Se han escrito millares de libros sobre viajes, esos que
hacemos con la mente y por supuesto esos otros, también reales, divertidos o engorrosos donde nos acarreamos para ver como vemos o como
miramos, curioso hecho que no sé si por tu influjo he comenzado a cuestionarme.
Pero el hombre, al menos el humano que valoro, es un ser que viaja
permanentemente de la forma o el modo que sea.
No
he hablado mucho de mi viaje último, te di algunas claves, porque quiero ser leal a S. Fue un viaje fantástico en muchos sentidos, ya te
iré contando (o no)... Pero para mi angustia se tomó en serio eso de cuidarme y casi me asfixia. No es metáfora.
Siempre fiel a mí, a su posesiva y para mi desconocida manera de
ser, siempre hubo un escape. Literal y absoluto dos veces apenas, (me
desconozco), y de vez en cuando otros escapes menos perceptibles. No
quiero ser injusta con quien bien me quiere en el mejor de los sentidos y a
quien respeto y quiero un poco y aprecio mucho. Pero su mente centrada siempre en esa correa absurda, en economía o en números, es como un fósil, un ammonites o cualquier otro parecido.
No un fósil raro, uno más de los que nos dejó el cámbrico o el devónico, así es la forma en que lo veo, y lo lamento, tal vez no lo merezca
Me causa desasosiego cuando alguien no comprende que no se puede apresar la mente de nadie, a menos que ese alguien sea un idiota.
La mente humana es como el agua que
se escurre siempre, aunque la endiquen los holandeses, la conviertan en vapor, o se vuelva granizo. Igual se filtrará en cualquier grieta.
Por eso algunas tardecitas, mi mente te
escribía ( y no te pongas paranoico con eso, que me entristece que no me
comprendas). Un grafismo apenas bajo sus narices, mientras él generosamente me
ofrecía su smartphone para que escribiera a mis amigos...
Edward Hopper . Le Pont des Arts 1907
Precioso. Agustin
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