miércoles, 15 de febrero de 2017

ARTE ARGENTINO EN MADRID



El arte argentino contemporáneo en las calles de Madrid


Jorge Morla





                          ALIMENTANDO A LAS GALLINAS”. Técnica mixta sobre tela e intervención sobre la pared.






Partiendo de un cuadro verdoso y rectangular, la artista argentina Mariana Ferrari interviene el muro de Casa América sobre el que el lienzo descansa, prolongando su pintura más allá de los límites del óleo y transformando toda la pared en un mural. Es una buena metáfora de lo que el arte argentino pretende hacer en Madrid: "Desparramarse", en palabras de Mariano Mayer, uno de los comisarios de la exposición En el ejercicio de las cosas, que da el pistoletazo de salida a las actividades paralelas a Arco*, la feria del arte que arranca el 22 de febrero y de la que Argentina es el país invitado esta edición.

La de Casa América es una de las ocho sedes que acogerán la exposición colectiva, que engloba el trabajo de 50 artistas de distintas generaciones. Uno de los platos fuertes allí es la actuación lumínica que sobre el Ayuntamiento y la Plaza de Cibeles desplegará Karina Peisajovich al anochecer. Pero hasta que caiga la noche pueden verse cómo las fotografías de rinocerontes de Umberto Rivas (fotógrafo del Instituto Di Tela en los 60) dialogan con las instantáneas que capturan letreros entre plantas y esquinas de patios de Bruno Dubner, “que ejerce de fotógrafo del Buenos Aires de hoy”, explica Mayer. “El hilo conductor de la muestra en Casa América es el contacto de los jóvenes artistas con la tradición”, resume Sonia Becce, la otra comisaria de la exposición.



Karina Peisajovich


Cada una de las ocho sedes en las que se reparte En el ejercicio de las cosas gira en torno a una idea artística. Así, las obras expuestas en Tabacalera versan sobre el cuerpo, las del Retiro juegan con la idea del artista como arqueólogo de sus esencias, las del Museo Cerralbo reflexionan sobre lo decorativo. 
De Casa América a la vecina Biblioteca Nacional, donde “la literatura, y las fuentes literarias del arte, la relación con el papel y el objeto libro”,  son los ejes de la exposición. Allí pueden verse las fotografías de gran tamaño de Nicolás Mastracchio (trampantojos coloridos que más bien parecen óleos) enfrentadas al ladrillo devenido ficha de dominó de Claudia del Río, o las fotografías de esculturas y manos de Cecilia Szalkowicz.


Nicolás Mastracchio


“Una de las razones que me impulsaron a esta manifestación es la convicción de que la vida es una obra de arte, por lo que en vez de 'pintar' una comida, di una comida”. Cuando, en 1968, el sin par Federico Peralta Ramos ganó la beca Guggenheim, dilapidó el dinero en un banquete para sus amigos en el Hotel Alvear. Cuando las autoridades quisieron retirársela, el artista escribió una carta justificando sus actos. Fragmentos de esa carta, además de grabaciones del artista, pueden verse y escucharse en el tercer punto del recorrido, la casa museo de Lope de Vega. En la casa de Lope, una submuestra llamada Flotando, la obra de cuatro artistas se enfrenta a la del escritor del Siglo de Oro.
“La forma que tenía Lope de vivir la literatura, esa convulsión que le hacía ser tan prolífico y a la vez estar todo el día defendiendo sus obras es similar a la que tienen varios artistas argentinos”, explicaba Mayer. Tras él, un cuadro de rombos multicolor insertado en un marco de caña trenzada, obra de la artista (y también poeta) Fernanda Laguna. Y delante, ejemplares del libro 44 novelas que comienzan, del artista Gastón Pérsico.



Fernanda Laguna


La carta de Peralta, por cierto, consiguió convencer a las autoridades de la Fundación Guggenheim de que le conservaran la beca. Es más, desde entonces los estatutos fueron modificados y los artistas a los que se les concede no tienen que justificar de ningún modo en qué gastan el dinero. Para cambiar instituciones y remover conciencias está el arte, y el argentino, más allá de que termine Arco, conquista las calles de Madrid hasta el 16 de abril.





“El arte argentino está al nivel de la música o la literatura”


Pablo Avelluto, ministro de Cultura argentino, presenta en Madrid la programación de su país en ARCO, donde ejerce de país invitado






"¿Es Argentina un país contemporáneo?". La pregunta asalta a Pablo Avelluto (Buenos Aires, 1966) por el doble flanco de la política y el arte. El ministro de Cultura argentino ejerció ayer de embajador del arte de su país en Casa América, donde presentó el programa para ARCO, la feria de arte de la que Argentina será el país invitado esta edición. Avelluto, que reniega de la idea de desembarco (“nosotros aquí nos sentimos como en casa”), aboga por olvidar las nostalgias de su país: “Fuimos vistos por lo que fuimos, y por lo que pudimos ser y no fuimos. Hoy, tenemos que mirar a nuestro presente”. Sin embargo, como no podía ser de otro modo, Borges se le cuela en su discurso con frecuencia.

Pregunta. ¿Qué significa para Argentina ser el país invitado de Arco?

Respuesta. Es una oportunidad que nos tomamos muy en serio. Desde que Carlos Urroz (Director de la feria) nos lo propuso, lo vimos literalmente como una plataforma, un sitio al que subirse para ganar visibilidad, para que toda Europa vea nuestro arte.

