"La multitarea baja el rendimiento"
Joseba Elola
Cuando
en el año 2001 Facundo Manes regresó a su país, Argentina, después de
cursar un máster de Ciencias en Cambridge, tuvo claro que para crear un
polo científico relevante solo hacían falta cuatro paredes y un puñado
de mentes brillantes. Le inspiró su paso por los Laboratorios Cavendish, lugar que ha visto desfilar a mentes como las de Isaac Newton o Stephen Hawking. Ni corto ni perezoso, fundó el Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco)
con la idea de investigar temas como la memoria, la toma de decisiones o
las emociones de manera multidisciplinaria, fundiendo los conocimientos
de científicos de distintas áreas. Hoy, su creación es un polo de
referencia en el continente latinoamericano. Ha producido más de 180
trabajos científicos, que han sido publicados en prestigiosas revistas
internacionales como Brain o Nature Neuroscience.
Desde Ineco, desde los platós de televisión, desde la publicación de sus columnas periodísticas en Clarín y La Nación o desde sus libros, el neurólogo Facundo Manes
divulga su labor investigadora sobre ese órgano de apenas un kilo y
medio de peso, “el que nos hace humanos”, el que cautivó su atención
desde las primeras clases de anatomía. Hombre mediático, de verbo fácil y
apasionado, muy popular en su país de origen, su nombre terminó de
estar en boca de todos cuando el cerebro que tuvo entre sus manos fue el
de la presidenta argentina. Ocurrió en octubre de 2013, cuando estuvo
al frente del equipo que trató a Cristina Fernández de Kirchner, que
permaneció internada en el Instituto Favaloro, que él dirige, tras ser
sometida a una operación de cráneo. “Lo más difícil en casos como ese,
por todas las presiones que hay de todos los lados, es poner el foco en
la actividad”, dice Manes, de 46 años, “Es un orgullo
que todo saliera bien en un momento de tanta intensidad como ése”.
Pregunta. ¿Y qué aprendió de esa experiencia?
Respuesta. Aprendí que todos somos humanos.Hombre al que inspira la figura de Raúl Alfonsín,
Manes ha sido cortejado políticamente, entre otros, por el presidente
de la centrista Unión Cívica Radical, Ernesto Sanz. Y él no descarta un
salto al ruedo político, siempre y cuando sea para conducir a Argentina
“hacia una sociedad basada en el conocimiento”.
Durante
esta entrevista, el rector de la Universidad Favaloro de Buenos Aires
se muestra como un hombre que se abalanza sobre las preguntas. Las
aguarda con la mirada fija, quieto, inmóvil. Y en cuanto cesa el
enunciado, se lanza a por la respuesta como si de una presa se tratara.
Su
pasión, sus ganas de convencer, su afán de divulgar, todo ello empuja
su cuerpo hacia adelante, le conduce al borde de la silla de cuero en
que se sienta en esta calurosa tarde madrileña. Es un hombre dinámico,
que no está para tonterías, expeditivo. Cuando se levanta y va algún
sitio, va, eso queda claro, va.
P. Usted afirma que el modo en que pensamos es el modo en que sentimos.
R. Sin
duda. Una de las grandes cosas que hizo la neurociencia fue poner las
emociones al mismo nivel que los procesos cognitivos racionales. Por
mucho tiempo se consideró que para pensar claramente uno tenía que
deshacerse de las emociones. Hoy sabemos que la emoción y la razón son
necesarias para nuestra conducta; es más, sabemos que la emoción guía
nuestra conducta, facilita la toma de decisiones, consolida la memoria.
La emoción da color a los estados mentales: es imposible imaginarnos la
vida sin alegría, sin tristeza, sin celos, sin odio, sin admiración.
P. ¿Podemos cambiar lo que sentimos?
R. Si
siento celos, admiración, rencor o bronca, no puedo modificar el
disparo emocional, pero puedo modular las consecuencias de ese disparo.
Podemos cambiar la manera en que pensamos para cambiar la manera en que
sentimos. Es parte del trabajo de la terapia cognitiva: la realidad no
la puedo cambiar, pero sí cómo respondo a ella.
P. Entramos en el terreno de la terapia…
R. La
terapia cognitiva, basada en las ciencias modernas, ha demostrado ser
eficaz en trastornos de ansiedad, obsesivo-compulsivos; pero se puede
aplicar a cualquiera, sin necesidad de que tenga un trastorno mental:
todos tenemos ansiedades, miedos, paranoias, depresión, angustia,
tristeza. ¿Dónde está el límite entre lo normal y lo anormal? En el
momento en que afecta a tu vida diaria, a la esfera laboral, social.
