martes, 30 de abril de 2019

REAL ACADEMIA




Una revolución en la ortografía

Daniel Gómez Visedo




















La ortografía del castellano es extraordinariamente compleja. Existen letras que no se pronuncian, como la hache, salvo que esté precedida de c, letras que se pronuncian igual como la b y la v, la c, la k o la qu, la y o la ll o la j y la g (ya Juan Ramón Jiménez decidió no respetar esta última norma). Y las reglas de acentuación, que presentan más excepciones que normas y que carecen de utilidad (el inglés no las tiene y les va bastante bien). Póngase la tilde en oiais, ¿cuántos la pronuncian bien y cuántos la acentúan mal? Para muestra, un botón: la última edición de la Ortografía de la lengua española tiene ¡864 páginas!





La ortografía es, para empezar por lo más doloroso, un mecanismo de discriminación social: las personas con una educación más limitada son incapaces de escribir con una ortografía correcta lo que les estigmatiza y les ancla en trabajos subordinados y de peor calidad. Les señala. La ortografía es una inadmisible barrera social, además de innecesaria, que debería ser abolida. Una revolución social que mejoraría las oportunidades de aquellos menos afortunados.
La ortografía también supone una pesadilla para los estudiantes del idioma. ¿Cuántas horas  tienen que dedicar para mal comprender unas normas complejas y carentes de utilidad? ¿Y si los estudiantes pudiesen dedicar esas horas a mejorar su comprensión de la tecnología, o de los fundamentos económicos de nuestra sociedad o de cualquier otra disciplina que aporte conocimientos de utilidad? Una auténtica revolución educativa.


¿Y si, por último, facilitamos el aprendizaje del castellano a los hablantes de otros idiomas? Conseguiríamos un impulso económico al incrementar el negocio de la enseñanza de nuestro idioma y al sumar más castellanoparlantes a la ya gran comunidad mundial con lo que esto supondría en estudiantes universitarios y de másteres, futuros ejecutivos y directivos a los que les resultará más cómodo hacer negocios con los países de habla hispana. Una revolución que generaría un impulso económico de largo recorrido.

¿Y si la Real Academia pierde la cabeza y diseña un castellano sin normas de ortografía?









El País. España.


















lunes, 29 de abril de 2019

POEMA




Luciérnagas

Gioconda Belli






















A las cinco de la tarde
Cuando el resplandor se queda sin brillo
Y el jardín se sumerge en el último hervor dorado del día
Oigo el grupo bullicioso de niños
Que salen a cazar luciérnagas.

Corriendo sobre el pasto
Se dispersan entre los arbustos,
Gritan su excitación, palpan su deslumbre
Se arma un círculo alrededor de la pequeña
Que muestra la encendida cuenca de sus manos
Titilando.

Antiguo oficio humano
Este de querer encender la luz.

¿Te acordás de la última vez que creímos poder iluminar
la noche?

El tiempo nos ha vaciado de fulgor.
Pero la oscuridad
Sigue poblada de luciérnagas.





























viernes, 26 de abril de 2019

HOY, SIEMPRE, BANKSY



Un auténtico Banksy

Lanre Bakare







 La obra de arte del campamento del grupo de protesta ambiental en Marble Arch. 









Un coleccionista y experto de Banksy cree que un mural que apareció durante la noche en la base de Marble Arch de Extinction Rebellion es una pieza auténtica del artista callejero de Bristol.

John Brandler, quien posee una docena de piezas de Banksy, está convencido de que la obra de arte, que presenta el eslogan "Desde este momento termina la desesperación y comienzan las tácticas" junto a una joven sentada en el suelo con el logotipo de Extinción Rebelión,  es una original debido a su Ejecución y temática. El comerciante de arte y galerista dijo: "Estoy convencido de lo de Londres por dos razones: es un tema que él apoyaría, y es una continuación de la pieza de Port Talbot que apareció en diciembre de 2018.

