Entrevista inédita con Borges: “Soy un anarquista
conservador”
Claudio Pérez Míguez
La literatura y la figura de
Borges, tan controvertida en la Argentina de aquellos años, ya había llamado mi
atención, por lo que tuve la idea de hacerle a él ese reportaje. Ni yo ni mi
entorno próximo teníamos contactos literarios, por lo que pensé ver si
encontraba su número en la guía telefónica.
Buscando por Borges, encontré que estaba, todavía, a nombre de su madre, Leonor Acevedo de Borges, que ya había muerto. Aún recuerdo el número: 42-2801. Inmediatamente llamé, me atendió Fanny Úbeda, la señora que se encargaba de la casa, y me dijo que Borges estaba de viaje.
Buscando por Borges, encontré que estaba, todavía, a nombre de su madre, Leonor Acevedo de Borges, que ya había muerto. Aún recuerdo el número: 42-2801. Inmediatamente llamé, me atendió Fanny Úbeda, la señora que se encargaba de la casa, y me dijo que Borges estaba de viaje.
Como el plazo para la entrega del
trabajo transcurría, buscamos a otras personas para cumplir con la tarea, pero
cuando faltaban dos días, se me ocurrió intentarlo de nuevo. Me volvió a atender
Fanny, y cuando yo esperaba hablar con alguien para explicarle mi idea y que
este se lo trasladara a Borges, ella le pasó el teléfono directamente a él, que
habiendo escuchado mi propuesta me dijo: "Venga mañana o pasado, 10 o 10 y
media". Esa misma noche preparé las preguntas.
Se las mostré a mi padre para que me diera su opinión sobre el cuestionario, y me dijo por qué en lugar de tratar de hacer una entrevista imitando a la que le hacían los periodistas, buscando generalmente alguna declaración explosiva que diera un titular, no trataba de encararla desde mi punto de vista, viendo lo que pudiera interesarme a mi edad. Me pareció un buen consejo y traté de reformularlo de esta manera.
Se las mostré a mi padre para que me diera su opinión sobre el cuestionario, y me dijo por qué en lugar de tratar de hacer una entrevista imitando a la que le hacían los periodistas, buscando generalmente alguna declaración explosiva que diera un titular, no trataba de encararla desde mi punto de vista, viendo lo que pudiera interesarme a mi edad. Me pareció un buen consejo y traté de reformularlo de esta manera.
Como el trabajo había que
presentarlo en equipo, invité a mis compañeros, varios me acompañaron, y por
supuesto estuvimos en su casa el día siguiente a las 10.
Este encuentro me permitió seguir
frecuentándolo en su domicilio, llevarlo a dialogar a mi colegio, a mi casa, y
un gran número de encuentros que seguramente definieron mi gusto por los libros
y lo literario. Pero esto ya es otra cosa, en lo que nos concierne, la
entrevista fue realizada en el piso de Borges, en la calle Maipú 994, de Buenos
Aires, el 29 de julio de 1982, más de un año antes del retorno de la democracia
a Argentina. El resultado es el que transcribimos a continuación, y que se
conservó inédito hasta la fecha. "A mí se me hace cuento" que ya han
pasado más de tres décadas de ese día y que se cumplan 30 años de su muerte.
"El tiempo que los mármoles empaña", cambia muchas cosas y otras no,
su palabra sigue iluminándome.
¿Podría contarnos cómo estaba
constituida su familia?
Sí. Mi madre era criolla, era
católica, pero católica a la manera argentina, es decir, más una cuestión
social que teológica. Mi abuela inglesa, era de tradición protestante,
predicadores metodistas. Ella sabía de memoria la Biblia. Ud. le recitaba un versículo
cualquiera y ella le decía, sí, Libro de Job, capítulo tal, versículo tal y
seguía adelante. Entre los protestantes hay mucha gente que conoce de memoria
la Biblia. En los hoteles, por ejemplo en Inglaterra, en Escocia y en Nueva
York también, siempre en el cajón de la mesa de luz hay una Biblia. Y además
las citas bíblicas que serían pedantescas en castellano, son comunes en inglés.
La gente continuamente está citando versículos de la Biblia o frases bíblicas,
y eso no resulta pedante. En cambio, en los países católicos resultaría
forzado. De modo que mi abuela era muy religiosa, metodista.
La familia de mi madre era
católica, como dije, a la manera de los países latinos, de un modo superficial.
Mi padre era agnóstico, es decir, librepensador, y nos llevábamos todos muy
bien, eso jamás provocó una discordia.
Que más puedo decir de mi
familia. Mi padre era profesor de Psicología, en el Colegio de Lenguas Vivas, y
yo recuerdo exactamente lo que ganaba, él era abogado además, era Secretario
Civil. Él tenía que dar dos clases de Psicología por semana en Lenguas Vivas y
le pagaban 100 pesos al mes. Cien pesos al mes era dinero entonces, y ahora
corresponde más bien a la literatura fantástica. Cien pesos no significan nada.
