lunes, 13 de mayo de 2013

FUTURO


La arquitectura del incierto futuro





     La estación científica Halley VI, en el Polo Sur, se inauguró el 28 de febrero con 
     un propósito de eficiencia energética. / ANTONY DUBBER


"No creo que sobrevivamos otros mil años sin escapar de nuestro frágil planeta", dijo el pasado 16 de abril el físico y cosmólogo británico Stephen Hawking en una conferencia en Pasadena (cerca de Los Ángeles). Al hilo de esta reflexión, otro británico, el arquitecto Hugh Broughton (1965), acaba de dar algunas respuestas a una pregunta recurrente: ¿cómo se las arreglará el ser humano para vivir en condiciones extremas, quién sabe si en el espacio exterior?
La estación de Reino Unido Halley VI, proyectada por su equipo en la Antártida con un presupuesto de 30 millones de euros y abierta el pasado 28 de febrero, supone un doble reto: científico y existencial. La zona habitada más próxima se encuentra a 700 kilómetros y los víveres son suministrados dos veces al año. Los investigadores allí desplazados suman 73 en los tres meses de verano (solo dos mujeres, una de ellas la responsable de la base), y 16 en el inacabable invierno austral. Estos últimos tendrán que soportar 105 días sin ver salir el sol, temperaturas de más de 50 grados bajo cero, tormentas de nieve y vientos de 160 kilómetros por hora.La vida de la gente allí (reflejada en el documental de 2008 Encuentros en el fin del mundo, de Werner Herzog) pone a prueba la capacidad de la arquitectura para explorar caminos: experimentación, bagaje técnico, imaginería futurista, prefabricación, ergonomía, sostenibilidad…
Broughton,  ha conseguido que su proyecto Halley VI se sume a la lista de arquitecturas fascinantes en la Antártida. Los ejemplos destacables incluyen la estación belga Princesa Isabel (que recuerda las casas con aspecto extraterrestre de John Lautner), la franco-italiana Concordia o la alemana Newmayer III. Sin olvidar la Halley V, atrapada por el hielo y ahora en desuso, o la mítica cúpula geodésica estadounidense Amundson-Scott, ya desmantelada. Y, claro está, como homenaje a los pioneros, la sencilla cabaña de Cape Royds en la que en 1908 se cobijaron los miembros de la expedición del explorador anglo-irlandés Ernest Shackleton (y que ha sido restaurada en 2008).
 Pero es en el Halley VI, un ciempiés de siete módulos azules y uno rojo, donde brillan algunos rasgos que definirán la arquitectura del incierto futuro. En los módulos azules se alojan los laboratorios, las oficinas, las plantas de energía y los dormitorios. El módulo rojo está dedicado a la vida social, a las áreas comunes y de descanso, y cuenta con un bar y un gran ventanal. “Lo primordial en el diseño interior fue pensar en cómo ayudar al equipo a soportar los largos inviernos. Por eso nos concentramos obsesivamente en una miríada de matices”, dice Broughton. Y el arquitecto va enumerando algunos de ellos: “Los dormitorios fueron diseñados para ser confortables, pero no tan confortables como para erosionar el sentido de comunidad. Grandes áreas acristaladas permiten vistas al hielo y al cielo para extasiarse con las espectaculares auroras australes. Los colores fueron seleccionados en colaboración con un psicólogo especialista en cromatismo a fin de combatir los efectos debilitadores del trastorno afectivo estacional. Se escogieron láminas de madera que sueltan agradables aromas naturales para que los residentes se acuerden de la naturaleza en ese entorno sin plantas. En los dormitorios se instaló un dispositivo luminoso especial que simula el amanecer y utiliza una función de alarma para ajustar lentamente el equilibro de los glóbulos rojos y blancos de la gente cuando se despierta en los largos meses de invierno”.
Levantar la base científica supuso además un desafío en conceptos como ligereza y serialización. Desde un centro de productos prefabricados en Sudáfrica, las piezas estructurales fueron transportadas en unidades con cargas de no más de nueve toneladas. Se trataba de evitar la rotura de la placa de hielo flotante sobre la que se asienta la estación científica, en la banquisa de Brunt (que se mueve unos 400 metros al año hacia el mar). De hecho, los módulos pueden ser remolcados por bulldozers y reubicados hacia el interior de la banquisa en caso de que la meseta de hielo amenace con romperse. Los módulos se componen de una estructura de acero revestida con placas de plástico reforzado con fibra de vidrio altamente aislante. La base está separada en dos por motivos de seguridad. Los módulos se alzan sobre esquís gigantes y piernas hidráulicamente activadas que permiten una elevación anual sobre el nivel de la nieve caída.
El reto de Hugh Broughton fue enorme: crear un habitáculo ergonómico, energéticamente eficiente, una célula independiente, autónoma, con una vida mínima de 20 años, en latitudes tenebrosas. La primitiva idea de la choza-refugio hecha realidad desde una vanguardia aerodinámica en la que conviven las industrias más avanzadas y el respeto al medio ambiente con una interesante y alegre propuesta formal.

En el futuro se sabrá si lo que hay detrás de este proyecto genera ideas para vivir en territorios aún más hostiles. El pasado 22 de abril, la iniciativa Mars One empezó a reclutar voluntarios para una misión colonizadora que, supuestamente, llegará a Marte en 2023 en un viaje sin retorno.

ANDRÉS FERNÁNDEZ RUBIO 



4 comentarios:

  1. Ejemplo de la capacidad del hombre para sobrevivir y adaptarse en las mejores condiciones...Pobre Scott...Lo que son las cosas...
    Muy bueno lo tuyo Miss Musa ...R.

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    1. Gracias...No es mío el informe pero creo que es muy interesante. Los tiempos de aventura, por lo menos en las zonas polares han terminado. Lo bravo es adentrarse en el tránsito porteño ¿ No te parece?

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  2. la curiosidad y avidez del ser humano por lo nuevo y lo distinto parece no tener fin luego de leer esto. parcece ser estos modelos-módulos son capaces de hacer soportar a sus habitantes situaciones de geografia extrema. Bienvenido sea. Va la ciencia por su lado abriendo brecha imparable. Por el otro, masas humanas claman por agua en zonas del Africa. Claman por educacion en esas y otras partes...que quien puede darles sinó ellos mismos? quien se preocupa por ellos sino ellos mismos? quien se preocupó por instalar en el centro a, válgame decir, "los paises centrales" en esa ubicación relativa sinó ellos mismos? Pareciera ser si nos dedicamos a distribuir, todo programa de avance de ciencia y tecnología se nos aleja en el tiempo y todo pais central deja de serlo. Y nadie quiere renunciar a ello a cambio de algo más justo. Es la justicia y logica humanas. ANÓNIMO VENECIANO.

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  3. Gracias Anónimo Veneciano..Siempre interesantes tus comentarios. La distribución con Justicia no es humana en este y en muchos otros campos. Centrándonos en viviendas no hay que ir demasiado lejos. La villa 31 en Retiro, ahí nomas es una buena muestra.

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