jueves, 16 de febrero de 2017

ESTONIA



Estonia,  la meca tecnológica de Europa











Cuando, en 1991, Estonia se convirtió en un país independiente, sus líderes políticos visualizaron el futuro en algo tan abstracto como la codificación y los algoritmos. En ese momento, la estabilidad que buscaban -con una economía avanzada, un alto nivel de vida y una tecnología puntera en el mundo- se asemejaba más a un sueño que a un proyecto real. La diminuta república báltica se había liberado de la Unión Soviética en 1918, pero apenas tres décadas más tarde, en 1941, había sido invadida por la Wehrmacht, las fuerzas armadas de la Alemania nazi. Y tres años más tarde llegaría la reocupación soviética.
Pero con su independencia -y, especialmente, con su ingreso en la Unión Europea en 2004- y con la adopción de una serie de políticas tecnológicas revolucionarias cambiaría el panorama hasta tal punto que hoy día es conocido como el "Silicon Valley europeo".  De hecho, el país tiene más empresas emergentes por persona que el Silicon Valley californiano y su revolución digital ha sido tal que ya cuenta con unos 600 servicios online.
Estonia es uno de los pioneros tecnológicos de Europa y una de las sociedades digitales más avanzadas del mundo. Tanto es así que se ha convertido en un modelo de gobierno único que se hace llamar "e-Estonia" ("Estonia electrónica"). Pero, ¿cómo funciona?

e-Estonia: una sociedad digital

El país báltico fue el primero en permitir votaciones por Internet en unas elecciones generales, y también en ofrecer todas las clases escolares y gestionar los historiales médicos de sus ciudadanos a través de la web.  Los estonios pagan el estacionamiento por Internet, tienen wifi pública en todo el territorio nacional y cuentan con el ancho de banda más veloz del planeta.  Su Internet, a diferencia de su pasado histórico, es libre y abierta. Su acceso es amplio y sin restricciones ni limitaciones al contenido.
El cambio fomentado por el gobierno transformó la manera en que los ciudadanos interactúan entre sí y creó un entorno de apoyo a los emprendedores en un país que tiene poco más que un millón de habitantes y que fue el lugar en el que nació Skype, entre otras muchas empresas tecnológicas exitosas.  En su sitio web oficial, la nación báltica define a sí misma como "una sociedad digital" gracias a sus "sofisticadas soluciones electrónicas".
Esa gestión electrónica se aplica a todos los sectores, desde la seguridad vial, hasta la educación, la sanidad y los servicios financieros, privados y gubernamentales.  Registrar un negocio en Estonia -por supuesto, se hace a través de internet- cuesta sólo 18 minutos y hacer la declaración de impuesto apenas cinco. Todo ello, sin moverse del sofá, explica el gobierno.


Skype nació en Estonia.



Estos son algunos de los servicios electrónicos con los que cuenta e-Estonia:

Gestión de colas fronterizas: reduce los tiempos de espera.
Firma digital: permite la firma de documentos de forma segura.
Residencia electrónica: permite a todo el mundo hacer negocios digitales más fácilmente.
DreamApply: sirve para la admisión de estudiantes internacionales y optimización de procesos en instituciones educativas.
Registro electrónico de empresas: permite a los emprendedores registrar su negocio en minutos.
Gabinete gubernamental (e-Cabinet): para coordinar el proceso de toma de decisiones.
Tribunales y sistema legal (e-court y e-law): para presentación de demandas o publicación de proyectos de ley.
Sistema policial(e-Police): para mejorar la comunicación, coordinación y efectividad de la policía.
Sistema educativo (e-School): permite a estudiantes, profesores y padres colaborar en el proceso de aprendizaje.




"En lugar de desarrollar un sistema central único, Estonia creó un sistema abierto y descentralizado que conecta varios servicios y bases de datos entre sí", se lee en la web.  "La flexibilidad de este sistema abierto permitió que se desarrollen y se añadan nuevos componentes de la sociedad digital a lo largo de los años. Por eso Estonia se ha convertido en una de las historias de éxito empresarial de la última década en Europa". Otros, sin embargo, ven esa hegemonía de Internet como una amenaza a la privacidad personal. Pero el gobierno estonio dice que su sistema es seguro y exento de intrusismos.

Confianza digital

Los estonios tienen el control de sus datos personales y pueden ver en línea qué agentes consultaron su información. Además, va contra de la ley que alguien vea los datos de otra persona sin su consentimiento, y los actores privados y gubernamentales deben solicitar un acceso especial. Tal vez por eso las estadísticas indican que los estonios tienen un alto nivel de confianza digital.
"El uso de tecnologías de la información en el sector público nos ha impulsado al frente de la modernización [...] y ha convertido a Estonia en un país con uno de los gobiernos más limpios y transparentes del mundo", dijo Toomas Hendrik Ilves, presidente del país entre 2006 y 2016, en un video gubernamental.

Y todas estas ventajas no son sólo para los estonios.

Desde 2014, los ciudadanos extranjeros también pueden convertirse en "residentes electrónicos" de este pequeño país, que ha conseguido liderar toda una revolución digital y protagonizar un cambio sin precedentes en el mundo.
La "e-residencia" no permite votar, ni elimina la necesidad de visa para quienes vivan fuera de la Unión Europea, pero los residentes electrónicos reciben una identificación digital que hace más fácil abrir cuentas de banco, registrar empresas o firmar digitalmente todo tipo de documentos. El proceso, por supuesto se hace a través de Internet.




La canciller alemana Angela Merkel y el primer ministro de Estonia Taavi Rõivas en una visita oficial en 2016.





La sociedad de "e-Estonia", sin embargo, no es perfecta.  Su actual primer ministro, Taavi Rõivas, tiene solamente 37 años y pertenece a esa nueva generación digital que no concibe el mundo actual sin la red. Sin embargo, solamente la mitad de los mayores de 65 años utilizan Internet en el país, lo cual indica que existe cierta exclusión digital.  Además, la tecnología puede ser costosa, limitando el acceso de quienes tienen menos ingresos.
Pero, en términos generales, el balance es más que positivo. Estonia es un ejemplo de una república del futuro que ya existe en el presente.









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