 “El nombre en la esquina no es importante, la firma es el trabajo. Y esto es un Banksy. Es una declaración maravillosa y una hermosa pieza ".
El trabajo apareció en el sitio que había sido ocupado por activistas climáticos desde que comenzaron las protestas en la capital hace casi dos semanas. Un portavoz del consejo de Westminster confirmó que el trabajo estaba siendo investigado pero aún no había sido autenticado. "Somos conscientes de la posible Banksy que apareció en Marble Arch durante la noche. Nuestros oficiales están investigando esto ”, dijo.


Banksy no ha confirmado si el cuadro es legítimo, y su equipo de prensa no respondió a una solicitud de comentarios.  Brandler dijo que la pieza de Marble Arch fue mucho más convincente que otro posible Banksy que apareció en el muro de una escuela primaria en Maidstone durante las vacaciones de Semana Santa . "Hubo un sospechoso Banksy en una escuela en Kent, pero obviamente no lo era", dijo.


"'Si no actuamos ahora, ¿qué pasa? Eso es lo que esta niña está diciendo. Ahora es el desastre, ahora es el momento de actuar." (La pieza de Marble Arch)  es similar al niño con la bandera durante los Juegos Olímpicos de 2012 .



















AUTORRETRATO


Inge Morath


Fotógrafo


















"La fotografía es un fenómeno extraño... Confías en tu ojo y no puedes hacer más que desnudar tu alma."

"Antes de comenzar un proyecto, intento siempre conocer el contexto general,  impregnarme de la cultura del lugar y aprender al menos los rudimentos de la lengua. Entonces me siento cerca de lo que Henri ( Cartier-Bresson)  escribió, en alguna parte a propósito de la buena actitud del fotógrafo: haz las fotos manteniendo un ojo abierto para observar el mundo a través del visor y el otro cerrado para mirarte a ti mismo" 































jueves, 25 de abril de 2019

MIEDOS Y CAMBIOS


Afrontando miedos

Pilar Jericó 


















La vida es cambio, pero el cambio nos asusta. El origen de este malestar hay que buscarlo en la biología. Según Eudald Carbonell, codirector de las excavaciones de Atapuerca, nuestro cerebro es el resultado de dos millones y medio de años de evolución. 






Llevamos mucho tiempo viviendo en cavernas y muy poco en ciudades. Esto significa que tenemos “codificadas” respuestas automáticas para responder con éxito a las amenazas de aquel entonces. Si ahora vemos un león suelto paseando por una calle, nuestro cerebro no se pondrá a elucubrar de qué raza es; sencillamente, nos dirá que salgamos corriendo para ser más rápidos, no que el felino, sino que el que tenemos al lado (también está la otra alternativa de quedarnos congelados, para que no nos vea). Sin embargo, estos circuitos tan maravillosos que nos han permitido llegar hasta aquí como especie, no están preparados para afrontar amenazas más sutiles, como la digitalización, los cambios de regulación de un sector o la posibilidad de quedarnos sin empleo. Estos miedos son nuevos, evolutivamente hablando, y no siempre nos apañamos bien con la transformación. Recordemos una máxima importante: nuestro cerebro está pensado para la supervivencia, no para la felicidad. Así pues, ante el cambio tenemos que ingeniárnosla para navegar por él, entenderlo como oportunidad y aprender de sus posibilidades. Y esto no es tan automático como salir corriendo ante una amenaza, requiere esfuerzo, entrenamiento y salirnos de los miedos que nos atenazan.

