lunes, 1 de julio de 2013

ESPEJITO, ESPEJITO


Usted puede ser un narciso

Neurólogos de Berlín asocian el trastorno egótico al déficit de neuronas en el cerebro emocional


Javier Sampedro








Usted puede ser un narciso. La frase acertará con uno de cada 100 lectores, porque esa es la proporción de la población que muestra ese fastidioso rasgo de carácter. O mejor, que sufre ese trastorno de la personalidad (NPD, por Narcissistic Personality Disorder). Y de ser así lo más probable es que tenga usted un marcador físico identificable por cualquier neurólogo: una reducción de la materia gris en una parte de su cerebro llamada ínsula y que es esencial para la empatía, o identificación con el otro. El único otro con el que sería usted capaz de identificarse sería usted mismo.

 Con su propio mecanismo.Los narcisistas habrán existido desde que surgió la especie humana hace 100.000 años, pero solo llevan ese nombre desde que se lo puso el médico y activista británico Havelock Ellis (1859-1939), cuya obra mayor, Estudios sobre la psicología del sexo, se publicó en siete volúmenes a lo largo de 30 años y fue censurada con saña por la ortodoxia victoriana de la época. El nombre, naturalmente, remite al mito griego de Narciso, el tipo que acabó muriendo ahogado de tanto mirar su reflejo en el agua.
El psiquiatra Stefan Röpke y sus colegas de los departamentos de psicología clínica, neurociencia afectiva, neuroimagen y psiquiatría de la Universidad Libre de Berlín, presentan sólidas evidencias en el Journal of Psychiatric Research de que los narcisistas —o pacientes de trastorno de la personalidad narcisista (NPD), por emplear el término técnico— muestran una reducción de la materia gris en la ínsula y otras zonas relacionadas del córtex cerebral, la sede de la mente humana.
El narcisista se caracteriza por “muestras ubicuas de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía”, según la definición estándar de la Asociación Americana de Psiquiatría. Es una persona absorta en sí misma, convencida de su propia importancia más allá de toda duda razonable y con una necesidad patológica —literalmente— de recibir muestras de admiración y toda clase de atenciones de los demás. ¿Ya siente usted sudores fríos? 
 La ínsula es una región del córtex (o corteza) cerebral, la capa más exterior de nuestro cerebro, y la que se pliega en surcos y convoluciones para hacer sitio a nuestras grandes demandas cognitivas. Si estuviera extendido mediría lo que una de esas servilletas grandes de los restaurantes de tres dígitos, y no tendría mucho más espesor.La ínsula está precisamente enterrada en el puro fondo del surco más profundo del cerebro, la cisura de Silvio (o surco lateral), que siempre muestran los dibujos del cerebro. Es el límite posterior del lóbulo frontal, la parte de este órgano que más ha crecido durante la evolución de los homínidos: las redes neuronales que nos hacen humanos. Por estudios anteriores se sabe que la ínsula está implicada en la consciencia —y en la autoconsciencia, que viene a ser la capacidad de reconocerse en un espejo—, la percepción, la cognición y la experiencia interpersonal. Eso incluye la empatía, o facultad de identificarse con el otro, de ponerse en su pellejo.


De El País. España

2 comentarios:

  1. Perdón, no entiendo el artículo; quizá se deba a la cantidad reducida de materia gris con que mi ínsula y otras zonas del cerebro fueron dotadas. De todos modos, más allá de lo que digan quienes están obligados a investigar y escribir libros para las universidades del mundo, la historia está plagada de personajes que se han destacado en todos los ámbitos: artísticos, profesionales,científicos, etc; y no se han destacado por su modestia y sí, por la admiración y adoración del propio ego. Ya se descubrirá alguna otra teoría sobre estos narcisos; como que se descubrió que la leche materna es buena para los lactantes años después o años antes de la muerte del Dr Spock. Esa cronología no tiene la más mínima importancia.

    ALEJANDRO SCHLEH

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  2. Hola Alejandro ! Creo que el autor describe a los narcisistas...el 1% de la humanidad, según dice. No hago más que transcribir la experiencia de científicos de la U. de Berlín, y sus resultados. Tal vez como creo entender en tu comentario, le debemos a esos personajes, los que sobresalieron, los grandes cambios, los avances, los descubrimientos, las guerras....¿ No será mucho? Interesante planteo...Dejemos abierto este interrogante que tal vez mañana tenga otra respuesta.
    Muchas gracias por tu comentario, como siempre deja algo para seguir pensando, curiosamente más que el propio artículo de Sampedro.

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