La sombra contemporánea de Picasso
Álex Vicente
Pocos meses después de la triunfal exposición consagrada a Velázquez en el Grand Palais de París, las mismas salas acogen a otro gran maestro de la pintura española, para examinar cual ha sido el calado de Pablo Picasso en la creación de la última mitad de siglo. Hasta el 29 de febrero, la ambiciosa exposición Picasso.mania explorará la influencia del pintor malagueño en el arte contemporáneo contraponiendo un centenar de obras de Picasso con cerca de 300 lienzos, esculturas, fotografías, vídeos e instalaciones de 75 artistas, como Andy Warhol, Roy Lichtenstein, David Hockney, Jean-Michel Basquiat o Maurizio Cattelan, que oscilan entre la veneración y la insolencia respecto a esta gran figura. Si el primero le rindió pleitesía en una de sus últimas series,.donde sometía las cabezas de mujer picassianas a la técnica serigráfica, Cattelan le retrataría, con indudable retintín, como un cabezudo de parque temático deambulando por un museo abierto al turismo de masas.
Picasso, retratado por el artista chino Yan Pei-Ming, una de las piezas
de la exposición en el Grand Palais.
En la entrada de la exposición, un puñado de artistas de
primer nivel, como Jeff Koons, Frank Gehry o Agnès Varda lanzan efusivas
declaraciones de amor al español. “Fue Picasso quien me dio permiso para
pintar”, afirma el estadounidense John Baldessari. “Hizo que una lata de
cerveza pudiera convertirse en la trompa de un elefante”, espeta Miquel
Barceló. El mallorquín presenta en la muestra uno de sus últimos lienzos: Popesca,
un alegórico retrato de Picasso con aspecto de pulpo.
Picasso.mania aspira a demostrar que los tentáculos del genio
se alargan en la creación contemporánea. “La muestra está pensada como un
balance general de su influencia en el arte de la segunda mitad del siglo XX”,
confirma el comisario, Didier Ottinger, gran especialista en la pintura moderna
y contemporánea, además de director adjunto del Centro Pompidou.
“Solo existe un periodo en el que su influjo fue menor, entre los sesenta y los
ochenta, cuando Marcel Duchamp se impuso como encarnación del genio moderno.
Ambos son figuras antitéticas: Duchamp era frío, cerebral y crítico, mientras
que Picasso apostó por la sensualidad, el calor y la autobiografía”. Para
Ottinger, la influencia picassiana se ha regenerado entre las nuevas
generaciones de artistas. “Su libertad estilística, que le impulsaba a pasar de
un estilo a otro sin transición, la inspiración en su propia biografía, que
digería y escupía en cada obra; y el fuerte carácter político de su práctica
artística han sido determinantes”, añade.
Para ejemplificarlo, la exposición
acoge las obras de dos artistas nacidos en los setenta que no dudan en
reinterpretar el Guernica.
El francoargelino Adel Abdessemed participa con una obra monumental, de las
mismas dimensiones que su modelo, en la que sustituye el drama bélico pintado
por Picasso por un conjunto de zorros disecados y carbonizados, que parecen
aludir a catástrofes actuales.
La polaca Goshka Macuga recuerda el episodio protagonizado por Colin Powell cuando anunció la existencia de armas de destrucción masiva en Irak ante el Consejo de Seguridad de la ONU, presidido por un tapiz del Guernica realizado por Picasso en 1955 que fue cubierto durante su intervención para evitar asociaciones desagradables. Otros artistas, como Sigmar Polke, Richard Prince o Koons, reinterpretan otra de las obras más significativas de Picasso, Las señoritas de Avignon, sazonándola de guiños irónicos a la realidad de hoy.
La polaca Goshka Macuga recuerda el episodio protagonizado por Colin Powell cuando anunció la existencia de armas de destrucción masiva en Irak ante el Consejo de Seguridad de la ONU, presidido por un tapiz del Guernica realizado por Picasso en 1955 que fue cubierto durante su intervención para evitar asociaciones desagradables. Otros artistas, como Sigmar Polke, Richard Prince o Koons, reinterpretan otra de las obras más significativas de Picasso, Las señoritas de Avignon, sazonándola de guiños irónicos a la realidad de hoy.
“En los sesenta se realizó una encuesta entre artistas para
que escogieran entre Duchamp y Picasso. Entonces ganó el primero, pero hoy
puede que ganara el segundo”, asegura la historiadora del arte Diana
Widmaier-Picasso, nieta del artista y comisaria de esta exposición en la que ha
analizado su influencia en el cine, el teatro, la danza y la música. Para ella,
el modelo del arte conceptual convive hoy con un impetuoso regreso de las
disciplinas clásicas. “Al observar a los artistas de hoy, percibimos un regreso
de lo físico. Muchos necesitan pintar y crear de forma material, como lo hacía Pablo
Picasso”, asegura.
La comisaria apunta que la influencia de su abuelo alcanza a
disciplinas insospechadas, como el hip hop. En 2013, Widmaier-Picasso fue una
de las participantes en Picasso Baby, una performance de seis horas en una
galería de Chelsea, recogida en la exposición, que fue organizada para lanzar
un sencillo del rapero Jay Z, en
el que se comparaba sin rubor con el pintor. “A estos artistas les interesa la
fama y el éxito económico, pero también el reconocimiento artístico”, afirma
Widmaier-Picasso. Su abuelo logró alternar su condición de figura
revolucionaria de la vanguardia con un estatus de estrella de celebridad
estratosférica. No es extraño que abunden sus epígonos.
Un artista que “hizo posible la ‘nouvelle vague”
La exposición de París demuestra que Picasso ha influido en una
extensa galería de directores de cine, de Orson Welles a Alfonso Cuarón,
pasando por François Truffaut, Stanley Donen o Paul Verhoeven, además
de en una publicidad para Citroën y otra para Rollex. En uno de los
rincones más estimulantes de la muestra, tres pantallas escupen decenas
de secuencias extraídas del cine, el teatro, la danza y la publicidad.
Ese vídeo es obra de Jean-Paul Battaglia y Fabrice Aragno, colaboradores
de Jean-Luc Godard, que certifican la alargada sombra del malagueño en
la creación audiovisual. “Picasso hizo estallar el lenguaje del arte.
Abogó por la libertad en un dominio tan académico como la pintura e
incitó a los artistas a crear más allá de las fronteras delimitadas por
el marco de un cuadro. Se podría decir que inventó la nouvelle vague o, por lo menos, que la hizo posible”, opina Battagglia.
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