La gestión del cambio es más difícil que nunca, pero más fácil de lo que está por venir. Por una razón muy simple: la velocidad. Para hacernos una idea de la magnitud, hace 10 años teníamos quinientos millones de aparatos conectados a Internet. El año que viene se prevé cincuenta mil millones y en una década, un billón. Así pues, estamos solo al principio. Por no hablar de lo que nos depararán la inteligencia artificial, la criopreservación de nuestros cuerpos, los avances en la genética o los viajes por el espacio. Estamos solo al principio de un tsunami que va a transformar la forma de relacionarnos, de trabajar y de vivir. Por tanto, se avecinan más y más cambios… Pero la buena noticia es que nuestro cerebro, aunque provenga de la época de las cavernas, tiene una enorme plasticidad que le ha permitido llegar hasta aquí y construir toda la tecnología que está revolucionando el mundo. De manera que, tenemos margen de maniobra. Veamos cómo podemos comenzar cualquiera de nosotros con claves muy sencillas.

Primero, es urgente entrenar diariamente nuestra mente. Igual que hay gimnasios para nuestro cuerpo, hemos de poner en forma el músculo del cerebro. Todos los días, todos, hacer algo diferente. Leer fuentes de información distintas, ir al trabajo por otro camino, probar un sabor exótico… lo que quieras. Pero rétate a diario con algo nuevo. El aprendizaje es el mejor antídoto ante el miedo.

Segundo, hay que relativizar lo que nos ocurre. Un buen método es, paradójicamente, leer historia. Necesitamos darnos cuenta de que, aunque vivimos en el tsunami del cambio, precisamente todos esos avances nos han permitido incrementar nuestra esperanza de vida, no sufrir por posibles epidemias o por guerras mundiales. En la medida que tomemos perspectiva, podemos entender la parte amable.

Tercero, aplicarse dietas para desdigitalizarnos. Por mucha velocidad que nos rodea, necesitamos encontrar la conexión con nosotros mismos y con los que nos rodean. Si vivimos siempre expuestos a los impactos de internet, no tendremos tiempo para integrar el aprendizaje y para encontrar los oasis necesarios de una cierta tranquilidad. Por ejemplo, un fin de semana se puede dejar el móvil o ponerlo en modo avión.

Y cuarto, confiar. Al final, de todo se sale, mejor o peor, pero se sale. Lo que nos agobiaba hace años, como los exámenes, enfrentarnos a un conflicto difícil… ahora lo miramos de una manera más amable. Si hemos sido capaces de sortear situaciones difíciles, ¿por qué no vamos a poder hacerlo con lo que tenemos entre manos?


Por ello, en la medida en que confiemos, mantengamos la curiosidad y el aprendizaje, sepamos relativizar y creemos espacios de paz, podremos encontrar recursos para contemplar el cambio de una manera más positiva y constructiva.
























miércoles, 24 de abril de 2019

MAGIA ... Y CIENCIA




Juegos mentales:lo que la magia revela acerca de cómo funcionan nuestros cerebros.


Gustav Kuhn















El mago recoge una moneda, la oculta en su mano y, después de un gesto mágico, desaparece misteriosamente, solo para reaparecer detrás de su oreja. Mientras observas esta actuación, comprendes perfectamente que los objetos no se pueden materializar simplemente desde el aire, pero esto es exactamente lo que acaba de experimentar. El conjuro es una de las formas más antiguas de entretenimiento y, a lo largo de la historia, los embaucadores han asombrado al público realizando ilusiones de lo imposible.





El arte de la magia nunca ha perdido su atractivo, e incluso en nuestras vidas modernas, que están dominadas por la ciencia y la tecnología, todavía estamos cautivados por experimentar cosas que creemos imposibles. Este atractivo universal se puede remontar a un impulso psicológico profundamente arraigado para explorar cosas que no entendemos. De hecho, desde una edad temprana, los bebés están cautivados por eventos que confunden su comprensión del mundo, y lo mismo es cierto para los adultos. La mayoría de las personas simplemente piensan que la magia es simplemente otra forma de entretenimiento, pero el antiguo arte de conjurar ahora ayuda a los científicos a descubrir algunos de los misterios de la mente humana.

