viernes, 2 de agosto de 2013

JUAN







“Please Release Me, Let Me Go”*


Alejandro Schleh






                                


Competíamos en canto caminando por las calles de San Telmo a cualquier hora de la madrugada, cuando el silencio era casi absoluto. Cantábamos “Please Release Me Let Me Go” a todo lo que dábamos, primero uno después el otro, comparándonos. Y las voces retumbaban en ecos por la noche. Rebotando entre los frentes de las casas de bajos y los edificios en altura, por entre los pulmones y las troneras de las manzanas.
Tenía su voz una potencia inusitada. En Córdoba, estando en el cuartel, debió ser llamado a un costado y debió entender razones por la fuerza. Se obligaba a los soldados a gritar “presente” a pulmón lleno y a no andar “diciéndolo como mariquitas”. Se ve que en la milicia se mide la hombría según el método de la potencia de la voz. Los “presente mi Coronel” de Juan recorrían las hectáreas del regimiento provocando hilaridad en la tropa; y él, muy serio y plantado. Se lo gritó en los oídos a Corniccelli, quién años más tarde fuera enviado por Lanusse a Madrid para entrevistarse con Perón en misión especial de acercamiento, y que regresó a Buenos Aires con las manos vacías de aquella reunión, pero con la humillación de haber sido el hazme reír del General debido a la onomatopeya del apellido. El entonces ex-presidente, simulaba confundirse al nombrarlo, y comentaba por radio o declaraba a los diarios o a la televisión, que Lanusse le había enviado a un “no recuerdo bien,.. un tal” y ahí nomás soltaba un “Coronel Vermicelli”. Era ocurrente el General. El “presente mi Coronel” tronando a poca distancia de Corniccelli, tuvo represalia. Al minuto de haberle prodigado semejante “presente” no se reflexionó en la potencia de su virilidad; por el contrario, se le impuso un castigo grave por impertinente. También debió soportar calabozo cuando con otros dos compañeros salió por la mañana hacia la capital de Córdoba en comisión, para hacer revisar unas baterías en un taller, y regresaron al regimiento pasada la medianoche con cuentos que explicaban aquel retraso y que no fueron creídos por nadie. Habían estado recorriendo distintas confiterías, bares y boliches bailables, de moda en aquella época, con aquel Jeep camuflado y luciendo sus uniformes de dragoneantes y sus boinas coloradas ladeadas de paracaidistas, haciendo facha.
Con todo, por sus aptitudes como paracaidista, terminó el servicio militar con el grado de subteniente.
Pese a no haber sospechado ni un poco su participación en el copamiento de La Calera debí aceptar que tenía algunas vinculaciones dentro del movimiento.  

Me dijo que era peronista el día siguiente de habernos reunido por primera vez después de no vernos por unos cuantos años desde que terminamos el colegio primario. Pasó a ser la primera persona peronista que conocí de cerca, hija de una por demás típica clase media, que no perteneciese a los sectores postergados de la población de piel oscura. Me causó mucha impresión aquella confesión, llamémosle, declaración de principios. Contra toda la estructura que por años formara en mi cabeza, propia de quien solo oyó desde chico hablar pestes de Perón, de Eva Perón y de la CGT, venía a remover la estantería y dejarla sin patas. Yo sabía que existía gente así, de clase media y leída que había abrazado el  peronismo.  Sin ir muy lejos, algunos de mis ex compañeros del Nacional Buenos Aires de los que no tuve más noticias desde que dejé el colegio hasta que aparecieron en los diarios. Sabía que a veces iban a Plaza Once a las reuniones populares y que comenzaron su formación en los grupos cristianos a los que por agnóstico dejé de ir. Pero nunca había visto o conversado con alguno de ellos cuando estaban ya entregados a la militancia. Salvo con Fimenich, con quien tuve en corto encuentro en un bar, de pura casualidad, muy poco antes del asunto de Aramburu. Y con Juan, que hablaba del sentido heroico de la vida, y que  en realidad fue un peronista que habiendo empezado romántico terminó siéndolo deportivo y luego nada.





*De Remonta y Veterinaria ( Fragmento ) ' HISTORIAS VERDADERAS Y OTROS CUENTOS'



Imagen:  Claudio Scheffer ( Buenos Aires, Argentina)
AUTO ROJO. COLLAGE S /TABLA 20 X20 CM 2012







4 comentarios:

  1. ¿De que Juan hablan acá Miss Musa? Dice continuará, ¿ es con suspenso? La imagen muy buena. T.E.D.

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    1. Abajo podés leer del autor algo más sobre Juan. Continuará por supuesto ( ¿ Eso dice no ? ). También hay algo anterior en el mes de noviembre pasado en Militancia III.
      Excelente, de acuerdo, el collage de Scheffer.

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  2. Hablamos de Juan Elorriaga -nombre que no se corresponde con el verdadero- un compañero del colegio primario y de aventuras adolescentes y algo más que adolescentes. Salvo su nombre, todo el resto de la narración -mucho más extensa que lo aqui publicado- se corresponde con la realidad.
    Hablo de una época de acercamiento de ciertos sectores de la clase media hacia los más populares. Si sólo el interés fuese el motor de la historia, desde ese punto de vista observado, "los sectores populares" son la cantera donde las clases medias pueden tratar de encontrar para sí, ciertas porciones de poder que su status les tiene vedado...se reservan para ellos el comando de la acción y el pensamiento. Pese a lo "serio" de esta aseveración aventurada, justamente, "Remonta y Veterinaria" carece de toda seriedad y se acerca al grotesco.
    Gracias Miss Musa
    A.Schleh

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  3. Vamos a leer el resto Alejandro...no te adelantes y quites el suspenso. Creo que Remonta es un reflejo de la realidad bastante exacto ( ahora me adelanto yo...)¿ Es así la clase media ? ¿ O lo fue ? Materia para pensar.
    Gracias a vos Alejandro

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