miércoles, 28 de agosto de 2019

AMAZONIA



La eterna catástrofe en el Amazonas



Manuel Ansede













Los científicos señalan que los múltiples incendios de este verano no son una excepción y que aún es pronto para hablar de récord


“Nuestra casa está en llamas. Literalmente. La selva amazónica —los pulmones que producen el 20% del oxígeno de nuestro planeta— está en llamas. Es una crisis internacional”, proclamó el jueves el presidente francés, Emmanuel Macron, en su cuenta de Twitter. Algunos expertos consultados son más cautos. “Lo que muestran nuestros datos es que hubo una intensidad diaria de incendios por encima de la media en algunas partes de la Amazonia durante las dos primeras semanas de agosto”, señala Mark Parrington, de Copérnico, el programa europeo de observación de la Tierra. “Pero, en general, las emisiones totales (de CO2 generado por los incendios) estimadas para agosto han estado dentro de los límites normales: más altas que en los últimos seis o siete años, pero más bajas que a principios de la década de 2000”, subraya.






El Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) de Brasil ha detectado más de 76.620 focos en lo que va de año, casi el doble que en el mismo periodo de 2018 (41.400), pero una cifra no tan alejada de los 70.625 registrados en 2016. “El número de incendios ha aumentado con respecto a los últimos años y está cerca del promedio a largo plazo”, explica Alberto Setzer, investigador del INPE.





La NASA también es cautelosa. "No es inusual ver incendios en Brasil en esta época del año, debido a las altas temperaturas y a la baja humedad. El tiempo dirá si este año es un récord o simplemente está dentro de los límites normales", tranquiliza la agencia espacial estadounidense en su web. La NASA recuerda que los incendios en la cuenca amazónica son rarísimos el resto del año, pero su número aumenta a partir de julio, durante la estación seca, cuando muchas personas utilizan el fuego para mantener sus cultivos o para despejar la tierra para pastos u otros fines. Los incendios suelen alcanzar su pico en septiembre y desaparecen en noviembre.



La región de Santa Cruz, en el este de Bolivia, sufre una serie de incendios que en tres semanas consumieron alrededor de 500.000 hectáreas de bosque y pastizales.


Las autoridades bolivianas explican que los incendios fueron causados por el "chaqueo", o la práctica de los agricultores de quemar vegetación para preparar terrenos para el cultivo.




 “Es cierto que el bosque amazónico sufre incendios regularmente, pero de ninguna manera esto significa que sea normal. La Amazonia no evolucionó con incendios frecuentes. Los fuegos recurrentes no son un elemento natural en la dinámica de la selva tropical, como sí lo son en otros entornos, como El Cerrado (una región de sabana ubicada principalmente en Brasil)”, advierte la bióloga brasileña Manoela Machado.

Las llamas en la selva no son muy altas, así que hay que combatirlas desde el suelo.




“La Amazonia arde durante las sequías, pero no por las sequías. Se quema porque hay una demanda de pastos y tierras de cultivo, y el Gobierno actual (presidido por Jair Bolsonaro) no solo no incluye el desarrollo sostenible en sus planes, sino que alienta la deforestación y restringe las acciones sistémicas contra ella”, lamenta Machado, investigadora de la Universidad de Sheffield (Reino Unido) que estudia los impactos de las actividades humanas en las selvas tropicales. “No podemos saber exactamente y de inmediato cómo son los patrones actuales de incendios comparados con los de otros años, pero no deberíamos ver esto como algo normal, en absoluto”, alerta.
“Creo que este año, hasta ahora, es normal en promedio, aunque la gravedad de los incendios varía por regiones. La diferencia es que este año los medios de comunicación se han hecho eco de la quema de la Amazonia, lo cual es genial”, opina el ecólogo David Edwards, jefe del mismo laboratorio de la Universidad de Sheffield. El investigador recuerda que los incendios en la cuenca amazónica son especialmente graves cuando ocurre El Niño, un fenómeno meteorológico natural y cíclico, vinculado a un incremento de las temperaturas en la parte oriental del Pacífico tropical. Los 70.625 focos registrados en 2016 coincidieron con un evento de El Niño potente. Este año, sin embargo, el fenómeno es débil y, pese a ello, se han detectado más incendios.





La selva amazónica alberga el 10% de todas las especies conocidas de animales y plantas y almacena 100.000 millones de toneladas de carbono, una cantidad 10 veces superior a la emitida cada año por el uso de combustibles fósiles, según los cálculos de la Universidad del Estado de Oregon (EE UU). Edwards advierte de que es una pescadilla que se muerde la cola. “El problema es que los bosques incendiados pierden carbono a medida que los árboles quemados van muriendo lentamente, lo que provoca un mayor cambio climático y una mayor pérdida de la biodiversidad”, apunta.
 “En última instancia, el fuego significa que las selvas tienen más probabilidades de volver a arder. Y podríamos acabar viendo cómo esos bosques húmedos tropicales se transforman en un sistema de sabanas”, lamenta Edwards, que recuerda que el problema no es exclusivo de la cuenca amazónica. “Enormes superficies de Borneo y Sumatra también sufren incendios, especialmente durante años con un fenómeno potente de El Niño”.


