Joan Miró, a través de objetos íntimos
Tereixa Constenla
Un juguete infantil perteneciente a Joan Miró.
Antes de crear una obra, Joan
Miró (Barcelona, 1893-Palma de Mallorca, 1983) necesitaba crear un
mundo. Lo hacía de la mano del azar, apropiándose de objetos que le salían al
paso en el campo, en la playa o en la propia casa, donde un día miraba algo
cotidiano con otros ojos y lo incorporaba a su universo. Lo mismo se adueñaba
de las raíces de un árbol que de un salero de Air France, de una marioneta del
Rastro o del alfiletero de Pilar Juncosa, su esposa. “De repente desaparecían
las cosas y las encontrabas tiempo después en el estudio. Las cogía sin pedir
permiso porque de pronto ese objeto era algo sacrosanto, chamánico”, recuerda
Joan Punyet Miró, nieto del artista.
Con ellos construía el mundo que
le arroparía en su viaje creativo hacia algo nuevo. “Son objetos que reúne
fruto de una necesidad espiritual. Era incapaz de trabajar sin haber creado una
atmósfera. Esos objetos encontrados al azar, que es una herencia surrealista,
sumado a la interpretación de los sueños, a la escritura automática, a la
influencia de la música contemporánea y la poesía surrealista hace que emerjan
personajes que surgen de esa atmósfera”.
Unos 300 objetos de ese mundo han
posado para Jean Marie del Moral (Montoire, Francia, 1952). No como
cosas inertes. Del Moral ha buscado en ellos el espíritu Miró, el elemento
que en su día debió atrapar el interés del artista: unos ojos, un color, una
forma, un pequeño agrandado o un grande empequeñecido… Todos ellos están
en El ojo de Miró, el libro editado por La Fábrica y las fundaciones
Miró de Mallorca y Barcelona con una intencionada falta de información
sobre las cosas —carecen de pie descriptivo— para forzar la observación sobre
la forma y con un texto de Joan Punyet Miró.
Estudio de Joan Miró.
“No he querido hacer
reproducciones de objetos, he intentado adaptarme a la mirada de Miró”,
sostiene el fotógrafo. Durante un año, cada lunes —cuando cierra la fundación
mallorquina—, Del Moral retrató una selección de ese gabinete íntimo de
posesiones, que llegó a sumar los 800 objetos. Básicamente están dónde él,
incapaz de deshacerse de ellos cuando ya habían cumplido el ritual creativo,
los dejó.
Deseo cumplido
El libro nació gracias al impulso
de Joan Punyet Miró y Jean Marie del Moral. Ambos ignoraban que estaban
cumpliendo uno de los deseos expresados por Miró en 1941. Y difícilmente se
habría materializado sin el chispazo que se dio entre el artista y el fotógrafo
en 1978. Del Moral era un joven reportero de L'Humanité, enviado para
retratar a artistas e intelectuales españoles. Barcelona hervía en aquellos
primeros años sin Franco. Se encuentran en el Teatro del Liceo, tras una
representación de Morí el Merme, otro signo del compromiso político del
artista (que pinta máscaras y personajes de la obra). La función se cierra con
45 minutos de aplausos. Miró saluda emocionado desde el escenario. Tras ese momento mágico, conoce
al joven reportero, al que invitará rápidamente a visitarle en Mallorca.
Obviamente a Miró le gustó mucho aquel joven, hijo de exiliados republicanos.
Pero a Del Moral le cambió la vida profesional, le suscitó una infinita
curiosidad por los artistas y sus mundos. “No hay un día de mi vida en que no
piense en Miró”, asegura el fotógrafo. “Su postura sigue siendo muy moderna y
vanguardista. Fue un resistente. Miró y Picasso nos ayudaron a sobrevivir a los
exiliados españoles. Te daban cosas que te hacían mejor”.
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