P. ¿Cómo ve la situación del arte contemporáneo argentino?

R. Es una escena intensa, diversa, y mucho mayor de lo que a veces se percibe desde fuera. Uno ve, sobre todo desde aquí desde Europa, a veces un emergente al que de pronto lo toma una galería, o llega a alguna sala o museo, pero poco más. Cuando uno va acercando el zoom y ve más en detalle, empieza a ver que hay mucha más diversidad, muchos más nombres que aparecen. Una historia a veces de olvidos que merecen ser rescatados, una historia que es revisitada en algunos casos por primera vez. Dar cuenta de eso fue el desafío al encarar ARCO. La Argentina es una escena intensa, con sus propias particularidades.
Por otro lado, hay una idea que nosotros quisimos provocar, y que tiene que ver con, de algún modo, desvelar un secreto. Un secreto guardado al otro lado del mar. Algunos aquí en España están iniciados en ese secreto, pero queremos transmitir a todos esa idea de espiar por la mirilla, fomentar la curiosidad, una forma de decir “ven a ver más, ven a ver todo lo que queda allí”.

P. Al contrario que otras manifestaciones artísticas como pueden ser la literatura o la música argentinas, reconocidas a nivel mundial, no pasa lo mismo con el arte. ¿Lo ve injusto? ¿Qué pueden hacer para que el arte argentino esté al nivel, o por lo menos tenga la visibilidad de, por ejemplo, el mexicano o el brasileño?

R. Ese era uno de los desafíos de la invitación. No puedo determinar si es justo o no precisamente porque ha tenido mucha menos visibilidad. En años pasados, en muestras que se vienen realizando aquí en España, ese llamado de atención estuvo. Tal vez no con la visibilidad que merece, pero lo cierto es que nuestro arte está a la altura de otras manifestaciones de nuestro presente estético o cultural como la música, la literatura, el cine… Lo pendiente, como ha sucedido en México o Colombia, era mostrarlo. Otros se encargarán de valorarlo, pero mi pensamiento es que sin duda está a esa altura. Además, con unas características y especificidades que lo hacen único.

P. ¿Cuáles son esas cualidades específicas que tiene el arte argentino?

R. La presencia de lo irreverente, del desafío, de cierta vocación de llamar la atención. Rigor por un lado, pero visión irreverente siempre. Otro punto sería una diversidad suprema. También, la constancia en relación con la presencia de los cuerpos, a veces relacionada con la sexualidad, otras con la política. Otro rasgo es la intensidad, el arte de mi país siempre busca sacudir, conmover. Y se me ocurre que el concepto difuso de frontera está también muy presente. Digo difuso porque, como dijo Borges, ser argentino es ser universal.

P. A nivel institucional, ¿esta presencia mejora las relaciones entre Argentina y España? El presidente Macri vendrá a acompañar al Rey en la inauguración el próximo día 22.

R. En el arte, esas relaciones siempre se han mantenido. Pero es cierto que en el ámbito político, de las relaciones institucionales, habíamos estado un poco más aislados. Por eso vimos en esta invitación una oportunidad para recomponer los vínculos. Tanto con el programa de ARCO, como sus actividades paralelas, o los programas de residencia de artistas argentinos en Madrid que impulsamos, buscan fortalecer ese lazo. En el mundo del arte hemos sentido una sensación de bienvenida increíble, un “os estábamos esperando”. Era una pena que los Estados no estuvieran encontrando más puentes para cooperar, cuando el beneficio es para los artistas argentinos, para los madrileños, y los espectadores a ambos lados del atlántico

P. Hablando de relaciones internacionales, ¿Cree que las políticas antiinmigratorias de Donald Trump pueden hacer menos atractiva la ciudad de Nueva York como escaparate para artistas latinoamericanos, y potenciar así otros núcleos artísticos en el continente?

R. Bueno, está claro que Nueva York es una metrópoli, que es, como decía John Lennon, la Roma de nuestro tiempo, y que sigue siendo, y seguirá siendo, una de las mecas de consagración para muchos artistas. Dicho esto, por otro lado creo que claramente América Latina tiene una oportunidad de generar sus propios centros de atracción. La última vez que América Latina estuvo de moda tuvo que ver con los procesos políticos de la década de los 60. Ha llovido desde entonces. Aquello tenía que ver con las utopías de transformación política, las revoluciones… hoy las condiciones son completamente distintas, pero sumamente propicias para desviar la mirada de la producción norteamericana, huir de ese cierto academicismo. Eso es un gran reclamo como manifestación contemporánea. O sea, podemos seguir con la nostalgia de los 60 otros 50 años, y podemos seguir esperando que resuciten García Márquez y Cortázar, pero no va a suceder. Por eso importa enamorarnos de la producción contemporánea, de lo que está sucediendo aquí y ahora.

P. Hay que olvidar los efervescentes 60.


R. Yo es algo que por momentos, de verdad, he vivido como opresivo. No es que no fuera un gran momento, lo fue en todo el mundo y en Argentina también: el (Instituto) Di Tela, las vanguardias… pero podemos caer atrapados en esa nostalgia. Hoy Argentina es un país donde los lugares comunes se están empezando a ponerse en cuestión. Y creo que tenemos el derecho, mejor, la obligación, de promover el presente. De estar enamorados de él.




*ARCO: FERIA INTERNACIONAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO








Texto Cultura: El País. España.















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