Leonardo: todas las caras del genio
Pablo Ordaz
Las salas del Palacio Real
de Milán están en penumbra y la gruesa moqueta se traga los pasos de los
carpinteros y electricistas que, un día antes de la apertura al público, dan el
último repaso a la más grande exposición dedicada jamás en Italia a uno de sus
indiscutibles genios: Leonardo da Vinci.
Uno de los trabajadores se
para ante el retrato de La belle Ferronnière y le comenta al
compañero: “Yo no entiendo de pintura, pero cada vez que la miro siento el
impulso de intentar descubrir hacia dónde está mirando, o de dar un par de
pasos a la derecha para encontrarme con su mirada. La verdad es que su gesto
impresiona”. Uno de los jóvenes licenciados que, a partir de hoy y hasta el
próximo 19 de julio explicarán la muestra Leonardo Da
Vinci 1452-1519, tercia sonriendo en la conversación: “Pues no
entenderás de pintura, pero eso es precisamente lo que buscaba Leonardo da
Vinci y queda claro que, cinco siglos después, sigue consiguiéndolo".
La Belle Ferronière
La exposición es, para ser exactos, una maravilla. Porque es Leonardo, todo Leonardo, con lo que eso conlleva: el pintor, el escultor, el científico, el ingeniero, el escenógrafo, el genio que nació en la república de Florencia en 1452 y murió en un castillo de Francia en 1519, convencido de que una vida no era suficiente para alcanzar aquello por lo que su inmensa curiosidad siempre luchó, la identidad entre el arte y la ciencia. O, explicado en palabras del comisario de la exposición, Pietro C. Marani, Da Vinci “era consciente al final de su vida de haber ido demasiado lejos al afrontar los más diversos campos de investigación, hasta el punto de haber perdido de vista, el verdadero objetivo final de sus investigaciones: la unidad del conocimiento”. Esa búsqueda total, ese dibujar el mundo para llegar a entenderlo y convertirlo en belleza, pero en belleza útil, es la aventura de la exposición de Leonardo. Pero no solo eso.
Porque Pietro C. Marani y
Maria Teresa Fiorio, los comisarios de la exposición, han querido acompañar las obras de Da Vinci, ponerlas en valor,
confrontarlas con la de otros artistas de su época o de otras. Se trata de un
juego estimulante, al que hay que dedicar esfuerzo físico e intelectual —la
muestra es casi inabarcable en ambos aspectos—, pero en el que, como premio,
uno recibe la posibilidad de contemplar en la tercera sala de la exposición el
retrato de La belle Ferronnière —prestado por el Museo del Louvre— y
comparar su mirada intrigante con la de San Girolamo, de Andrea del Verrochio
—prestado por el Palacio Pitti, de Florencia—. “Porque es verdad que Leonardo
innovó”, explica Pietro C. Marani, “pero sobre todo perfeccionó, tanto desde el
punto de vista artístico como desde el tecnológico o el científico. De ahí que
hayamos decidido exponer algunas de sus fuentes tecnológicas, como algunas
herramientas originarias de la época de Brunelleschi, junto a los dibujos de
Leonardo que reproducen aquella tecnología. Estamos acostumbrados a ver a Da Vinci como un genio precursor, pero este es un aspecto
propio del siglo XVII, que pesa todavía sobre los estudios y la idea que el
público tiene sobre el genio. Por eso hemos querido que el visitante encuentre
en esta exposición a un Leonardo que atesora todo aquello que lo rodea y a
continuación lo transforma”.
'Estudio de perspectiva para 'La adoración de los Reyes Magos', de Leonardo da Vinci. (1452-1519).
Y, para terminar con el
mito del genio solitario, aislado, los comisarios Marani y Fiorio han
conseguido, después de más de cinco años de trabajo y un presupuesto de 4,4
millones de euros, reunir durante cuatro meses en Milán —la ciudad en la que
vivió dos décadas uno de los genios máximos de la historia de la pintura— más
de 200 obras de arte: 43 cuadros, 20 esculturas, 108 dibujos y 40 documentos
manuscritos procedentes de colecciones de todo el mundo.
El Louvre ha prestado tres cuadros: La Anunciación y el San Juan Bautista, además de la Ferronnière. La National Gallery de Washington ha cedido la Madonna Dreyfus; el Vaticano, el San Girolamo; Parma, la Cabeza de Muchacha; y Venecia, el Hombre de Vitrubio. Los organizadores destacan la generosidad de los Windsor, que han prestado 30 dibujos, del British Museum o del Metropolitan de Nueva York. Y, aunque también destacan la solidaridad nacional para con una muestra sin precedentes y difícilmente repetible, se hace notar la ausencia, por ejemplo, de la Anunciación más valorada, la que se guarda con celo en el Museo de los Uffizi de Florencia. “Nuestra intención”, explica la comisaria Maria Teresa Fiorio, “era buscar la originalidad. Otras muestras anteriores han puesto el acento sobre aspectos puntuales o cronológicos de Leonardo. En esta exposición, que ha sido muy meditada, hemos querido reunir todas las facetas que configuraban la mentalidad del genio”. La muestra, que además cuenta con un catálogo de más de 600 páginas y una aplicación para tabletas, se divide en 10 secciones principales que van llevando al visitante, siempre entre la penumbra que resalta el brillo de las obras de arte, a través del recorrido artístico y científico de Leonardo.
