El tesoro secreto de David Bowie
'Air Power' (1984), de Jean-Michel Basquiat, perteneciente a la colección de David Bowie,
estimado en 2,5 millones de libras (3 millones de euros).
La cita es el 10 y el 11 de
noviembre, en la sede londinense de Sotheby’s: se subasta la colección de arte
de David Bowie, más
algunas extraordinarias obras de su mobiliario, en total unas 400 piezas. Tiene
carácter de gran evento: para abrir el apetito, se exhibirá previamente en
Londres, Los Ángeles, Nueva York y Hong Kong.
Según el dicho, "La hierba
siempre es más verde al otro lado de la valla", David se zambulló en el
mundo del arte en los años noventa, una vez pasada su etapa de máxima
popularidad como cantante. En portadas y escenografías ya había mostrado su
sensibilidad por el arte contemporáneo, pero en esa década se apuntó al consejo
editorial de la revista Modern Painters y entrevistó a Balthus,
Damien Hirst, Jeff Koons o Tracey Emin. Esta última le ofreció consejos para su
propio crecimiento como artista visual.
Formado en la School of Art de
Croydon, Bowie pintó y dibujó de forma intermitente, guardando cuidadosamente
todo lo que produjo. Incluso le sirvió como terapia para sus ocasionales
bloqueos creativos: “De alguna manera, trabajar sobre una superficie en blanco
me ayudaba a resolver mis dudas musicales". Consciente de que había
demasiados cantantes convertidos en pintores aficionados, Bowie mantuvo un
perfil bajo y solo expuso en 1995, en una galería de Cork Street, entonces el
centro del negocio del arte en Londres.
David Bowie y una de sus pinturas ( 1976 )
Un recuerdo personal: a finales
del siglo XX, resultaba duro charlar con Bowie sobre cuestiones musicales,
aunque la excusa para el encuentro fuera el lanzamiento del álbum Hours.
Se interesaba más por la actualidad de los grandes museos españoles. Con falsa
inocencia, preguntaba si podría visitar el Guggenheim bilbaíno un lunes, para
disfrutar en soledad de sus tesoros.
Según el chiste, "Comprar
arte es la señal con la que Dios avisa de que una estrella de rock tiene
demasiado dinero". Como en todo, Bowie fue extremadamente precavido en el
mundo del arte: utilizó sus encantos, aprovechó sus amistades y, en general,
compró barato. Tenía obras modestas de Rubens y Tintoretto, pero reconocía que
carecía de capital suficiente para aspirar a cuadros de Dalí, Francis Picabia,
Georges Braque y demás grandes nombres del siglo XX, "ni siquiera pregunto
por los precios de David Hockney o Lucien Freud".
Aunque se
negaba a especializarse, acumuló abundantes creaciones de pintores británicos:
Peter Lanyon, Patrick Cauldield, Stanley Spencer. También buscó las imágenes
londinenses de Leon Kossoff y los paisajes de John Virtue o William Nicholson.
Manifestaba especial devoción por los ásperos retratos de Frank Auerbach, uno
de los escasos niños judíos a los que se permitió emigrar de Alemania en 1939;
según Bowie, "Auerbach pinta como a mí me gustaría sonar".
Demostró agilidad para las
oportunidades. En 1994, hubo una agria polémica en Reino Unido por Croatian
and muslim, una denuncia del escocés Peter Hewson sobre las violaciones en las
guerras de la antigua Yugoslavia: a pesar de que era un encargo, el Imperial
War Museum rechazó adquirir el cuadro y Bowie se lo llevó por 18.000 libras.
Tras participar como actor en la película Basquiat, consiguió hacerse con Air
power, obra del pintor de Brooklyn que ahora ha multiplicado su valor y podría
alcanzar cerca de cuatro millones de euros.
Obra de Damien Hirst perteneciente a la colección de Bowie y valorada en 300.000 euros.
David no se presentaba como un
coleccionista sistemático: declaraba que compraba “de forma obsesiva,
adictiva”. Era consciente de que abundaban los críticos y los marchantes
desairados que le atacaban por su eclecticismo, alegando que no había
coherencia en sus compras. Su respuesta era que no funcionaba como un comisario
de exposiciones, buscando conexiones o planteamientos panorámicos: echaba mano
a la chequera cuando encontraba cuadros que le golpeaban emocionalmente, que le
hacían reaccionar.
Tenía sus prevenciones respecto
al arte conceptual. Poseía una copia de un famoso readymade de Marcel
Duchamp À bruit secret, pero se preguntaba si tales ocurrencias no eran
una sigilosa confesión de las carencias de Duchamp como pintor. Con todo,
estaba dispuesto a burlarse de las jerarquías artísticas. Participó en una
memorable farsa: la reivindicación de Nat Tate, un “expresionista abstracto”
que supuestamente se suicidó en 1960; Bowie leyó en público fragmentos de una
biografía firmada por William Boyd, un libro que era pura ficción. No existía
el tal Nat Tate pero, durante unas horas, muchosenterados alegaron estar
perfectamente al tanto de su vida y obra.
Socialmente, parecía preferir la
compañía de la gente del arte a la de los músicos, a los que únicamente
recurría cuando llegaba la hora de grabar o actuar. La tropa del rock tendía a
ser monotemática y además podían arrastrarle a los viejos excesos. Dicho sea
con todas las salvedades: algunos de sus amigos del arte no eran precisamente
modelos de sobriedad.
Entre algunos de los íntimos de
David, la noticia de la subasta ha causado consternación. Consideran
endeble la excusa de los herederos: que la colección necesita un espacio del
que carecen. Cabe imaginar, sin embargo, que alguien tan previsor como Bowie
asumía que su museo particular se iba a dispersar. Según la viuda e hijos,
siempre había facilitado el préstamo de las obras que poseía para exposiciones
antológicas. Y la familia se queda con un número de piezas por motivos
personales.
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