El libro que ‘describió’ a Trump en 1935
Patricio Pron
Anticipándose a los
acaloramientos de los meses siguientes, el 16 de junio de 2016 la temperatura
en Nueva York alcanzó unos infrecuentes 26 grados: ese día Donald Trump anunció allí
su precandidatura a la presidencia de los Estados Unidos con un discurso tan
extemporáneo en relación a las formas y de la política norteamericana que, a
partir de ese momento, y a pesar de que su candidatura parecía por entonces una
broma irresponsable más que una realidad, la prensa se lanzó de lleno a
analizar la figura de Trump, su trayectoria y sus motivaciones, visibles y
ocultas.
Muchos de
esos análisis se centraron en la otredad de
Trump, pero a más tardar el 8 de noviembre resultó evidente que el
empresario no era ni es un outsider y que sus ideas son las de una
parte importante del electorado norteamericano. Desde ese momento, los
esfuerzos por “comprender a Trump” cambiaron de sentido, orientándose hacia la
búsqueda de antecedentes históricos que explicasen lo inexplicable: la divergencia
abrumadora entre la visión moral que los estadounidenses tienen de sí mismos
como una sociedad igualitaria, democrática y cosmopolita, y su voto.
¿Puede la literatura anticiparse
a la Historia? Esto es lo que parecen pensar quienes tras el día de las
elecciones agotaron los ejemplares de 1984, la novela
distópica de George Orwell.
Pero también quienes han creído encontrar una
anticipación de Trump en la novela de Sinclair Lewis Eso no puede pasar aquí (1935, es decir, 11 años
antes de que el actual presidente naciera), cuyo tema es la creación de un
Estado fascista en los Estados Unidos.
Eso no puede pasar aquí (Editorial Antonio Machado)
presenta unos paralelos desconcertantes con la situación actual: en unos
Estados Unidos profundamente afectados por la Crisis de 1929, surge la figura
del senador Berzelius Buzz Windrip. Windrip llega a la Convención de su
partido (en su caso, el Demócrata) como un outsider, pero se impone a
los otros precandidatos gracias a sus habilidades sociales (“era un viajero
incansable, un orador bullicioso y divertido, un buen adivino sobre las
doctrinas políticas que gustarían a la gente”, lo describe Lewis) y a una
retórica incendiaria cuyos temas principales son la reparación de las supuestas
humillaciones históricas a las que se habría sometido a las clases bajas del
país, la lucha contra el desempleo y la expulsión de los inmigrantes (“tanto a
los judíos como a los espaguetis, a los desgraciados del este de Europa y los
chinitos”, afirma uno de sus asociados); su programa es el de la restitución de
una moralidad estadounidense supuestamente puesta en peligro por la obtención
de derechos por parte de las mujeres, la organización sindical de los
trabajadores, la reducción de los presupuestos militares y el fin de la
esclavitud: es decir, el de hacer a “América grande de nuevo”. Al igual que Trump,
incluso, Windrip tiene un “satánico secretario”, Lee Sarason (un protoSteve Bannon), “cerebro detrás de un éxito”
cuya explicación hay que buscar también en el apoyo de los fundamentalistas
religiosos a su candidatura y su uso de los nuevos medios de comunicación de
masas, con la radio ocupando aquí el lugar de Twitter.
Lewis escribió Eso no puede pasar aquí con una visión enormemente
lúcida de los regímenes fascistas europeos de su época, pero también como una
advertencia acerca de lo que podía suceder en Estados Unidos si en el país se
exacerbaban tendencias ya existentes: como pone de manifiesto el apéndice de
Amaya Bozal a la edición española del libro, todos los personajes de la novela
tienen su correlato en personas reales; en la novela, Windrip gana las
elecciones y, a pesar de que (como sostiene un personaje) “eso no podría pasar
aquí: somos un país de hombres libres”, el antiguo senador se precipita a crear
un régimen fascista caracterizado por un recorte drástico de las libertades
civiles similar al que pretende Trump. La creación de milicias irregulares y la
persecución de sindicatos y prensa independiente por parte del Gobierno son
producto en la novela de una visión que también parece ser la de la Administración
Trump, la de que “profesores universitarios, periodistas y escritores
famosos” han envenenado a la población: ante ello sólo sirve una guerra, y
Windrip inicia una contra México, al que acusa de agresiones inexistentes, en
un ejercicio prematuro de posverdad.
“El poder no necesita excusas”,
afirma Windrip: la frase podría ser un resumen (también) de los primeros meses
de Trump como presidente de la nación más poderosa. Al final, el personaje de
Lewis (cuya única convicción es “la superioridad de cualquier persona que
tuviera un millón de dólares”) pierde el poder, pero para entonces ya es
demasiado tarde para unos Estados Unidos disgregados y en plena guerra civil.
No sólo por ello, Eso no puede pasar aquí no es una versión a escala
1:1 de la Administración Trump. Y sin embargo, su advertencia de que “no existe
un país en el mundo que se pueda poner más histérico que Estados Unidos”
resuena poderosamente estos días, poniendo en evidencia las continuidades
históricas que explican el ascenso de Trump, las expresiones de intolerancia,
racismo, ignorancia y desesperación que recorren la historia estadounidense
como su sombra: al fin y al cabo, uno de los textos más descargados
recientemente en ese país es Take Your Choice del senador Theodore
Gilmore Bilbo, quien propuso la deportación de 12 millones de afroamericanos
con la finalidad de evitar el “mestizaje” y bloqueó cualquier intento de
criminalizar los linchamientos a personas de color. Sus escritos forman parte
de la historia cultural norteamericana en la misma medida en que lo hace la
novela de Sinclair Lewis y en que los ataques verbales contra mujeres,
homosexuales, afroamericanos, inmigrantes, actrices y periodistas por parte de
Donald Trump reflejan al menos parcialmente las opiniones de muchos
estadounidenses. Para ellos, la llegada de Trump a la Casa Blanca es como “la
lluvia revitalizadora y bendecida por el Cielo que cae sobre una tierra reseca
y sedienta” con la que uno de los líderes religiosos de Eso no puede pasar
aquí compara la presidencia de Windrip. Claro que, como observa su autor, el
líder religioso “no dijo nada sobre lo que ocurría cuando la lluvia bendecida
caía sin parar durante cuatro años”, quizás lo que Bob Dylan anunció en una de
sus mejores canciones: el 16 de junio de 2016 (por cierto) el pronóstico
meteorológico para la ciudad de Nueva York anunciaba tormentas.
Cultura. El País.España
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