanos hasta hace 11.000 años, fecha de aparición de los sapiens. “No niego que pueda haber una influencia del clima, pero la intervención humana es un factor decisivo en muchos casos”, apunta Jesús Rodríguez, investigador en paleoecología del CENIEH (Centro Nacional de Investigación de la Evolución Humana), en Burgos. “Lo más probable es que sea una concatenación de ambos”, añade. Según el científico, si las extinciones de grandes animales hubiesen sido provocadas por cambios globales en el medio se habrían producido en la misma fecha y hay muchas oleadas de extinción que coinciden con la llegada de los humanos.
“Las especies que hemos visto extinguirse con la llegada de los humanos existían desde hacía cientos de miles de años y habían sobrevivido a muchos cambios climáticos fuertes”, afirma Jan Van der Made, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC en Madrid. Sin embargo, “de golpe y en poco tiempo empiezan a extinguirse sin que otros animales entren a ocupar su lugar”, continúa. “Es posible que haya un rinoceronte, por ejemplo, que desaparezca y sea sustituido por un competidor, pero en este caso no viene nada, y eso ha de tener alguna explicación”.
Varias especies de homínidos, algunos con una inteligencia notable, habían poblado el mundo desde hacía cientos de miles de años, pero no se observa el mismo impacto con la llegada de los Homo erectus o incluso los neandertales. La especie que iba a desarrollar el arte y a la postre la civilización, resultó ser más letal que ninguno de sus ancestros. “Probablemente, aquellas especies no eran tan eficaces cazando, y también es probable que viviesen en menores densidades de población”, sugiere Van der Made. Junto al desarrollo de nuevas tecnologías de caza, se debieron sumar otras habilidades. Los Homo heidelbergensis, por ejemplo, ya disponían de jabalinas hace alrededor de 400.000 años, y eso les daría la capacidad de matar a distancia que compartían con los sapiens, pero no provocaron extinciones similares, recuerda el científico del CSIC. La capacidad de organización proporcionada por un cerebro que evolucionó para la comunicación con los congéneres y el lenguaje debieron desempeñar un papel clave.
Uno de los datos que cuestionan el papel de los humanos modernos en la aniquilación de grandes animales es que en África y Eurasia, donde más tiempo vivieron los humanos, es precisamente donde sobrevivan los mayores mamíferos del planeta y nunca se hayan producido estas extinciones. Sin embargo, Rodríguez explica que precisamente esa convivencia puede estar detrás de esa singularidad. “En África se produce una co-evolución entre estos animales y los homínidos durante millones de años. Se habían adaptado a sobrevivir a estos depredadores”, asevera.
Además, puede existir un segundo factor. “En áreas tropicales, la producción de vegetación es mayor y eso permite que haya poblaciones más abundantes”, cuenta el científico del CENIEH. Sin embargo, en el Ártico o en Norteamérica, al no ser la productividad tan elevada, los tamaños de población son menores y los animales son más vulnerables. Por último, remacha, “en África, el cambio climático también afecta a las poblaciones, pero es de menor intensidad”.
La llegada de la industria ha multiplicado la capacidad de los humanos para transformar su entorno, pero muchos indicios sugieren que los daños colaterales de la inteligencia sapiens no son nuevos. Algunos de los pueblos que sirven hoy como modelo para tener una idea sobre el modo de vida de los humanos prehistóricos sí viven en considerable equilibrio con su entorno. En opinión de Rodríguez, esto no significa que los pueblos primitivos viviesen todos así sino más bien que esa adaptación les permitió mantener su estilo de vida como cazadores recolectores hasta ahora. “Si no, se habrían extinguido o se habrían hecho agricultores”, plantea.
La posibilidad de que la inteligencia de aquellos humanos les convirtiese ya en una amenaza para otros animales de su entorno, puede tener una interpretación pesimista, pero algunos científicos especializados en el estudio de la naturaleza humana lo ven de un modo diferente. Para ellos, como dijo el director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Lepizig Michael Tomasello en una entrevista reciente, mejorar la sociedad requiere que no olvidemos "lo negativo de nuestra biología".



 La sexta gran extinción está en marcha



 Las sobreexplotación de los recursos es uno de los factores que están acelerando la extinción. En la imagen, una montaña de cráneos de bisonte americano. 