Más de la mitad (52,6%) de los incendios forestales que sufre Brasil se localizan en la Amazonía, según el Inpe.

La progresiva sabanización de la selva es una amenaza real, según alertó en 2016 un equipo de científicos brasileños encabezado por el climatólogo Carlos Nobre, de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU. En un artículo publicado en la revista PNAS, los investigadores advertían de que la región amazónica se ha calentado un grado en los últimos 60 años, mientras perdía un 20% de su superficie por la deforestación. Los modelos matemáticos sugieren que llegar al 40% supondría un punto de inflexión. “Si se transgrede ese límite, podría ocurrir la sabanización a gran escala de la mayoría del sur y el este de la Amazonia”, afirmaban los científicos.


El neerlandés Pepijn Veefkind dirige el instrumento Tropomi, un sensor a bordo del satélite europeo Sentinel-5P que es capaz de identificar puntos calientes de gases contaminantes en la atmósfera. “Es cierto que los incendios a gran escala en la región amazónica ocurren todos los años. Aunque las condiciones meteorológicas puedan desempeñar un papel, hay que recalcar que la mayoría de estos focos están provocados por el ser humano”, señala. “Nuestras observaciones lo respaldan: la mayor parte de los incendios tienen lugar en los bordes de la selva tropical. Si 2019 tendrá una temporada récord de fuegos solo podremos saberlo al final de la estación seca”.

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Incendios en la selva amazónica: Brasil rechazará $ 20 millones prometidos por el G7


Un alto funcionario brasileño le dijo a Emmanuel Macron que cuidara "su hogar y sus colonias" ya que Brasil rechazó una oferta de los países del G7 de $ 20 millones  para ayudar a combatir incendios en el Amazonas.
"Apreciamos  (la oferta), pero tal vez esos recursos son más relevantes para reforestar Europa", dijo Onyx Lorenzoni, jefe de gabinete del presidente Jair Bolsonaro, al sitio web de noticias G1.
Los líderes de los países del G7 hicieron la oferta de ayuda en una cumbre de fin de semana en la ciudad francesa de Biarritz organizada por el presidente francés, que había puesto los fuegos en la agenda. Los activistas medioambientales han descartado la suma como "cambio radical". 
"Macron ni siquiera puede evitar un incendio previsible en una iglesia que es patrimonio de la humanidad", dijo Lorenzoni en referencia al incendio que devastó la catedral de Notre Dame en abril . “¿Qué piensa enseñarle a nuestro país?

"Brasil es una nación democrática y libre que nunca tuvo prácticas colonialistas e imperialistas, como quizás es el objetivo del francés Macron".
La presidencia brasileña luego confirmó los comentarios a la Agencia France-Presse.El ministro de Medio Ambiente de Brasil, Ricardo Salles, había dicho anteriormente a los periodistas que su país agradecía la financiación del G7 , pero después de una reunión entre Bolsonaro y sus ministros, el gobierno brasileño cambió de rumbo.

El anuncio del paquete de asistencia de $ 20 millones fue el resultado más concreto de la cumbre de tres días del G7 de las principales democracias industrializadas en Biarritz y tenía como objetivo dar dinero a las naciones amazónicas como Brasil y Bolivia, principalmente para pagar más aviones contra incendios.Las tensiones han aumentado entre Francia y Brasil después de que Macron tuiteó que los incendios que ardían en la cuenca del Amazonas equivalían a una crisis internacional y deberían discutirse como una de las principales prioridades en la cumbre del G7. Bolsonaro reaccionó acusando a Macron de tener una "mentalidad colonialista".

Al hablar en la televisión francesa el lunes por la noche, Macron reiteró que el Amazonas era un problema mundial e intensificó sus críticas a Bolsonaro.
“Respetamos su soberanía. Es tu país ”, dijo Macron. Pero los árboles en el Amazonas son "los pulmones del planeta", agregó.“La selva amazónica es un tema para todo el planeta. Podemos ayudarlo a reforestar. Podemos encontrar los medios para su desarrollo económico que respeten el equilibrio natural. Pero no podemos permitir que destruyas todo.
También reconoció que Europa, al importar soja de Brasil,  tuvo la culpa de la presión agrícola sobre la selva tropical y dijo: "Somos en parte cómplices".

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se saltó la sesión cumbre destinada a encontrar soluciones a la calefacción global mediante la plantación de árboles y el cambio de los combustibles fósiles a la energía eólica. En una conferencia de prensa después de la cumbre, desestimó los esfuerzos por cambiar de dirección.
"Siento que Estados Unidos tiene una riqueza tremenda ... No voy a perder esa riqueza en sueños, en molinos de viento, que, francamente, no funcionan demasiado bien", dijo. "Creo que sé más sobre el medio ambiente que la mayoría".
Los grupos ambientalistas dijeron que la ayuda de emergencia contra incendios del G7 fue insuficiente y no abordaron los factores de comercio y consumo de la deforestación.

"La oferta de $ 20 millones es un cambio radical, especialmente porque la crisis en el Amazonas está directamente relacionada con el consumo excesivo de carne y lácteos en el Reino Unido y otros países del G7 ", dijo Richard George, jefe de bosques de Greenpeace Reino Unido.





















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