Se aceptan devoluciones
El hotel Waldorf Astoria, de Nueva York, recupera objetos robados mediante un programa de amnistía.
Nino Ramella*
Correo arrepentido. Un sobre destinado al Amnesty Program, que contenía un viejo destapador de botellas.
Foto: Gentileza Sebastian Arauz / Waldorf Astoria
Foto: Gentileza Sebastian Arauz / Waldorf Astoria
"Les devuelvo esta tetera que ha estado en mi casa desde hace más
de 75 años. Este hotel es su legítimo propietario." Para Nathanael
Mullener, devolver lo que sus padres habían atesorado por décadas fue un
alivio. "Nunca supe cómo llegó a sus manos, pero yo la veía con cierta
culpa pues presentía que no se la habían regalado."
Historias
como ésta se multiplicaron desde que en julio de 2012 el Hotel Waldorf Astoria,
de Nueva York, lanzó su Amnesty Program, en el que invitaba a todos aquellos
que se llevaron objetos del hotel a que los devolvieran, asegurándoles que no
se harían preguntas. Una lluvia de cucharitas de café -la más antigua, del año
1925- provenientes de todos los rincones de los Estados Unidos e incluso del
exterior fue la respuesta inmediata. El hotel debía reponer la casi totalidad
de su existencia de cucharitas cada mes. No combatían esas desapariciones, ya
que de esa forma el monograma del Waldorf Astoria recorriendo el mundo servía
de una muy eficaz publicidad. Claude Phillipe, un ex jefe de banquetes del
Waldorf, contó que en semanas de mucha actividad desaparecían unas 25.000
cucharitas, es decir, el noventa por ciento del stock, que el hotel reponía
constantemente.
Pero no fueron solamente cucharitas las que se devolvieron. Pesadísimas bandejas de plata, lecheras, teteras, cafeteras, juegos de escritorio, ceniceros, cajas para guardar cigarros, platos, copas, centros de mesa y muchos otros objetos siguieron llegando a pesar de que el programa de amnistía había sido concebido por el área de marketing del hotel como una idea para un corto período.En realidad, la intención verdadera no era recuperar objetos por su valor, sino que apostaban a que la convocatoria generara muchos comentarios en las redes sociales y provocara que las historias que cada uno expusiera detrás de cada gesto de devolución fuera a su vez un incentivo para más comentarios.
Pero no fueron solamente cucharitas las que se devolvieron. Pesadísimas bandejas de plata, lecheras, teteras, cafeteras, juegos de escritorio, ceniceros, cajas para guardar cigarros, platos, copas, centros de mesa y muchos otros objetos siguieron llegando a pesar de que el programa de amnistía había sido concebido por el área de marketing del hotel como una idea para un corto período.En realidad, la intención verdadera no era recuperar objetos por su valor, sino que apostaban a que la convocatoria generara muchos comentarios en las redes sociales y provocara que las historias que cada uno expusiera detrás de cada gesto de devolución fuera a su vez un incentivo para más comentarios.
El Waldorf Astoria ha sido, desde su nacimiento en 1893 en
"¿Habrá sido el abuelo de mi marido un ladrón? ¿Cómo pudo hacer eso?", se preguntaba Brigid Brown cuando veía las tres cucharitas con el monograma del Waldorf Astoria, que habían acompañado dos mudanzas en Brooklyn y tres en Nueva Jersey. Un día se decidió. Cruzó el espectacular lobby con esas imponentes arañas y el mítico reloj que ya era el punto de encuentro en el primer Waldorf, desplegó las cucharitas sobre una mesa de la recepción y dijo que las dejaba en nombre del Amnesty Program.
Muchos
creen que hay quienes por su posición económica o prestigio no tienen la
ocurrencia de robarse algo de un hotel. Error: un plato de metal para apoyar
botellas fue hurtado por un hombre muy rico y generoso, conocido por sus obras
de caridad. Dos cuchillos de plata fueron devueltos por la nieta de Gussie
Herold, que fue premiada por haber recaudado fondos para chicos de un hospital
con ventas de ropa donada. De cada ceremonia, efectuada en el Waldorf, se llevó
un cuchillo.Un plato de plata fue robado por quien disfrutó un fin de semana en
el Waldorf por haber sido elegido el mejor vendedor en su actividad.Algunos
de los objetos recuperados ocuparon un par de vitrinas muy cerca del lobby y
del espacio en el que hay una exposición de muebles, piezas gráficas y
fotografías que ilustran la historia del hotel y de sus ilustres huéspedes.