En ese tiempo sí, todo era mucho más barato que ahora. Yo recuerdo que el dólar
estaba a 2 pesos con cincuenta centavos. Creo que actualmente ha subido el
precio, ¿no? Nuestra moneda es la mas baja del mundo, creo.
Por el lado de mi padre y mi
madre, era una familia militar, mi abuelo el Coronel Francisco Borges se hizo
matar, realmente, en la batalla de La Verde, que ocurrió cerca del pueblo de 25
de Mayo, provincia de Buenos Aires. Mis abuelos hicieron la campaña de la
independencia, luego las guerras civiles, la guerra con el Brasil, todo eso.
Ahora, por el lado de mi abuela
inglesa, no. Eran predicadores y profesores.
¿Qué estudios realizó usted?
Pocos. Yo estudié en el Collège
de Ginebra, estudié y tengo mi bachillerato. Ahí había dos materias
principales, que eran el francés y el latín. Yo comprendí que si estudiaba bien
francés y latín podía prescindir de las otras materias, lo cual ha hecho que yo
sea extraordinariamente ignorante, ya que estudié física, botánica,
mineralogía, zoología, música, gimnasia, química y no sé absolutamente nada de
ellas. Historia sí me gustaba. Pero historia en Suiza no es una materia
obligatoria, es optativa. Si usted quiere puede estudiar historia Suiza, si no,
no. Yo estaba interesadísimo en conocer la historia de Suiza ya que yo estaba
ahí, entonces la estudié. Sí son obligatorias, la historia antigua, la moderna,
etc, pero no la Suiza.
Ese es el único título que tengo,
los demás son títulos Honoris Causa, que no son más que generosidades, soy
Doctor Honoris Causa de Tucumán, de Nueva York, de universidades italianas,
colombianas, mexicanas, luego de Harvard, de Oxford, de la Sorbona, pero creo
que no puedo llamarme Doctor ya que estos doctorados Honoris Causa son un favor
que le otorgan a uno y que por supuesto agradezco, ya que es un honor, aunque
no sé si lo merezco.
Personalmente solo puedo decir
que soy bachiller del Collège de Calvino en Ginebra.
¿A qué edad toma conciencia de su
vocación literaria?
Yo no sé. No recuerdo una época
sin leer ni escribir. Yo siempre estaba leyendo y escribiendo. Ahora mi padre
me dijo que solo leyera lo que me interesaba, que no leyera un libro por el
sentimiento del deber, porque era famoso. Que leyera solo cuando me interesara,
y que solo escribiera cuanto tuviera una necesidad de hacerlo. Que escribiera
mucho, que rompiera mucho y que no me apresurara a publicar, ya que publicar no
es parte necesaria del destino de un escritor.
¿Cómo llega a publicar su primer
libro?
Mi primer libro lo publiqué
tardíamente, yo tenía 24 años. Se llamó Fervor de Buenos Aires, y se
publicó aquí, en Buenos Aires. Mi padre me dio 300 pesos que me permitieron la
impresión de 300 ejemplares. No se puso en venta, lo repartí entre mis amigos.
A mí me gustaba mucho. Pero, en realidad, era el cuarto libro que escribía.
Había escrito tres antes, que curiosamente, destruí. Tal vez debería haber
destruido ese también.
¿Cómo surgen sus obras? ¿Se
sienta a escribir sistemáticamente o lo hace cuanto siente la necesidad?
Eso es muy complejo. Yo siento
que hay algo que quiere que yo lo escriba, y yo trato de disuadirlo. Pero si
hay un tema que vuelve, un argumento de un cuento o un poema que vuelve,
entonces lo escribo. Me parece un error buscar temas, hay que dejar que los
temas lo busquen y lo encuentren a uno. Si no salen libros fabricados.
Creo que todo el mundo escribe
así, aunque los periodistas, no, ellos buscan temas. Y, por ejemplo, un
escritor que admiro mucho, Capdevila, escribió un libro sobre las catorce
provincias argentinas, es muy raro que todas le interesaran, y menos que le
interesaran favorablemente. Eso es ponerse a fabricar un libro. Yo por ejemplo
he escrito un poema al agua, y no se me ocurrió escribirle al fuego, a la
tierra y el aire. Sería una cosa mecánica. Escribí un poema al agua porque me
interesaba. De modo que buscar temas es un error. Hay escritores que se
proponen escribir sobre la vida de los campesinos de tal sitio, y así salen los
libros.
¿Cuál de sus libros prefiere y
por qué?
Bueno, la mayoría no me gusta. Me
resigno a ellos. Aproveché las llamadas obras completas para omitir dos libros.
