La ley de la selva sigue siempre las mismas reglas matemáticas
Miguel Angel Criado
En todos los ecosistemas donde el león es el rey, existe la misma proporción de leones y presas,
como éste búfalo
como éste búfalo
Las matemáticas son una
abstracción humana, pero gobiernan la vida salvaje del
planeta. Ya sea en la sabana o en las profundidades del mar, los
ecosistemas muestran siempre los mismos patrones matemáticos que relacionan la
biomasa de depredadores con el de presas. Un monumental estudio con miles de
especies demuestra cómo el aumento de comida disponible (presas) no lleva
aparejado un aumento igual del número de depredadores. Y el patrón se reproduce
casi de manera universal.
En la Tierra hay una gran
variedad de ecosistemas marinos, terrestres, lacustres, de montaña, selváticos
o desérticos. Unos están integrados por unas pocas especies, como en las
cumbres alpinas o las fumarolas de las simas atlánticas. Otros son exuberantes,
como la Amazonia brasileña o la reserva del Ngorongoro, en Tanzania. A pesar de
tanta diversidad, todos pueden representarse en forma de pirámide, con una
base, generalmente biomasa vegetal, y sucesivas capas que se alimentan de la
precedente, como los herbívoros de aquella base y los grandes depredadores
felinos de estos últimos.
La lógica y buena parte de las
investigaciones en ecología dicen que a más biomasa en la base, más cantidad de
energía en forma de comida para los de arriba: si hay más pasto en la sabana,
habrá más gacelas y ñus, y si hay más gacelas y ñus, habrá más leones. Es
decir, el tamaño de la pirámide puede aumentar, pero no cambia su forma. Sin
embargo, no es así. La relación no es lineal, sigue en realidad una ley de
potencia que es sublineal: a más gacelas y ñus, habrá 0,74 (o 3/4) más de
leones. Y se ha comprobado en todos los ecosistemas donde ambos conviven. Desde
el secarral del desierto del Kalahari hasta el rico cráter del Ngorongoro,
pasando por el delta del Okavango o la reserva Kruger, siempre se repite esa
ley de potencia.
Desierto del Kalahari
"Una ley de potencia es una
función matemática simple", dice el investigador de la Universidad McGill
(Canadá) y principal autor del estudio, Ian Hatton. En ecología, se asumía
que el exponente de esa ley de potencia era 1, lo que significa que cuando se
dobla las presas (en número o densidad), también se dobla el de los depredadores.
"Sin embargo, hemos comprobado un exponente cercano a los 3/4, lo que es
menos que 1", añade el científico canadiense. Esto supone que si aumentan
las gacelas, también lo harán los leones pero no en la misma proporción.
Lo que
han descubierto Hatton y sus colegas es que esta ratio no es solo cosa de los
leones. En el caso de las hienas y sus presas es de 0,74. En el de los tigres
del sudeste asiático, también del 0,74. De los lobos de norteamericana, del
0,72... y así hasta una treintena de grandes depredadores y los centenares de
especies de las que se alimentan. Tal y como muestran en un artículo publicado
en Science, allí donde aumenta la biomasa de presas, la ratio
depredador-presas disminuye.
El fenómeno, además, no es
exclusivo de los grandes depredadores. Los investigadores repasaron más de
1.000 estudios sobre poblaciones ecológicas, densidad de especies, número de
ejemplares, relaciones entre depredadores y presas... En total obtuvieron datos
de 2.260 ecosistemas y unas 1.500 áreas geográficas. Hay estudios sobre grandes
mamíferos, invertebrados, zooplancton que depreda el fitoplancton,
invertebrados y plantas... En la práctica totalidad, a excepción de algunas
comunidades de peces y protistas, la relación entre depredadores y presas
siempre sigue esa ley de potencia elevado a 3/4.
"Estamos impresionados. Se
trata de un patrón asombroso", dice en una nota el investigador de la
Universidad de Guelph, Kevin McCanny, coautor del artículo. Sea el ecosistema
que sea el observado, la cantidad relativa de biomasa de presas y depredadores
puede ser predicha "por una simple función matemática", comenta.