Jonathan Stas, que tiene en el hotel la responsabilidad de custodiar esos
tesoros, abre la vitrina.De
los objetos a los que la
Revista accedió, sorprende la bandeja de plata: por su peso y
dimensiones, cuesta creer que alguien haya podido llevársela. Fue regresada por
Kent Turner. La fecha de fabricación es desconocida, pero probablemente sea de
principios del siglo XX. Con hojas en el cuerpo y en los bordes uvas y vides grabadas,
la bandeja se utilizaba para servir petit fours. La
bandeja es, sin embargo, el único objeto regresado que en realidad no fue
robado. El abuelo de Turner era un banquero de Norwich, Nueva York, que
frecuentaba el Waldorf. Veía la bandeja en el comedor y pensaba que alguna vez
sería suya. Cuando el hotel de la Quinta Avenida cerró fue su oportunidad de
comprarla.
Esa
historia calma nuestra sorpresa, pero hay otra que sí nos deja perplejos. A la
muerte del célebre compositor Cole Porter, que por veinte años vivió en el
hotel, Frank Sinatra ocupó esa suite que siempre había deseado. Hizo grabar en
la mampara de vidrio del baño sus iniciales y las de su mujer.
Pero la
mampara... ¡desapareció! Se presume que no ha sido un huésped quien se la
llevó. Sospechan de algún empleado u operario de alguna empresa de servicios.Hace
algún tiempo un llamado anónimo ofertó al hotel la venta de la famosa mampara,
pero el Waldorf se negó a comprarla aduciendo que le pertenecía y que había
sido robada. Hasta el día de hoy sigue desaparecida.La
mencionada tetera devuelta por el señor Mullener es de cerámica rosa y plata.
Fue hecha en 1937 por Nathan Straus & Sons especialmente para el Waldorf y
diseñada para servir exactamente el contenido de una taza de té y se usaban tanto
en el restaurante Oscar's o en el Café Savarin para los desayunos o a la hora
del té.Cuando todavía no terminaban los festejos por el regreso de esa pieza ¡llegó otra igual por correo!, pero ésta hecha en 1931. Su donante, Larry Silva, explicó que sus padres pasaban por Nueva York cuando viajaban, generalmente a Italia. "Cuando mi madre murió la encontré en un armario. Supongo que habrá creído que era un elemento útil para sus viajes y por eso se la llevó", mencionó Silva al hacer la donación.
Claro que no todo lo devuelto tiene valor material. Algunas cosas son de carácter meramente emocional, como el cartelito Do not disturb (no molestar) que una pareja se llevó como recuerdo de su noche de bodas. En este caso uno se pregunta por qué lo habrán devuelto. Si fue una buena noche de bodas y no fueron molestados, podrían habérselo quedado.Iguales ganas de tener un recuerdo de su luna de miel tuvo una pareja de recién casados con escasos recursos, que sin embargo hizo el esfuerzo de pasar allí su noche de bodas. Las tarifas de aquel entonces, 1938, eran de 8 dólares la noche. Una comida para dos personas rondaba los 10 dólares. La pareja se llevó como recuerdo una cafetera de plata cuya particularidad es no tener asa curva, sino recta para ser usada por los mozos sin molestar a los comensales al servir el café.
Los amenities, como botellitas de perfumes Rumba de Balenciaga, o champú de Vidal Sassoon, son también parte de los tesoros devueltos. Muchos objetos llegaron de forma anónima, sin referencias ni historias que cuenten su procedencia.
Lo cierto es que la idea de perdonar a los ladrones y convocarlos a que devuelvan sus botines dio más resultado de lo esperado. Aunque fueron los nietos los que redimieron a sus abuelos, podría decirse que el programa tranquilizó conciencias.
*La Nación Revista.
Esto es interesantisimo !! me pregunto, Miss Musa Encantada, cómo te las arreglás para editar con asiduidad articulos del tenor de éste, dónde los buscas...cómo administrás tu tiempo. A Schleh
ResponderEliminarMe gustó mucho el artículo Muchas gracias. Agustin
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