La magia trata algunas de las cuestiones psicológicas y filosóficas más fundamentales. ¿Qué crees que sea posible? ¿Qué es la conciencia? ¿Cuánto control tienes sobre tus pensamientos y tus acciones? Y, sin embargo, hasta hace poco, el arte de la magia ha recibido poca atención científica.
Siempre me ha cautivado la magia y le dediqué la mayor parte de mis años de adolescencia. De niño, tomé prestados todos los libros de magia de la biblioteca local y pasé mi tiempo libre practicando nuevos trucos. Estaba particularmente interesado en entender por qué funciona la magia, así que leí libros de psicología, que esperaba me dieran una comprensión más profunda de cómo engañar a la mente. Fue este deseo de descubrir formas más poderosas de hackear la mente lo que me llevó a estudiar psicología en la universidad.





Para la mayoría de los magos, este vínculo entre la magia y la psicología es obvio. La magia se basa en poderosas ilusiones psicológicas y los magos crean sus trucos aprovechando las lagunas y los errores en nuestra experiencia consciente. Por ejemplo, los magos utilizan la dirección errónea para manipular lo que atienden y esto les permite controlar lo que ve y lo que echa de menos. Sin embargo, al inscribirme en mi curso de grado, me sorprendió saber que los científicos no estaban particularmente interesados ​​en la magia. Ninguno de mis libros de texto sobre psicología cognitiva hablaba de una mala dirección, y solo había un puñado de artículos de investigación que habían investigado científicamente la magia, y la mayoría de ellos se habían publicado hace más de 100 años. Me sentí decepcionado, pero cuando empecé a concentrarme en aprender más sobre los misterios del cerebro, reemplacé mi pasión por la magia con la psicología.

En 2003, cuando estaba completando mi doctorado, tuve la oportunidad de usar equipo de seguimiento ocular para investigar cómo los magos desvían la atención de las personas. Desarrollamos experimentos divertidos en los que usamos el rastreador para medir los movimientos oculares de las personas mientras me observaban realizando trucos simples. Los resultados fueron sorprendentes: la mala dirección fue notablemente efectiva para manipular las experiencias conscientes de las personas. También fue la primera vez que tuvimos datos científicos que nos ayudaron a entender cómo funciona la mala dirección, y nos sorprendió que las personas a menudo no veían las cosas que estaban frente a sus ojos. La mala dirección fue tan efectiva que algunas personas estaban mirando un objeto, pero simplemente no lo vieron. Pronto nos dimos cuenta de que la magia podría proporcionar una herramienta útil para estudiar la atención visual.

Estos primeros experimentos científicos fueron un punto de inflexión en mi carrera. Encontré una manera de combinar dos de mis principales intereses: la magia y la psicología. Ahora soy lector de psicología y director del laboratorio MAGIC (Mente, atención y cognición ilusoria general), y paso la mayor parte de mi tiempo estudiando la cognición humana. En lugar de hacer magia para entretener a la gente, estudio magia en el laboratorio.


Nuestro enfoque científico se basa en la siguiente lógica: los magos han pasado cientos de años desarrollando el arte del engaño y, al hacerlo, han descubierto poderosos trucos que aprovechan los errores cognitivos. Los científicos estudian regularmente los errores cognitivos, a menudo observando las deficiencias psicológicas causadas por el daño cerebral. Por ejemplo, las lesiones en partes particulares de la corteza pueden evitar que algunas personas reconozcan las caras, mientras que otras lesiones pueden provocar fallas de memoria específicas.
Los magos no se preocupan por entender la anatomía del cerebro, pero su experiencia en engañar a las personas les ha ayudado a identificar errores profundos en la cognición. De hecho, la mayoría de los trucos de magia se basan en explotar errores cognitivos sorprendentes y poderosos, y los magos han aprendido de manera informal a comprender los principios psicológicos que llevan a nuestros procesos cognitivos a un punto crítico. Al comprender estas técnicas de evocación y sus mecanismos cognitivos subyacentes, podemos obtener un valioso conocimiento de cómo funciona la mente.
Desde mis primeros estudios científicos  ha habido una explosión de interés en el estudio científico de la magia, y la ciencia de la magia se ha convertido en un campo por derecho propio. Los magos y los científicos han comenzado a colaborar y están investigando procesos cognitivos que sustentan la magia para explorar una amplia gama de fenómenos psicológicos.