Pero aquí no acaba la relación de
la naturaleza con las matemáticas. En la base de toda pirámide están los
productores primarios de energía, generalmente las plantas, algas marinas o
invertebrados. Pues bien, los bosques de hoja caduca, los pastizales, los
ecosistemas de coníferas, las praderas marinas y las algas muestran un proceso
de escalado similar, con ratios de producción per cápita en relación con la
biomasa total entre el 0,74 y el 0,81. De nuevo, el intrigante exponente de los
3/4. Eso implica que, en ausencia de depredadores, las poblaciones de presas
aumentan si hay más producción primaria, pero con una tendencia a la baja.
Para los
investigadores no está del todo claro a qué se debe esta ley casi universal de
potencia pero deber ser clave para la estabilidad de los ecosistemas. Entre los
elementos que entrarían en una futura teoría que explique el reinado de las
matemáticas en la vida salvaje, ellos mencionan los límites que impone el
metabolismo de cada especie, la ralentización de la reproducción y cría entre
las presas ante una menor presión de los depredadores, la competencia por los
recursos o las interacciones entre distintas especies de presas.
"Da la impresión de que las
especies se reproducen a ratios menores cuando abundan. Cuantos más animales y
plantas hay, menos crías tienen. Para que el balance del ecosistema se
mantenga, los depredadores están limitados por la cantidad de crías disponibles",
razona Hatton. Pero esto no explica el patrón en todos los sistemas.
"Aunque podemos sugerir otras razones para explicar este patrón que vemos
entre los grandes mamíferos, bosques o el plancton, no sabemos por qué los
diferentes ecosistemas siguen el mismo patrón", añade.
Una posible explicación, casi
metafísica, relaciona este patrón observado en los grandes ecosistemas como el
comprobado a nivel individual. La misma ley de potencia con exponente a 3/4 que
rige lo global, también gobierna la fisiología de los organismos. En estos, la
ratio de reproducción, crecimiento y metabolismo cambia en función de la masa
corporal y se conoce desde los años 30 del siglo pasado como la Ley de Kleiber, en honor al químico que la postuló.
"Es lo que algunos llaman la curva de ratón a elefante, porque, todas
las especies, incluidos los humanos, siguen esta ley de potencia cercana a
3/4", comenta Hatton. Aunque un elefante sea, por ejemplo, 1.000 veces más
grande que un ratón, no necesita comer 1.000 veces más. De hecho, cuanto mayor
es el animal, consume proporcionalmente menos que un animal pequeño. Y esa
ratio entre metabolismo y tamaño tiende, de nuevo a 3/4 o la 0,75 potencia.
"Estos
resultados son sorprendentes porque indican que la cantidad de depredadores
aprovechables, como las especies de pesca comercial que se alimentan de otras
presa marinas, apenas aumenta aunque lo hagan en gran medida las presas",
comenta el profesor de la Universidad del Sur de Alabama, el español Just Cebrián.
Este biólogo marino, que no ha participado en el estudio aunque lo ha revisado,
considera que los ecosistemas más productivos son ineficientes cuando se trata
de transferir la energía a lo largo de la cadena alimenticia. "El trabajo
de Hatton y sus colegas generaliza este hecho a todos los ecosistemas de la
Tierra".
Para Cebrián, Hatton ha culminado
de forma elegante una década de investigaciones por parte de muchos ecólogos
con una fórmula muy sencilla y prácticamente universal por la que la producción
de comida por parte de las presas aumenta la cantidad de depredadores elevado a
0,75. "Estos resultados sugieren lecciones importantes para la gestión y
protección de ecosistemas en peligro, tal como las sabanas del Serengeti o las
junglas de Indonesia: a medida que aumentamos la presa, la cantidad de
depredadores aumentará solo ligeramente", sostiene el biólogo español.
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