Marco*
Alejandro Schleh
Se ve que luego de las batallas de la emancipación
sudamericana ganadas por Bolívar y por San Martín, algunos realistas quedaron
solapados en los relieves del nuevo continente o escondidos en sus selvas y se
dedicaron a la magia: con todavía sus yelmos y petos puestos deliraron con la
coca y las yerbas. Juego de europeos en las tierras de Colón en un principio,
que se expandió luego a todas las zonas cálidas y hasta un poco más allá del
río Grande. No mucho más, porque no se da demasiado en los climas fríos esa
categoría de fenómenos sobrenaturales; ni muy al sur ni muy al norte del
continente. Están llamados por los sensuales floripondios de la selva tal vez;
del Orinoco, o vaya a saberse por que corrientes de qué río, o por cuales
vientos cálidos sus pólenes fueron transportados. Es bien americano este
fenómeno, eso sí. Y justo un francés viene a hacerse el realista, con la
cháchara mágica para colmo, hablando del destino, estado, presente y rumbos del
hombre y las sociedades, cuando a él, justamente, le hubiera tocado ser el
racional iluminado por las luces hablando con las estrofas retorcidas
remedantes de las circunvoluciones propias de su cerebro. No debió andar
diagnosticando irresponsablemente con su realismo mágico de mentira,
escribiendo en sus estrofas grandilocuencias, viviendo de las luces de los
flashes de las cámaras fotográficas el tal Baudrillard. Vivió en Europa, y
allí, no pudieron copiarnos ni la papa ni el maíz ni el cacao; no tuvieron más
remedio que llevarlos.
Marco recordó su carta impertinente:
“La indiferencia
y el silencio, la pereza, la ignorancia, la frivolidad, la distracción de
quienes sólo se dedican a vivir, entre otras cosas, son quienes alientan la
existencia de aquellos que, gracias a una militancia de años y a una férrea
voluntad de trabajo, van ganando en la sociedad, de a poco, el título ansiado
de intelectuales o pensadores. Enigmáticos, imprecisos galardones que aceptan pasivamente sin el pudor más mínimo y
ostentan entonces orgullosos.
Vos has sabido ocupar los espacios nunca ocupados por los indiferentes,
los frívolos, los silenciosos, los desinformados –no es tu culpa, que otra cosa
podrías hacer para comer- que no saben de tu trabajo subalterno y rastrero. Que
viva la indiferencia y que viva el silencio! ¡Cuánta afluencia de palabras como
río tormentoso se encamina hacia aquellos lugares vacíos dejados por quienes
nada parece importarles! Qué son las tuyas y las de tus colegas, Baudrillard ....................................."
“La indiferencia
y el silencio, la pereza, la ignorancia, la frivolidad, la distracción de
quienes sólo se dedican a vivir, entre otras cosas, son quienes alientan la
existencia de aquellos que, gracias a una militancia de años y a una férrea
voluntad de trabajo, van ganando en la sociedad, de a poco, el título ansiado
de intelectuales o pensadores. Enigmáticos, imprecisos galardones que aceptan pasivamente sin el pudor más mínimo y
ostentan entonces orgullosos.
Firmado: Marco (a secas, sin apellido
escrito).
Así recordaba hechos y sentimientos
apoltronado en su sillón de un cuerpo rodeado de bibliotecas llenas de libros
con tapas de colores en sus estantes, de copitas plásticas símil metal, de
algún que otro plato bañado en plata con pequeño texto alusivo escrito con un
torno como aquellos eléctricos de los dentistas, de algún pequeño diploma, de
una moneda de bronce con una pluma en bajorrelieve pegada a una placa de mármol
de quince por quince centímetros, de
pequeños portarretratos que enmarcaban fotografías personales recibiendo una
estatuilla pequeña. También, en uno de ellos, su copa primera, aquella del
premio del diario. Y así recorría los pedazos de su biografía este Marco que
algún día soñó en grande con ser un hombre gris de Buenos Aires, un Macedonio
cualquiera; hubiera sido respetado por esa genialidad que va paralela al
estoicismo y al casi anonimato, nunca lo había imaginado: se había convertido
en un advenedizo y exhultante hombre semipúblico y lejos estaba de ser uno de
aquellos hombres ejemplares y taciturnos.
* De Marco ( Cuento ) Fragmento
Esto de Marco...otro personaje fantástico Miss Musa; no me alcanzaba con "El Ruso"...otro de mis cuentos. Mucho de fantasía...algo de poner en boca de otros cosas que uno pensaria, diría, o directamente haría. Personajes armados como rompecabezas usando trozos de la vida de otros y de uno mismo. Gracias por seguirme.
ResponderEliminarA Schleh