Manipuladores y manipulables
Miriam Subirana
¿Te has sentido presionado a realizar algo que no querías? ¿Te has sentido coaccionado
a decir sí cuando en realidad querías decir no? Cuando actuamos bajo la
influencia de otro y nos dejamos llevar por opiniones ajenas, no estamos
centrados en nuestro poder personal. Para que no nos manipulen, debemos tener
claro dónde y cuándo poner límites. Debemos atrevernos a decir no sin miedo al
juicio del otro, al fracaso o al rechazo. Mientras tengamos miedo a que nos
rechacen, seremos manipulados. Porque esta es precisamente una de las armas del
manipulador. El manipulador
depende del manipulado y viceversa. Es una relación de pérdida de libertad. Un ser libre se atreve a decir no y actúa basándose en
sus convicciones, sin temor a quedarse solo ni a ser rechazado. Al sistema no
le interesan seres libres, con poder de voluntad desarrollada, que piensen
conscientemente, actúen y se responsabilicen de sí mismos. Por esto se nos
manipula a muchos niveles, social, político, mediático, publicitario, a nivel
de relaciones interpersonales.
Esta nota se centra en la importancia de comprender los procesos de manipulación
interpersonal, en cómo darse cuenta a tiempo de que una persona es manipuladora
para así no permitir que nos manipule y en recuperar nuestro poder interior.
Cómo
es su personalidad.
Aunque no existe un perfil propio de estas personas, sí podemos detectar
actitudes propias de las personas con tendencia a manipular. Isabelle
Nazare-Aga define algunas características:
– Cambia
de opinión, de comportamiento y de sentimientos en función de las personas y
las situaciones.
– Culpabiliza
a los demás, traspasándoles a ellos la responsabilidad que le corresponde a él
o ella.
– Critica
sin que se note, desvalora y juzga. Juega con la ignorancia de los otros para
evidenciar su superioridad.
– Sabe
hacerse la víctima para que lo compadezcan.
– Divide
para reinar mejor. Miente. Es egocéntrico. Cuando puede, procura dejar notas
escritas, llamar o mandar mensajes en vez de dar la cara.
– No
tiene en cuenta los derechos, las necesidades o los deseos de los demás.
– Espera
al último momento para pedir, dar órdenes o hacer trabajar a otros.
– Utiliza
la adulación, hace regalos o nos mima súbitamente.
Entre
las formas habituales de manipulación está el chantaje emocional, en el que,
por ejemplo, uno amenaza con poner fin a una relación si el otro no hace lo que
él quiere; si no se le conceden sus deseos, tacha al otro de egoísta,
interesado o insensible. En cambio, afirma Susan Forward, “se deshacen en
alabanzas cuando se cede a sus deseos y las retiran si el otro se mantiene
firme”.
Dudas
y miedo
“Nadie
puede herirle sin su consentimiento”
(Eleanor Roosevelt)
La
persona vulnerable a ser manipulada o a aceptar el chantaje emocional suele
tener una autoestima baja, vive sin rumbo, ha perdido el sentido de su vida, es
demasiado ingenua, le falta sentido común, depende del otro, teme la soledad.
Forward considera estas características: un alto nivel de dudas sobre uno
mismo, un profundo miedo al conflicto, la necesidad de que haya paz al precio
que sea, una necesidad exacerbada de aprobación, la tendencia a asumir un
exceso de responsabilidad con relación a la vida de los otros.
El
camino hacia la autonomía emocional se inicia en el momento en que nos damos
cuenta de que estamos siendo manipulados. Debemos escuchar a nuestra intuición
y ser conscientes de lo que sentimos. A veces hay que poner distancia para
observar desde lejos lo que se está viviendo y darse cuenta de lo que se quiere
y a qué hay que poner límites. Es importante reconocer que tu responsabilidad
en cualquier situación de manipulación en la que estés involucrado es tu
contribución a la misma. El proceso de responder a cualquier persona o
situación es algo que sucede en en ti. Nadie puede hacerle sentir nada sin su
permiso.
Recuperar
nuestro poder
“Podemos
cambiar la conducta y conseguir que los demás cambien la suya” (Josep Redorta)
Para
alcanzar y mantener un estado de plenitud, has de saber qué es lo que te acerca
a la realización plena y aquello que te aleja de ella. Debes arriesgarte
positivamente a concederte poder, liberarte de cualquier aspecto que le haga
sombra y permitir que tu ser se manifieste con todo su potencial. Para
lograrlo, debes tener la soberanía sobre tu mundo interior y asegurarse de no
dejar puertas abiertas a la sumisión. Es decir, poner límites, no le
des vueltas a las cosas innecesariamente y no te regocijes en el dolor ni en
sentirte víctima.
Para
recuperar la soberanía personal, revisa tus creencias. ¿Crees que para ser amado
necesitas siempre complacer al otro? ¿Las preocupaciones te dan salud,
bienestar, te ayudan a canalizar la energía de tu mente, a encontrar
soluciones? ¿Te beneficia complacer al otro renunciando a lo mejor para ti ?
Si la respuesta es que no, revisa por qué mantienes estos comportamientos.
Exelente nota Miss Musa. Personas así hay más de las que parece y además en todos los ámbitos, incluído el familiar. Se los reconoce pronto, pero lo que ya no es tan fácil es pararlos porque suelen ser inteligentes y saben como hacer daño sutilmente, algo que muchas veces no es fácilmente demostrable. Hay que evitarlos como a la peste. Aunque ...' Nadie ha dicho que vaya a ser fácil'
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