Para mí, mi mejor libro es el que se titula El libro de arena. Es de fácil
lectura, es un libro breve, no uso ninguna palabra que requiera el uso del
diccionario. Es un libro de cuentos, y otro libro de cuentos que me gusta es El
informe de Brodie. El libro de arena es el único del que estoy
satisfecho. Tal vez el tiempo juzgue así también y borre los demás, que son
realmente borrables borradores.
Pero hay mucha gente que admira
toda su obra...
Sí, pero yo no me encuentro entre
ellos. Eso es un error, y no sé si agradecerlo, porque no sé si hay que
agradecer los errores.
¿Cómo se definiría a sí mismo?
Si yo tuviera que definirme diría
un escritor, aunque tal vez sería mejor decir un lector, ya que yo creo ser
mejor lector que escritor.
¿Cómo trascurre un día en la vida
de Jorge Luis Borges?
Bueno por la mañana si tengo
suerte, vienen a verme periodistas de Quilmes. Pero generalmente mis días no
son tan favorables, luego duermo una siesta y escribo algo.
¿Qué es para usted la amistad?
Cuando Eduardo Mallea publicó el
libro Historia de una pasión argentina, yo pensé: será sobre la amistad,
ya que la amistad es la pasión argentina, quizá la única. Yo tengo esa
impresión de que la amistad es muy importante para nosotros, lo cual está bien,
no?
¿Cómo definiría Buenos Aires?
Yo tengo un poema, en mi último
libro, que se llama La Cifra. Voy a citar el primer verso, que es una
definición: "He nacido en otra ciudad que también se llamaba Buenos
Aires", es decir, que ha cambiado tanto que es otra. Es que uno no llega
impunemente a los 83 años. A los 83 años casi todos mis amigos están en La
Recoleta. La ciudad ha cambiado enteramente. Yo nací en el centro de Buenos
Aires, en la calle Tucumán entre Esmeralda y Suipacha. Toda la manzana, salvo
el almacén que estaba en la esquina, era de casas bajas, con azoteas, con
patios, con aljibes, había algunas casas altas que se hicieron después, en la
calle 25 de Mayo o Reconquista.
¿Qué podría decirle a los jóvenes
que se empiezan a interesar por lo problemas del país?
Yo no sé, hay tantos problemas. A
lo mejor este país logra salvarse, aunque yo no veo como. La situación es mala,
y no solo aquí sino en el mundo entero. Tal vez todos los momentos sean
terribles y sintamos más este porque está más cerca. Yo no veo salvación
posible, y tal vez vayamos hacia la tercera guerra que puede ser la última. Lo
que está sucediendo, en el Líbano, lo que sucedió aquí, lo que está sucediendo
en Irak o en Irán. Esperemos que no, porque sería un suicidio de la humanidad.
¿Cree que los jóvenes deben
interesarse por la política?
Yo no sé. A mí no me interesó
nunca la política. Me interesa más la ética. Creo que si cada uno actúa
éticamente eso puede tener un efecto político muy grande.
¿Qué forma de gobierno prefiere?
Yo querría un mínimo de gobierno,
pero lamentablemente todavía los gobiernos, aún los gobiernos malos, son
necesarios. Como la policía, que es evidentemente necesaria. Si fuéramos
éticamente perfectos no serían necesarios los gobiernos, que son un peligro,
sin duda. Pero yo no puedo opinar en materia política, soy un anarquista
conservador. Mi padre era anarquista. Una vez fuimos a Montevideo y mi padre me
dijo que me fijara en las banderas, en las aduanas, en los uniformes, en las
iglesias, en las comisarías, porque todo eso iba a desaparecer. Nosotros,
cuando fuimos a Europa, en el año 14, viajamos sin pasaporte. No había
pasaporte, usted pasaba de un país a otro como de una habitación a otra. Luego
vino la Primera Guerra Mundial, la desconfianza, el espionaje, y ahora todo ha
cambiado, no se puede dar un paso sin identificarse, es muy triste eso. Espero
que en Quilmes* estén mejor las cosas que en Buenos Aires...
¿Cómo imagina el futuro de
Argentina?
Yo quiero pensar que habré
muerto, pero creo que vamos barranca abajo. Yo ya no tengo esperanza, ustedes
son jóvenes, tal vez tengan esperanzas, yo ya no tengo ninguna.
Muchas declaraciones suyas
generan polémica, y hay gente que cree que usted busca ese efecto...
¡Por supuesto que no! El que
piense eso no me conoce nada.
Para terminar ¿querría dejarnos
algún consejo o mensaje?
Yo no he sabido manejar mi vida,
no puedo dirigir la vida de los demás. Mi vida ha sido una serie de
equivocaciones. No puedo dar consejos, ando un poco a la deriva, cuando pienso
en mi pasado me avergüenza. Yo no doy mensajes, los políticos dan mensajes
* Quilmes es un municipio de la Provincia de Buenos Aires, anexado a la Capital y a solo 20 km de ésta. Esto que dice Borges es un chiste.
De El País: España
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