Gran parte de nuestro trabajo revela que las brechas en nuestra experiencia consciente son más grandes de lo que la mayoría de nosotros habíamos asumido. Cuando miras a tu alrededor, experimentas el mundo como una experiencia sensorial rica y completa. Sin embargo, nuestra investigación sobre la mala dirección ilustra que esta experiencia consciente es una ilusión poderosa. Nuestra verdadera percepción está llena de huecos y mucho más lejos de la realidad de lo que la mayoría de nosotros imaginamos. Paso mucho tiempo estudiando este tipo de ilusiones, y aunque sé que mi cerebro está siendo engañado, todavía me cuesta apreciar lo poco que estoy realmente consciente. Es una ilusión muy convincente y muy difícil de romper.


Esta investigación sobre la mala dirección tiene importantes implicaciones en el mundo real. A menudo es importante juzgar con precisión nuestras propias capacidades cognitivas, y los juicios erróneos pueden tener consecuencias fatales. Por ejemplo, la mayoría de las personas subestiman la medida en que su atención se desvía por una llamada telefónica. Las investigaciones han demostrado que hablar incluso en un teléfono de manos libres tiene el mismo impacto negativo en su manejo que sobrepasar el límite de consumo de alcohol. Sin embargo, dado que sobrestimamos nuestras propias habilidades, no notamos el impacto que esta desviación tecnológica tiene en nuestro rendimiento.
La investigación sobre aspectos destacados de la magia indica que no solo estamos equivocados con respecto a la cantidad que vemos, sino también en qué medida podemos confiar en las cosas que vemos y recordamos. A medida que aprendemos más sobre la mente, se ha hecho evidente que la mayoría de nuestras experiencias son una ilusión. De todas estas ilusiones es la ilusión del libre albedrío que encuentro más inquietante.
Nos gusta la sensación de estar a cargo de nuestros pensamientos y acciones, y el hecho de abandonar nuestro sentido del libre albedrío se siente bastante incómodo. Sin embargo, los magos han desarrollado formas poderosas de manipular tus pensamientos y pueden influir en muchas de las decisiones que tomes. Por ejemplo, el mago puede pedirte que elijas una carta de una baraja de cartas, y mientras sientes que tienes una opción totalmente libre, el mago te hizo elegir una carta en particular. Esto se conoce como forzar y es un principio por el cual los magos lo guían de forma encubierta hacia una elección predeterminada.


Ahora estamos estudiando el mecanismo psicológico que subyace en estas técnicas de forzamiento, y la facilidad con que podemos manipular de forma encubierta las decisiones de las personas es intrigante. Lo más importante es que estos hallazgos ilustran que incluso nuestro sentido de libre albedrío puede llegar a ser una ilusión poderosa. Estudiar la facilidad con que un mago puede manipular nuestra experiencia consciente es proporcionar intrigantes y, a veces, inquietantes nuevas percepciones de la mente humana.














Dr. Gustav Kuhn.  Goldsmiths, University of London · Department of Psychology







martes, 23 de abril de 2019

NOTRE DAME



Lo que ardía en Notre Dame

Héctor M. Guyot

















La anécdota me gusta mucho, aunque no recuerdo dónde la leí ni puedo garantizar que sea cierta. Por justicia poética, debería serlo. Según la recuerdo, un Hemingway en el pico de su fama respondía preguntas de unos periodistas sobre El viejo y el mar, novela que en 1953 apareció en la revistaLife y luego, ya en forma de libro, se mantuvo 26 semanas en la lista de best sellers de The New York Times. Intrigado por esa fábula en apariencia simple y de clave alegórica, un cronista le preguntó al escritor, que ganaría el Nobel al año siguiente, qué representaban los personajes de su historia. Hemingway, que de tonto tenía poco, lo pensó un segundo y dio su respuesta: el pescador representa un pescador; el chico, un chico; el barco, un barco, y el tiburón, un tiburón. De allí en más, todo corre por cuenta del lector.

