Otras nadas
Una Pregunta trampa
Alguien
se apuró en hablar de su fin cuando ella lleva disimulada en las geografías del
mundo fechas que se cuentan por miles de millones, los momentos pasan y como
seguramente otro alguien seguramente dijo nos quedan inadvertidos. Hasta al
futuro agazapado parece pasarle en sus sesgadas miradas al presente que es
harto pasado para él. Si de hablar de la historia se trata, pues, cabría
hacerlo en grande, conjeturando el fin de la creación acompañando una implosión
o explosión de un lejano Big Bang. Conjeturar su estruendoso sonido. No
cristalizar oraciones al boleo en papeles blancos diciendo paparruchadas para
ser leídas en las playas en una vacación. Conjeturar un inimaginable
estruendoso gong sonando en infinito. Una fiesta de una infinita lluvia de infinitos
puntos de colores cayendo de todas partes huérfanos caóticos y arremolinados de
la fuerza de gravedad. Así vale una conjetura.
O de
los misterios de los relojes enlarvados en la espera de vaya uno a saber qué
alquimia del inestimable azar. Conjeturar el fin de los misterios. También
vale. O del goteo ausente de clepsidras insaciables siempre ávidas de humores,
la sequía universal. También.
¿Que
historiador puede adivinar sus vericuetos y caprichos si cuando la escribimos
estamos engolosinados con ella? ¿Masticándola? En el presente eterno del tiempo
continuo hasta que nos morimos?
¿Qué
hay de juego en todo esto de adivinar el caprichoso azar orientado a un futuro
con miradas que son obligadamente de soslayo sobre los documentos atesorados en
los arcones y anaqueles por los siglos?
¿Qué?
Una
pregunta trampa ¿quién puede saberlo? la respuesta... no son más que
palabras que nos salen al paso o veces ni siquiera eso, simples
resabios que anidan nuestra mente. ¿Qué razón nos asiste para pensar en
eso? Que alguien lo escriba y otro lo lea mientras toma sol o
espera que se haga la hora para algo o hacer cualquier otra
cosa del momento. Porque mientras lee ignora la clepsidra insaciable que le
come el tiempo. Porque al fin y al cabo ¿no se trata de eso? De ignorar o
pensar generalidades para no pensar lo concreto o de pensar
lo inconmensurable para no medir nada y seguir en la ignorancia que
permite nada más que la vida tal como la conocemos.
Solo
a veces como una nube en un día radiante, nos sobresalta ese pensamiento. O a
mi me pasa. Siento un poco de frío y entonces me muevo para no sentirlo, trato
de ocuparme de algo más importante y cercano buscando volver a sentirme
confortablemente indolente.
Pero
puesta a pensar en tiempo y en relojes, en esas inevitables clepsidras,
me vuelvo absolutamente egoísta y doblo la apuesta, sería bueno ser parte
de esa implosión gigantesca, de esos fuegos sin artificio. Has hecho que
lo imagine de nuevo como cuando era chica y le tenía miedo. Pero ahora con
menos tiempo pienso ¿Por qué no? ¿Tendré miedo acaso? No lo creo,
porque no estaré sola en ese momento y entre tantos millones alguien tomará mi
mano con el mismo miedo, y será entonces menos.
A. S.
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