La eterna catástrofe en el Amazonas
Manuel Ansede
Los científicos señalan que los múltiples incendios de este verano no son una excepción y que aún es pronto para hablar de récord
“Nuestra casa está
en llamas. Literalmente. La selva amazónica —los pulmones que producen el 20%
del oxígeno de nuestro planeta— está en llamas. Es una crisis internacional”,
proclamó el jueves el presidente francés, Emmanuel Macron, en su cuenta de Twitter. Algunos expertos consultados son
más cautos. “Lo que muestran nuestros datos es que hubo una intensidad diaria
de incendios por encima de la media en algunas partes de la Amazonia durante
las dos primeras semanas de agosto”, señala Mark Parrington, de Copérnico, el programa europeo de observación de la Tierra.
“Pero, en general, las emisiones totales (de CO2 generado por los
incendios) estimadas para agosto han estado dentro de los límites normales: más
altas que en los últimos seis o siete años, pero más bajas que a principios de
la década de 2000”, subraya.
El Instituto
Nacional de Investigación Espacial (INPE) de Brasil ha detectado más de 76.620
focos en lo que va de año, casi el doble que en el mismo periodo de 2018
(41.400), pero una cifra no tan alejada de los 70.625 registrados en 2016. “El
número de incendios ha aumentado con respecto a los últimos años y está cerca
del promedio a largo plazo”, explica Alberto Setzer, investigador del INPE.
La NASA también es
cautelosa. "No es inusual ver incendios en Brasil en esta época del año,
debido a las altas temperaturas y a la baja humedad. El tiempo dirá si este año
es un récord o simplemente está dentro de los límites normales",
tranquiliza la agencia espacial estadounidense en su web. La NASA recuerda que
los incendios en la cuenca amazónica son rarísimos el resto del año, pero su
número aumenta a partir de julio, durante la estación seca, cuando muchas
personas utilizan el fuego para mantener sus cultivos o para despejar la tierra
para pastos u otros fines. Los incendios suelen alcanzar su pico en septiembre
y desaparecen en noviembre.
La
región de Santa Cruz, en el este de Bolivia, sufre una serie de incendios que
en tres semanas consumieron alrededor de 500.000 hectáreas de bosque y
pastizales.
Las
autoridades bolivianas explican que los incendios fueron causados por el
"chaqueo", o la práctica de los agricultores de quemar vegetación
para preparar terrenos para el cultivo.
“Es cierto que el bosque
amazónico sufre incendios regularmente, pero de ninguna manera esto significa
que sea normal. La Amazonia no evolucionó con incendios frecuentes. Los fuegos
recurrentes no son un elemento natural en la dinámica de la selva tropical,
como sí lo son en otros entornos, como El Cerrado (una región de sabana ubicada
principalmente en Brasil)”, advierte la bióloga brasileña Manoela Machado.
Las llamas en la selva no son muy altas, así que hay que combatirlas desde el suelo.
“La Amazonia arde
durante las sequías, pero no por las sequías. Se quema porque hay una demanda
de pastos y tierras de cultivo, y el Gobierno actual (presidido por Jair
Bolsonaro) no solo no incluye el desarrollo sostenible en sus planes, sino que
alienta la deforestación y restringe las acciones sistémicas contra ella”,
lamenta Machado, investigadora de la Universidad de Sheffield (Reino Unido) que
estudia los impactos de las actividades humanas en las selvas tropicales. “No
podemos saber exactamente y de inmediato cómo son los patrones actuales de incendios
comparados con los de otros años, pero no deberíamos ver esto como algo normal,
en absoluto”, alerta.
“Creo que este año,
hasta ahora, es normal en promedio, aunque la gravedad de los
incendios varía por regiones. La diferencia es que este año los medios de
comunicación se han hecho eco de la quema de la Amazonia, lo cual es genial”,
opina el ecólogo David Edwards, jefe del mismo laboratorio de la Universidad
de Sheffield. El investigador recuerda que los incendios en la cuenca amazónica
son especialmente graves cuando ocurre El Niño, un fenómeno meteorológico
natural y cíclico, vinculado a un incremento de las temperaturas en la parte
oriental del Pacífico tropical. Los 70.625 focos registrados en 2016
coincidieron con un evento de El Niño potente. Este año, sin embargo, el
fenómeno es débil y, pese a ello, se han detectado más incendios.
La selva amazónica
alberga el 10% de todas las especies conocidas de animales y plantas y almacena
100.000 millones de toneladas de carbono, una cantidad 10 veces superior a la
emitida cada año por el uso de combustibles fósiles, según los cálculos de la Universidad del Estado de Oregon
(EE UU). Edwards advierte de que es una pescadilla que se muerde la cola. “El
problema es que los bosques incendiados pierden carbono a medida que los
árboles quemados van muriendo lentamente, lo que provoca un mayor cambio
climático y una mayor pérdida de la biodiversidad”, apunta.
“En última instancia, el fuego
significa que las selvas tienen más probabilidades de volver a arder. Y
podríamos acabar viendo cómo esos bosques húmedos tropicales se transforman en
un sistema de sabanas”, lamenta Edwards, que recuerda que el problema no es
exclusivo de la cuenca amazónica. “Enormes superficies de Borneo y Sumatra
también sufren incendios, especialmente durante años con un fenómeno potente de
El Niño”.