La fuerza de lo no dicho descansa en el carácter inagotable de lo real, que habilita la metáfora casi por defecto. Hacía bien Hemingway en no explicar nada. La metáfora es al mismo tiempo parte inescindible de la mirada, lo más personal que tenemos. No hay dos iguales. Por eso el incendio de la catedral de Notre Dame, esta semana, fue tanto un fuego concreto que destruyó parte de uno de los grandes monumentos de la humanidad como un cataclismo silencioso que se desarrolló en el interior de quienes, desde distintas partes del mundo, asistían con pasmo al avance de las llamas.

Cuando se desataba el incendio, yo estaba dando clase, de modo que una de las primeras imágenes que vi por la tele, ya en la Redacción del diario, fue la de la aguja carbonizada desplomándose desde las alturas. Esa caída en medio de las llamas me produjo un sentimiento difícil de definir, cercano al miedo y al desvalimiento, que iba más allá de la tragedia que tenía ante mis ojos. Se estaba quemando algo que amaba. ¿La catedral de Notre Dame? No tanto. Era más bien aquello que la catedral de pronto representó para mí en el peor momento del incendio, cuando el fuego amenazaba con consumirla entera. A muchos les habrá pasado lo mismo: cuando cayó la aguja, la distancia entre lo real y lo simbólico se volvió inexistente.




Disculpen la exageración, pero en ese instante y por un segundo sentí que la cultura que me sostenía se tambaleaba y se venía abajo como la famosa aguja. Más aún, que el incendio voraz que estaba acabando con aquella catedral milenaria era el síntoma inevitable de un desastre todavía mayor, ya consumado. Allí se estaba quemando un modo de entender el mundo y de vivir. Y con él, una parte de mí. En esas cenizas vi esa parte mía que no logra ni quiere integrarse al imperativo tecnológico que hoy marca el ritmo de la vida. Con esas maderas carbonizadas que caían del techo de Notre Dame caían también las creencias y los valores que de algún modo -siempre imperfecto- nos constituyeron durante más de dos siglos, resquebrajados ahora por la fuerza de un imparable tecnocapitalismo global que los eliminaba tal como un niño, al jugar, destruye con su energía inocente y depredadora las reliquias y los muebles de la casa.

Junto con ese monumento de siglos se quemaba la historia, o el sentido de la historia, que hoy se disuelve en el presente instantáneo de las redes. Pero sin duda lo que más me conmovió fue la sensación de que la inesperada fragilidad de Notre Dame reflejaba mi propia fragilidad ante los cambios de paradigma en los que estamos inmersos.

Con el aval de Hemingway, reclamo el derecho de haber sentido así. Lo que obviamente habla mucho más de mí que de Notre Dame. Pero si cuento lo que me pasó por dentro mientras esta maravilla del gótico ardía es porque parecen ser mayoría quienes sintieron que, junto con la catedral, estaban perdiendo algo intangible tanto o más valioso que ella. Y esa pérdida no la sufría un sujeto abstracto como la Iglesia, la humanidad u Occidente, sino personas concretas a las que algo muy importante se les iba en ese espectáculo de la destrucción que nos fue dado contemplar el lunes. Por algo fueron tantos los que se congregaron a rezar a la luz de las velas mientras los bomberos trabajaban para apagar el fuego, en una suerte de vigilia donde había muchos jóvenes.

