El poder, el pecado y el
peligro de vestirse de rojo
Lisa Jardine
¿Qué está de moda? Según la revista Vogue, "los tonos sanguíneos tienen una fascinación letal en esta temporada".
Hoy en día, en lo que al color se refiere, usamos
el que queremos. Pero no siempre fue así.Rojo carmesí, escarlata, colorado,
granate, carmín... todos los matices que usamos fueron prohibidos.
En la
Inglaterra de los Tudor (1485-1603) los monarcas se ocupaban de definir el
estatus social de acuerdo a la ropa.Enrique VIII aprobó cuatro leyes suntuarias
distintas durante su reinado. Un estricto código regía el uso de "ropa
costosa", y el rojo era uno de los colores más rígidamente controlados. No
era permitido, por ejemplo, que ningún inglés bajo el rango de caballero de la
Nobilísima Orden de la Jarretera usara terciopelo carmesí en sus vestidos,
abrigos o cualquier otra parte de su ropa. La violación de esta regla podía
resultar en la confiscación de la prenda ofensiva y una multa de 40 chelines.
El carmesí de las altas esferas
Thomas Wesley escaló posiciones en la Iglesia y en la corte de Enrique VIII, amasando una fortuna.
Cuando el papa lo hizo cardenal, pudo vestirse de rojo de pies a cabeza.
El objetivo fundamental era controlar quiénes
podían hacer alarde de su riqueza. El rojo era -por mucho-
el tinte más caro y el terciopelo el más costoso de los paños. Las telas rojas
en ese periodo se teñían usando cuatro colorantes principales: rubia roja,
kermes, cochinillas y líquenes colorantes. El más caro era el kermes, un tinte
hecho de los cuerpos disecados de insectos que produce un carmesí profundo. Como
lo importaban de España y Portugal, estaba sujeto a altos impuestos. En los
retratos oficiales, Enrique VIII luce su vestimenta parlamentaria, la ropa que
usaba para asistir al palacio de Westminster.
Las imágenes muestran la manera en la que utilizaba
el rojo para hacer valer su autoridad y su poder sobre su pueblo.
Los más poderosos en la corte elegían el escarlata como el color de la librea de su séquito: las leyes suntuarias permitían que una persona de rango suficiente forrara toda su casa y vistiera a sus sirvientes con las telas caras y los colores que ellos mismos tenían derecho de vestir.
Aquellos que no se atrevían a hacer alarde
recurrían a un forro rojo discreto en las mangas, un detalle que servía para
indicarle a la gente que, si fuera permitido, podrían vestirse con atuendos más
costosos.
Aunque también había comerciantes ricos dispuestos
a correr el riesgo de que los multaran por atreverse a forrar de escarlata el
cuello de sus chaquetas o todas sus capas.
Para rameras, no para reinas
Pero el rojo ha tenido otras connotaciones, más
negativas... especialmente cuando lo usa una mujer. El libro de las Revelaciones les dejaba claro a los
primeros protestantes modernos el hecho de que la Iglesia de Roma era una
"mujer escarlata", la "Ramera de Babilonia":
"Y vi una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada con oro, perlas y piedras preciosas, con una de oro taza en su mano llena de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación. Y en su frente un nombre escrito, Misterio, Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la Tierra".
Isabel I estaba muy consciente de la importancia de la imagen y adoptó el blanco, a pesar del poder del rojo.
Abandonó el escarlata de los reyes y hombres
poderosos y eligió valerse de bordados y suntuosas joyas para mostrar su
riqueza y el poder en las ocasiones ceremoniales.
Isabel I de Inglaterra
La "Reina Virgen" le apostó a los temas
de la pureza y la crianza (las virtudes femeninas ideales) a lo largo de su
largo reinado.
Eso se tradujo en fabulosos vestidos de gala de
satín blanco ricamente adornados, con bordados que destacaban los símbolos
positivos de un reinado femenino: el pelícano del autosacrificio y el tamiz de
la castidad.
Isabel, cuatro siglos después
En la mañana del 2 de junio de 1953, la reina
Isabel II partió de Buckingham Palace para su coronación en la Abadía de
Westminster.
Cuando las cámaras de la BBC se enfocaron en la
carroza dorada de cuento de hadas, se le vio con una vestimenta ricamente
bordada... y blanca.
Su padre y su abuelo habían recorrido las calles
vestidos de escarlata y armiño, pero 395 años después de que fuera coronada la
primera Isabel, el Palacio y la joven reina todavía consideraban que una mujer
de rojo podría suscitar demasiadas connotaciones negativas. Ahora, la
reina no duda en vestirse de rojo...
Esos prejuicios por el color con el que se viste
una mujer se han desvanecido en las últimas décadas.Hoy en día, hasta la reina usa rojo en los actos
públicos, y parece ser uno de los colores favoritos de la duquesa de Cambridge...y a su
nuera le gusta mucho el color.
Sin embargo, quedan algunos vestigios de
simbolismo...Las mujeres escarlata en la ficción siguen siendo
audaces y peligrosas.
Lisa Jardine Historiadora, especial para la BBC
Lisa Jardine es profesora de Estudios del
Renacimiento en la Universidad College de Londres, donde es directora del
Centro de Humanidades Interdisciplinarias Proyectos de Investigación.
Dicen que el rojo simboliza poder, vitalidad y ambición. Que aporta confianza en sí mismo, coraje y una actitud optimista ante la vida.
ResponderEliminarEn estos ejemplos que estás mostrando Miss Musa... Belleza...!