Groenlandia se rompe en pedazos de hielo*
Rosa M. Tristán
Grandes bloques de hielo bajan por el fiordo de Sermilik, al sur de Groenlandia. Hace tan sólo 13 años, para llegar hasta la granja Tasiussaq, en una de sus orillas, los expedicionarios de Shelios llegaban en embarcación y para ver el hielo debían desplazarse hasta el glaciar Eqaloruutsit. Ahora el fiordo está bloqueado para la navegación en este lugar. "El aumento del deshielo en esta zona del mundo es el cambio que más he notado en el país desde el primer viaje, en el año 2000", asegura el astrónomo Miquel Serra-Ricart, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).Serra-Ricart lo contaba mientras alrededor suyo bajaban hacia el mar grandes bloques de hielo azul, color que adquiere el agua congelada cuando la concentración de oxígeno es muy alta, lo que indica que lleva mucho tiempo sufriendo una gran presión. Dicen algunos que es el hielo más antiguo.No es la primera señal evidente a simple vista de que el calentamiento de la Tierra se está acentuando.
Ahora a las imágenes se suma el sonido porque cada poco rato se escucha un trueno de larga duración, que no es tal: son los bloques que caen de los mismos glaciares cuando las grietas acaban por romper, algunos de muchas toneladas de peso: los icebergs. Los científicos calculan que Groenlandia ha perdido más del 20% de su hielo en los últimos 30 años. Y temen que el volumen del agua acabe por aumentar el nivel de los mares de todo el mundo. "Siempre hemos venido en verano, en época de deshielo, pero es cierto que cada vez vemos los glaciares con mayor retroceso", señala el investigador.
Esta misma semana, una investigación publicada en la revista Philosophical Transactions of the Royal Society B señalaba que para el año 2100, en Groenlandia serán capaces de crecer hasta 44 especies relevantes de árboles y arbustos que hoy solo vemos en Europa o en Norteamérica, cuando ahora solo lo hacen cuatro y en zonas muy concretas.Los científicos, daneses, hablan de 400.000 kilómetros cuadrados que cambiarán el blanco por el verde, una superficie casi tan grande como Suecia y sobre todo el sur de Groenlandia, donde las granjas diseminadas entre los prados ya recuerdan más a las tierras escocesas que a las gélidas tierras polares que los viajeros se imaginan antes de aterrizar en Narsasuaq. Aunque el cambio pudiera ser beneficioso para los lugareños, la inmensa mayoría agricultores, lo cierto es que este aumento de la temperatura, y el deshielo consiguiente, puede aumentar el nivel del mar a muchos miles de kilómetros, causando inundaciones de zonas bajas del planeta, así como cambiar las corrientes oceánicas por esa relación entre corrientes frías y calientes que es tan importante.Pero son consecuencias a largo plazo. Lo inmediato es que el verano está llegando a su fin, que hay que recoger el heno para que el ganado sobreviva el duro invierno groenlandés, y que con suerte el año próximo podrán cultivarse más patatas en más terreno, como ya hacen algunos vecinos de los fiordos.
Cada día, el paisaje desde el albergue de Qassersuk es diferente porque cada día los grandes bloques de hielo en los que se rompe el interior helado de esta gigantesca isla son distintos
Por la noche, las auroras boreales siguen pintando la noche, aunque ya la Expedición astronómica Shelios abandonó el país y no se retransmiten en directo, dentro del proyecto europeo Gloria.
Desde la altura, ya en el avión, no distinguió los árboles de la investigación danesa, pero sí una tierra congelada, blanca, que ya no recordaba tan pequeña... Quizá un día sea un bosque.
*El Huffington Post. 1 de septiembre.
La fantasía final que todos debemos enfrentar ahora es la idea de que las negociaciones internacionales pueden de alguna manera producir reducciones significativas en el calentamiento global. Hemos intentado esto por más de 20 años y hemos fallado -desde Kyoto hasta Copenhague-y fallaremos de nuevo en 2015, en Paris. Más de 180 países no reducirán significativamente las emisiones de CO₂ provenientes de los combustibles fósiles que potencian su crecimiento económico.No estamos en condiciones de criticarlos, la energía ecológica está en sus inicios. Enrique Macías.
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