Rayuela, un resplandor
"Toco
tu boca...
...con
un dedo todo el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano,
como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos
para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la
boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas,
con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y
que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que
sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me
miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada
vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los
cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan
tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los
dientes, jugando en sus recintos, donde un aire pesado va y viene con un
perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo,
acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si
tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de
fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un
breve y terrible absorber simultáneo del aliento esa instantánea muerte es
bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento
temblar contra mí como una luna en el agua."
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Rayuela, de Julio Cortázar,
se publicó por primera vez el 28 de junio de 1963. Hace 50 años. Ese día
Sudamericana en Buenos Aires publicó una novela decisiva de nuestro tiempo.
Después de miles de días y de millones de horas y de millones de lectores, la
novela sigue viva y sale otra vez de otra imprenta, la de Alfaguara en España y
en América.
El tópico sugiere que ya no
se lee igual, que el tiempo pasó por ella; esa expresión es una maldición
literaria, una estupidez y un desprecio a la inteligencia del libro, que es por
dentro y por fuera un desafío, un estudio del ser humano como es y también como
no quiere ser, es un dedo en el ojo de la historia para hacerla llorar. Vale la
pena vivir, y entre otras cosas para seguir leyendo a Julio Cortázar. Al libro
le siguen creciendo patas y miradas y manos, como si nunca dejara de crecer, es
un ser y una voz y también un silencio y un niño; ahora que se puede debe
leerse, también, junto a las cartas que en ese periodo escribió Cortázar, sobre
todo a su amigo el editor Francisco Porrúa. Esa correspondencia equivale a otro
libro y pone en su lugar una relación mítica a la que el mundo literario no
puede renunciar, la figura del editor. Conmueve encontrar ahí a Cortázar,
inseguro, locuaz, enfadado, curioso, siguiendo minuto a minuto la salida del
libro, desde la coma más inverosímil a la cubierta, pasando por las
correcciones y hasta por los títulos de crédito. Volver a Rayuela es conmoverse
otra vez como cuando se escucha a los niños decir las primeras palabras
largas.
Una felicidad y un resplandor. Larga
vida a Rayuela
Releer a Cortázar es el mayor y mejor disfrute de mi vida. Tengo RAYUELA editado en 1969 por Editorial Sudamericana. Admiro a Julio Cortázar
ResponderEliminarSIEMPRE CORTÁZAR !! R.
Nada puedo agregar ...Gracias por tu comentario.
Eliminar"Para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos." T.E.D.
ResponderEliminarBellísima ...Gracias !
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