lunes, 24 de septiembre de 2012

DIVAGUES






Otras nadas

Una Pregunta trampa




















Alguien se apuró en hablar de su fin cuando ella lleva disimulada en las geografías del mundo fechas que se cuentan por miles de millones, los momentos pasan y como seguramente otro alguien seguramente dijo nos quedan inadvertidos. Hasta al futuro agazapado parece pasarle en sus sesgadas miradas al presente que es harto pasado para él. Si de hablar de la historia se trata, pues, cabría hacerlo en grande, conjeturando el fin de la creación acompañando una implosión o explosión de un lejano Big Bang. Conjeturar su estruendoso sonido. No cristalizar oraciones al boleo en papeles blancos diciendo paparruchadas para ser leídas en las playas en una vacación. Conjeturar un inimaginable estruendoso gong sonando en infinito. Una fiesta de una infinita lluvia de infinitos puntos de colores cayendo de todas partes huérfanos caóticos y arremolinados de la fuerza de gravedad. Así vale una conjetura. 
O de los misterios de los relojes enlarvados en la espera de vaya uno a saber qué alquimia del inestimable azar. Conjeturar el fin de los misterios. También vale. O del goteo ausente de clepsidras insaciables siempre ávidas de humores, la sequía universal. También.
¿Que historiador puede adivinar sus vericuetos y caprichos si cuando la escribimos estamos engolosinados con ella? ¿Masticándola? En el presente eterno del tiempo continuo hasta que nos morimos?
¿Qué hay de juego en todo esto de adivinar el caprichoso azar orientado a un futuro con miradas que son obligadamente de soslayo sobre los documentos atesorados en los arcones y anaqueles por los siglos?
¿Qué?



Una pregunta trampa ¿quién puede saberlo?  la respuesta... no son más que palabras que nos salen al paso o veces ni siquiera eso, simples resabios que anidan nuestra mente.  ¿Qué razón nos asiste para pensar en eso?  Que alguien lo escriba y otro lo  lea mientras toma sol o espera que se haga la hora  para algo o hacer cualquier otra cosa del momento. Porque mientras lee ignora la clepsidra insaciable que le come  el tiempo. Porque al fin y al cabo ¿no se trata de eso? De ignorar o pensar generalidades para no pensar lo concreto o de pensar lo inconmensurable para no medir nada y seguir en la ignorancia que permite nada más que la vida tal como la conocemos.
Solo a veces como una nube en un día radiante, nos sobresalta ese pensamiento. O a mi me pasa. Siento un poco de frío y entonces me muevo para no sentirlo, trato de  ocuparme de algo más importante y cercano buscando volver a sentirme confortablemente indolente.
Pero puesta a pensar en  tiempo y en relojes, en esas inevitables clepsidras, me vuelvo absolutamente egoísta y doblo la apuesta, sería bueno ser parte de esa implosión  gigantesca, de esos fuegos sin artificio. Has hecho que lo imagine de nuevo como cuando era chica y le tenía miedo. Pero ahora con menos tiempo  pienso ¿Por qué no? ¿Tendré miedo acaso?  No lo creo, porque no estaré sola en ese momento y entre tantos millones alguien tomará mi mano con el mismo miedo, y será entonces menos.





A. S. 

Miss Musa













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