El destino de Borges en el campo de batalla
Winston Manrique Sabogal
"Mi estimado amigo. El general Arredondo valiéndose de influencias sobre mi corazón...".
Así empieza la carta que, fechada el 26 de septiembre de 1874, recibió el abuelo paterno de Jorge Luis Borges, el coronel Francisco Borges, de parte de su amigo, escritor y presidente de Argentina, Domingo Faustino Sarmiento, que habría de ser determinante en el final de sus días. Es una misiva en la cual se juntan dos temas esenciales del autor de Ficciones: provenir de una familia de honorables y heroicos militares por parte de padre y madre (reflejado en varios poemas en campos de batalla y porque él no siguió la tradición militar) y si el destino del ser humano está escrito o existe el libre albedrío. La carta parece un nudo borgeano que después de un siglo se hace pública en un libro.
Azar, dilema, épica, heroicidad, Tiempo, destino y fronteras de leyenda enraizadas en la realidad de aquellas palabras donde Sarmiento expone la encrucijada política y de traiciones del país y le pide al coronel Borges lealtad al Gobierno, para el suyo y el recien ganado por Nicolás Avellaneda, aunque que el coronel considera ilegítimo, y que si lo hace no tendrá consecuencias: “Oiga a un amigo: si alguna prenda hubiese Ud. comprometido yo le doy mi palabra de honor que ateniéndose en adelante a lo que el deber le prescribe y obedeciendo al gobierno quedará Ud. en la misma posición. Cuando nos veamos le mostraré los documentos, en que los conspiradores, para dar seguidores y confianza a los que intentan seducir consignan su nombre”.
El futuro de Argentina parecía enredarse. El coronel
Borges se había implicado en la revolución con la condición de que esta se
hiciera cuando Sarmiento hubiera dejado la presidencia. Siempre fue leal al
mandatario, a quien respetaba y consideraba legítimo. El alzamiento se
precipitó. El coronel quedó atrapado entre sus dos decisiones. Y resolvió el
conflicto sin traicionar su convicción: entregó sus tropas al Gobierno, y se
plegó a la revolución cuando Sarmiento dejó la presidencia. Un paso enmarañado:
ganó la desconfianza de sus compañeros revolucionarios y se convirtió en
enemigo del gobierno. Se vio ante oscuros senderos bifurcados. Ya con los
revolucionarios, en la batalla de La Verde, el ejército insurrecto fue
derrotado, y Francisco Borges “se hizo matar” –como lo refería su nieto, Jorge
Luis- al cargar solo contra el enemigo.
¿Por
qué ese acto? La pregunta gira eterna sobre su eje. María Kodama, viuda y
albacea de la obra del nieto Jorge Luis Borges (1899-1986), dice que el coronel
trató de resolver todo éticamente. Tras la lucha perdida en el campo de batalla,
relata Kodama, el coronel Borges “avanza, los brazos cruzados, hacia donde el
fuego es más intenso y cae muerto”. Un acto que la lleva a formularse una
pregunta sobre un tema que interesaba mucho a su marido: "¿Existe el libre
albedrío?”. Kodama ahonda en el misterio al recordar que fue el propio
Sarmiento quien años antes había destinado al coronel Borges al lugar donde
habría de conocer a su esposa, a la sazón, la abuela del escritor, y al final
de sus días habría de señalarle un camino.
En
aquella carta, tras exponer la delicada situación del país, el presidente
presiona al coronel al reafirmarle su confianza: “Hágame el gusto de
contestarme para satisfacer la ansiedad pública, contando que con su silencio y
con su contestación está carta verá la luz pública”.
Ese
es el colofón conocido de manos de su nieto. Ahora se hace pública en un
libro.Lo hace después de más de un siglo de pertenecer a la familia Borges
siendo actualmente su propietario el Museo del Escritor, de Madrid, que lo ha
publicado con su sello Del Centro Editores con el título de Al coronel Francisco Borges
(con la colaboración de la delegación española de la Fundación Internacional
Jorge Luis Borges). Es un libro de edición limitada acompañado de una
introducción de María Kodama (que firma cada ejemplar), la nota de los
editores, facsímil de la carta y su transcripción, el poema de Borges Alusión a la muerte del Coronel
Francisco Borges, breve referencia biográfica de cada una de las
personas nombradas, un CD con la grabación de la voz de Borges leyendo su poema
y las fotos de coronel Francisco Borges y de Domingo Faustino Sarmiento.
María Kodama empieza la introducción del libro con
reflexiones inquietantes que se hacía Borges sobre las decisiones que se toman
y sus consecuencias, y en qué momento del pasado y con qué personas se gesta el
futuro de cada vida. “Toda esa suma de hechos que a medida que suceden no nos
permiten ver el encadenamiento que tienen hasta que con el paso del tiempo nos
revelan un dibujo maravilloso o terrible”, escribe Kodama. Y para este caso
concreto, ella recuerda que al escritor argentino “le fascinaba la épica, para
él era la exaltación de los valores, del honor, del deber, de la lealtad,
encarnados en héroes en la defensa de ideales”.
El
contexto y pasaso próximo a ese desenlace histórico lo resume Claudio Pérez
Miguez, uno de los editores de este libro, junto a Raúl Manrique Girón:
“Durante la última etapa del gobierno de Sarmiento, y habiendo sido elegido ya
nuevo presidente Nicolás Avellaneda, el general Mitre encabezó una revolución
contra él con la excusa de que se había cometido fraude. El Coronel Francisco
Borges puso como condición que el levantamiento se produjera una vez que
Sarmiento, a quien respetaba, por quien sentía afecto personal, y que
consideraba con legitimidad, dejara el cargo. Pero la asunción por parte del
gobierno de medidas tendientes a evitar el alzamiento hizo que este se
adelantara. Él entregó las tropas a su mando cumpliendo la orden de Sarmiento y
luego se plegó a la revolución. Quedó solo, ya que los revolucionarios lo
miraban con desconfianza, y para el gobierno era un rebelde. Por esto fue
puesto al mando de una caballería sin experiencia ni adecuada instrucción.
Durante la batalla de La Verde, el ejército de Mitre fue destrozado, y cuando
la batalla estaba perdida cargó sólo, separándose de sus soldados contra el
enemigo, siendo herido de muerte”.
He
ahí un punto luminoso en el pensamiento de Jorge Luis Borges e inspirador en su
creación. Su voz parece resonar en María Kodama, con quien conversaba de estos
temas, al preguntarse ella qué papel juega Faustino Domingo Sarmiento en el
destino de los antepasados de Borges. Nadie tiene la respuesta. Pero el poeta,
narrador y ensayista cantó a sus antepasados que lucharon en guerras de
independencia, mientras la idea de destino o libre albedrío impregnó su
literatura de su legendario soplo enigmático.
Esa
vida y esa muerte de su abuelo marcaron al maestro de la literatura argentina.
Tanto por el hecho en sí mismo y su heroicidad ética, como por el juego del
destino. Un desenlace al que el escritor dedicó uno de sus principales poemas: Alusión a la muerte del Coronel
Francisco Borges:“Lo dejo en el caballo, en esa hora; /
crepuscular en que buscó la muerte; / que de todas las horas de su suerte /
ésta perdure, amarga y vencedora. / Avanza por el campo la blancura…”.
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