El Louvre ha prestado tres cuadros: La Anunciación y el San Juan Bautista, además de la Ferronnière. La National Gallery de Washington ha cedido la Madonna Dreyfus; el Vaticano, el San Girolamo; Parma, la Cabeza de Muchacha; y Venecia, el Hombre de Vitrubio. Los organizadores destacan la generosidad de los Windsor, que han prestado 30 dibujos, del British Museum o del Metropolitan de Nueva York. Y, aunque también destacan la solidaridad nacional para con una muestra sin precedentes y difícilmente repetible, se hace notar la ausencia, por ejemplo, de la Anunciación más valorada, la que se guarda con celo en el Museo de los Uffizi de Florencia. “Nuestra intención”, explica la comisaria Maria Teresa Fiorio, “era buscar la originalidad. Otras muestras anteriores han puesto el acento sobre aspectos puntuales o cronológicos de Leonardo. En esta exposición, que ha sido muy meditada, hemos querido reunir todas las facetas que configuraban la mentalidad del genio”. La muestra, que además cuenta con un catálogo de más de 600 páginas y una aplicación para tabletas, se divide en 10 secciones principales que van llevando al visitante, siempre entre la penumbra que resalta el brillo de las obras de arte, a través del recorrido artístico y científico de Leonardo.
Cabeza de Muchacha
La muestra del Palacio
Real de Milán llega, además, en un momento muy especial para la gran capital
del norte de Italia. Lo subraya Vitta Zelman, el presidente de Skira, la
sociedad que ha coproducido la exposición en colaboración con el ayuntamiento
milanés, y que explica: “No ha sido fácil reunir a la vez tantas joyas de Leonardo
da Vinci. Ha resultado una operación delicada, pero a la vez necesaria porque
la organización de esta magna exposición se enmarca en las grandes iniciativas
relacionadas con la Expo 2015 de Milán, y que también unimos a la otra gran
exposición del Palacio Real sobre el arte de Lombardía de los Visconti a los
Sforza. Así, la ciudad de Milán se sumerge en una gran reflexión cultural”.
'Las proporciones del cuerpo humano según Vitruvio' ('El hombre vitruviano').
'
El visitante pone punto
final al recorrido y, a la salida de la exposición, mientras electricistas,
carpinteros y otros trabajadores que han puesto su pequeño grano de arena para
la muestra terminan sus tareas —y también lanzan su última mirada a La Belle Ferronnière—, la puerta del Palacio Real se encuentra tomada por la
policía. Enfrente, en el imponente edificio del Duomo milanés, se desarrollan
los funerales de Estado por las víctimas del tribunal de Milán, consecuencia de
un hombre que perdió la cordura pero también de un sistema político y social
que, durante los últimos 20 años, apenas practicó “la gran reflexión cultural”.
El mito de ‘La Gioconda’
No está La Gioconda, pero sí
su mito. Aunque el retrato fue comprado con todas las de la ley por el rey
Francisco I, muchos italianos siguen creyendo que el retrato más famoso de uno
de sus principales genios artísticos, Leonardo da Vinci, fue robado por los franceses
y que por eso está en el Museo del Louvre, emplazado en París. Lo cierto es que
el cuadro fue pasando de rey en rey hasta que, en 1797, después de la
Revolución Francesa, fue destinado a formar parte del Louvre, si bien en 1800
Napoleón ordenó colgarlo en su dormitorio de Les Tuileries y allí estuvo hasta
1804.
Aunque el verdadero mito de La
Gioconda —como publica la prensa italiana al hilo de la exposición— tal
vez naciera en el verano de 1911. Aquel mes de agosto, Vincenzo Perugia, un
pintor de brocha gorda que trabajaba en el Museo del Louvre, desapareció
llevándose el cuadro bajo el brazo. Los periódicos franceses dedicaron muchas
páginas al retrato, que se hizo tan popular que, cuando una semana después el
museo abrió sus puertas, la gente acudió en masa para ver su vacío en la pared.
El efecto mediático trascendió el
asunto policial —el cuadro fue recuperado y devuelto a Francia cuando el tal
Vincenzo Perugia trató de vendérselo a un anticuario de Florencia— y la última
parte de la exposición está dedicada, precisamente, al “mito de Leonardo"
e incluye piezas de Marcel Duchamp —L.H.O.O.Q—, Enrico Baj —La venganza de la
Gioconda— o Andy Warhol —White on White Mona Lisa—.
El arte de Leonardo a través de la profanación de la belleza.
El arte de Leonardo a través de la profanación de la belleza.
Da Vinci dijo: ¿Por qué el ojo ve una cosa más claramente en sueños que en la imaginación cuando se despierta?
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