Un niño que nazca estos días verá cómo, cuando deje este mundo, unas 400 especies de animales lo harán con él. Según un estudio con datos de los últimos cinco siglos, la tasa de extinción de especies se ha multiplicado más que por 100. El ritmo, además, se ha acelerado en las últimas décadas por la acción del hombre. Bienvenidos a la sexta extinción masiva de la vida sobre este planeta.
No es la primera vez que la Tierra sufre una gran extinción de especies. En el imaginario colectivo está la de los dinosaurios, hace 65 millones de años. Desaparecieron alrededor del 75% de las especies. Pero antes hubo otras cuatro, aún más mortíferas. Aquellas cinco extinciones masivas fueron causadas por fenómenos naturales, ya fueran meteoritos desde el espacio, super volcanes o hasta la explosión de una supernova. Ahora, sin embargo, es una de las especies, la humana, la que estaría provocando la desaparición acelerada de las demás.
Un grupo de investigadores mexicanos y estadounidenses ha usado la base de datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) para estimar la actual ratio de extinción de especies. Se centraron en los vertebrados porque son de los que hay más datos, ya sea en el registro fósil o en los registros históricos.
Encontraron que, desde 1500, hay pruebas de la desaparición de 338 especies. Otras 279 ya solo se pueden encontrar en los zoos o, ante la falta de avistamientos, posiblemente se hayan extinguido. En total son 617 especies de vertebrados que han desaparecido. Y, según publican en Science Advances, la mayoría de las extinciones se han producido en el último siglo.
"Nuestro trabajo indica que ya hemos entrado en la Sexta Extinción Masiva sin duda alguna", dice el investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México y principal autor del estudio, Gerardo Ceballos. Esta gran extinción es además diferente de las cinco precedentes. "La diferencia es que todas las anteriores fueron causadas por fenómenos naturales, esta está siendo causada por el ser humano. Otra diferencia es el periodo tan corto en que está ocurriendo", añade.
Pero la cifra de 600 especies puede que no diga mucho. Hacía falta un punto de referencia para poder valorar el ritmo de desaparición actual, una especie de tasa de extinción natural. En 2011, otro grupo de investigadores liderados por el paleontólogo de la Universidad de California en Berkeley (EE UU), Anthony Barnosky, que participa en el actual estudio, realizaron un intenso análisis de los registros fósiles de los últimos dos millones de años. Así, estimaron que esa tasa natural de extinción rondaría la cifra de 1,8 por cada 10.000 especies cada 100 años.




En la actualidad, entendida como los últimos siglos, la ratio de extinción es hasta 100 veces mayor que la tasa natural. Para hacerse una idea, en un escenario donde prevaleciera esta tasa natural, desde 1900 se habrían extinguido nueve especies de vertebrados. En realidad, se han extinguido 477 especies. Habrían hecho falta unos 10.000 años para acabar con la vida que ha desaparecido en un solo siglo.
Además, el proceso se está acelerando. Los anfibios son la clase de vertebrados más afectados. Pero si, desde 1500 se había constatado la desaparición de 34 especies anfibias, desde 1980 se han extinguido otras 100. Y eso que no hay que descartar que muchas otras hayan desaparecido sin testigos humanos que lo confirmaran. Los investigadores, que insisten en que sus estimaciones son muy conservadoras, recuerdan que en sus cálculos no tienen en cuenta a las muchas especies que se han convertido en muertos vivientes, con poblaciones tan escasas que su función en los ecosistemas es cercano a cero.
Para Ceballos, los factores que explican estas extinciones son la destrucción del hábitat, la sobreexplotación de especies, la contaminación y el cambio climático. "Todo se deriva del tamaño de la empresa humana: el tamaño de la población que sigue creciendo, la desigualdad social, la ineficiencia tecnológica. Esas son los factores fundamentales de este enorme problema que amenaza a la humanidad", sostiene.
En sus conclusiones, los autores advierten de que la ventana de oportunidad para revertir la situación se está cerrando: "Si permitimos que el actual ritmo elevado de extinción continúe, los humanos pronto, en el breve espacio de tres vidas humanas, se verán privados de los muchos beneficios de la biodiversidad. En la escala temporal humana, esta pérdida será definitiva como muestra que, tras las pasadas extinciones masivas, la vida necesitó centenares y millones de años para volver a diversificarse". Para entonces, igual ni estamos.












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