Más de la mitad (52,6%) de los incendios forestales que sufre Brasil se localizan en la Amazonía, según el Inpe.
La progresiva sabanización de la selva es una amenaza real, según alertó en 2016 un equipo de científicos brasileños encabezado por el climatólogo Carlos Nobre, de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU. En un artículo publicado en la revista PNAS, los investigadores advertían de que la región amazónica se ha calentado un grado en los últimos 60 años, mientras perdía un 20% de su superficie por la deforestación. Los modelos matemáticos sugieren que llegar al 40% supondría un punto de inflexión. “Si se transgrede ese límite, podría ocurrir la sabanización a gran escala de la mayoría del sur y el este de la Amazonia”, afirmaban los científicos.
El neerlandés Pepijn Veefkind dirige el instrumento Tropomi, un sensor a bordo del satélite europeo Sentinel-5P que es capaz de identificar puntos calientes de gases contaminantes en la atmósfera. “Es cierto que los incendios a gran escala en la región amazónica ocurren todos los años. Aunque las condiciones meteorológicas puedan desempeñar un papel, hay que recalcar que la mayoría de estos focos están provocados por el ser humano”, señala. “Nuestras observaciones lo respaldan: la mayor parte de los incendios tienen lugar en los bordes de la selva tropical. Si 2019 tendrá una temporada récord de fuegos solo podremos saberlo al final de la estación seca”.
.................................................................................................
Incendios en la selva amazónica: Brasil rechazará $ 20 millones prometidos por el G7
Un alto funcionario
brasileño le dijo a Emmanuel Macron que cuidara "su hogar y sus
colonias" ya que Brasil rechazó una oferta
de los países del G7 de $ 20 millones para ayudar a
combatir incendios en el Amazonas.
"Apreciamos (la oferta), pero tal vez esos recursos son más relevantes para reforestar
Europa", dijo Onyx Lorenzoni, jefe de gabinete del presidente Jair
Bolsonaro, al sitio web de noticias G1.
Los líderes de los
países del G7 hicieron la oferta de ayuda en una cumbre de fin de semana en la
ciudad francesa de Biarritz organizada por el presidente francés, que había
puesto los fuegos en la agenda. Los activistas medioambientales han descartado
la suma como "cambio radical".
"Macron ni
siquiera puede evitar un incendio previsible en una iglesia que es patrimonio
de la humanidad", dijo Lorenzoni en referencia al incendio que devastó
la catedral de Notre Dame en abril . “¿Qué piensa enseñarle a
nuestro país?
"Brasil es una
nación democrática y libre que nunca tuvo prácticas colonialistas e imperialistas,
como quizás es el objetivo del francés Macron".
La presidencia
brasileña luego confirmó los comentarios a la Agencia France-Presse.El ministro de
Medio Ambiente de Brasil, Ricardo Salles, había dicho anteriormente a los
periodistas que su país agradecía la financiación del G7 , pero después de una
reunión entre Bolsonaro y sus ministros, el gobierno brasileño cambió de rumbo.
El anuncio del
paquete de asistencia de $ 20 millones fue el resultado más concreto de la
cumbre de tres días del G7 de las principales democracias industrializadas en
Biarritz y tenía como objetivo dar dinero a las naciones amazónicas como Brasil y Bolivia,
principalmente para pagar más aviones contra incendios.Las tensiones han
aumentado entre Francia y Brasil después de que
Macron tuiteó que los incendios que ardían en la cuenca del Amazonas equivalían
a una crisis internacional y deberían discutirse como una de las principales
prioridades en la cumbre del G7. Bolsonaro reaccionó acusando a Macron de
tener una "mentalidad colonialista".
Al hablar en la
televisión francesa el lunes por la noche, Macron reiteró que el Amazonas era
un problema mundial e intensificó sus críticas a Bolsonaro.
“Respetamos su
soberanía. Es tu país ”, dijo Macron. Pero los árboles en el Amazonas
son "los pulmones del planeta", agregó.“La selva amazónica
es un tema para todo el planeta. Podemos ayudarlo a
reforestar. Podemos encontrar los medios para su desarrollo económico que
respeten el equilibrio natural. Pero no podemos permitir que destruyas
todo.
También reconoció
que Europa, al importar soja de Brasil, tuvo la culpa de la presión agrícola
sobre la selva tropical y dijo: "Somos en parte cómplices".
El presidente de
los Estados Unidos, Donald Trump, se saltó
la sesión cumbre destinada a encontrar soluciones a la calefacción global
mediante la plantación de árboles y el cambio de los combustibles fósiles a la
energía eólica. En una conferencia de prensa después de la cumbre,
desestimó los esfuerzos por cambiar de dirección.
"Siento que
Estados Unidos tiene una riqueza tremenda ... No voy a perder esa riqueza en
sueños, en molinos de viento, que, francamente, no funcionan demasiado
bien", dijo. "Creo que sé más sobre el medio ambiente que la
mayoría".
Los grupos
ambientalistas dijeron que la ayuda de emergencia contra incendios del G7 fue
insuficiente y no abordaron los factores de comercio y consumo de la
deforestación.
"La oferta de
$ 20 millones es un cambio radical, especialmente porque la crisis en el
Amazonas está directamente relacionada con el consumo excesivo de carne y
lácteos en el Reino Unido y otros países del G7 ", dijo Richard
George, jefe de bosques de Greenpeace Reino Unido.