lunes, 3 de julio de 2017

POSVERDAD




La posverdad salta al Diccionario

La Academia registrará en diciembre este sustantivo, que se usó por vez primera en español en 2003 y las políticas de Trump han popularizado

Álex Grijelmo










El término “posverdad” pobló durante los últimos años las cadenas de radio y televisión, visitó todas las rotativas y Google responde que en su seno se ha reproducido 516.000 veces. Tal vez muchos hispanohablantes no lo han pronunciado aún, pero darían idea de que no viven en este mundo si asegurasen no haberlo oído nunca. Por eso la Real Academia Española ha decidido incorporarlo al Diccionario. El director de esa institución, Darío Villanueva, lo ha anunciado este jueves durante su conferencia magistral titulada Verdad, ficción, posverdad. Política y literatura, que pronunció en Madrid durante la clausura del Máster Universitario en Derecho Constitucional ofrecido conjuntamente por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

La palabra “posverdad”, según ha declarado más tarde Villanueva a preguntas de EL PAÍS, se incorporará el próximo diciembre y lo hará como sustantivo. Por tanto, habrá de decirse, por ejemplo, “la era de la posverdad”, y no “la era posverdad” (pese a que en inglés funciona como adjetivo: “The era of post-truth politics”, por ejemplo: “la era de las políticas posverdad”). Y en español, también a diferencia de lo que ocurre en aquella lengua, no llevará un guion entre el prefijo y la raíz: “posverdad” y no “pos-verdad”.

Este uso del prefijo pos- no implica que vivamos un momento en el que la verdad ha desaparecido, del mismo modo que “la era posindustrial” no define la época en la que ya dejaron de existir industrias. En ambos casos, se denota que lo mencionado en la raíz ha dejado de ejercer un papel fundamental.
El término “posverdad” ha venido reflejando que aquello que las personas sienten ante un estímulo, sus emociones respecto de una idea o de un líder, sus sensaciones subjetivas, priman en las decisiones que toman y son más importantes para ellos que la verdad misma.
El director de la Academia ha definido en su conferencia “posverdad” como las informaciones o aseveraciones que no se basan en hechos objetivos, sino que apelan a las emociones, creencias o deseos del público; si bien en una conversación posterior explicó que aún no se ha fijado la definición que figurará en esta nueva entrada.

Darío Villanueva ha señalado también en su lección magistral que este nuevo término es “interesante a la vez que preocupante”; recordado que “el prestigioso diccionario inglés de Oxford lo ha distinguido en 2016 con el título honorífico de palabra del año” y explicado que la palabra original en inglés, post-truth, “ha encontrado sin mayor problema una traducción impecable al español”.
El nuevo término se suma, pues, al campo semántico que ya habitaban voces como “mentira”, “bulo”, “falsedad” o “manipulación”. La elección que los hablantes y los periodistas hagan de entre ellas en cada caso será ya asunto suyo.
La decisión académica sobre “posverdad” se adoptó en el pleno de la semana pasada, según ha declarado Villanueva. Para quienes piensen que se trata de una incorporación rápida y debida al oleaje de la moda, el director de la docta casa ofrece estos datos: en inglés se empleó por vez primera post-truth en 1992 (lo hizo el dramaturgo serbio-estadounidense Steve Texich en un artículo publicado en la revista The Nation); y en español se atribuye la primera mención documentada al escritor Luis Verdú, en su libro El prisionero de las 21.30,publicado en 2003. Desde entonces hasta aquí, su uso no ha dejado de crecer en ambos idiomas.
Darío Villanueva ha declarado también que la Academia hará públicas cada mes de diciembre las palabras, acepciones y definiciones que se añadan al Diccionarioen su versión de Internet, para mostrar que “el Diccionario está vivo”. 







Innovación en el sistema


La incursión de un neologismo en el idioma español cuando procede de otra lengua ocasiona a veces ciertos desajustes en el sistema. En este caso, la incorporación de “posverdad” al idioma español desde el inglés puede significar una cierta innovación.
El prefijo pos- (o post-, si bien la Academia prefiere la versión sin t) puede preceder a un sustantivo (posguerra), a un adjetivo (posmoderno) o a un verbo (posponer). Cuando se antepone a un sustantivo (como ocurre en este caso con “verdad”), suele señalar un periodo posterior a una acción (así sucede por ejemplo en los casos de “posparto” o “posventa”, en los que tanto “parto” como “venta” reflejan acciones), a un tiempo histórico (posfranquismo) o significar la época que sigue al auge de un movimiento artístico o político (el posmodernismo, el posromanticismo…).


Pero el sustantivo “verdad” no reúne ninguno de estos requisitos: no representa una acción, sino un concepto; ni se trata de un periodo, ni de un movimiento cultural. Por eso puede haber hablantes que lo sientan extraño… hasta que se acostumbren a él.






El nuevo invento del fundador de Wikipedia: ¿Y si los lectores pudieran editar las noticias falsas?

José Carlos Rodríguez


Combatir esa posverdad, devolver a los medios de comunicación el prestigio que ellos mismos dilapidaron poniéndose al servicio de intereses que poco o nada tenían que ver con la información, es una tarea necesaria. Lo es porque una prensa veraz y honesta resulta esencial para cualquier sociedad que aspire a ofrecer a las personas la posibilidad de tener libertad de opinión. La posverdad es hija de nuestro tiempo, de un mundo digitalizado en el que los likes tienen más valor que los hechos y cualquiera puede, desde el anonimato, lanzar un bulo que eche a rodar hasta convertirse en noticia. 

Jimmy Wales, fundador de la Wikipedia, cree que el origen del problema está, precisamente, en las fuentes: “Algo que hemos visto en los dos o tres últimos años es un incremento continuo de fuentes de información de muy baja calidad. Esto provoca que hagan lo que sea por conseguir un clic, como titulares disparatados, historias escandalosas y cosas así”. Y continúa señalando la precariedad de los periodistas en las agencias de información, sin tiempo para contrastar ni profundizar en lo que publican, como una de las causas de la pérdida de confianza que sufren los medios.

El aporte que uno de los principales responsables de la revolución de los contenidos en Internet ha decidido hacer se llama Wikitribune. Se trata de una web de noticias que tiene como base el modelo de la Wikipedia: la información es elaborada por un equipo de periodistas profesionales, que comparten sus fuentes para que cualquiera pueda consultarlas y comprobar si son fidedignas o no. Los lectores se convierten de esta forma en fiscales de lo publicado y pueden sugerir cambios aportando nuevas informaciones. Wales, que mantiene la ausencia de publicidad y el código abierto como señas de identidad del proyecto, cree que esta fórmula puede ayudar a terminar con las noticias falsas en Internet. La misión se antoja difícil, casi tan imposible como conseguir que las poblaciones no se dejen seducir por gobernantes poco amigos de la verdad. Pero eso tampoco es culpa de Internet.







El País. España






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