El futuro: comer insectos
Mikel López Iturriaga*
No hagas ascos. No arrugues el morro. Reprime tus arcadas. El futuro de la humanidad puede estar en el consumo de insectos, grupo que constituye el 80% de las criaturas sobre la faz de la Tierra. Según la FAO, para 2050 tendremos que producir un 70% más de comida, porque la población mundial crecerá hasta los 9.000 millones. Mientras países como China e India aumentan su consumo de carne, la ganadería gasta ya el 70% de los recursos agrícolas del planeta y causa graves problemas medioambientales. Muy pronto, la cosa no dará para más. Así que no nos va a quedar más remedio que acabar con los prejuicios y empezar a comer bichos.Ésta es la tesis que ha defendido en los últimos encuentros TEDGlobal de Oxford el entomólogo holandés Marcel Dicke. Bajo una apariencia apocalíptica, sus argumentos parecen bastante sólidos. La producción de insectos es ecológica y barata. Mientras para generar 1 kilo de carne, 3 de cerdo o 5 de pollo hacen falta 10 kilos de comida, con la misma cantidad se pueden criar 9 kilos de insectos. Sus granjas ocupan menos espacio y generan menos desechos, y a la vez emiten menos amoniaco y gases que fomentan el efecto invernadero.
Además, los insectos son sanos: según Dicke, tienen muchas proteínas, aminoácidos, hierro y vitaminas. Y también calorías: un kilo de saltamontes equivale a 10 perritos calientes o seis hamburguesas. El riesgo de que transmitan enfermedades es menor que en animales como el cerdo, porque en ellos no se pueden producir combinaciones de virus peligrosas para el ser humano, ya que están demasiado lejos de nosotros en la cadena evolutiva.
Además, los insectos son sanos: según Dicke, tienen muchas proteínas, aminoácidos, hierro y vitaminas. Y también calorías: un kilo de saltamontes equivale a 10 perritos calientes o seis hamburguesas. El riesgo de que transmitan enfermedades es menor que en animales como el cerdo, porque en ellos no se pueden producir combinaciones de virus peligrosas para el ser humano, ya que están demasiado lejos de nosotros en la cadena evolutiva.
Ya comes insectos
Para los más escrupulosos, este apóstol de la entomofagia aclara que de hecho ya estamos comiendo insectos: según sus cálculos, los habitantes del mundo occidental ya ingieren unos 500 gr. al año en comidas procesadas de origen vegetal. ¿O creías que en las verduras de esa sopa precocinada, en el chocolate, en las galletas o en la harina no se cuela nunca ningún bichito? Algunos tintes utilizados en la industria alimentaria, por ejemplo en el surimi o en dulces, también provienen de insectos, y nos los tomamos tranquilamente. Sólo que se llaman E-120 y no nos enteramos.
Por otra parte, en muchos países del mundo se consumen ya 1.400 especies de estos seres con patitas. Dicke recuerda que otros invertebrados como los mariscos, por ejemplo, no dejan de ser similares, y nos los comemos -y pagamos pastones- por ellos. "Los insectos son las gambas de la tierra", asegura. ¿Un iluminado? Puede. Pero en Holanda algunas empresas están apostando ya por la producción de insectos comestibles. Y la ministra de Agricultura holandesa, Gerda Verburg, los ha puesto en el menú del restaurante de su ministerio.
Los gourmets siempre pueden acudir a tiendas extranjeras 'online'. Hay entre 200 y 2.000 kilos de insectos en el mundo por persona dispuestos a ser comidos. Y 6.000 especies para elegir. ¿Quién se anima?
*Hoy en el que este tema ocupa los titulares de los diarios del mundo, recordamos este post
publicado en El Comidista**, diario El País el 05 de agosto de 2010
*Mikel López Iturriaga es un periodista y bloguero con cierta afición por la comida, que escribe en EL PAÍS y habla en el programa 'Hoy por hoy' de la Cadena Ser. Antes trabajó en Canal +, El País de las Tentaciones, Ya.com y ADN. Aprendió algo de cocina en la Escuela Hofmann, pero se sigue considerando un advenedizo más que un experto.
** El Comidista trata todos los aspectos de la realidad relacionados con la comida. No sólo da recetas fáciles de hacer, habla de restaurantes accesibles o descubre los últimos avances en trastos de cocina, sino que comenta cualquier conexión de lo comestible con la actualidad o la cultura pop. Todo con humor y sin ínfulas de alta gastronomía.
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