viernes, 16 de agosto de 2013

CUENTO II




Conquistadores * 

Alejandro Schleh







Si algo anda mal en este país es por culpa de ellos; para qué hicieron lo que hicieron. Si a cambio no hubieran hecho nada, si sus antepasados no hubieran venido a estas tierras con ambiciones de riqueza y a señorear, a fundar un país y a fomentar con sus leyes la inmigración para poblarlo de gente trabajadora y con iniciativas emprendedoras, buena, ni ellos, inmigrantes primigenios, ni los inmigrantes tardíos propiamente dicho como yo, hubieran poblado el territorio robándoselo a los aborígenes. No hubieran existido los territorios conquistados y las tierras cultivables serían vírgenes. No hubiera existido el mestizaje y no hubieran existido las villas miseria. Sería todo bastante fantástico. No habría país Argentina. Campo virgen, fauna autóctona, pajaritos, indios que no podrían protestar con que les robaron las tierras y que vivirían felices de la caza y de la pesca en sus chozas o tolderías, parados sobre sus latifundios ancestrales, cubiertos por taparrabos. No andarían calzados con zapatillas falsificadas compradas en puente de la Noria; éste no existiría, aquéllas tampoco, así de simple. No hubieran tenido los aborígenes los caballos para improvisar malones contra estancias o fortines inexistentes. No los hubiera habido en estas tierras. Como un Edén de la papa y el maíz sin vacas para comer. Ni plasmas para poner en los asentamientos, ni aparatos de aire acondicionado splits. Imposible imaginar una Villa 31 sin una Buenos Aires pegada a su costado. Ninguna de las dos hubiera existido. La Avenida Alvear a cuatrocientos metros de la Villa. Los tubérculos recíprocos de la oligarquía desalmada. Y los rusos como yo andarían todavía por Siberia o algún otro lugar por el estilo, con frío, pero mandando cohetes al espacio. Y los italianos en Italia con sus Ferraris, óperas, musas por Florencia y sus diseños por Milán. Los franceses con sus Mayos mareados con sus vinos de primera por Burdeos o Champagne. Los alemanes con sus inventos y sus sinfonías, sus autos de famosa marca y sus instrumentos medicinales y catedrales de Colonia. Y los ingleses, dale que dale tirando vías férreas y reglamentando los deportes. Todo esto sería mucho mejor sin toda esa gente; a qué queremos todo eso. Para que trenes. Para que hospitales. Para que cosechas. Para que europeos y descendientes. A qué vinieron, a robar. Estaría yo sentado a la diestra de algún dios escribiendo estas conjeturas. Y la pampa en manos de los dueños de sus tierras. Un vergel; a qué vino Colón. Por qué lo hizo Verrazzano; no a canjear un viaje por un puente en Staten Island que lleve su nombre

(Continuará)



De Un Ruso. Cuento. Continuación (Fragmento)









4 comentarios:

  1. Muy buen cuento Miss Musa,las cosas como son y por su nombre. R.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es bueno y breve y lo bueno y breve R. dos veces bueno. ¿ No ?

      Eliminar
  2. Miss Musa gracias...Esto es sólo un pedacito de un largo cuento. Conjeturas de un ruso inmigrante que estuvo afincado en estas tierras hasta el día de su muerte. Un ruso fantástico y sus monólogo silencioso. Encierra ocultos juicios morales y eticos...históricos...cuestiones que él mismo supone ciertas guiado por indicios y observaciones. Nada de lo que dice en su interior se ajusta a una realidad cierta; nada es probado. Es solo parte de su dialogo interno; una conjetura de un testigo que habiendo sido trashumante se apichonó y dejó sus huesos por aquí.
    A Schleh

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo sé Alejandro, sé que es una pequeña parte de un cuento largo y diferente a otros relatos tuyos.

      Un Ruso, un cuento realista y fantástico a la vez, la rumia de ese inmigrante aislado en la pampa. Como otros solitarios dialoga con si mismo y al transcribirlo y hacerlo cuento, nos hace ver y pensar.
      Gracias por el texto y por tu comentario.

      Eliminar