Guillermo Altares
Una ilustración de Corto Maltés, dibujada por Hugo Pratt.
Charles de Gaulle,
el presidente que refundó la República francesa tras la II Guerra Mundial,
afirmó una vez que su único gran rival era Tintín. Preguntado sobre el
asunto, François Mitterrand, el más maquiavélico, leído y poderoso de los
presidentes franceses, se decantó por otro héroe de tebeo. "Yo tengo una debilidad por Corto Maltés. No es que me
parezca al héroe de Hugo Pratt, pero no me aburriría en la piel de este
aventurero lacónico, solitario, espíritu libre en el que confluyen numerosas
culturas". Aquel marino que tuvo la capacidad para saltar de las
viñetas a la sociedad cumple 50 años: un 10 de julio de 1967 se publicó la
primera entrega de La balada del mar salado en la revista Sergent
Kirk, en la que Corto aparecía abandonado a la deriva en el Pacífico. Medio
siglo después, el viaje continúa y el próximo septiembre se publicará una nueva
historia de Corto, Equatoria, la segunda firmada por los españoles Juan
Díaz Canales y Rubén Pellejero.
El marino, con sus patillas, su aro en el lóbulo izquierdo y su eterno cigarrillo símbolo de unos tiempos en los que los héroes podían fumar, se ha convertido en un icono inconfundible (y un negocio tremendo, ya que sus volúmenes siguen vendiendo miles de ejemplares en todo el mundo). Existe un Corto Maltés que da nombre a bares y que se vende en forma de pósteres en casi todas las tiendas de cómics, un personaje que aparece hasta anunciando un perfume de Dior, una línea de relojes... Pero todo ese merchandising no ha logrado descafeinar al personaje original, heredero de los relatos de Jack London y Robert Louis Stevenson, el último gran héroe del mar, sobre el que Umberto Eco escribió: "Cuando quiero relajarme leo a Engels, cuando quiero algo serio leo a Corto Maltés".
Portada de la edición celebrativa de los 50 años de 'La balada del mar salado'
"En estos 50 años se ha convertido en un personaje muy importante
de la cultura europea", explica Juan Díaz Canales, el autor madrileño que
junto a Rubén Pellejero recibió el encargo de resucitar a Corto Maltés. Tras la
muerte de Hugo Pratt (1927-1995) se produjo un largo silencio durante el que, a
diferencia de otros héroes, nadie retomó las aventuras del marino errante. El
nuevo tebeo, Bajo el sol de
medianoche, creó unas enormes expectativas, pero su publicación en
2015 recibió el beneplácito de los viejos lectores y enganchó a una
nueva generación de fans. La agencia que lleva los derechos de Pratt indica que
más o menos se venden 100.000 copias cada año, pero en 2015 se vendieron
220.000 ejemplares del nuevo título y se triplicaron además las ventas de todo
el catálogo de Pratt.
"Corto Maltés era hijo de Mayo del 68, de esa
filosofía que rompió tantas barreras", prosigue
Díaz Canales. "Su publicación
significó un cambio de paradigma en los cómics, tanto por el contenido como
también por el continente, con historias mucho más largas. No supuso una
ruptura total, porque se inscribe en una vieja tradición de cómics de
aventuras, pero sí marcó un antes y un después". Aunque la publicación
arrancó en Italia, fue en Francia donde el personaje alcanzó su cénit, cuando
comenzó a aparecer en historietas en la revista Pif.
Corto nunca ha dejado de protagonizar exposiciones —actualmente puede verse una en la estación de Austerlitz en París—, tesis doctorales, hasta novelas —como Querido Corto Maltés, de Susana Fortes—, pero sobre todo es un personaje que ha logrado ser fiel a sí mismo durante 14 aventuras, doce dibujadas y escritas por Pratt y dos por sus continuadores. Pratt se inspiró en parte en su propia vida, casi tan aventurera como la de personaje, pero también en los clásicos de la literatura de viajes.
Corto nunca ha dejado de protagonizar exposiciones —actualmente puede verse una en la estación de Austerlitz en París—, tesis doctorales, hasta novelas —como Querido Corto Maltés, de Susana Fortes—, pero sobre todo es un personaje que ha logrado ser fiel a sí mismo durante 14 aventuras, doce dibujadas y escritas por Pratt y dos por sus continuadores. Pratt se inspiró en parte en su propia vida, casi tan aventurera como la de personaje, pero también en los clásicos de la literatura de viajes.
Hijo de una gitana
de Sevilla y de un marinero de Cornualles, Corto Maltés nació en Malta un 10 de
julio de 1887. Su primera aventura, La balada del mar salado, transcurre
en 1915, durante la I Guerra Mundial, aunque en un tebeo posterior Pratt le
situó en 1904, en Manchuria, en la guerra ruso-japonesa donde se cruza con un
joven escritor y aventurero, Jack London. Recorrerá todos los escenarios que
marcaron el primer tercio del siglo XX, desde la batalla del Somme hasta la
lucha por la independencia de Irlanda, el final del Imperio Otomano, Siberia,
las selvas de Centroamérica o Buenos Aires. La mayoría de sus aventuras
transcurren durante la I Guerra Mundial.
Sobre su final se
sabe muy poco. Un personaje de Las Etiópicas, Cush, asegura en otro álbum
de Pratt sobre su compañero: "Parece
que desapareció durante la Guerra Civil española". Su creador siempre
dijo que no había sitio para Corto en un mundo crecientemente tecnológico y en
su última aventura incluso le envío a descubrir la Atlántida. "Corto Maltés se irá porque en un
mundo en el que todo es electrónico no hay lugar para un tipo como él",
afirmó Pratt en una entrevista.
Corto Maltés se
grabó en la mano con una navaja una nueva línea de la vida porque la que tenía
no le gustaba y, cuando alguien intenta leerle la buenaventura, responde:
"No quiero conocer mi futuro porque entonces no me interesaría
vivirlo". Es imposible imaginar al marinero entre teléfonos móviles y
redes sociales, pero han pasado 50 años y sigue ahí, esperando una nueva
aventura.
"Con la muerte de Corto, Hugo Pratt fue
calculadamente ambiguo, como en el amor", explica
Díaz Canales. Aunque le hizo enamorarse varias veces, nunca le vemos consumar
una relación como tampoco tenemos datos sobre su muerte. Simplemente se
desvanece. Pellejero y Díaz Canales no tienen intención de meterse en ese
territorio, sino que piensan recorrer un largo periodo, entre 1905 y 1915, que
Pratt dejó inexplorado. Su nueva historia transcurre en 1911. Umberto Eco
aseguró que Pratt "hace de su
nostalgia de la literatura de aventuras, y de la nuestra, un tema de novela de
aventuras" y, en ese sentido, los dos creadores españoles siguen
siendo fieles a la aventura, pero también a la nostalgia de un mundo perdido.
De El País.España
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