viernes, 21 de junio de 2013

CORTÁZAR





Rayuela, un resplandor






"Toco tu boca...

 ...con un dedo todo el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos, donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua."


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Rayuela, de Julio Cortázar, se publicó por primera vez el 28 de junio de 1963. Hace 50 años. Ese día Sudamericana en Buenos Aires publicó una novela decisiva de nuestro tiempo. Después de miles de días y de millones de horas y de millones de lectores, la novela sigue viva y sale otra vez de otra imprenta, la de Alfaguara en España y en América.

 El tópico sugiere que ya no se lee igual, que el tiempo pasó por ella; esa expresión es una maldición literaria, una estupidez y un desprecio a la inteligencia del libro, que es por dentro y por fuera un desafío, un estudio del ser humano como es y también como no quiere ser, es un dedo en el ojo de la historia para hacerla llorar. Vale la pena vivir, y entre otras cosas para seguir leyendo a Julio Cortázar. Al libro le siguen creciendo patas y miradas y manos, como si nunca dejara de crecer, es un ser y una voz y también un silencio y un niño; ahora que se puede debe leerse, también, junto a las cartas que en ese periodo escribió Cortázar, sobre todo a su amigo el editor Francisco Porrúa. Esa correspondencia equivale a otro libro y pone en su lugar una relación mítica a la que el mundo literario no puede renunciar, la figura del editor. Conmueve encontrar ahí a Cortázar, inseguro, locuaz, enfadado, curioso, siguiendo minuto a minuto la salida del libro, desde la coma más inverosímil a la cubierta, pasando por las correcciones y hasta por los títulos de crédito. Volver a Rayuela es conmoverse otra vez como cuando se escucha a los niños decir las primeras palabras largas. 

Una felicidad y un resplandor. Larga vida a Rayuela








4 comentarios:

  1. Releer a Cortázar es el mayor y mejor disfrute de mi vida. Tengo RAYUELA editado en 1969 por Editorial Sudamericana. Admiro a Julio Cortázar
    SIEMPRE CORTÁZAR !! R.

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  2. "Para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos." T.E.D.

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