P. Este suplemento se llama Ideas, así que la pregunta es obligada. ¿Cómo se gestan las ideas?
R. Somos
mucho más automáticos de lo que pensamos; a veces somos racionales y
deliberativos, pero no siempre; tomamos decisiones sociales. Muchas
veces, cuando discutimos, tenemos un sesgo de confirmación; lo único que
hacemos es buscar argumentos que confirmen los pensamientos previos.
Pero, ¿cómo surgen las grandes ideas? En mi opinión, hay muchos libros,
muchos cursos sobre creatividad, pero todavía no sabemos cómo el cerebro
da lugar al momento eureka.
P. Muchas veces la mejor idea aparece cuando uno ha desconectado de la cuestión y está relajado.
R. Sí, pero antes hay que estar obsesionado con un tema. En términos de creatividad, la inspiración es para amateurs.
Uno de los aspectos clave de la idea es la preparación, la incubación;
los pensamientos obsesivos en torno a una cuestión influyen más en esa
creatividad que el coeficiente intelectual; hay que tener pasión, estar
obsesionado. Paul McCartney escribió Yesterday durmiendo, pero venía pensando en ello. Cuando estamos tirados en el sofá; o durmiendo en el auto, atrás, aparece el momento eureka.
Bajan los centros atencionales y ejecutivos y aparecen los centros de
asociación. Además, para crear hay que estar un poco loco; y hay que
estar preparado para equivocarse.
P. Pero nuestras sociedades no perdonan demasiado el error...
R. Estigmatizan el error.
P. Y es un error.
R. Sí,
un error (risas). Steve Jobs se equivocó muchas veces antes de hacer el
iPad. Galileo, también. El contexto creativo es clave. ¿Por qué Silicon
Valey produce más tecnología que cualquier otro lugar? ¿Por qué
Cambridge es mejor universidad que otras? Por el contexto creativo.
P. En Usar el cerebro, editado por Paidós, usted cita la obra del tecnoescéptico Nicholas Carr que, en Superficiales. Qué está haciendo Internet con nuestras mentes,
alerta de ciertos peligros, de capacidades que perdemos como
consecuencia del uso masivo de tecnologías. Usted disiente y sostiene
que no existe ninguna evidencia de que las nuevas tecnologías estén
atrofiando nuestra corteza cerebral.
R. No
veo que Internet y la tecnología vayan a generar un nuevo lóbulo
cerebral, porque tampoco lo hizo la imprenta. La tecnología nos va a
facilitar la vida en muchos aspectos. Pero, en gentes, niños,
adolescentes y adultos, con sesgos ansiosos, compulsivos u obsesivos, va
a disparar este tipo de conductas. Es importante que los jóvenes se
vuelvan a aburrir, que tengan introspección, que imaginen; porque si
están todo el día conectados, eso genera estrés; y la multitarea baja el
rendimiento cognitivo.
P. ¿Eso qué significa, que somos menos eficaces?
R. Somos
menos eficaces: hay más estrés y más cansancio. Pensamos que somos
eficientes haciendo muchas cosas a la vez, pero en realidad la
multitarea baja el rendimiento cognitivo.
P. El ser humano es cada vez más inteligente si atendemos a los coeficientes intelectuales, es el llamado Efecto Flynn. ¿Es eso así?
R. La
ciencia no puede medir toda la inteligencia. El coeficiente intelectual
no la abarca en su totalidad: hay inteligencia empática, emocional,
social… Pero lo que muestra el Efecto Flynn, en chicos bien
nutridos, bien estimulados, es que se suele rendir mejor en ciertas
tareas del coeficiente intelectual generación tras generación.
P. ¿Y eso por qué ocurre? ¿Nosotros, como máquinas, nos vamos perfeccionando?
R. Sin duda. En eso influye que hay mejores condiciones de estímulo cognitivo y emocional para las nuevas generaciones.
P. ¿Los hijos de esta generación serán por tanto más listos que sus padres?
R. En
algunos aspectos de la inteligencia. Pero no en toda, porque la
inteligencia no se puede medir, dada su complejidad. ¿Cómo se mide el
humor, la ironía, la empatía?
P. En
su último libro usted se pregunta sobre si se puede medir, o no, la
felicidad. Reflexiona sobre el concepto de la Felicidad Nacional Bruta
(FNB) como indicador alternativo al PIB. ¿Qué tiene la neurociencia que
decirnos sobre la felicidad?
R. El
cerebro está preparado para huir del peligro y buscar el placer. Y yo
creo que uno de los avances en la neurociencia va a ser que con el
tiempo se va a intensificar el valor del manejo del tiempo personal; y
el manejo de las emociones. Uno puede ser millonario, pero si no maneja
su tiempo y sus emociones, es un miserable.
De Materia. El País. España
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