Elogio de la nostalgia
Mátame, espléndido y sombrío amor, si ves perderse en mi alma la esperanza.
S.O
Poco después de
mudarse a la Universidad
de Southampton, Constantine Sedikides almorzó con un colega del Departamento de
Psicología y le describió los inusuales síntomas que estaba experimentando.
Varias veces por semana lo asaltaba súbitamente la nostalgia de su hogar
anterior, en la
Universidad de Carolina del Norte: recuerdos de antiguos
amigos, el olor dulce que tiene el otoño en Chapel Hill. Su colega, psicólogo
clínico, hizo un diagnóstico inmediato: debía estar deprimido. ¿Por qué, sino,
vivir en el pasado?
La nostalgia ha
sido considerada un desorden desde que el término fue acuñado por un médico
suizo del siglo XVII que atribuyó las enfermedades mentales y físicas de los
soldados a su deseo de regresar al hogar: del griego nostos , hogar,
y algos, el dolor que lo acompaña.
Pero Sedikides
no quería regresar a ningún hogar -ni a Chapel Hill ni a su Grecia natal- y le
insistió a su compañero de almuerzo que no estaba sufriendo. "Le dije que
yo seguía con mi vida para adelante, pero que a veces no podía evitar pensar en
el pasado, y que eso me daba satisfacción -dice Sedikides-. La nostalgia me
hace sentir que mi vida tiene raíces y una continuidad. Me hace sentir bien
conmigo mismo y me fortalece para avanzar.” Su colega no terminaba de creerlo, pero
finalmente el argumento de Sedikides prevaleció. Ese almuerzo de 1999 lo
inspiró para convertirse en pionero de un campo que actualmente abarca a
decenas de investigadores que en todo el mundo utilizan las herramientas
desarrolladas en el laboratorio de psicología social de Sedikides, entre ellas,
un cuestionario llamado Escala de Nostalgia de Southampton. Tras una década de
estudios, la nostalgia dejó de ser lo que era para ser algo mucho mejor. La
nostalgia ha demostrado su eficacia para contrarrestar la soledad, el
aburrimiento y la ansiedad. Hace que la gente sea más generosa con los
desconocidos y más tolerante con los otros. Cuando comparten recuerdos
nostálgicos, las parejas se sienten más cerca y se ven más felices. Los días de
frío, o en los lugares fríos, la gente literalmente usa la nostalgia para
sentirse abrigada.
La clave es recuperar de la nostalgia la excitación que vivíamos de niños, traer de vuelta la sorpresa, cambiar nuestra percepción del tiempo, hacerla más lenta y adecuada a los tiempos emotivos, que nada tienen que ver con la rapidez de los transportes, las comunicaciones o las metas profesionales.
La nostalgia es un viaje hacia el pasado que hace más habitable el presente, porque nos reconecta con el aquí y ahora desde otro lugar: la esperanza y la conciencia de que si pudimos ser felices antes, si logramos salir de los problemas y superar los obstáculos, podemos volver a hacerlo.
La nostalgia por
cierto tiene su costado doloroso -es una emoción agridulce-, pero el efecto
neto es el de hacer que la vida parezca tener más sentido y que la muerte sea
menos aterradora. Cuando la gente habla con añoranza del pasado, suele
mostrarse más optimista y esperanzada en el futuro.