El orden de la catedral amenazado por el caos destructivo de las llamas. El orden del viejo mundo desplazado por el caos -creativo, dirán algunos- del nuevo. En síntesis, el diálogo sin tiempo entre los dos opuestos en el que estamos, de alguna manera, todos implicados. Algo de esto se escenificó en París el lunes. Para alivio de todos, la estructura de Notre Dame resistió. Aunque llevará muchos años restaurarla, la catedral sigue en pie. ¿Qué significa eso? Cada uno sabrá.













La Nacion. Argentina.







lunes, 22 de abril de 2019

POEMA



Pensabas que yo era una ciudad 

Rupi Kaur 























¿Pensabas que yo era una ciudad
lo bastante grande para fugarte un fin de semana?
soy el pueblo que la rodea 
aquél del que nunca has escuchado
pero por el cual siempre viajas
aquí no hay luces de neón
ni rascacielos ni estatuas
pero hay un trueno
que hace temblar los puentes
no soy carne callejera soy jalea hecha en casa
tan espesa como para cortar lo más dulce que tus labios hayan tocado
no soy sirenas policíacas soy el crujir de una chimenea
yo podría incendiarte y tú no podrías arrancar los ojos de mí por
que me vería tan hermosa que te sonrojarías
no soy una habitación de hotel soy un hogar
no soy el whisky que quieres
sino el agua que necesitas
no vengas con expectativas
no intentes hacer vacaciones en mí























































viernes, 19 de abril de 2019

RELACIONES PÚBLICAS




De Enrique VIII a los Windsor: dentro del poder del retrato real


Alana Schetzer








Un retrato de Enrique VIII de Hans Holbein el Joven. Enrique VIII
usó sus retratos para arreglar matrimonios e impresionar a dignatarios extranjeros.














Una vez utilizada para atraer a un cónyuge o consolidar el poder, la evolución del retrato real refleja el rostro cambiante de la monarquía


Mucho antes de que los Kardashians perfeccionaran el arte de la imagen para su propio beneficio financiero, otra familia introdujo el concepto mismo con fines de propaganda y relaciones públicas.


El original fue destruido en un incendio acaecido en 1698 y, pese a que los numeroso estudios parecen indicar que el original
 databa de una fecha posterior a 1537, la obra fue copiada en numeras ocasiones 


Los Tudor, los más famosos de todos los monarcas de Inglaterra, fueron unos de los primeros en darse cuenta del poder de la imagen, y utilizaron sus retratos para promover su poder político en toda Europa en el siglo XVI. Enrique VIII, que es infame por haberse casado seis veces y haber ejecutado a dos de sus prometidas, fue instrumental en la remodelación del propósito político del retrato. Fueron utilizados para organizar matrimonios ventajosos, impresionar a monarcas y dignatarios extranjeros y evocar su propio derecho divino de gobernar.
Uno de estos retratos, realizado por el maestro alemán y pintor oficial de Henry Hans Holbein el Joven, aparece en una nueva exposición en la Galería de Arte Bendigo en Victoria, que examina el poder de las semejanzas reales oficiales. La expresión de acero del rey en la imagen es ineludible, las joyas con las que está adornado y la indumentaria de su ropa hablan de una figura imponente con el máximo poder.

La exposición, Tudors to Windsors: British Royal Portraits, lleva a los visitantes a través de los momentos culminantes de la era Tudor, los bajos de los Stuarts, todos los georgianos, los victorianos revolucionarios, hasta la familia real actual, los Windsors. Presenta pinturas y fotografías de algunos de los miembros de la realeza más famosos, incluida la reina Victoria; Diana, princesa de Gales; El rey Jorge III; y los futuros padres Meghan, duquesa de Sussex y el príncipe Harry, duque de Sussex.
Charlotte Bolland, curadora principal de la colección del siglo XVI en la National Portrait Gallery de Londres, donde se mostró por primera vez la exposición, explica que siempre hay mensajes, políticos y personales, que se pueden extraer de estas obras de arte.



