Einstein, estrella del rock
Albert Einstein fue una estrella
del rock. Existe una imagen en la que se le ve en su primera visita a Estados
Unidos en un coche descapotable, era 1921. Multitud de personas se agolpan en
las aceras para verle y muchos alzan el sombrero a modo de saludo o reverencia.
Él mantiene un semblante tranquilo mientras permanece de pie en el automóvil.
Entonces, los científicos eran las estrellas del rock. No todos. Pero sí uno
que con 26 años había publicado seis teorías dignas del Nobel (de hecho lo
acabó consiguiendo poco después por una de ellas). La fotografía aparece en el
libro Persiguiendo a Einstein, de la colección Descubrir
la ciencia.
La ciencia actual sigue detrás de este genio. En el libro, escrito por Antonio y Eduardo Acín, lo explican con una ilustrativa metáfora: “Einstein fue un revolucionario no tan solo en el qué, sino también en el cómo (…) Encarna la figura del físico teórico por antonomasia (…) Como si colocara el carro delante de los bueyes”. La intuición y la lógica fueron las armas que el físico más célebre de todos los tiempos dominó como nadie, y es hoy, casi cien años más tarde, cuando los científicos siguen confirmando sus predicciones gracias a los nuevos métodos que en aquella época aún no existían.
Hace solo unos meses los investigadores fueron capaces de captar las ondas gravitacionales, una de las últimas
grandes predicciones del físico alemán. Fue necesario el instrumento óptico de
mayor precisión jamás construido para detectar los llamados sonidos del
espacio. Destacados miembros de la comunidad científica aseguraron que este
descubrimiento cambiaba la forma de mirar el universo y marcaba un hito en la
historia de la astronomía.
La figura de Einstein ha generado
siempre especial fascinación. ¿Cómo un veinteañero fue capaz de revolucionar la
ciencia? Formuló y publicó la mayor parte de sus estudios cuando trabajaba en
una oficina suiza de patentes, algo que le proporcionaba un horario estable y
muchas horas libres para poder dedicarse a sus investigaciones, como también se
detalla en el libro de Antonio y Eduardo Acín. Tanto interés genera el físico,
que a las pocas horas de su muerte en 1955 su cerebro fue diseccionado y
fotografiado. Los científicos volvieron una vez más a la figura del genio para
concluir en 2013 gracias a un novedoso estudio, que el cerebro de Einstein estaba especialmente bien conectado, lo que contribuyó, sin
duda, a su brillantez.
Este libro deconstruye los
estudios y las teorías del físico para hacerlas comprensibles a cualquier
lector. Con explicaciones tan detalladas, uno puede casi meterse en la mente
del científico y recrear los razonamientos que Einstein seguía. También presenta
a todos los estudiosos que le auparon para llegar a convertirse en un genio.
Aristóteles, Newton, Faraday Maxwell, el de las ecuaciones bellas (en el libro
se detalla el porqué de este apelativo). El físico alemán rindió homenaje a
todos aquellos que le habían precedido con una frase que se recoge en
Persiguiendo a Einstein: “Todos los días me recuerdo a mí mismo cientos de
veces que mi vida interior y exterior está basada en el trabajo de otros
hombres, vivos y muertos, y que me debo dedicar yo mismo a dar en la misma
medida que he recibido y sigo recibiendo”.
Una figura irrepetible, que sigue
dando pie a grandes descubrimientos y que resulta más cercana de lo que muchos
puedan pensar. ¿Saben que gracias a él existen los GPS?
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