Padres y madres
Manuel Ansede
El genetista islandés Kári Stefánsson,
“Nacer con un padre viejo es más peligroso que nacer con una madre vieja”. El mapa más preciso del genoma humano confirma la mayor tasa de mutaciones en los espermatozoides
“Nacer con un padre
viejo es más peligroso que nacer con una madre vieja”, advierte Kári Stefánsson.
No es una revelación para los especialistas, pero el equipo de este genetista
islandés lo ha determinado con una precisión asombrosa. Su grupo, armado con
datos del ADN de unos 150.000 islandeses, ha elaborado “el mapa genético más
detallado del genoma humano" hasta la fecha. “Es como pasar de una guía de
carreteras de papel a Google Maps”, resume el genetista Alberto M. Pendás, que no ha participado en la investigación.
La diversidad
genética es fundamental para la evolución humana, como demuestra la historia de
la monarquía española. La costumbre del sexo entre primos de la Casa de
Habsburgo incrementó más de un 13% la mortalidad de los niños de la
dinastía, que rigió España entre 1516 y 1700. La consanguinidad también es un
problema en la patria de Stefánsson. Casi todos los 340.000 habitantes actuales
de Islandia son parientes más o menos cercanos de la cantante Björk.
El manual de
instrucciones del ser humano está escrito en los genes, que son tramos de las
largas cadenas de ADN llamadas cromosomas. Cada persona tiene 23 parejas de
cromosomas en cada célula de su cuerpo: en cada par, uno procede del padre y
otro de la madre. Durante la formación de óvulos y espermatozoides, estos
cromosomas emparejados se alinean y permiten un intercambio de material
genético. El fenómeno, denominado recombinación, es uno de los dos mecanismos
básicos para impulsar la diversidad humana, que cada persona sea única.
El segundo mecanismo son las nuevas mutaciones: alteraciones genéticas
que aparecen en una persona sin ser heredadas de su familia. El mapa de
Stefánsson, que se publicó en la revista Science, es descomunal.
Muestra la localización precisa de 4,5 millones de recombinaciones y de 200.000
nuevas mutaciones.
Stefánsson,
presidente de la empresa islandesa deCODE, embiste contra “la premisa clásica
de que la evolución es impulsada por cambios genéticos aleatorios”. Si la
recombinación es como mezclar una baraja de cartas de ADN en óvulos y
espermatozoides, el nuevo mapa revela una cierta organización. “Hemos
identificado 35 variantes genéticas que influyen en las tasas de recombinación
y en las localizaciones en las que se produce. Y vemos que las nuevas
mutaciones son 50 veces más probables en los lugares en los que se produce la
recombinación que en otras partes del genoma”, explica Stefánsson.
Esta diversidad
genética, facilitada por el propio genoma humano, es esencial para el éxito de
nuestra especie, pero tiene un precio para algunas personas: la posible
aparición de mutaciones causantes de enfermedades raras. Para el genetista
islandés, es “una responsabilidad colectiva” buscar soluciones a estas
patologías infrecuentes. “El 80% de las nuevas mutaciones vienen del padre. Y
son la principal fuente de enfermedades raras en la infancia", alerta
Stefánsson. “El síndrome de Down suele proceder de la madre, pero las
mutaciones del padre son más comunes y pueden conducir a trastornos como el
autismo y la esquizofrenia”, detalla.
Un estudio previo
de Stefánsson, publicado en 2012, determinó que un hombre de 36 años
transmite a su hijo el doble de mutaciones que un hombre de 20 años. Y un padre
de 70 años, ocho veces más. La mayor parte de estas mutaciones son inofensivas,
pero suponen tener más papeletas en la lotería genética.
“Para buscar
fragmentos del genoma humano asociados a enfermedades necesitamos mapas
precisos. Y este es el más preciso hasta la fecha”, celebra Arcadi Navarro,
un investigador del Centro de Regulación Genómica de Barcelona ajeno al nuevo
estudio. “Este mapa no señala dónde está una bolsa de petróleo aproximadamente,
sino que muestra dónde está el pozo con una precisión de metros”, expone con
una metáfora.
Alberto M. Pendás
estudia genes implicados en la reproducción, en el Centro de Investigación del
Cáncer de Salamanca. “La tasa de mutación espontánea de novo en los
gametos de los hombres, los espermatozoides, es mucho mayor que la de las
mujeres. Además, en los hombres aumenta con la edad debido a que los
espermatozoides proceden de células madre progenitoras —presentes en los
testículos— que se están dividiendo desde la adolescencia hasta prácticamente
la muerte del individuo”, apunta. “Es mucho más peligroso tener un padre viejo
que una madre vieja. Muchísimo más”, zanja.
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