Queen Victoria


"Uno de sus usos importantes fue que los posibles cónyuges que vivían en el extranjero para ver su parecido antes de viajar para la boda", dice ella. "Y estos retratos fueron reproducidos ampliamente y (permitieron) a los sujetos de la monarca verlos y transmitir mensajes".

Fue uno de los retratos de Holbein de Enrique VIII, un retrato dominante de cuerpo completo que se perdió más tarde, aunque todavía existen copias, que transformó radicalmente lo que podría ser el retrato real. Hasta mediados del siglo XV, los retratos no se parecían en nada a sus sujetos, pero cuando Inglaterra abrazó el Renacimiento, el retrato también evolucionó.

La familia real británica de hoy en gran parte realiza tareas ceremoniales, un gran contraste con los días de la monarquía absoluta, cuando el poder del rey o la reina les permitió formar ejércitos y redistribuir la tierra. Sin embargo, los retratos reales oficiales contemporáneos todavía contienen mensajes, incluso si esos mensajes y el estilo de los retratos han cambiado. Cabe destacar que han cambiado de entornos posados ​​muy formales a un estilo deliberadamente informal y "amigable", lo que sugiere que la familia real es una persona con quien se puede relacionar.


“La familia real está muy consciente de las imágenes y de lo que están comunicando. La transformación que se ve en la exposición, especialmente durante el reinado de la reina Victoria, incluye la introducción de la fotografía, de la cual Victoria fue uno de los primeros en adoptarla ", dice Bollard.
“La fotografía proporcionó una mirada cercana a la vida de la familia real, su vida doméstica. Había un gran interés en la pareja (Victoria y su esposo, el Príncipe Alberto, que tenía nueve hijos), y con la fotografía, la gente podía tener una falsa intimidad con ellos ".
Estos retratos, que muestran a una familia nuclear feliz y aparentemente perfecta, ayudaron a dar forma a la familia real, y no solo a la monarca, como un concepto altamente visible y comercializable. Ese concepto continúa hoy, especialmente con los príncipes William y Harry y sus respectivas familias.


 Reina Elizabeth I (El retrato de 'Ditchley') por Marcus Gheeraerts el Joven, c. 1592. 



Un aspecto destacado de la exposición es el extraordinario retrato de Ditchley de la reina Isabel I en 1592, que la muestra  con todos sus poderes políticos llenos de mensajes sobre su naturaleza perdonadora. Sir Henry Lee, uno de los simpatizantes de la reina y el hombre que encargó la pintura, la había disgustado al vivir con su amante. La reina finalmente perdonó su indiscreción, mostrada en el cuadro por las nubes grises en el fondo, dejando al descubierto la luz del sol, y al ser colocada en un globo terráqueo con sus dedos de los pies apuntando deliberadamente a Oxfordshire, donde vivía Sir Lee. También hay varias inscripciones en latín que se ejecutan con este tema, como "ella da y no espera" y "puede pero no se toma venganza".

Los retratos más recientes incluyen la fotografía de Annie Leibovitz de la reina Isabel II en 2008, que representa a la monarca en su mejor momento, con joyas de la corona y una tiara. Pero en lugar de asistir a una función formal, la Reina está sentada sola, en las sombras, mirando por la ventana a un jardín. Es a la vez pacífico y dramático, destacando la doble naturaleza de la reina: su deber como monarca y su amor personal por una vida simple.







Bollard dice que aunque la mayoría de nosotros estamos tan familiarizados con el aspecto de la reina y su familia, todavía hay un tipo especial de magia que los artistas ponen de manifiesto en una persona. "Los retratos reales de hoy todavía se convierten en parte de nuestro paisaje cultural".




 Tudors to Windsors: British Royal Portraits se presenta en Bendigo Art Gallery, Victoria, del 16 de marzo al 14 de julio.