La posverdad salta al Diccionario
La Academia registrará en diciembre este sustantivo, que se
usó por vez primera en español en 2003 y las políticas de Trump han
popularizado
Álex Grijelmo
El término “posverdad” pobló
durante los últimos años las cadenas de radio y televisión, visitó todas las
rotativas y Google responde que en su seno se ha reproducido 516.000 veces. Tal
vez muchos hispanohablantes no lo han pronunciado aún, pero darían idea de que
no viven en este mundo si asegurasen no haberlo oído nunca. Por eso la Real
Academia Española ha decidido incorporarlo al Diccionario. El director de esa institución, Darío Villanueva, lo ha
anunciado este jueves durante su conferencia magistral titulada Verdad,
ficción, posverdad. Política y literatura, que pronunció en Madrid durante
la clausura del Máster Universitario en Derecho Constitucional ofrecido
conjuntamente por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y
la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
La palabra “posverdad”, según ha
declarado más tarde Villanueva a preguntas de EL PAÍS, se incorporará el
próximo diciembre y lo hará como sustantivo. Por tanto, habrá de decirse, por
ejemplo, “la era de la posverdad”, y no “la era posverdad” (pese a que en
inglés funciona como adjetivo: “The era of post-truth politics”, por ejemplo:
“la era de las políticas posverdad”). Y en español, también a diferencia de lo
que ocurre en aquella lengua, no llevará un guion entre el prefijo y la raíz:
“posverdad” y no “pos-verdad”.
Este uso del prefijo pos- no
implica que vivamos un momento en el que la verdad ha desaparecido, del mismo
modo que “la era posindustrial” no define la época en la que ya dejaron de
existir industrias. En ambos casos, se denota que lo mencionado en la raíz ha
dejado de ejercer un papel fundamental.
El término “posverdad” ha venido
reflejando que aquello que las personas sienten ante un estímulo, sus emociones
respecto de una idea o de un líder, sus sensaciones subjetivas, priman en las
decisiones que toman y son más importantes para ellos que la verdad misma.
El director de la Academia ha
definido en su conferencia “posverdad” como las informaciones o aseveraciones
que no se basan en hechos objetivos, sino que apelan a las emociones, creencias
o deseos del público; si bien en una conversación posterior explicó que
aún no se ha fijado la definición que figurará en esta nueva entrada.
Darío Villanueva ha señalado
también en su lección magistral que este nuevo término es “interesante a la vez
que preocupante”; recordado que “el prestigioso diccionario inglés de Oxford lo
ha distinguido en 2016 con el título honorífico de palabra del
año” y explicado que la palabra original en inglés, post-truth, “ha
encontrado sin mayor problema una traducción impecable al español”.
El nuevo término se suma, pues,
al campo semántico que ya habitaban voces como “mentira”, “bulo”, “falsedad” o
“manipulación”. La elección que los hablantes y los periodistas hagan de entre
ellas en cada caso será ya asunto suyo.
La decisión académica sobre
“posverdad” se adoptó en el pleno de la semana pasada, según ha declarado
Villanueva. Para quienes piensen que se trata de una incorporación rápida y
debida al oleaje de la moda, el director de la docta casa ofrece estos datos:
en inglés se empleó por vez primera post-truth en 1992 (lo hizo el
dramaturgo serbio-estadounidense Steve Texich en un artículo publicado en la
revista The Nation); y en español se atribuye la primera mención
documentada al escritor Luis Verdú, en su libro El prisionero de las
21.30,publicado en 2003. Desde entonces hasta aquí, su uso no ha dejado de
crecer en ambos idiomas.
Darío Villanueva ha declarado
también que la Academia hará públicas cada mes de diciembre las palabras,
acepciones y definiciones que se añadan al Diccionarioen su versión de
Internet, para mostrar que “el Diccionario está vivo”.
La incursión de un neologismo en el idioma español cuando procede de
otra lengua ocasiona a veces ciertos desajustes en el sistema. En este caso, la
incorporación de “posverdad” al idioma español desde el inglés puede significar
una cierta innovación.
El prefijo pos- (o post-, si bien la Academia
prefiere la versión sin t) puede preceder a un sustantivo
(posguerra), a un adjetivo (posmoderno) o a un verbo (posponer). Cuando se
antepone a un sustantivo (como ocurre en este caso con “verdad”), suele señalar
un periodo posterior a una acción (así sucede por ejemplo en los casos de
“posparto” o “posventa”, en los que tanto “parto” como “venta” reflejan
acciones), a un tiempo histórico (posfranquismo) o significar la época que
sigue al auge de un movimiento artístico o político (el posmodernismo, el
posromanticismo…).
Pero el sustantivo “verdad” no reúne ninguno de estos requisitos: no
representa una acción, sino un concepto; ni se trata de un periodo, ni de un
movimiento cultural. Por eso puede haber hablantes que lo sientan extraño…
hasta que se acostumbren a él.
Jimmy Wales, fundador dela
Wikipedia , cree que el origen del problema está,
precisamente, en las fuentes: “Algo que hemos visto en los dos o tres últimos
años es un incremento continuo de fuentes de información de muy baja calidad.
Esto provoca que hagan lo que sea por conseguir un clic, como titulares
disparatados, historias escandalosas y cosas así”. Y continúa señalando la
precariedad de los periodistas en las agencias de información, sin tiempo para
contrastar ni profundizar en lo que publican, como una de las causas de la
pérdida de confianza que sufren los medios.
El nuevo
invento del fundador de Wikipedia: ¿Y si los lectores pudieran editar las
noticias falsas?
José Carlos Rodríguez
Combatir esa
posverdad, devolver a los medios de comunicación el prestigio que ellos mismos
dilapidaron poniéndose al servicio de intereses que poco o nada tenían que ver
con la información, es una tarea necesaria. Lo es porque una prensa veraz y
honesta resulta esencial para cualquier sociedad que aspire a ofrecer a las
personas la posibilidad de tener libertad de opinión. La posverdad es hija de
nuestro tiempo, de un mundo digitalizado en el que los likes tienen más valor
que los hechos y cualquiera puede, desde el anonimato, lanzar un bulo que eche
a rodar hasta convertirse en noticia.
Jimmy Wales, fundador de
El aporte
que uno de los principales responsables de la revolución de los contenidos en
Internet ha decidido hacer se llama Wikitribune. Se trata de una web de
noticias que tiene como base el modelo de la Wikipedia : la
información es elaborada por un equipo de periodistas profesionales, que
comparten sus fuentes para que cualquiera pueda consultarlas y comprobar si son
fidedignas o no. Los lectores se convierten de esta forma en fiscales de lo
publicado y pueden sugerir cambios aportando nuevas informaciones. Wales, que
mantiene la ausencia de publicidad y el código abierto como señas de identidad
del proyecto, cree que esta fórmula puede ayudar a terminar con las noticias
falsas en Internet. La misión se antoja difícil, casi tan imposible como
conseguir que las poblaciones no se dejen seducir por gobernantes poco amigos
de la verdad. Pero eso tampoco es culpa de Internet.
El País. España
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