Modernismo, Art Déco y mujer: Rafael de Penagos
Por Anna Gomis
Ilustración realizada en gouache sobre lienzo y publicada en 1923
Modernismo, Art Déco y mujer, tres conceptos que el ilustrador Rafael de Penagos entendió y trabajó con una visión personal y única. De él se ha dicho que fue el artista que introdujo la ilustración Art Déco en España o que, a través de la acuarela, el gouache y el carbón, ha sido el máximo exponente de la Belle Époque en las artes. Sin duda, su papel para la ilustración fue fundamental por ser el precursor de un nuevo modelo de figura femenina, moderna y estilizada.
Ilustración realizada con la técnica del gouache sobre cartón y publicada en 1942
Dibujo realizado en acuarela y témpera sobre papel. Ilustración de 1942
Ilustración realizada con la técnica del gouache sobre cartón y publicada en 1942
Tras haberse iniciado en el campo de las artes gráficas junto a Vicente Blasco Ibáñez, de Penagos se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde coincidió con reconocidas figuras de la ilustración española. Junto a ellas y otros nombres relevantes del panorama intelectual de la época, estableció un círculo de amistades al que también pertenecía el escritor Valle Inclán y para el que ilustró la portada de sus Sonatas.
Tras destacar por la calidad de sus dibujos e ilustraciones, logró con 24 años una beca para seguir con su formación en Londres y París, ciudades a las que se marchó en 1913. Tras regresar de su periplo europeo, centró su labor profesional en su faceta de ilustrador. Su producción fue muy grande, realizando ilustraciones publicitarias para marcas muy relevantes de la época, como el Círculo de Bellas Artes o la casa Gal. También para algunas de las revistas y publicaciones más importantes del momento, como Blanco y Negro, Nuevo Mundo o ABC, y para múltiples editoriales, entre las que destaca Espasa.
Sus carteles e ilustraciones son únicos, icónicos, frescos y están en la memoria colectiva social. Encierran un aire cosmopolita, modernista primero y Art Déco más tarde, sobre todo después de su estancia fuera de España. Y en ellos vemos a un nuevo modelo de mujer, muy estilizada, alta, elegante y exótica al mismo tiempo, que fuma y lleva el pelo corto, que sale, participa de la vida social e intelectual. Era la nostalgia de la Belle Époque y la llegada del aperturismo de los años 20.
Su trayectoria y trabajo fueron reconocidos en 1925, año en el que se le concedió la medalla de oro en la Exposición Internacional de Arte Decorativo en París. Se trataba del reconocimiento europeo más importante de la época en el sector de las artes y la ilustración.