Hallada la evidencia de vida más antigua que se conoce
Javier Sampedro
Tubos de hematita en las fumarolas hidrotermales, que representan los microfósiles más antiguos
El origen de la vida no es el problema más acuciante de la investigación
biológica, pero sí el más profundo, y tal vez el más filosófico. Algunos
científicos lo abordan intentando reproducirlo en el laboratorio, y otros
explorando las rocas más antiguas del planeta en busca de sus evidencias más
remotas. Esta segunda línea de indagación acaba de hacer un descubrimiento
deslumbrante. Y de batir un récord histórico.
Un equipo internacional de geólogos, paleontólogos y nanotecnólogos han
hallado unas estructuras tubulares y filamentosas que, según interpretan,
representan bacterias fósiles. Y las han hallado en unas rocas canadienses (el
cinturón Nuvvuagittuq) que provienen de fumarolas hidrotermales del fondo
oceánico de hace 3.770-4.280 millones de años. La Tierra tiene 4.500 millones
de años, de modo que estos microfósiles representan las evidencias de vida más
antiguas de las que hay constancia hasta ahora. Y ya no queda mucho margen para
seguir viajando hacia el pasado.
Los microfósiles más antiguos confirmados hasta ahora tienen 3.500
millones de años. Eso es 1.000 millones de años después del origen de la
Tierra, pero los primeros cientos de millones de años del planeta fueron un
verdadero infierno geológico. En el Sistema Solar recién formado, el diluvio
permanente de meteoritos, cometas y otros objetos celestes aún mayores –como el
que nos arrancó la Luna de un solo y brutal impacto— generaron unas condiciones
no ya incompatibles con la vida, sino incluso con los procesos químicos que la
precedieron.
El nuevo hallazgo, que se remonta a
3.770-4.280 millones de años atrás, solapa ya con aquella época infernal. Si
los microfósiles canadienses representan vida bacteriana, debe tratarse de algo
muy parecido a las primeras formas de vida en la Tierra. Y ya eran bastante
variadas en aquella época primigenia. Matthew Dodd, del University College de
Londres, y sus colegas de Leeds (Reino Unido), Ottawa (Canadá), Crawley
(Australia) y los servicios de inspección geológica de Noruega y Estados Unidos presentan su investigación en el artículo principal de Nature.
El cinturón de Nuvvuagittuq, en Quebec, contiene algunas de las rocas
sedimentarias (originadas por la acumulación de sedimentos en el fondo del mar)
más antiguas que conoce la geología. En sus orígenes, estas rocas eran parte de
una fumarola hidrotermal (un géiser submarino) donde abundaban las emanaciones
de hierro. En esas cunas ricas en energía y minerales, piensan muchos
científicos, surgieron las primeras formas de vida –las primeras bacterias—
hace alrededor de 4.000 millones de años, cuando los meteoritos empezaron a
amainar.
“Nuestro descubrimiento”, dice Dodd, “apoya la idea de que la vida
emergió en fumarolas calientes del fondo del mar, poco después de que se
formara el planeta. Esta rápida aparición de la vida en la Tierra encaja con
otras evidencias recientes de túmulos datados en 3.700 millones de años atrás
que fueron configurados por microorganismos”.
Bandazos geológicos
La datación de los fósiles más antiguos de la Tierra ha sufrido
considerables bandazos en los últimos tiempos. Hace 15 años, era común en la
literatura científica citar las alfombras bacterianas
descubiertas por William Schopf, y datadas en 3.900 millones de años. Más tarde
los geólogos las pusieron en cuestión, pues descubrieron mecanismos abióticos
(independientes de la vida) capaces de generar esas arquitecturas. Desde
entonces, los fósiles bacterianos más antiguos, y aceptados por todos los
paleontólogos, se han datado en 3.500 millones de años.
El nuevo hallazgo vuelve a retrasar
la fecha, incluso más que en los cálculos de Schopf. Dodd y sus colegas han
dedicado lo mejor de su trabajo a argumentar, con datos y sistemas de análisis
de vanguardia, que sus tubos y filamentos canadienses son producto de procesos
bióticos (asociados a la vida), y que son muy similares a otras estructuras
mucho más modernas que se aceptan sin discusión como biológicas. Algunas son
fósiles, y otras siguen vivas en las fumarolas oceánicas actuales.
“Nuestros descubrimientos”, dice Dodd, “demuestran que la vida se
desarrolló en la Tierra en un tiempo en que tanto la Tierra como Marte tenían
agua líquida en la superficie, lo que plantea una cuestión emocionante sobre la
vida extraterrestre. Nuestra predicción, por tanto, es que se hallarán
evidencias de vida en Marte de hace 4.000 millones de años. De lo contrario, la
Tierra será una excepción muy especial”.
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